“Existe un alto grado de incertidumbre” respecto a la “velocidad y magnitud de la recuperación”

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Foto: www.bcu.gub.uy

Aunque se observa un importante grado de incertidumbre, la economía local repuntaría en 2021 a impulso del consumo privado y las exportaciones, aunque también las inversiones aportarían dinamismo. Así lo advierte el Informe de Política Monetaria del BCU, que marca entre los principales riesgos externos a Estados Unidos, Europa, China, la región y geopolíticos, mientras que los riesgos domésticos se concentran en una eventual pérdida del grado inversor, el desanclaje de las expectativas de inflación y un aumento exponencial de los casos de covid-19. Este último en particular, podría tener un “alto impacto potencial sobre la actividad” y se ha incrementado su probabilidad de ocurrencia. 

El Banco Central del Uruguay (BCU) publicó el Informe de Política Monetaria donde en su escenario base (el de mayor probabilidad de ocurrencia) estima que la actividad económica de los países que constituyen la demanda externa relevante para Uruguay habrían registrado una  contracción de 4,4% el año pasado, lo que implica una caída superior a las registradas durante las crisis del 2002 (-3,5%) y del 2009 (-1,3%). También advierte que el deterioro se dio de forma generalizada entre los principales socios comerciales, a excepción de China que habría registrado un crecimiento del entorno del 1,5%.

Este año se produciría una recuperación del 6,3% de la demanda externa relevante y en 2022 continuaría la recuperación al crecer un 3,8%. 

Los precios externos medidos en dólares, tuvieron el año pasado una fuerte contracción del 8,8%, al influjo de la depreciación de las monedas de la región. Este año se mantendrían estables como consecuencia de comportamientos disímiles a nivel de regiones: los precios en dólares de la región continuarían cayendo, aunque a un ritmo significativamente menor, mientras que los de la extra región se incrementarían levemente. Finalmente, tendrían una expansión de 5,6% en 2022 impulsados por los precios regionales. 

En términos de intercambio (diferencia entre precios de exportación e importación) de bienes y servicios se registró una mejora de 1,9% en el promedio de 2020 ante una caída más moderada de los precios de exportación respecto a los de importación; estos últimos guiados por el fuerte descenso esperado del precio del petróleo y de los precios en dólares de los socios regionales. Para 2021 se espera una pérdida de términos de intercambio, como consecuencia de un mayor incremento relativo de los precios de importación, que se recuperarían de la fuerte caída de 2020. En tanto, para 2022 se prevé que los precios de exportación crezcan, impulsados en buena parte por la recuperación en los precios de la celulosa. Este incremento sería mayor al de los precios de importación, lo que determinaría una mejora de los términos de intercambio.

Además, se estima que las condiciones financieras internacionales permanecerían laxas como resultado de la política monetaria expansiva de la Fed y de los principales bancos centrales de los países desarrollados, donde la tasa de referencia continuaría en torno a 0%. Mientras tanto, se espera una estabilidad del riesgo soberano de la región en los bajos niveles actuales. 

Actividad económica

El informe señala que “existe un alto grado de incertidumbre en la proyección del PIB asociado a la velocidad y magnitud de la recuperación luego del shock ocasionado por la pandemia”. En el escenario base planteado por la entidad, se espera que el 2020 haya cerrado con una contracción del 5,8% en promedio, recuperándose paulatinamente entre 2021 y 2022, al crecer 3,6% y 3,9%, respectivamente. 

A nivel de componentes del gasto, el crecimiento estaría impulsado por la recuperación del consumo privado y las exportaciones. De todas formas, también la inversión aportaría dinamismo, debido a las obras de la segunda planta de celulosa de UPM y del Ferrocarril Central, junto a otros proyectos de menor tamaño, como la construcción de vivienda de interés social y proyectos de participación público privada viales y de infraestructura educativa. De todas formas, advierte que la magnitud de la recuperación sigue siendo “bastante incierta”. 

Mapa de riesgos

El informe del BCU detalla que las proyecciones de su escenario base están sujetas a un contexto de riesgos y de incertidumbre “mayor al habitual”, y está marcado por la evolución de la pandemia a nivel mundial y doméstico. 

Se identifican cinco principales riesgos externos: Estados Unidos, Europa, China, la región y geopolítico.

Este último refiere especialmente al impacto de la pandemia en la actividad económica global, e implica un riesgo de afectación alto. “La materialización de efectos de la pandemia más persistentes o más profundos en los principales socios comerciales de Uruguay impactaría de forma negativa sobre el nivel de actividad previsto”. No obstante, a este evento se le asigna una probabilidad de ocurrencia menor a la prevista durante la pasada reunión de setiembre, debido al inicio del proceso de vacunación a nivel global.

