Cómo contribuye el consultor en la gestión de una buena comunicación-Parte 2

Columna > Confederación Empresarial del Uruguay

Cuando se trata de elegir un asesoramiento externo en el campo de la comunicación, lo primero que habría que observar frente a una pyme es a cargo de quién se encuentra, quiénes son sus responsables, qué cultura manejan a nivel de la organización, si creen que la comunicación es verdaderamente el camino adecuado para hacer conocer sus productos y/o servicios. Incluso, si creen en la comunicación como valor agregado.

Recién a partir de esta premisa es que el consultor puede avanzar en algún tipo de rumbo estratégico del negocio y de la comunicación. Para ello se deben describir algunos aspectos relacionados con el ejercicio de la creatividad que deberían desarrollar los directivos y/o empleados; y así pensar, inicialmente, en crear una cultura propia, diferente de la heredada, más si se trata de empresas familiares.

Pensar en capacitar al personal, es básico. Las pymes, generalmente, hacen foco en la producción y no tanto en los componentes más blandos como es la cultura, la capacitación, el desarrollo de la visión, valores, identidad de esta y comunicación. Es casi como si observáramos un cuerpo humano: el hemisferio derecho armado por variables más duras (producto, servicio, aspectos tangibles), y el hemisferio izquierdo con un contenido más versátil, en donde aspectos como la cultura, los valores, no se cambian día a día, sino que, por el contrario, deben sustentarse, deben constituirse en los pilares sobre los cuales los empleados forjen su camino.

Para todo ello es importante que la capacitación exista, no sólo a nivel producto-servicio sino como eje para que la comunicación hacia fuera sea clara y se traduzca en una buena atención, en lineamientos claros con los clientes, en devolución de llamados y correos electrónicos, en calidad de atención. Todo se inicia en los directivos, todo comienza por la cultura que se quiere crear; sin ello no hay labor del consultor alguna. El consultor necesita apoyo para poder insertarse en la organización y trabajar en conjunto con el líder, al igual que en una empresa más grande. Y esto no tiene que ver únicamente con un tema financiero, sino con la decisión de pasar de una oficina, de un emprendimiento, a una empresa. Las pymes son empresas y deben comportarse como tales. Las pymes pierden tiempo y dinero emparchando errores por no planificar. Esta es la base de los temas que giran en torno a este artículo. 

No hay comunicación sin planificación, con lo cual, si estamos hablando de la función de la comunicación en las pymes, deberíamos cuestionarnos hacia dónde vamos, y si queremos crecer como empresa. Es interesante cuando uno recorre el camino de los emprendimientos ver que lo primero que aparece en los pequeños -o no tan pequeños- emprendimientos es la visión del negocio, la posibilidad de ver más allá, de imaginarse aquello que consideramos propio, armado por nosotros mismos, con una idea de futuro. 

Cuando Bill Gates pensó en lo que sería hoy por hoy Microsoft, seguramente no imaginó que llegaría a este punto, pero creyó en su idea y no se apartó de ella. Algo similar debería ocurrir con las pymes. Lógico que es más fácil crear desde cero un modelo de cultura propia que reorientar la cultura heredada, más si es generacionalmente heredada.

Los consultores pueden apoyar, guiar, delinear, acompañar, casi como un líder lo hace en su organización, pero la primera pregunta que debemos hacernos a nosotros mismos y a quienes tengamos enfrente es ¿hacia dónde vamos?. Sólo desde allí podremos pararnos y relevar la industria, el sector, ver con qué recursos contamos -financieros, tecnológicos, humanos y, por qué no, comunicacionales-. 

Es desde el orden que podemos partir, no desde arreglar cada situación por separado. Si se entiende así la comunicación se podrá capacitar internamente a los empleados y aplicar las herramientas de acción más adecuadas (publicidad, CRM, etc.). De lo contrario, eligiendo sólo herramientas externas, las pymes mantendrán siempre un abismo entre sus empleados puertas adentro y el mundo; ellos pueden acceder a muchas cosas que el número uno ni se imagina (descuentos con comercios, alianzas, beneficios en la capacitación). 

Solo así crearán una empresa fuerte, innovadora, como tantas que ya existen, en donde la camiseta del empleado sea la mejor herramienta elegida. Si es así y se comprueba, todas las demás funcionarán.

Fuente: Patricia Iurcovich.