«Preocupan los intentos del gobierno por modificar las reglas de juego»

Ella > Virginia Brause

Los casos eran tema de todos los días en la sobremesa de la familia Brause. Desde su más joven niñez, Virginia Brause sabía que su profesión sería el Derecho. Es que a la tradición familiar se le sumaba la pasión que ya desde pequeña proyectaba por usar las herramientas que estaban a su alcance para ayudar a resolver problemas. Ahora, la socia del estudio Jiménez de Aréchaga, Viana y Brause transmite su pasión y profesionalismo al hablar de los ribetes de los casos que llegan al estudio, y también al referirse a la interna de la compañía, que se encuentra entre las cuatro más reconocidas del país en su rubro.

Abocada al derecho corporativo, Brause asegura que el gobierno debe preservar a las empresas que son el puntapié de la cadena productiva. “No se pueden cambiar las reglas de juego en temas en los que a Uruguay se le va la vida”, reconoce a la hora de hablar de la importancia de la inversión extranjera. Con devoción y profesionalismo, la abogada y socia, afirma que su estudio estableció proyectos concretos que tienen por objetivo garantizar el crecimiento profesional de las mujeres sin ir en detrimento de su desarrollo personal, un tema que, según ella, preocupa en el sector y debe estar, hoy más que nunca, sobre la mesa.

Por María Noel Durán | @MNoelDuran

Tiene tradición familiar en el Derecho pero, ¿cómo comienza su interés por la profesión?

En mi familia siempre se habló de abogacía, de los casos… Yo tenía seis años y en la sobremesa siempre había discusiones acerca de leyes y de casos. Había muchas cosas que no sabía a esa edad, pero lo que sí tenía claro es de que quería ser abogada. Era un llamado que tenía de la infancia y se dio naturalmente. Si hoy tuviera que elegir una profesión, no tengo dudas que elegiría de nuevo ser abogada.

¿Qué fue lo que le atrajo más dentro del Derecho?

Siempre vi al Derecho como la forma en la que se puede ejercer la libertad; el Derecho es una expresión de la libertad. Hoy vemos que el gobierno pretende introducir modificaciones a leyes o se prohíbe a determinada empresa exportar su producción; y el Derecho es la manera por la que de forma creativa se puede ejercer esa libertad. Por suerte Uruguay, a nivel internacional, es uno de los países en los que más se asegura el ejercicio de esa libertad, porque cualquiera sea el color del gobierno de turno, siempre se han respetado los contratos y las leyes. Eso los gobiernos de otros países lo saben y lo reconocen. Hay muchos inversores que ven en Uruguay un buen lugar para afincarse porque pueden estar seguros de que se van a respetar las reglas de juego.

Siempre me vi ejerciendo el derecho corporativo, ayudando a las empresas, porque es la forma en la que crece el país. Son las que crean los puestos de trabajo y así comienza la cadena de producción.

Son tiempos de aniversario para Jiménez de Aréchaga, Viana y Brause. Remontándonos a los inicios, ¿cómo fue la fusión entre los distintos estudios y qué aportó la sinergia entre todos?

En el año 2001, en el estudio Jiménez de Aréchaga y Brause -cuando se produce la fusión con el estudio Viana-, veíamos que había efectivamente mucha sinergia entre los estudios, se comulgaban los mismos valores y existía una misma forma de ejercer la abogacía. Además, puertas adentro, existía un buen clima de trabajo en ambos estudios y esto se potenció tras la fusión. Por eso, tras 17 años, se puede afirmar que la de Jiménez de Arechaga, Viana y Brause, fue la primera fusión exitosa de estudios.

Usted hablaba de Uruguay como un país que respeta las reglas de juego. ¿Qué otras particularidades tiene el derecho corporativo local?

