El comportamiento del Bovespa en 2025 resulta muy atractivo, particularmente en un entorno donde la renta variable en EEUU está teniendo un desempeño muy débil, según analiza un informe de la empresa de mercado de capitales Balanz. Sin embargo, se entiende que esa dinámica se debe más bien a un fenómeno regional y no local, ya que, si bien la economía mostró señales de mejora y estabilización, no se evidencia una mejora sustancial y existe un riesgo importante asociado al ciclo político en el país.
En un año ciertamente volátil, donde el S&P 500 apenas muestra un retorno positivo en lo que va de 2025 y el Merval acumula una caída de 18% en dólares, el desempeño del Bovespa (+25%) es ciertamente llamativo y atractivo, según destaca Balanz en su análisis. Tras un “muy difícil 2024”, siendo uno de los índices con peor desempeño por la fuerte depreciación del real, las cosas parecen estar cambiando. La mejora en el resultado fiscal del gobierno al cierre de 2024 fue un elemento central para anclar las expectativas, las cuales venían muy golpeadas. También incidieron positivamente las señales de independencia del nuevo directorio del Banco Central de Brasil (BCB).
En tal sentido, si bien hay factores locales que podrían justificar el desempeño del Bovespa en 2025, desde Balanz se interpreta que son los factores regionales y globales (un dólar más depreciado) los que están contribuyendo para que la renta variable de Brasil se luzca este año. Por el contrario, incluso se advierte que los factores locales pueden contribuir a una elevada volatilidad, principalmente hacia 2026 debido al ciclo electoral, en un momento donde la política monetaria se encuentra muy contractiva.
Trayectoria reciente
En lo que va del año, el Bovespa acumula un retorno en dólares de 25,05%, un número sólido aunque no sobresaliente, particularmente cuando se compara contra los países de América Latina (excepto Argentina). Después de un pésimo 2024 producto del mal desempeño de Brasil y México, las acciones de América Latina están mostrando un desempeño superior al de otras regiones, y particularmente a las de EEUU. El índice regional acumula una suba de 23,1%, destacándose Chile y Colombia con retornos en dólares de 32,4% y 26,1%, respectivamente, seguidos por Brasil y México (25%).
El informe destaca que el gobierno de Lula logró estabilizar el déficit primario el año pasado, a pesar de una dinámica que venía siendo muy desfavorable, cerrando en un rojo del 0,4% del PIB. Aunque esta cifra parece acercarse a la meta de déficit cero propuesta por el gobierno, en realidad se logró parcialmente por el diferimiento de ingresos de 2023 hacia 2024 y el pago anticipado de gastos previstos para ese año, lo que afectó el resultado real. Sin estos factores extraordinarios, el déficit hubiera incumplido la meta de manera significativa. A nivel general, el déficit fiscal total (incluyendo intereses netos) fue del 8,5% del PIB, reflejando un aumento en el costo de intereses y mostrando una creciente fragilidad fiscal. El endeudamiento bruto del sector público aumentó al 76,1% del PIB, desde 73,8% en 2023.
El escenario fiscal se vio afectado por una política fiscal procíclica y expansiva, sin esfuerzos claros por contener el gasto, lo que ha socavado la credibilidad de las metas fiscales, presionando las expectativas de inflación. “Las perspectivas indican que el sector público consolidado continuará en déficit en los próximos años, con una trayectoria ascendente de la deuda, y sin señales de reformas estructurales que permitan alcanzar superávits primarios sostenidos superiores al 2% del PIB, necesarios para estabilizar dicha deuda”, advierte Balanz.
Una imagen golpeada
El empeoramiento en las condiciones financieras de Brasil en los últimos meses del año pasado no fue inocuo para la imagen de Lula y su gobierno: diversas encuestas muestran un deterioro profundo, tanto en la percepción de la gestión como de la situación económica.
Una encuesta elaborada por Datafolha muestra que la evaluación del gobierno de Lula, que venía deteriorándose desde comienzos de 2024, empeoró fuertemente a partir de diciembre: en febrero de 2025 la evaluación positiva de Lula fue del 24%, mientras que la negativa fue del 41%. En octubre de 2024 esos porcentajes eran 36% y 32%, respectivamente.
El deterioro en la percepción económica viene de la mano de una sensación de menor poder de compra, lo que se traduce en peores expectativas acerca del futuro de la economía doméstica.
Esta situación, advierte Balanz, plantea interrogantes respecto a los posibles caminos a tomar por la actual administración, particularmente de cara a un año electoral como el 2026.
En enero se advertía cierta incertidumbre respecto a si el flamante presidente del BCB, Gabriel Galípolo, actuaría con total autonomía al haber sido designado por Lula. Por el momento, tanto él como el resto de los directores han obrado en el sentido esperado. No obstante, la incertidumbre no desapareció completamente y tiene un catalizador claro en las elecciones que se llevarán a cabo el 4 de octubre de 2026.
A poco menos de un año y medio para los próximos comicios, se observa con preocupación la posibilidad de que haya una mayor presión sobre el BCB para que adopte una postura más laxa, junto a una política fiscal más expansiva. “Esto podría actuar en profundo detrimento de los precios de los activos locales”, se advierte. Sin embargo, Balanz aclara que eso es un riesgo que preocupa más para 2026.
“Cualquier desvío que el mercado perciba respecto a la política monetaria podría ser muy costoso para los precios de los activos. Desde esta perspectiva es que la situación hacia adelante nos genera cierta cautela, principalmente por si el gobierno quiere acceder al herramental populista para mejorar el crecimiento en un año electoral”, señala el informe.
Expectativas estabilizándose
La estabilización de los números fiscales parecería haber actuado como ancla para las expectativas en Brasil. Después de un último trimestre de fuertes reajustes en las expectativas en Brasil, los datos más recientes de la encuesta del BCB parecerían estar mostrando cierta estabilización.
Por el lado de la inflación, Brasil se encamina al segundo año de incumplimiento en el régimen de metas de inflación, ya que los economistas locales proyectan una suba de precios cercana a 5,5% para este año y de 4,5% para 2026, exactamente en el techo de la meta. Lo importante a destacar en las expectativas de inflación es que “dejaron de subir”.
Por el lado del crecimiento, el mercado prevé una desaceleración en el margen en 2026, muy probablemente producto de la política monetaria restrictiva, justo en un año electoral. Esto es algo relevante de monitorear porque, de deteriorarse aún más la expectativa de crecimiento para el próximo año, la presión sobre el BCB por parte del presidente Lula muy probablemente podría incrementarse.
Los economistas locales estiman que la suba en la tasa de política monetaria del BCB en la reunión de mayo haya sido la última del ciclo. Al igual que las expectativas de inflación, lo relevante de las expectativas de tasa de política monetaria es que se estabilizaron en los últimos meses, en línea con el ancla fiscal. Para el próximo año, los economistas encuestados por el BCB esperan un recorte de 225 puntos básicos.
En cuanto a las expectativas fiscales, estas también estarían exhibiendo señales de estabilización en los últimos meses. Por el lado del tipo de cambio, la reciente performance del real y un panorama local menos hostil, junto con una dinámica global de depreciación del dólar, parecerían haber estado jugando a favor de la estabilización en las expectativas de depreciación.