Convergencia en facilitación del comercio

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Entre los temas que conforman la agenda comercial tradicional, la facilitación del comercio es probablemente aquel en que existen menores divergencias entre países y mecanismos de integración dentro de la región. En efecto, existe un diagnóstico compartido sobre la importancia de la agilización de los procedimientos transfronterizos para la participación en cadenas de valor dentro y fuera de la región, así como para la internacionalización de las mipymes. Asimismo, existe una comprensión cada

vez mayor de que el impacto positivo de los avances en facilitación del comercio se multiplica cuando estos trascienden el ámbito nacional y se convierten en iniciativas de alcance regional. El Acuerdo sobre Facilitación del Comercio de la Organización Mundial de Comercio (OMC) proporciona un piso mínimo de disciplinas a partir del cual los países de la región pueden plantearse compromisos más ambiciosos. Así pues, es crucial acelerar los trabajos ya en curso para alcanzar un acuerdo de reconocimiento mutuo entre los mecanismos nacionales de Operador Económico Autorizado de los países miembros de la Alianza del Pacífico y del Mercosur, al cual podrían sumarse otros países de la región. Otras áreas en las que hay valiosos trabajos en curso que deben acelerarse son la interoperabilidad de las ventanillas únicas nacionales de comercio exterior y la certificación digital de origen.

La crisis del covid-19 constituye una oportunidad para acelerar la digitalización de los trámites asociados al comercio. En efecto, los países de la región deberían considerar la posibilidad de hacer permanentes algunas medidas implementadas a raíz de la pandemia, como la aceptación de certificados fitosanitarios electrónicos y la menor realización de inspecciones físicas. Asimismo, es necesario definir regionalmente protocolos de bioseguridad para enfrentar futuras pandemias u otros episodios disruptivos, y así evitar que se repitan las descoordinaciones y medidas unilaterales que se observaron tras la irrupción del covid-19. Estos protocolos pueden incluir acuerdos sobre qué bienes se consideran esenciales, así como el establecimiento de procedimientos expeditos para su circulación transfronteriza. Por último, dada la intensificación del comercio electrónico a raíz de la pandemia, que no se revertirá una vez que este pase, la agenda regional de facilitación del comercio debería poner especial atención en facilitar esta modalidad de comercio, especialmente para las mipymes.

La deficiente infraestructura regional no solo tiene efectos negativos en el desempeño exportador, sino que también impide una distribución espacial adecuada de las ganancias derivadas del comercio y la inversión, y con ello la reducción de las marcadas asimetrías de desarrollo entre países que caracterizan a la región. Por ello, junto con reducir la brecha regional de infraestructura, se debe promover un cambio en el patrón de inversiones orientado hacia obras y servicios más resilientes, eficientes y sostenibles.

Una mejora de la provisión y la calidad de la infraestructura regional reduciría los costos de transacción asociados al traslado de insumos y productos finales, permitiendo que la producción de las zonas rurales y remotas llegara a los mercados a precios competitivos y facilitando el desarrollo de nuevas actividades económicas. La priorización de la resiliencia de la infraestructura, por ejemplo, mediante estrategias de adaptación al cambio climático debería ser, junto con estándares mínimos de eficiencia y sostenibilidad, uno de los principios orientadores de los nuevos ciclos de inversiones en la región. Dado el limitado espacio fiscal del que disponen los países de la región en la actual coyuntura, este es un ámbito en el que será crucial la articulación con los bancos regionales de desarrollo.

Además de las obras físicas, es importante fortalecer la facilitación del comercio mediante regulaciones que permitan reducir el costo y el tiempo invertidos tanto en el comercio exterior como en la logística de distribución mediante el uso de medios de transporte más eficientes y con menores externalidades negativas.

 

Fuente: Cepal 2020