La característica de Uruguay como país chico, con una población pequeña y un nivel tradicional de estudiantes universitarios muy capaces que cada vez más deciden trabajar afuera. El gran desafío que tenemos es poder ofrecerles un lugar adecuado para poder desarrollarse. Es un gran desafío que Uruguay siga siendo un polo interesante para que no se produzca esa fuga de cerebros. En materia corporativa, Uruguay tiene la posibilidad de seguirle ofreciendo a las empresas y a los inversores que el país sea un lugar donde las reglas sean claras y no haya modificaciones.

En el estudio vemos con mucha preocupación los intentos del gobierno por modificar las reglas de juego en temas donde Uruguay se le va la vida, como el tema de zonas francas, que desde el año 1987 ha sido un buque insignia del Uruguay para atraer inversiones. Por eso, para que apuesten a Uruguay, hay que asegurar beneficios y eso hace la ley de zonas francas, porque a cambio de esos beneficios se obtiene un crecimiento en los puestos de trabajo. Los intentos a nivel legislativo de modificar o reducir esas ventajas son graves.

Por otra parte, establecer modificaciones en la producción, a través de exigir a las empresas determinado contenido en el etiquetado de los productos es contrario al Derecho; no solo porque va en contra de la normativa del Mercosur, sino también porque en Uruguay la mayoría de los productos son extranjeros, y pretender que Uruguay es el ombligo del mundo y que el etiquetado va a tener determinado características es falso. Por lo tanto, la opción de las empresas va a ser dejar de ofrecer sus productos a Uruguay.

En tercer lugar, la preocupación está en la presión fiscal, en el aumento de las tarifas. Tenemos que pensar cuál es el Uruguay que queremos a cinco años. El empresariado es lo que asegura que haya empleo y no se lo ha realzado con la importancia que tiene que tener. Hay que estar atentos para no matar a la gallina de los huevos de oro.

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¿Qué tan altas son hoy las barreras a las que se enfrentan las mujeres a la hora de crecer profesionalmente?

Este año estamos cumpliendo los 75 años de fundación del estudio y el crecimiento que hemos tenido para convertirnos en uno de los cuatro mejores del Uruguay está muy ligado a las mujeres abogadas de la empresa. ¿Por qué? Porque nosotros tenemos una mayoría de mujeres como abogadas asociadas, y muchas de ellas se han encargado de crear planes para que el trabajo de las colegas pueda hacerse de la mejor forma posible. Un ejemplo es nuestro programa ‘Asociadas madres de Jiménez’, que apoya para avanzar en los proyectos personales y, por ejemplo, tener hijos sin que eso perjudique el desempeño profesional. Esa es una preocupación a nivel mundial y en la abogacía es particularmente demandante por el tiempo que lleva y la cercanía que se logra con los clientes, que muchas veces no pueden esperar. Por eso es necesario que se contemple a las mujeres, para que estén seguras de que su desarrollo personal no les va a afectar en su trabajo, ni viceversa. Los mejores años para formar una familia muchas veces coinciden con los de crecimiento laboral, por lo que armar algo para ese momento es una gran ventaja comparativa frente a otros estudios; y fue diagramado por las propias asociadas.

Nosotros aprovechamos las bondades de la tecnología. Al cliente le interesa que le contestes, pero no le importa si estás en tu casa, en la oficina o en una actividad familiar. Esas ventajas no las teníamos hace 20 años.

Yo, por ejemplo, por mi generación, estaba acostumbrada a cumplir con determinados horarios, y hoy no se da así. Hoy lo importante es que el trabajo se haga bien no que se estén tantas horas dentro de la empresa. Nosotros ejercemos una abogacía de cercanía, porque estamos ahí cuando el cliente lo necesita, para eso hay que preparase continuamente, estudiar permanentemente; pero es algo que si te apasiona, la abogacía, como me sucede a mí, se da naturalmente. Nuestra función es que todas las mujeres que tengan el talento y las ganas de crecer, lo puedan hacer. Mi consejo para todas las que quieran escalar en su profesión es que busquen buenos mentores para que los ayuden en ese proceso.

