Economía global se recupera pero asoman amenazas y desafíos en el horizonte

Pablo Moya  > Uruguay “está en un barco frente a aguas muy turbulentas, y las está pasando”

Tras el desplome que se produjo en 2020 por la pandemia del covid-19, la economía mundial registra este año una recuperación de sus niveles de actividad, aunque es “lenta, escalonada y desigual”, según comentaron expertos consultados por CRÓNICAS. Si bien China y EEUU parecen empujar la reactivación, existen riesgos en el horizonte cercano, cómo la aceleración de la inflación, el aumento de la deuda global, o la fatiga de algunos indicadores de actividad. Para Uruguay, se destacaron las fortalezas institucionales, pero se advierten por importantes desafíos a enfrentar, siendo la generación de empleo, el más reiterado.

Por Ignacio Palumbo | @ignacio_palumbo

La economía global está en un proceso de repunte luego de la profunda crisis que significó el covid-19 para el mundo entero. Estados Unidos (EEUU) y China lideran la recuperación, mientras que Europa los sigue con algunas dificultades pero haciendo lo mejor por salir adelante. Mientras tanto, los países emergentes se benefician por las bajas tasas de interés y buscan, también, recuperarse de las caídas.

Sin embargo, no todo es bonanza. El crecimiento estadounidense viene a la par de un posible riesgo inflacionario debido a las importantes emisiones de dinero que hace y a presiones sobre el sistema de producción, y China muestra algún indicio de fatiga en sus indicadores de actividad.

Ante esta coyuntura global compleja, CRÓNICAS acudió a diversos expertos para analizar el panorama mundial según las distintas regiones, y cómo se posiciona Uruguay en el medio de todo.

Así está el mundo

Matilde Morales, economista de PwC, señaló que la salida del covid-19 —a la que denominó “pandexit”— está resultando “lenta, escalonada y desigual”. Esto se debe a diferencias en las políticas sanitarias adoptadas entre los distintos países, surgimientos de nuevas cepas, así como también políticas fiscales y monetarias distintas según cada nación. En este sentido, expresó que, si bien no hay tanta incertidumbre como hace un año atrás, sigue habiendo “niebla» porque la pandemia todavía no terminó y pueden todavía llegar nuevas olas de contagio.

Morales destacó que el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé un crecimiento del 6% a nivel mundial, pero a ritmos desiguales entre países. Además, añadió la experta de PwC, “pese a este crecimiento, sólo dos de cada cinco economías -de las 194 que informa el FMI- se encontrarán por encima de niveles precovid-19”.

Por su parte, Gabriela Mordecki, del Instituto de Economía de la Universidad de la República (Iecon-Udelar), comentó que el factor del resurgimiento de la pandemia podría generar una corrección a la baja en las proyecciones realizadas.

Tanto Mordecki como Pablo Moya, economista de Oikos, y Agustín Iturralde, director ejecutivo del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), destacaron el comportamiento mostrado en los últimos meses por los precios internacionales de los commodities, cuyo aumento es beneficioso para Uruguay.

Sin embargo, la experta de PwC puntualizó que hay una heterogeneidad en cuanto a los sectores. El turismo, por ejemplo, es de los más afectados, y continuará repuntando a un ritmo menor que otras actividades. Según un informe que publicó hace unos días la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad, por sus siglas en inglés) junto a la Organización Mundial del Turismo (OMT), no se espera volver a los niveles de afluencia turística internacionales previos a la pandemia hasta 2023 o incluso después, indicó Morales.

Los dos gigantes

Las grandes emisiones de dinero por parte de EEUU generan un riesgo de aumento inflacionario, concordaron Mordecki, Iturralde y Moya. Esto traería como consecuencia, según Mordecki, un aumento en el valor del dólar, o, para Moya, la creación de “burbujas especulativas en otros mercados”.

Allí también entra la duda, según Iturralde, de qué tan rápido la Reserva Federal (Fed) comenzará a atender el objetivo de inflación y subir las tasas de interés. Por ahora se mantendrán hasta que se llegue a una situación cercana al pleno empleo, pero “queda la duda de si esto va a ser realmente así” y qué pasaría si dicho organismo aumenta las tasas antes de lo previsto.

Por su parte, el gigante asiático es quien lidera la recuperación de la economía en este 2021, lo que “sin duda es una buena noticia para los precios de nuestros bienes de exportación”, comentó Iturralde.

Por esta línea, Mordecki proyectó que para fin de año las exportaciones uruguayas hacia China cerrarán con un aumento “por lo menos de dos cifras, más del 10% seguro”.

