La inteligencia artificial: la necesidad de un marco con énfasis en DDHH

Por Luis Almagro (*) | @Almagro_OEA2015

No existen alternativas a la necesidad de abordar uno de los temas más críticos de nuestro tiempo: el impacto de la inteligencia artificial en nuestras sociedades, en nuestros sistemas políticos y sistemas económicos y culturales y la mejor manera de prepararnos y responder al surgimiento de esta tecnología.

Como dice Luis Porto respecto a la relación causa-efecto de estos desafíos: “la transición relacionada a la cuarta revolución industrial en curso. La aparición de la impresión 3D, la automatización y la robótica, la biotecnología, la digitalización, la inteligencia artificial…, y la posibilidad de la fertilización cruzada de las nuevas tecnologías, marcan una época revolucionaria en materia tecnológica, pero no sólo. Esto va a cambiar sustancialmente al menos tres esferas: la localización de las empresas multinacionales; la esfera productivo-laboral; la geopolítica mundial a través del cambio en las fuentes de poder”.

La OEA es muy consciente de que la IA generativa y las tecnologías detrás de las redes neuronales supercargadas impactan los cuatro pilares fundamentales de la OEA: Desarrollo, Democracia, Derechos Humanos y Seguridad. Es imposible tratar de desentenderse.

Retomando a Luis (Porto), podemos avanzar hacia un futuro utópico en el que “la IA se desarrolla para la creación constante de nuevos productos y actividades”. En ese sentido, sería un instrumento fundamental al desarrollo, a la eliminación de la pobreza, a erradicar las desigualdades. O hacia un futuro distópico en el que “la IA se desarrolla sustituyendo a las personas de la mayor parte de las actividades, y se pone el foco en el control masivo y monitoreo autoritario del comportamiento humano”. Bueno, prácticamente todo mal.

Considerando este contexto es fundamental cambiar el rumbo que estamos tomando.

En términos de su impacto económico y su potencial de desarrollo, la investigación de Goldman Sachs estima que la IA generativa puede resultar en un crecimiento del 7% en el PIB global y mejorar la productividad en 1,5 puntos porcentuales durante la próxima década. Al construir los ecosistemas adecuados, los países de las Américas pueden beneficiar a un número significativo de personas y comunidades al brindar acceso rápido a soluciones y nuevas oportunidades comerciales y profesionales a través de tecnologías que antes no estaban disponibles para grandes segmentos de la población.

Una publicación reciente de la Brookings Institution destaca los riesgos que el uso indebido de los modelos y algoritmos avanzados de IA puede causar potencialmente a la democracia. Se podrían emplear campañas de desinformación, interacciones automatizadas de bajo costo para influir en la opinión pública en las redes sociales o acciones múltiples utilizando chatbots para descarrilar los mecanismos institucionales establecidos y distorsionar la formulación de políticas y los procesos electorales y legislativos.

A los expertos también les preocupa que sistemas de IA más potentes puedan ampliar las oportunidades para que actores maliciosos socaven la seguridad de las personas, las empresas y los gobiernos. Los riesgos incluyen el acceso no autorizado a grandes cantidades de datos, información confidencial y el lanzamiento de ciberataques más sofisticados utilizando nuevos esquemas y herramientas más difíciles de detectar.

La perpetuación del prejuicio y la discriminación se encuentran entre los posibles impactos más citados de la IA generativa en los derechos humanos. Esto puede ocurrir cuando el desarrollo de modelos y algoritmos de IA contiene sesgos o discriminación intrínsecos o directos en términos de género, raza, idioma o condiciones económicas o sociales. Otras preocupaciones se relacionan con el derecho a la privacidad, la capacidad de trabajar y el potencial de afectar a grupos subrepresentados que utilizan herramientas de IA como mecanismos de toma de decisiones para brindar servicios públicos o administrar sistemas judiciales.

Todos estos temas han estado dominando los ciclos de noticias durante los últimos meses y, por eso, somos conscientes de que estas tecnologías revolucionarias ya están teniendo efectos profundos en la vida cotidiana.

Por lo tanto, es oportuno que emprendamos una revisión significativa de los desafíos actuales y potenciales para los Estados miembros de la OEA, las implicaciones políticas y el compromiso constructivo de todos los sectores, que es necesario a medida que trazamos un camino a seguir.