En el Derecho sucede que se reciben más mujeres que hombres, pero al ver cuáles son los CEO´s de los estudios y empresas se ven más hombres que mujeres. ¿Por qué tiene que ser así? Vemos que nadie le impide a las mujeres avanzar, pero hay barreras psicológicas que se crean desde la niñez. Cada uno, desde el lugar que le toque, es un agente de cambio, y hay que rebelarse contra eso.

Habla de su trabajo con mucha pasión. ¿Qué es lo que más disfruta del mismo?

Lo que más disfruto es cuando un caso se termina y se está satisfecho con el trabajo realizado. Cuando se logra comunicar al juez y a la contraparte por qué el cliente tiene la razón, cuando llega la sentencia después de haber dado batalla con el cliente, se disfruta mucho porque uno se embandera con la causa. Cuando los clientes vienen a agradecernos, es increíble.

Han tenido casos de mucha exposición, como el de Pluna que trascendió la órbita privada y fue reconocido públicamente e incluso fue premiado el estudio por su manejo del asunto…

El caso de la liquidación de Pluna fue liderado por el Dr. Nicolás Brause y los distintos ribetes del mismo fueron muy interesantes. Fue un caso que impactó a nivel local, ya que el estudio fue reconocido porque el 100% de los acreedores de los créditos de la ex aerolínea pudieron cobrar. Eso es emblemático, porque es la primera vez que se puede lograr eso tras una quiebra. A su vez, fue premiado a nivel internacional. Hay una organización llamada Latin Lawyer que organiza un premio anual y en la categoría de reestructura el premio ‘Deal of The Year ‘fue otorgado al estudio y se hizo una ceremonia en San Pablo en 2017. En este caso, se reflejó la creatividad del estudio y la búsqueda constante de ser una herramienta para ayudar el otro.


Derecho a la solidaridad

Virginia Brause siempre estuvo vinculada a actividades solidarias. A través de Linda Rottemberg (CEO de Endeavor) fue una de las encargadas de hacer llegar la fundación a Uruguay. En el año 2008, a través de su padre, el Dr. Alberto Brasue, y ella, se les invitó a formar parte de la asociación que beneficia a los emprendedores. “Ahora parece algo de todos los días, pero en ese entonces la palabra “emprendedor” no estaba en el diccionario”, explicó la abogada. No lo dudó y fue al Ministerio de Educación y Cultura para crear esa ONG. Ese fue el primer ladrillo que se colocó en el país para formar la  gran organización que hoy es Endeavor Uruguay. Brause formó parte del directorio en esos primeros pasos de la fundación, pero no fue su única experiencia solidaria.

“Es importante en el Derecho el trabajo pro bono. El estudio ha tenido un bastión en este tema, en ayudar a las ONG con una entrega total”, afirmó Brause. En este marco, destaca su trabajo junto con la Asociación Casa Ronald McDonald´s, en la que también integra la comisión directiva.

También el estudio trabaja desde hace más de 10 años junto a la fundación ‘La Magdalena’, una ONG que funciona en el departamento de Artigas. Además, colabora con otras organizaciones, como por ejemplo Teletón. “Si hay algo que se pueda ofrecer, Jiménez de Aréchaga, Viana y Brause allí va a estar”, enfatizó la socia.


Perfil profesional

Virginia Brause es Socia del Estudio. Su práctica se focaliza en Derecho Corporativo, Derecho Societario, Fusiones & Adquisiciones, Franchising Empresarial y Derecho Bancario. Es una socia referente en asuntos corporativos complejos para diversas y prestigiosas empresas locales e internacionales.

Se graduó en la UdelaR en 1996 con el título de Doctora en Derecho y Ciencias Sociales. Posteriormente, realizó un Máster en Derecho de la Empresa de la Universidad de Montevideo en 2000, y un Diploma de Administración de Servicios Legales en 2011.