Carmen Porteiro, presidenta de la Unión de Exportadores del Uruguay
El país se destaca como un proveedor confiable, atributo clave en un escenario de proteccionismo y volatilidad. Su buena reputación internacional es un activo, pero requiere reforzarse ante determinadas amenazas, como subas de aranceles y disrupciones logísticas. La profesionalización del sector ha avanzado, pero la incertidumbre global exige mayor capacitación y uso de redes gremiales para compartir buenas prácticas. Las medidas impulsadas por el MEF son positivas pero insuficientes. Se requiere una reforma integral para bajar costos de producción y simplificar trámites.
¿Cómo se ubica Uruguay en el actual mapa del comercio mundial, donde priman las amenazas de subas de aranceles, así como también conflictos armados en varias zonas del planeta?
La coyuntura internacional está siendo muy desafiante para el sector exportador. Vivimos en un mundo incierto, donde hay anuncios prácticamente todos los días de medidas por parte de distintos países, que afectan generalmente de forma indirecta nuestros flujos de exportación.
En ese contexto, Uruguay debe defender y destacar sus atributos de proveedor confiable, que ofrece bienes y servicios de calidad, que trabaja en sostenibilidad, que respeta los contratos y genera condiciones favorables para la inversión y para la residencia en el país. Esto es algo que ya se viene haciendo y, de hecho, el país está muy bien conceptuado internacionalmente, pero hay que seguir reforzando.
Eso a nivel macro. Luego, si vamos a cada empresa, hay diferentes realidades y espalda financiera como para hacer frente a las fluctuaciones de la demanda y de los precios internacionales. Desde la UEU estamos permanentemente buscando soluciones específicas a las dificultades que se van dando, alertando a las autoridades para contar con toda la información posible de la realidad del sector y también estamos atentos a las oportunidades que se puedan presentar para potenciar la exportación de Uruguay.
¿Qué tan preparadas están las empresas locales para competir en un mercado global más volátil y exigente? A su vez, ¿está capacitado el empresario uruguayo para transitar en este nuevo escenario?
La profesionalización en el sector exportador ha dado pasos muy importantes en las últimas décadas. Sin embargo, los niveles de incertidumbre que estamos manejando hoy son realmente significativos y es muy difícil prever algunos escenarios por mucha formación que se tenga. Esto no quita que nos vamos adecuando a las circunstancias y vamos aprendiendo en el proceso, demostrando una gran flexibilidad y adaptabilidad. A su vez, el hecho de formar parte de gremiales, como es la UEU, permite estar en contacto con otras empresas, compartir experiencias y buenas prácticas, hacer consultas acerca de situaciones nuevas que se van presentando y cómo lo están resolviendo los colegas, acceder a capacitaciones o reuniones con autoridades. Todo esto es fundamental en momentos de incertidumbre mundial como es la coyuntura actual.
¿Qué lecciones ha dejado al sector las crisis recientes -covid, conflictos bélicos, proteccionismos- en términos de resiliencia exportadora?
Quedó demostrada la resiliencia que podemos tener y la rapidez para organizarnos y hacer frente a circunstancias que no nos habíamos imaginado. En particular, en la UEU se armaron grupos de trabajo específicos, con el objetivo de resolver temas puntuales que surgieron de estos desafíos mencionados, como por ejemplo en materia logística. Se generaron consultas rápidas entre las empresas y propuestas para presentar a las autoridades, con las que la institución genera de forma permanente un diálogo fluido y constructivo, independientemente de cuál sea la administración. Si tuviera que resumir, diría que la gran lección está en el poder del trabajo en equipo.
¿Cuáles son los principales obstáculos que enfrentan los exportadores hoy?
Si bien la exportación de bienes y servicios, se enfrenta a situaciones internacionales complejas, hay temas que dependen fundamentalmente de nosotros como país y allí es donde debemos focalizarnos. En la UEU desarrollamos una agenda de prioridades a partir de los insumos de exportadores de distintos rubros y tamaños. Allí podemos destacar la necesidad de avanzar en acuerdos comerciales, que no depende completamente de nosotros, pero sí podemos tomar la iniciativa, trabajar a nivel de Mercosur y también a nivel bilateral con distintos países buscando el ingreso de algunos productos o resolviendo aspectos sanitarios y fitosanitarios.
En la agenda también tenemos un capítulo que apunta a bajar costos logísticos y mejorar nuestra conectividad. De nada serviría lograr acuerdos comerciales si luego no tenemos posibilidad de colocar nuestros productos en esos países, ya sea por falta de buques, contenedores o vuelos, o por los costos logísticos asociados.