Sin embargo, Moya le colocó una “posible luz amarilla” ya que lo que China demanda del mercado uruguayo “es tan ínfimo dentro de las necesidades de China que tiene otros proveedores para retacear frente a Uruguay”. De esta manera, argumentó el economista de Oikos, si la potencia oriental quisiera sustituir algunos proveedores por dedicarse enteramente a Uruguay, la producción nacional no daría abasto.

Buenos vecinos

El vecindario, como siempre, es un dolor de cabeza para Uruguay. Por el lado de Brasil, no necesariamente implica un shock directo negativo, según Moya. El economista añadió que, en principio, el país gobernado por Jair Bolsonaro ha mostrado un acompañamiento a la búsqueda del gobierno uruguayo de formar alianzas por fuera del Mercosur, pero hay que ver cómo se materializa. “En los titulares” ese camino es positivo, dijo, pero después “habrá que ver cómo se baja y qué tanto apoyo se recibe”.

Dicho esto, Moya redondeó que, en principio, no habría señales negativas, “pero soy escéptico que sean muy positivas”.

Iturralde, por su parte, sostuvo que Brasil está marcado por una situación económica “moderadamente optimista”, pero lo engloba una realidad política “muy impredecible y complicada”. Esto se debe a que entrará en período electoral dentro de poco, y el resurgimiento de la figura de Lula generó cierta incertidumbre.

Mordecki subrayó las buenas expectativas del gigante sudamericano en cuanto al factor económico, ya que se espera que Brasil —que desde enero ya superó el nivel prepandemia— crezca alrededor de un 5% este año.

Argentina, mientras tanto, sufre una realidad distinta. Iturralde observó un diagnóstico negativo, mientras que Moya nuevamente se mostró escéptico con las noticias que puedan llegar del otro lado del río.

“Me temo que van a implementar todo lo posible para que a los argentinos se les haga difícil venir a Uruguay, sobre todo pensando en el turismo estival”, comentó Agustin Iturralde del CED

Así, el director ejecutivo del CED manifestó que, a la muy importante caída del año pasado, se le suma que no hay un “encarrilamiento claro de para dónde sale la cosa”. Mientras tanto, Uruguay se está preparando para abrir sus fronteras al mundo, pero en Argentina esto parece ser recibido con medidas de mayor restricción y prohibición del ingreso de sus ciudadanos al país. “Me temo que van a implementar todo lo posible para que a los argentinos se les haga difícil venir a Uruguay, sobre todo pensando en el turismo estival”, auguró el experto.

No obstante, Iturralde resaltó que hay dos cosas que han generado cierto oxígeno a la economía argentina: una es los precios de las materias primas (la cosecha de soja “fue muy buena y permitió el ingreso de divisas”), y la otra es un ajuste fiscal muy grande que se está haciendo vía inflación que permite al gabinete argentino achicar el déficit fiscal “de forma significativa” y reduce poco a poco los riesgos de explosión económica.

La casa en orden

¿Cómo se encuentra Uruguay ante todo esto? La economía “lo encuentra con algunos síntomas de debilidad, sobre todo por el tema actividad y empleo”, comentó Moya, aunque también “lo toma con una institucionalidad muy fuerte, con pilares financieros muy sólidos -como es el sistema bancario y financiero en general-, pero sobre todo cómo ha gestionado su deuda”. Todo esto permite “transitar esta situación de una forma positiva”, recalcó el economista.

De este modo, Uruguay “está en un barco frente a aguas muy turbulentas, y las está pasando; no es que tiene todo el barco agujereado, sino que la va piloteando”, sintetizó Moya.

Claro, la cuestión es que el país es muy dependiente de los vientos internacionales, recordó Iturralde. En este sentido, a su entender, en la medida que se mantengan las condiciones favorables internacionales, los vecinos se estabilicen y la vacunación permita una apertura generalizada de la economía, “podemos tener un segundo semestre de cierta recuperación”, vaticinó.

Por otro lado, Mordecki resaltó la gran inversión internacional que Uruguay tiene, y que ha podido mantener una diferenciación frente a sus vecinos en esta materia para los países externos. Lo ha logrado, insistió la experta del Iecon, más allá del cambio de gobierno, lo cual es un punto positivo también para hacer de Uruguay un lugar atractivo para algunos tipos de inversiones.

Más allá de esto, Morales puso el foco en que uno de los grandes desafíos económicos para Uruguay está marcado por el mercado laboral, “especialmente en determinados segmentos que han sido los más castigados por la pandemia”. A modo de ejemplo, señaló que —según los cálculos de PwC— entre 2019 y 2020 hubo una baja de 60.000 puestos de trabajo, y cerca de 57.000 de ellos corresponde a informales, y al considerar la edad la reducción se concentra en los segmentos menores a los 40 años (56.000 personas).


Te la debo

Los expertos también se refirieron a algunas alertas a nivel mundial sobre un aumento del endeudamiento internacional.

