Julio María Sanguinetti: “Yo no quería ser candidato, ese nunca fue mi proyecto político”

Julio María Sanguinetti, expresidente de la República


El de Sanguinetti parecía un triunfo asegurado, pero Ernesto Talvi dio la sorpresa y terminó venciendo la elección interna. Hoy, a casi dos meses de esa votación, el expresidente afirma que en realidad no quería ser candidato y se muestra conforme por haber logrado su objetivo, que era “levantar” al Partido Colorado (PC). Además, dice que no cree que la caída de Lacalle Pou en las encuestas sea real, y se desmarca de Talvi opinando que en el diálogo por una eventual coalición deberían estar “todos”, no solamente los partidos con representación parlamentaria.

Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo

-¿Cómo tomó los resultados de la interna colorada, cuando la mayoría de las encuestas lo daban ganador a usted?

-La interna fue importante para el país porque votó más gente que en la elección anterior; fue una buena respuesta cívica. El PC sacó más votos que en su elección interna anterior, lo cual también fue gratificante. Eso fue muy feliz porque salimos en el peor momento del partido, logramos levantarlo, y luego Talvi lo multiplicó con un nuevo aire. En cuanto a las encuestas, luego de que se levantó el PC aparecíamos nosotros casi como exclusivos, después fue cambiando y en el último tramo apareció el crecimiento de Talvi, lo cual ha sido muy positivo porque por algo estamos en la posición en la que estamos. Hace un año y medio se discutía cómo iba a sobrevivir el PC, hoy se discute si llega o no a la segunda vuelta. Eso nos deja muy tranquilos y en lo personal con un enorme sentimiento de cumplimiento del deber. Es notorio que yo no quería ser candidato, que salí a levantar el partido en el momento más difícil.

-¿Siente que se sacó un peso de encima al no ganar, ya que no quería ser candidato?

-No lo digo así, porque una vez que me lancé a ser candidato, tenía que luchar para serlo, pero nunca fue mi proyecto político.

-¿Cuál era su proyecto político?

-Por un lado era lograr que el partido tuviera de nuevo relevancia electoral y capacidad de decisión, y en segundo lugar, instalar la idea de un gobierno de coalición, que entonces no se hablaba y hoy está rondando todas las mesas de los debates.

-Después de haber sido dos veces presidente, ¿no le tocó un poco el orgullo el haber perdido una interna?

-No, para nada, porque mi objetivo era dinamizar al partido y lo logramos, lo pusimos de nuevo en el escenario, de modo que me siento parte del éxito.

-¿A qué atribuye la equivocación de las encuestas?

-En las encuestas hubo cosas muy variadas, algunas acertaron más, otras menos; hay falibilidades metodológicas. Cuando las encuestas se alinean todas en algo parecido, empieza a ser creíble la existencia de una tendencia, pero el numerito puntual hay que administrarlo con prudencia.

-¿Qué enseñanza le dejaron las internas? ¿El PC necesitaba renovación?

-Todos los partidos precisan constante renovación. Las renovaciones, si no tienen raíces, un tronco que las sustente, suelen ser efímeras, como ha pasado más de una vez, y el primer viento se las lleva. A la inversa, si el viejo tronco no se renueva, no tiene hojas nuevas, termina secándose. Hoy, por suerte, el PC posee ambas cosas; tiene un proceso de renovación importante y ha robustecido las viejas raíces que están allí sustentadas y que se expresaron también en la interna, porque si bien la mayoría de Talvi fue clara, un 46% del partido votó a la tendencia batllista.

-¿Cómo lo ve posicionado a Talvi como líder del partido?

-Cada día mejor. Viene actuando con seriedad, con solvencia, comunicando con mayor espontaneidad y asumiendo políticamente actitudes propias del ejercicio de un liderazgo importante, que tendrá que ratificar y consolidar en la elección.

-¿Qué tiene Talvi para ofrecerle al país?

-Es un candidato de renovación en el sentido de que no sufre los naturales desgastes de los debates políticos. Es un candidato sólido en cuanto al conocimiento de la realidad nacional, porque ha estado hablando de ella a lo largo de muchos años. Incluso, el último año, con los Encuentros Ciudadanos, recorrió el país haciendo propuestas. En segundo lugar, ha tenido un acierto que fue la elección del vice, porque [Robert Silva] es una figura muy respetada, muy querida dentro del partido y muy importante en la educación. Es una fórmula de novedad pero no de aventura.

