Por: Dr. Washington Vignolo (*)
Las enfermedades cardiovasculares (ECV) son la principal causa de muerte a nivel mundial. En 2022, fueron responsables de aproximadamente el 32% de todos los fallecimientos, sumando 19.8 millones de vidas perdidas, según la Organización Mundial de la Salud. El infarto de miocardio y el accidente cerebrovascular (ACV) son las formas más prevalentes de ECV, constituyendo el 85% de estas defunciones. Es crucial señalar la importante inequidad global en salud: más de tres cuartas partes de las muertes por ECV ocurren en países de ingresos bajos y medianos.
En Uruguay, los datos más recientes del Ministerio de Salud Pública revelan una tasa de 234.2 fallecidos por cada 100.000 personas debido a ECV. Esto significa que el 23,4% de todas las muertes anuales en nuestro país son atribuibles a estas afecciones.
Las ECV más comunes se caracterizan por la formación de placas de ateroma en las paredes arteriales. Estas placas son acumulaciones variables de depósitos lipídicos, macrófagos y otras células inflamatorias, cubiertas por una capa fibrosa. Con el tiempo, estas placas pueden crecer, reduciendo el calibre de las arterias y disminuyendo la irrigación sanguínea a los tejidos. En casos agudos, la ruptura de esta cubierta fibrosa activa la coagulación, ocluyendo la arteria y causando la muerte del tejido irrigado.
Dependiendo de las arterias afectadas por la ateromatosis, se reconocen diversas condiciones clínico-patológicas:
- Enfermedad arterial coronaria (cardiopatía isquémica): Estrechamiento u oclusión de las arterias coronarias que irrigan el corazón. Sus manifestaciones más frecuentes incluyen la angina de pecho crónica (dolor retroesternal durante el esfuerzo que cede con el reposo), el infarto de miocardio y la muerte súbita.
- Enfermedad del árbol arterial periférico: compromiso de diversas arterias. Por ejemplo, la afectación de las arterias que irrigan el encéfalo puede provocar un ataque cerebrovascular. El compromiso de las arterias de los miembros inferiores puede causar claudicación intermitente dolorosa (dolor al caminar que cede con el reposo) o isquemia aguda grave, que requiere cirugía de urgencia. La aorta es también un asiento frecuente de ateromatosis, pudiendo desarrollar aneurismas (aumentos localizados de su calibre) con un riesgo significativo de ruptura.
Las ECV comparten factores de riesgo cardiovascular, es decir, características, hábitos o conductas que las favorecen. Un mayor número de estos factores aumenta la probabilidad de un evento cardiovascular adverso, y en el caso de variables continuas, una mayor magnitud del factor incrementa el riesgo. La buena noticia es que la corrección de estos factores reduce significativamente el riesgo de padecer ECV.
Entre los factores de riesgo cardiovascular mejor establecidos se encuentran:
- Hipertensión arterial (presión arterial habitualmente por encima de lo normal).
- Hipercolesterolemia (cifras elevadas de colesterol plasmático).
- Tabaquismo.
- Diabetes (niveles de glucemia persistentemente altos).
- Sobrepeso y obesidad.
- Sedentarismo.
- Alimentación inadecuada.
La hipertensión arterial es una enfermedad de alta y creciente prevalencia. Entre 1990 y 2019, el número de individuos hipertensos se duplicó de 650 millones a 1.300 millones. Esto representa aproximadamente un tercio de las personas de entre 30 y 79 años. Sin embargo, solo la mitad tenía un diagnóstico, solo dos quintos estaban tratados y solo un quinto estaba bien controlado. La hipertensión explica el 20% de las muertes mundiales y es el principal factor de riesgo global. Existen tratamientos sencillos, baratos y efectivos para manejarla y minimizar su impacto adverso.
Las alteraciones de los lípidos sanguíneos, especialmente el aumento del colesterol LDL («colesterol malo»), son otro factor de riesgo vascular significativo. Cuanto más altas sean las concentraciones de colesterol, mayor será el riesgo de ECV. Inversamente, una reducción de 1 mmol/L (38 mg/dL) de colesterol LDL mantenida durante cinco años reduce significativamente un 13% la mortalidad cardiovascular y un 21% los eventos coronarios adversos o ACV. También aquí disponemos de tratamientos efectivos y seguros.
La diabetes es una enfermedad frecuente y con numerosas complicaciones vasculares, siendo la causa de muerte de aproximadamente el 80% de quienes la padecen. Su detección es sencilla y económica mediante la medida de la glucemia, incluida en los exámenes del carné de salud en Uruguay. La diabetes a menudo se asocia con obesidad, sedentarismo y dietas poco saludables, que potencian sus efectos perjudiciales. Al igual que con otros factores de riesgo, hay tratamientos adecuados que no solo la controlan, sino que también pueden reducir el riesgo cardiovascular.
En síntesis, la corrección y el tratamiento de los factores de riesgo cardiovascular reducen notablemente el desarrollo de eventos cardiovasculares adversos, siendo el pilar básico de cualquier plan de prevención.
Es fundamental que todos los miembros de la comunidad tomen conciencia de la magnitud del riesgo generado por las ECV y de la posibilidad de prevenirlas mediante la detección precoz de sus factores de riesgo y su adecuado tratamiento, incluyendo, en particular, cambios hacia un estilo de vida saludable.
En Uruguay, desde hace 34 años se celebra anualmente la “Semana del Corazón”, que tiene lugar la última semana de setiembre e incluye el “Día Mundial del Corazón” (29 de setiembre), fijado por la World Heart Federation. Este año, la Semana del Corazón se desarrollará entre el 22 y el 29 de setiembre. Esta iniciativa, organizada por la Comisión Honoraria de Salud Cardiovascular, nos invita a intensificar los esfuerzos de prevención en todos sus niveles. Es una estrategia altamente costo-efectiva que no solo mejora la calidad de vida y evita discapacidades y muertes prematuras, sino que también contribuye a generar un mayor bienestar.
Hay consenso en que medidas sencillas y fáciles de implementar impactan muy positivamente en la salud cardiovascular:
- Controlar regularmente la presión arterial, la glucemia y el colesterol.
- Elegir una alimentación saludable, especialmente una dieta de tipo mediterráneo (rica en frutas, verduras, frutos secos, granos integrales, aceite de oliva; consumo moderado de pescado, pollo y lácteos; bajo consumo de carnes rojas y productos procesados).
- Evitar el tabaquismo y el vapeo, ya que el tabaquismo es un potente factor de riesgo cardiovascular, carcinogénico y promotor de enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
- Reducir el estrés y mejorar el descanso.
- Incorporar actividad física diaria: el MSP aconseja un mínimo de 150 a 300 minutos semanales de actividad aeróbica moderada, distribuidos en varios días, y ejercicios de fortalecimiento muscular al menos dos veces por semana.
La Academia Nacional de Medicina de Uruguay considera de suma importancia la prevención de las ECV y apoya calurosamente esta nueva edición de la Semana del Corazón, cuyo lema es: “Construyamos una República de Corazones Sanos. Cada latido cuenta”.
(*) Cardiólogo. Miembro de la Academia Nacional de Medicina.