Me gustaría resaltar algunos temas que son fundamentales para la colaboración con los Estados miembros de la OEA:

1. Se requieren esfuerzos deliberados para evitar que los países y las comunidades queden atrás de la oportunidad de aprovechar la IA y las tecnologías transformadoras para mejorar vidas. Existe una brecha tecnológica, económica y social en las Américas, tanto entre los países como dentro de ellos, como lo demuestran aún más los efectos de la pandemia. Nuestra región no puede seguir siendo espectadora de esta ola transformadora sin correr el riesgo de ampliar la brecha digital.

2. Los Estados miembros de la OEA, en particular América Latina y el Caribe, no están suficientemente comprometidos con el desarrollo de la IA de una manera que refleje la perspectiva, los idiomas, la identidad, la diversidad y las prioridades regionales. Invertir y desarrollar talentos y capacidades en IA puede reducir el potencial de sesgos y falta de inclusión de todas las expresiones sociales. Nuestros sistemas de innovación y universidades deben trabajar en estrecha colaboración con la industria para guiar sus investigaciones y aplicaciones a fin de preparar una fuerza laboral mejor capacitada y generar más bienes y servicios de valor agregado para resolver problemas locales.

3. Los marcos para desarrollar, implementar y utilizar la IA deben tener en cuenta el respeto de los derechos humanos y fundamentales de todas las personas y proteger a los ciudadanos más vulnerables. La atención no debe centrarse en la tecnología sino en su impacto en las personas, en la creación de salvaguardias para prevenir los usos y comportamientos que pueden causar daño y socavar los derechos básicos y la dignidad de las personas.

4. Las asociaciones público-privadas y la cooperación regional e internacional son fundamentales para promover soluciones y enfoques flexibles que impulsen tecnologías transformadoras como la IA generativa. Si bien el despliegue de la tecnología puede ser global, las soluciones deben adaptarse a contextos nacionales que pueden variar de un lugar a otro. La tecnología no permanecerá estática y el aprendizaje y la colaboración constantes son imperativos, junto con el análisis colectivo y el intercambio de buenas prácticas y lecciones aprendidas.

5. Necesitaremos establecer mecanismos regionales y nacionales para instalar la capacidad de elaborar, revisar y adoptar políticas, principios, directrices, regulaciones y soluciones para abordar los efectos actuales de la IA, particularmente en lo que se refiere a la seguridad y la estabilidad institucional de los países. Comprender la tecnología y su evolución dinámica ayudará a los países a generar confianza, diseñar y establecer una supervisión eficaz y eficiente para salvaguardar sus instituciones.

6. La IA y otras tecnologías transformadoras ofrecen una oportunidad única para impulsar soluciones basadas en la ciencia a las amenazas existenciales de los países relacionadas con el cambio climático, la gestión del riesgo de desastres, el acceso a los alimentos, el agua, la energía y la salud. ¿No corresponde a todos aprovechar las oportunidades mediante políticas inteligentes, inversiones oportunas y asociaciones?

7. Será necesario ajustar las prácticas educativas y el desarrollo de la fuerza laboral, comenzando de inmediato, para conectar el aprendizaje con la economía y el contexto social, adaptarse y evolucionar con la nueva realidad tecnológica. Será fundamental dotar a nuestra población, jóvenes y comunidades de la capacidad para afrontar la nueva dimensión política, económica y cultural que nos presenta la IA.

Necesitamos involucrarnos con tecnologías transformadoras. Lo bueno, lo malo y lo potencialmente feo. Este es un debate que no podemos posponer.

Como destacó recientemente Bill Gates, “la era de la IA ha comenzado”. En sus palabras, el desarrollo de la IA moderna es “tan fundamental como la creación del microprocesador, la computadora personal, internet y el teléfono móvil. Cambiará la forma en que las personas trabajan, aprenden, viajan, reciben atención médica y se comunican entre sí. Industrias enteras se reorientarán en torno a él. Las empresas se distinguirán por lo bien que lo utilicen”.

Este es el momento de crear conciencia y trabajar juntos. Este es el momento de establecer sus agendas en torno al impacto, los riesgos y las oportunidades que la IA y las tecnologías transformadoras ofrecen a nuestra gente y comunidades en las Américas.

Para revertir la ruta equivocada, para que nuestra evolución dentro del proceso de la IA sea en un marco de DDHH que nos permita superar las discriminaciones y la pobreza estratificadas de 200 años es necesario revisar nuestra visión del tema IA, de la sociedad y de la economía. Como decía el grupo Aprenda electrónica en 15 días: “tengo una gran tranquilidad/pero no tengo nada más”. Así para empezar.

La OEA está comprometida a apoyar a los Estados miembros en estos esfuerzos.

(*) Secretario general de la OEA.