-¿Lo ve con chances de llegar al balotaje?

-Las tiene. Hace un año eso era utópico para cualquier candidato colorado, hoy ya no lo es.

-¿Se imagina un gobierno de coalición encabezado por Talvi?

-Me lo imagino y creo que se puede lograr un equilibrio de fuerzas importante, por eso he insistido a lo largo de todo este tiempo en la necesidad de buscar acuerdos previos sobre esos cuatro o cinco puntos esenciales, que le den al país la tranquilidad de la construcción de una alternativa. Esto no es simplemente una oposición que se agota en ella misma, sino que es un proceso de construcción de un nuevo gobierno de cambio.

-¿No cree que hablar de la necesidad de un gobierno de coalición antes de octubre puede perjudicar a la propia oposición, dado que hoy los partidos están en competencia?

-No creo, porque la competencia es sana en la medida en que no tiene rispideces, que no corta puentes. La política es tender puentes, de modo que percibo que el PC, el Partido Nacional (PN), el Partido Independiente (PI), el Partido de la Gente, están en condiciones de sentarse a dialogar. Desgraciadamente, Cabildo Abierto (CA) les dijo a ustedes en un reportaje que no desea ser incluido en el paquete de colorados, blancos e independientes, porque no quiere negociar hacia octubre y hacia noviembre. Lo lamento, porque una fuerza nueva, que ha salido con brío, es importante que esté. Ha habido algunas otras fuerzas democráticas que pensaban que CA no debía estar en el diálogo, yo siempre sostuve que debía estar y por eso mismo lamento mucho esa posición.

-Pero fue el propio Talvi quien comenzó tomando distancia de Manini Ríos y de Novick.

-Notoriamente, Talvi había propuesto que el diálogo fuera solo entre los partidos con representación parlamentaria; es una razón. Personalmente pensaba que era mejor aún que estuviéramos todos, y debiéramos estar todos. Por alguna causa estamos en la oposición, y se supone que propiciamos un cambio y que sería muy importante tener un común denominador que nos permita hacer posibles las propuestas. La política es un ejercicio de traslación a la realidad de ideas, proyectos, modos de actuar, procesos de gestión, que si no se articulan terminan siendo estériles.

-Si gana el PN, ¿por qué le parece importante que el PC forme parte de ese gobierno de coalición y no que ejerza un rol como partido opositor?

-Ningún partido de la oposición hoy puede aspirar a decir que tiene el 48%-50%. Constatada esa realidad –y este ha sido el leitmotiv de toda mi acción política en este año y medio- se hace imprescindible tratar de construir un común denominador, sin perjuicio de las diferencias que tenemos. Un herrerista y un batllista no somos lo mismo, tenemos diferencias en muchos aspectos, de concepción del Estado, de la laicidad republicana, pero abrazados a las diferencias nos vamos a quedar en el andén mientras pasa el ferrocarril. Por el contrario, tenemos muchas coincidencias.

-¿Tienen más coincidencias que diferencias?

-Naturalmente, porque tenemos coincidencias en la democracia, en la libertad de expresión del pensamiento, en la política exterior, en una economía relativamente abierta, en la necesidad de producir un cambio en la educación. Son coincidencias muy importantes, y en la perspectiva de un cambio es imprescindible que sumemos el esfuerzo, cada uno desde su vertiente.

-¿Qué los diferencia sustancialmente de los blancos?

-Hay algunas diferencias en ciertas interpretaciones de temas, pero creo que hoy no es relevante discutirlas, sino buscar las coincidencias. En eso hemos estado y estamos.

-De todas formas, cuando Lacalle Pou en su Convención Nacional destacó la regla fiscal que propone Talvi, él enseguida salió a desmarcarse y a poner por encima su propio proyecto.

-Por supuesto que defendemos lo que estamos proponiendo, pero hay que tratar de buscar puentes entre posiciones que no son irreconciliables.

