“El principal desafío es consolidar una desinflación simétrica hacia el objetivo”

EDICIÓN ESPECIAL | 15 AÑOS DE EMPRESAS & NEGOCIOS

Guillermo Tolosa, presidente del Banco Central del Uruguay

Las transformaciones que ha atravesado el país fortalecieron su macroeconomía y derivaron en un crecimiento sostenido. En este contexto, consolidar la desinflación, impulsar el crédito y modernizar el marco regulatorio son algunos de los desafíos del Banco Central del Uruguay (BCU) hacia adelante.

¿Cuáles considera que han sido los grandes hitos de la economía uruguaya en los últimos 15 años?

En los últimos 15 años, Uruguay ha consolidado transformaciones estructurales que fortalecieron su resiliencia macroeconómica y sentaron las bases para un crecimiento sostenido e inclusivo.

Uno de los hitos más relevantes ha sido la diversificación de los destinos de exportación, reduciendo la histórica dependencia de mercados regionales como Argentina y Brasil. Hoy, China se posiciona como un socio comercial relevante en el mercado de bienes, mientras que Estados Unidos lidera en servicios. Esta nueva configuración ha permitido reducir significativamente la exposición externa y desacoplar los ciclos económicos regionales, así como mayor protección que otros países emergentes ante los vaivenes de las políticas comerciales de Estados Unidos.

En paralelo, el país ha experimentado una transformación sustantiva en su matriz exportadora, incorporando sectores que eran marginales o inexistentes hace dos décadas.

La expansión de la industria de la celulosa, el auge de la soja como principal cultivo de exportación y el fuerte crecimiento de los servicios globales —particularmente en tecnología— han redefinido el perfil exportador del país.

También se destaca la construcción de colchones que otorgan mayor blindaje al país en cualquier eventualidad. El Banco Central cuenta con reservas en niveles altos, los bancos privados cuentan con niveles de capital considerablemente por encima de lo requerido, y el país ha obtenido calificaciones récord. El manejo de la deuda pública profesional y prudente se ha convertido en una política de Estado, con una estrategia consistente conducida por la Unidad de Gestión de Deuda del Ministerio de Economía y Finanzas. Esta política ha sido vital para exhibir el riesgo país en dólares más bajo de América Latina desde hace algunos años.

Un cuarto avance fundamental ha sido la reducción sostenida de la inflación sin recurrir a anclas cambiarias. La implementación del régimen de metas de inflación, con la tasa de interés como instrumento de política monetaria, ha permitido alcanzar mínimos históricos en la inflación y consolidar una baja en las expectativas, sin depender de compromisos cambiarios que históricamente constituían un flanco de vulnerabilidad macroeconómica.

Este régimen aún está en fase de consolidación, pero ya muestra resultados alentadores. Un ejemplo claro se dio hacia fines de 2024, cuando el tipo de cambio se depreció más de 5% en el último trimestre, pero la inflación de ese período fue inferior al 1,3%. Este comportamiento refleja un hito en la formación de precios en la economía.

¿Cómo analiza la situación económica del país?

La economía uruguaya transita una etapa de crecimiento moderado, con fundamentos sólidos y señales de resiliencia en un contexto global desafiante. La inflación se mantiene en niveles históricamente bajos, en torno al 4,6%, lo que refleja la efectividad del régimen de metas de inflación. En línea con esta tendencia, el Comité de Política Monetaria redujo recientemente la tasa de referencia al 9%, manteniendo el sesgo contractivo de la política monetaria.

La actividad económica creció un 3,4% interanual en el primer trimestre, impulsada por el consumo de los hogares y la inversión. A su vez, la masa salarial real ha aumentado, reflejando mejoras tanto en el número de ocupados como en el poder adquisitivo promedio.

Desde la perspectiva fiscal, si bien no es cómoda, Uruguay mantiene un acceso fluido al financiamiento, en condiciones favorables y con plazos largos. Un ejemplo de ello es la reciente colocación de bonos en francos suizos a cinco y 10 años, con tasas de 1,04% y 1,62% respectivamente.

