El semioculto mundo del espionaje y su vulnerabilidad; más allá de la aventura en la pantalla

Nada es confidencial > ADIÓS A LOS SECRETOS

Por A. Sanjurjo Toucon

Snowden (Snowden). EE.UU. / Francia / Alemania 2016. Dir.: Oliver Stone. Con: Joseph Gordon-Levitt, Shailene Woodley, Melissa Leo.

Las acciones desarrolladas por las principales agencias de seguridad y espionaje de los EE.UU. (CIA, FBI, NSA y alguna otra) vieron vulnerado el  secreto de su trabajo con la espectacular revelación de sus documentos secretos que en los últimos años difundieran Julian Assange  y la organización Wikileaks a la que pertenece, y Edward Snowden, ex integrante de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) y la NSA (Agencia de Seguridad Nacional).

El realizador Oliver Stone, habitual denunciante de los aspectos más controvertidos de los  EE.UU. a través de sus films (Pelotón, Salvador, Wall Street, JFK,  Nixon, Asesinos por naturaleza, etc.), se vuelca ahora sobre el caso Snowdon.

Tan fascinante asunto pudo abordarse de diferentes maneras de acuerdo a lo acontecido. Entre esas opciones se  hallan algunos elementos que aquí no aparecen u ocupan lugar secundario, minimizando su incidencia: la escasa repercusión que, de acuerdo a su importancia, alcanzaran tales hechos por parte de gobiernos (amigos y enemigos) objeto de una vigilancia que (aquí se demuestra) puede llegar a las computadoras domésticas; el enorme poder de la prensa (especialmente de los EE.UU.) que como lo hicieran los periódicos norteamericanos “The Guardian” y “The Washington Post” (este último de relevante desempeño en la caída de Nixon) difundieron los documentos secretos entregados por Snowden.

Oliver Stone aborda su film con un relato directo y simple, en que el suspenso y la tensión (que fueron reales) no van más allá de una insinuación. La personalidad, compleja y conflictiva de Snowden, e igualmente complicada de quienes cumplen  funciones en las agencias secretas, se desdibuja cediendo espacio a un diseño esquemático, propio de seriales televisivas. Y la superficialidad de estas se cierne sobre todo el film.

Aún así, el punto de mira de Stone, no sería desdeñable si el film tuviese una duración menor a las dos horas quince minutos de “Snowden”.

En los minutos iníciales, los   planteos son concretos, dramáticamente logrados. Pasado ese breve lapso, afloran todos aquellos rasgos señalados, en detrimento de cuanto pudo ser un formidable film de denuncia respecto  a una vigilancia que torna realidad al “Gran hermano” de “1984”, siempre vigente novela de George Orwell.

En su composición de Edward Snowden, el actor Josph Gordon-Levitt logra trasmitir los rasgos de su personaje (que fue real) por encima de las acotadas posibilidades existentes en el guión.

El universo real de los espías, difícil de abordar en función del distanciamiento inherente a su condición secreta, halla, parcialmente, cierto espacio. Aspecto que se torna en uno de los limitados atractivos de un film que Stone ofrece sin los costados de vitriólica denuncia de varios de sus trabajos previos.

Se incluyen breves elementos de relaciones románticas.