-¿A qué adjudica el crecimiento que está teniendo Talvi en las encuestas y la caída de intención de voto de Lacalle Pou?

-No sé si la caída de Lacalle es real.

-¿Por qué?

-Si uno mira con serenidad las encuestas, va a encontrar que en los últimos dos años el PN ha estado más o menos en ese nivel. Hubo un momento en que con la publicidad de Sartori y todas esas cosas, parecía que había un crecimiento que en realidad no hubo, pero creo que ha tenido una continuidad y no lo veo como un bajón; quizás hubo una suba muy circunstancial. El PC, en cambio, sí ha logrado rescatar su electorado básico e incorporar juventud, gente que no había votado al partido, otra que lo había votado y después se fue hacia el Frente Amplio (FA) o al PI y ahora retorna.

-Por otro lado, ¿cómo ve al FA para alcanzar el cuarto gobierno?

-El gobierno del FA ha fracasado en la seguridad ciudadana, en la educación, y ni siquiera ha tenido éxito en la economía, pese a que usufructuó los diez mejores años de la historia en materia de exportación. Despilfarró ese fantástico crecimiento y entrega el país con un 5% del PIB de déficit y con un 10% de desocupación. En lo político no se aprecia realmente un FA que represente esperanza, su fórmula no genera esa sensación. Martínez no parece siquiera conquistar el ánimo y el entusiasmo de algunas de sus fuerzas.

-¿Cómo vio la invitación de Martínez a Talvi, Lacalle Pou y Mieres para generar un espacio de acuerdos?

-Hizo eso el mismo día en que en el Foro de San Pablo la representación del FA estaba felicitando el gobierno de Venezuela y sumándose al discurso radical de la izquierda y del populismo latinoamericano. Fue un gesto personal de cierta picardía, pero sin el sustento de una real propuesta política.

-¿Le sorprendió el acuerdo que hizo con Fernando Amado?

-Ni me sorprendió ni me dejó de sorprender (risas).

-¿No cree que el hecho de que Bordaberry no participe en octubre como candidato al Senado implica perder algunos votos hacia Manini?

-Todas las encuestas dicen que no y la percepción dentro del partido dice que no. La presencia de Pedro generó un episodio triste para todos, pero está cerrado y no cabe seguir especulando sobre él.

-¿Por qué cree necesario encabezar una lista al Senado?

-Fundamentalmente por un tema de vertebración del espacio batllista, que precisa una articulación. También las circunstancias me ponen hacia el futuro en otro rol, porque el propio Ernesto Talvi ha propuesto que una vez pasada la elección me dedique a la conducción del partido desde la Secretaría General, cosa que me honra mucho.


“Al gobierno frentista le fue mucho mejor con Macri que con los Kirchner”

-¿Cómo evalúa la situación actual de la región?

-La región está muy difícil, tanto política como económicamente, y eso exige del Uruguay un rol de conciliación como el que ejercimos en su momento en la construcción del Mercosur. Más de una vez, tanto brasileños como argentinos nos han dicho: “Ustedes juegan como una bisagra y de algún modo nos articulan”. Ese va a ser un rol muy importante que Uruguay va a tener, porque no nos está ayudando para nada lo que está ocurriendo en Brasil y en Argentina, sobre todo en lo económico. Brasil no ha logrado reactivar su economía y Argentina está en una situación muy difícil.

-¿Qué cree que puede pasar en las elecciones?

-Muy previsiblemente ganaría el kirchnerismo. Las relaciones del FA con el kirchnerismo en el gobierno fueron malísimas, por eso no puedo entender que algunos frentistas celebren su victoria en las PASO, cuando se llevaron horrible, sufrimos todo tipo de agresiones. Es más, al gobierno frentista le fue mucho mejor con Macri que con los Kirchner. Por ejemplo, las agresiones al puerto específicas que había establecido el kirchnerismo, Macri las levantó.

-¿Y a los argentinos cómo les fue?

-Yo creo que Macri hizo un gobierno muy bueno en cuanto a lo político, a la honestidad administrativa, a la seguridad ciudadana; fue un gobierno democrático. Desgraciadamente, le fue muy mal en lo económico y eso es lo que hoy lo derrumba.