Además, todo esto ocurre en un entorno de alta solidez institucional, con reglas claras, independencia de poderes y respeto generalizado por los contratos. Uruguay continúa destacándose regionalmente por generar las condiciones para un clima de negocios estable y previsible.

En resumen, el balance de la coyuntura macroeconómica actual es favorable. Los principales desafíos hacia adelante radican en consolidar las bases para incrementar la tasa de crecimiento de largo plazo, generando mayores oportunidades para los uruguayos y generando las condiciones para mantener nuestro contrato social de crecimiento con distribución del ingreso.

¿Cuáles han sido los mayores efectos del avance tecnológico y de la inteligencia artificial (IA) en la gestión de las finanzas y qué representa esto para el BCU?

El avance tecnológico, y en particular el desarrollo de la IA, está transformando aceleradamente la vida de las personas: la forma en que vivimos, producimos y nos relacionamos.

En finanzas uno de los mayores impactos se observa en el sistema de pagos. Las nuevas tecnologías permiten reducir drásticamente los costos de transacción para las personas, ampliar la cobertura y mejorar la eficiencia.

Además, el auge de las fintech ha inyectado dinamismo e innovación al sistema financiero y se ha convertido en una fuerza democratizadora. Hoy muchas personas pueden acceder a servicios de pago o productos financieros que antes estaban reservados a unos pocos. En particular, la IA ya está habilitando una mejor evaluación crediticia que favorecerá el acceso al crédito. Sin embargo, aún queda camino por recorrer. Queremos trabajar para que cada uruguayo tenga acceso a más y mejores oportunidades de inversión, que sean comprensibles, accesibles y seguras.

Por otro lado, la IA representa un salto significativo en términos de productividad. En un país donde cada vez nacen menos personas y los recursos humanos son limitados, pero las funciones y responsabilidades continúan expandiéndose, especialmente en el sector público, resulta fundamental incorporar herramientas tecnológicas que mejoren la eficiencia. En este sentido, en la elaboración del Plan Estratégico 2025-2030 del BCU estamos avanzando en la incorporación de tecnología, que cumple un rol central en la forma en que trabajamos a la interna.

¿Qué desafíos identifica hacia el segundo semestre?

Los desafíos del segundo semestre son tan diversos como estratégicos. El BCU concentra una variedad de funciones que en otros países suelen estar dispersas en varios organismos. Eso implica que aquí convergen responsabilidades que abarcan desde la política monetaria, supervisión financiera, la estabilidad del sistema de pagos, la regulación del mercado de valores y la prevención del lavado de activos en el sistema financiero, entre muchas otras.

El principal desafío es consolidar una desinflación simétrica hacia el objetivo y para ello la convergencia de las expectativas cumple un rol central. Esto requiere sostener una política monetaria en el marco del esquema de metas de inflación.

En paralelo, estamos impulsando una reforma de la Carta Orgánica del banco, que busca adecuar el perímetro regulatorio respecto de quienes recurren al ahorro público para financiar operaciones financieras. Pero también implica una mirada más amplia sobre la institucionalidad y responsabilidades del banco, que requiere modernizarse para enfrentar nuevos desafíos en términos de regulación y supervisión.

Otro eje central será delinear, junto al sector privado, una hoja de ruta para propiciar un incremento del crédito, en especial en lo que refiere al financiamiento de las pequeñas y medianas empresas y el crédito hipotecario, donde visualizamos oportunidades de mejora en términos del nivel de tasas de interés en pesos. Esto supone analizar la reglamentación y los incentivos de los agentes tanto del mercado bancario como financiero.

Finalmente, profundizaremos el trabajo en materia de prevención del lavado de activos y financiamiento del terrorismo. A través de la Unidad de Información y Análisis Financiero (UIAF), el banco cumple un rol vital en esta materia. La calidad de nuestra democracia y la reputación internacional de nuestro país también se juegan en este terreno. No podemos permitir que actividades ilegales utilicen nuestro sistema financiero para legitimar activos y así dañar la integridad del país.