En cuanto al riesgo regional, se advierte que los elevados desequilibrios macroeconómicos de nuestros vecinos, tienen una “alta probabilidad de materialización”, así como un impacto medio sobre el PIB proyectado. “Nuevas caídas de la actividad en Argentina, aumento de las expectativas de inflación, salida de capitales y pérdida de reservas del BCRA, y/o el deterioro de las cuentas públicas en Brasil que cuestionarían la sostenibilidad de su deuda, impactarían en forma negativa sobre el nivel de actividad de Uruguay y provocarían una mayor volatilidad financiera y cambiaria”, detalla.

El BCU identifica cinco riesgos externos: Estados Unidos, Europa, China, la región y geopolítico;  y tres domésticos: la pérdida del grado de inversor, el desanclaje de las expectativas de inflación y una expansión del coronavirus más allá de lo previsto en el escenario base. 

Los demás riesgos se ubican dentro de la denominada “zona verde” en el mapa de probabilidad-impacto. En particular, se destaca una eventual desaceleración de la economía china que provocaría efectos recesivos sobre la economía mundial e impactaría en una fuerte caída de los precios de nuestros productos de exportación. Este riesgo tiene baja probabilidad de materialización por la capacidad de recuperación demostrada y los elevados grados de maniobra del gobierno chino.

Por su parte, un endurecimiento de las condiciones financieras en Estados Unidos tiene asignada una probabilidad baja, dados los anuncios realizados por la Fed respecto a que mantendrá condiciones monetarias laxas en los próximos años.

Por último, el BCU identifica un riesgo de “estancamiento y deflación en los países europeos”, que en caso de concretarse podría afectar las ventas uruguayas a esos mercados. SI bien tiene una probabilidad “media” de ocurrencia, el impacto sería bajo para la economía uruguaya dado el menor peso relativo que tiene Europa como destino de las exportaciones locales.  

En cuanto a los riesgos domésticos, se identifican tres relevantes: la pérdida del grado de inversor, el desanclaje de las expectativas de inflación y una expansión del coronavirus más allá de lo previsto en el escenario base. 

A la pérdida del grado inversor se la asigna una baja probabilidad de ocurrencia debido a que gobierno ha implementado medidas para reducir paulatinamente el déficit fiscal y asegurar la sostenibilidad de la deuda a largo plazo. Además, tendría un impacto reducido sobre el nivel de actividad. 

En cuanto al desanclaje de las expectativas de inflación, si bien tendría un efecto bajo sobre la actividad, sí podría traer aparejado un desvío significativo en la senda prevista para la inflación. Eso, además, podría determinar aumentos nominales de salarios en la próxima ronda de negociación colectiva mayores a los lineamientos del gobierno, lo que puede traer “consecuencias desfavorables sobre la inflación no transable y la competitividad del sector transable”. No obstante, el BCU le asigna una baja probabilidad de materialización.

Por último, se advierte que la expansión del coronavirus a nivel doméstico tendría un “alto impacto potencial sobre la actividad”. “Si el ritmo de contagios continúa acelerándose, podría llegar a ser necesaria la implementación de algún tipo de medidas que limiten la movilidad de la población y/o determinen el cierre temporal de algunas actividades”, fundamenta el informe, que advierte que dada la evolución de los casos este riesgo ha aumentado su probabilidad de materialización, llegando a una probabilidad media. 


Proyecciones de inflación muestran una “trayectoria decreciente” 

En materia de inflación, el informe del BCU destaca que las proyecciones muestran una “trayectoria decreciente”, haciendo que del 9,4% registrado al cierre del 2020 la inflación baje hacia finales de 2021 a un nivel cercano al 6% y aproximándose al 5% al final del horizonte de política monetaria, lo que implica que la inflación se encausaría y reingresaría dentro del rango objetivo. 

Esta baja en la inflación estaría determinada por el manejo de la tasa de política monetaria, y el marco de coordinación de las políticas fiscales y de ingresos, que además de actuar de forma directa sobre la inflación, también “tendrían un impacto positivo en las expectativas de inflación”. 

Entre los procesos que favorecerían la trayectoria a la baja en los primeros trimestres, se destaca la dinámica del tipo de cambio, que será más moderada que la observada en 2020, la mayor capacidad ociosa y la deflación externa. “El periodo puente aprobado en materia salarial y los menores ajustes anunciados para los precios administrados también contribuirán a esta trayectoria descendente de la inflación, especialmente de su componente no transable”, añade el informe.