A su vez, tenemos un capítulo que incluye la importancia de la consolidación de mejoras macroeconómicas, como ser la inflación baja, la institucionalidad fiscal o la reforma de la seguridad social, y otro capítulo que presenta la relevancia de trabajar en sostenibilidad e innovación para seguir exportando.
La agenda también apunta a bajar costos de producción. En este apartado analizamos todo tipo de costos: tarifas públicas; tasas que podrían bajar o han quedado obsoletas; impuestos ciegos, que no tienen relación con la actividad de la empresa; trámites duplicados o que se podrían digitalizar; entre otros puntos. Incluimos allí la trayectoria del tipo de cambio real como un factor relevante para la exportación.
Dado que el comercio exterior se transa básicamente en dólares, los costos también se miden en términos de dólares. Podemos hacer esfuerzos internos, bajar costos, pero luego un movimiento del tipo de cambio puede neutralizar los avances realizados. La caída del dólar, en particular en el mes de junio, generó gran preocupación en el sector y se lo planteamos a las autoridades. Si bien el tipo de cambio fluctúa y gran parte de esa variación depende de la coyuntura internacional o regional, también responde a medidas internas.
Varias de las medidas anunciadas en julio por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) tienen relación con los puntos de la agenda de la UEU. ¿Eso puede ayudar?
Las medidas anunciadas por el MEF van en la línea correcta y varios de los puntos están incluidos en la agenda de prioridades que comentábamos. Podemos destacar algunas solicitudes que ya llevaban varios años, como ser la eliminación de la tasa ANSE para la importación, que ya no tenía razón de ser porque dejó de existir hace años el servicio de estiba al que estaba asociado; la reducción de la tasa LATU a la exportación no tradicional; la facilitación del procedimiento de admisión temporaria y reglamentación del drawback, que son instrumentos que facilitan la exportación. Algunos puntos necesitan de aprobación parlamentaria e irán en la Ley de Presupuesto, otros se irán procesando en los próximos meses. No se trata de medidas que en sí mismas puedan generar un cambio sustancial en los niveles de exportación, pero como dijo el ministro Gabriel Oddone, es un comienzo. Hay mucho más por hacer, pero es importante dar estos pasos e ir avanzando.
¿Qué tendencias están viendo a nivel internacional que implican una preparación especial por parte del sector exportador?
Tenemos dos grandes temas en los que estamos trabajando desde la UEU para ayudar a las empresas en un proceso de cambio que les permita competir de mejor manera en el mundo. Estos son la sostenibilidad y la innovación, que también forman parte de nuestra agenda de prioridades.
En sostenibilidad estamos observando un gran avance en materia de normativa de los mercados más exigentes. Se pide a las empresas demostrar que están trabajando en los ejes del triple impacto: ambiental, social y gobernanza. Es por esto que creamos la Unidad Exportación Verde, que promueve la incorporación de la sostenibilidad en las empresas, y desarrollamos junto al LATU el sello Gestión Sostenible UEU LATU. Se trata de una herramienta de acompañamiento y capacitación para empresas grandes o pymes, de bienes o de servicios, que ya está presente en el 20% de la exportación de bienes de Uruguay y que ha resultado muy útil para prepararse ante las exigencias internacionales.
En innovación estamos generando un espacio específico en la institución también para acompañar en la transformación que los avances tecnológicos están imponiendo. Hoy es necesario integrar a nuestros procesos a la inteligencia artificial, incorporar mejoras tecnológicas a los productos de exportación o generar nuevas corrientes exportadoras. Tenemos una base fuerte, que es un sector de tecnologías de la información robusto y bien posicionado, lo que hace falta es integrarlo más con el resto de la matriz exportadora y generar sinergias. En ese trabajo estamos avanzando y comenzamos con una serie de talleres que denominamos “30 minutos de innovación”, en el que referentes de la academia o de empresas líderes profundizan en algún aspecto.
Vinculado con esto último, la exportación de servicios está ocupando un lugar relevante en el comercio exterior. ¿Consideran que tiene espacio para seguir creciendo?
La exportación de servicios tuvo un crecimiento de 33% en los últimos 10 años y se perfila como un motor muy relevante para la exportación uruguaya de las próximas décadas. El sector de exportación de servicios es muy heterogéneo, ya que va desde turismo receptivo hasta los servicios profesionales o logística. Para crecer en servicios también se necesita estabilidad macro, tipo de cambio competitivo y reducción de costos internos, como en el caso de los bienes. Pero también hay aspectos específicos, como contar con más acuerdos para evitar la doble tributación (en el país de origen y en el de destino), mecanismos ágiles de visados o atracción de talentos. Además, para poder proponer políticas y medidas, se hace necesario contar con información más precisa. En exportación de servicios hoy solamente tenemos una estimación del Banco Central que se publica de forma trimestral, que es muy global y no es suficiente como para entender la realidad de distintos subsectores.