Luego de siete bajas en “el precio del dinero”, el Banco Central Europeo (BCE) apuesta ahora por la cautela y se toma un tiempo antes de definir un nuevo rumbo para su política monetaria, según anunció ayer la entidad. La incertidumbre económica y geopolítica, en medio de las negociaciones comerciales con EEUU, junto con una inflación que puede moverse en cualquier dirección, son los motivos que llevaron a tomar esa decisión.
En un año, el BCE realizó siete recortes consecutivos en sus tasas de interés, lo que implicó un descenso de 2 puntos porcentuales, llevando al 2% la tasa de depósito (donde los bancos guardan su exceso de liquidez), al 2,15% la tasa principal de financiación, y al 2,4% la tasa de ventanilla de emergencia. Sin embargo, la elevada incertidumbre económica y geopolítica, junto con una inflación que puede “saltar” hacia cualquier dirección, llevaron a la entidad a tomar un camino de mayor cautela, y a esperar más datos antes de realizar un nuevo movimiento.
La decisión no fue sorpresiva. Los mercados y analistas independientes estimaban que el BCE aprovecharía la coyuntura para mantener las cosas como están. El consenso mayoritario es que tocaría esperar a setiembre, donde ya habría más pistas sobre el impacto de los aranceles y también las proyecciones macroeconómicas que justifiquen un nuevo recorte de tasas.
El comunicado del BCE marca un cambio respecto al publicado en junio. En esa instancia, se destacó que “la inflación se mantiene ahora en el entorno del objetivo del 2% del Consejo de Gobierno”, pero ahora el mensaje confirma que ya se cumplió: «La inflación está ahora en el objetivo del 2%». El cambio en el discurso es importante, ya que el BCE considera su retórica como una herramienta más de política monetaria, por su impacto directo en los mercados.
Sin compromiso
“No nos comprometemos de antemano con ninguna trayectoria de tasas de interés en particular”, repitió en dos ocasiones la presidenta del BCE, Christine Lagarde, durante su habitual conferencia de prensa luego de la reunión.
La incertidumbre sobre el futuro de la inflación es clave. Hay factores que van a empujar al alza al nivel de precios, como el mayor gasto en defensa y unos déficits públicos altos, mientras que otros pueden reducirlos, como la apreciación del euro o la ralentización de la economía global.
Entre los factores que podrían elevar la inflación, Lagarde señaló en primer lugar el desmantelamiento de las cadenas de suministro globales. “La inflación podría resultar más alta si una fragmentación de las cadenas de suministro globales eleva los precios de importación y añade cuellos de botella en la economía doméstica”, sostuvo. Este escenario se ve agravado por las tensiones comerciales y los conflictos geopolíticos, como la guerra en Ucrania o en Oriente Medio, que están afectando al comercio y a la confianza empresarial.
Otro de los elementos que podría elevar los precios es el aumento del gasto público. “Un impulso del gasto en defensa e infraestructuras podría también aumentar la inflación a medio plazo”, señaló.
Además, el BCE menciona el papel del cambio climático y sus consecuencias. «Los fenómenos meteorológicos extremos y, en general, la crisis climática en desarrollo, podrían hacer subir los precios de los alimentos más de lo previsto», advirtió Lagarde.
Entre los factores que juegan a la baja de la inflación, se destacan la caída de los costos laborales, que “han seguido moderándose”.
En cuanto a la fortaleza del euro como un freno potencial, Lagarde explicó que un tipo de cambio apreciado abarata las importaciones, reduciendo el precio de bienes y servicios adquiridos fuera de la eurozona.
Otro riesgo a la baja para la inflación sería el impacto de los aranceles sobre el comercio, por una combinación de caída de la demanda externa y mayor competencia en el mercado europeo. Aunque se tiende a pensar que los aranceles encarecen los productos, Lagarde explicó que «la inflación podría ser más baja si los aranceles más altos reducen la demanda de exportaciones de la zona euro e inducen a países con exceso de capacidad a redirigir sus exportaciones hacia Europa”.
Por otra parte, la caída de las expectativas de inflación a corto plazo también sugiere un entorno menos inflacionario.
Por último, los riesgos sobre la inflación se ven amplificados por la incertidumbre geopolítica y financiera. Lagarde subrayó que “las tensiones comerciales y la mayor aversión al riesgo en los mercados financieros podrían afectar negativamente a la demanda interna y reducir así la inflación”.
«Seguiremos un enfoque dependiente de los datos y decidiremos reunión por reunión», concluyó Lagarde.
UE prepara respuesta, por si fracasa acuerdo arancelario con EEUU
En caso de que no se llegue a un acuerdo en las negociaciones comerciales con EEUU, la UE definió ayer jueves autorizar la aplicación de dos paquetes de aranceles por un valor de 93.000 millones de euros contra la primera economía mundial.
El primero, que disponía en marzo el Ejecutivo comunitario con tasas del 25% sobre un listado de productos por valor de 21.000 millones de euros. Y el segundo, propuesto en mayo, por valor de 72.000 millones de euros y que impondría un gravamen sobre el sector del automóvil, aeronáutico o de maquinaria del 30%, equiparando la ofensiva plasmada en la última carta que remitía Trump a la UE.
«Con respecto a un acuerdo, un resultado, creemos que está al alcance, y estamos trabajando con todas nuestras fuerzas para proporcionar eso a los ciudadanos, empresas y consumidores de la UE», señaló el portavoz comunitario responsable de Comercio, Olof Gill, en la rueda de prensa de la Comisión Europea.