La clave en este sentido, según Iturralde, está en separar las economías desarrolladas de las de los países emergentes. “Es probable que en una situación como esta, las tasas como están, EEUU tenga límites mucho menos claros y mucho más flexibles”, analizó el director del CED. También es probable, agregó, que para países como Uruguay eso no vaya a ser así, “y que si bien ahora parecería que no hay límites en endeudamiento, que se consigue dinero muy fácil, se consigue financiamiento a forma muy barata y muy accesible, cuando esto cambie —que no creo que falte tanto para que empiecen a subir las tasas— probablemente vayamos a un escenario donde tener o no grado de inversor vuelva a ser una señal diferencial y donde los capitales vuelvan a ser un poco más exigentes”.

Sin embargo, Mordecki recordó que Uruguay ha sido de los países que menos gastó y menos se endeudó a raíz de la pandemia, e incluso tiene uno de los riesgo país más bajo de América Latina. Ahora bien, dado que la crisis fue mundial y los organismos internacionales de crédito alentaron a los países que tomen créditos y se endeuden, “no parecería que esto vaya a generar una crisis financiera porque los propios organismos son los que han estado respaldando”, consideró la economista.

Para Moya sí significa un problema, principalmente por el lado del deterioro de las carteras de los bancos centrales y cómo estos han tenido que apoyar a los bancos comerciales. Dicho esto, el sistema financiero “camina hacia tratar de protegerse de la mejor manera”, afirmó Moya.

Así, para el economista de Oikos significa una luz amarilla pero “no de esas que rápidamente se transforma en roja (…) me parece que sí, hay que tener cuidado, (pero) hay que ver la velocidad de salida de los distintos países de la crisis económica para ver cómo quedan parados desde el punto de vista financiero”, finalizó.


Fed espera que inflación alta sea transitoria

El presidente de la Fed, Jerome Powell, sugirió nuevamente que los funcionarios del organismo consideran que el actual aumento de la inflación será, en gran medida, transitorio.

En las declaraciones preparadas para su comparecencia ante el comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes, reconoce que el nivel de precios en la economía «ha aumentado notablemente y probablemente seguirá siendo elevado en los próximos meses». Sin embargo, se mostró convencido de que la inflación se debe principalmente a «cuellos de botella en la producción u otras limitaciones de la oferta», y es probable que la presión alcista sobre los precios empiece a desvanecerse, o incluso a invertirse, en breve.

Más allá de esto, aseguró que el Comité Federal de Mercados Abiertos (FOMC) «está preparado para ajustar la orientación de la política monetaria según sea apropiado si ve señales de que la trayectoria de la inflación o las expectativas de inflación a más largo plazo se están moviendo material y persistentemente más allá de los niveles consistentes con el objetivo».

Powell tampoco mostró preocupación por la reciente debilidad de algunos datos económicos y afirmó que «el gasto de los hogares está aumentando a un ritmo especialmente rápido», a pesar de la reciente fatiga de las ventas minoristas.


Síntomas de debilitamiento en China amenazan recuperación global

El Banco Popular de China (el banco central del gigante asiático) decidió de forma sorpresiva recortar el coeficiente de reservas obligatorias del sistema bancario, en una señal vista como la posibilidad de que la economía se desacelere. La entidad recortará la tasa de interés real en medio punto porcentuales, liberando 1 billón de yuanes (unos US$ 154.000 millones) de liquidez en el sistema interbancario, con el objetivo principal de utilizar más crédito para ayudar a las pequeñas empresas nacionales, presionadas por el aumento de los costos. Se trata del primer recorte en 15 meses.

La decisión hizo que muchos economistas comenzaran a dudar de las perspectivas de crecimiento de China, y algunos estiman que el PIB crecerá entre 5% y 6% en el segundo semestre, lo que implica un fuerte freno respecto al crecimiento de 18,3% que se registró en el primer trimestre del año.

El temor de una desaceleración de China es el impacto que puede tener sobre la recuperación económica global.

Algunos indicadores adelantados del gigante asiático, como las ventas minoristas, la producción industrial y la inversión en activos fijos también, evidencian síntomas de desaceleración. El PMI del sector servicios de China se encuentra en su punto más bajo desde abril de 2020, con una lectura de 50,2 y en comparación con la media de 52 registrada en 2019.

La desaceleración de China se debe a la debilidad del gasto de los consumidores y a que las pequeñas y medianas empresas -los mayores empleadores del país- enfrentan un alto costo de las materias primas y la reducción de la producción. El aumento de los precios de las materias primas hizo que la inflación en las fábricas alcanzara el 9% en mayo, la cifra más alta en 13 años. En junio bajó ligeramente al 8,8%.