>>La región sigue siendo “el principal riesgo a monitorear” a nivel internacional, mientras que aumentaron su probabilidad de materialización los riesgos de endurecimiento en las condiciones financieras en EEUU, y el “geopolítico-comercial”, según el Informe de Política Monetaria del Banco Central (BCU). A nivel interno, el riesgo político cayó en la medida que se van conociendo las principales líneas económicas del nuevo gobierno, mientras que el desalineamiento de las expectativas de inflación “se sigue considerando el principal riesgo doméstico a monitorear”.
El “escenario base” fijado por el BCU, determinado por la evolución reciente y las perspectivas de la economía global como el “escenario internacional más probable”, estima que la demanda externa relevante para Uruguay crecería algo más de lo que se esperaba para 2024 y 2025, y algo menos en 2026. Respecto al año pasado, se espera que se haya dado un mayor crecimiento en Brasil, EEUU y México, así como una menor contracción de Argentina. Para este año, el mayor crecimiento se explicaría por Argentina, mientras que para 2026 se espera menor crecimiento en Argentina y China, compensado parcialmente por una mayor expansión en Brasil.
En cuanto a los precios externos, habrían aumentado el año pasado más de lo previsto, debido a la mayor inflación en dólares en EEUU y en Argentina, ante una menor depreciación del peso argentino. Esto fue compensado parcialmente por la mayor deflación en dólares esperada en Brasil, producto de una mayor depreciación del real. Durante este año, los precios externos crecerían menos de lo previsto anteriormente, por la menor inflación doméstica esperada en Argentina, mientras que en 2026 crecerían algo por encima de lo esperado.
Además, se espera que el 2024 haya cerrado con un deterioro de la relación de términos de intercambio mayor a la prevista, y esa diferencia se acentuaría este año. En cambio, para 2026 se espera un leve aumento, que contrasta con el moderado deterioro que se proyectaba en setiembre. El mayor deterioro en 2024 y 2025 se explica por un mayor descenso en los precios de exportación de bienes –agravada en 2024 por una menor caída de los precios de importación-. Por su parte, la mejora de 2026 estaría marcada por mayores aumentos en precios de exportación, tanto de bienes como de servicios.
Por último, las condiciones financieras internacionales serían más desfavorables que las esperadas el trimestre anterior, al influjo de la senda de menores recortes esperados en la tasa de política monetaria de la Fed estadounidense.
En este “escenario base”, la economía Uruguaya confirma en 2024 su dinamismo luego de los impactos negativos de 2023 (sequía, cierre de la refinería, balanza turística y finalización de las obras de UPM 2) y crecería un 3,5% en promedio, respecto al año anterior. Este ritmo se mantendría en 2025, pero en 2026 “se aproximaría a su crecimiento tendencial”.
Para 2025 y 2026, se proyecta que el gasto privado sería “el principal motor del crecimiento de la economía”. Mientras tanto, se espera que el gasto público contribuya en forma levemente negativa este año ante la ausencia de un presupuesto en el primer año de Gobierno, al tiempo que se supone que juega en forma neutra en 2026.
Alta incertidumbre
El informe aclara que esta proyección de crecimiento está enmarcada en un alto nivel de incertidumbre, asociado en buena medida al desempeño de la región, la que mantiene desequilibrios macroeconómicos persistentes. En particular, se señala que “la confianza en que la economía crezca por encima del crecimiento tendencial (en torno a 2,5%) al final del HPM es inferior a la estimada en el Copom anterior (de 65% a 47%)”.
El informe identifica cinco grandes riesgos externos, que se agrupan conceptualmente por zonas geográficas: EEUU, Europa, China, la región y el geopolítico-comercial.
Respecto a los impactos sobre la actividad económica, se destaca el riesgo de la región, que se mantiene en una zona “amarilla/naranja”, siendo “el principal riesgo a monitorear”. Ello se debe a la persistencia de desequilibrios macroeconómicos y la incertidumbre económica y política, lo cual implica un riesgo de materialización alto y un impacto medio sobre el PIB de Uruguay. Si bien “Argentina viene evolucionando favorablemente” y “los riesgos son algo menores”, por el lado de Brasil el aumento de la incertidumbre “va en sentido opuesto”.
Por su parte, el riesgo “geopolítico-comercial” incluye los impactos de los conflictos bélicos entre Rusia y Ucrania y en Medio Oriente, que tienen impactos sobre los mercados financieros y en los precios de los commodities. Además, el efecto de una guerra comercial, asociada a la imposición de aranceles (y medidas de represalia, por parte de los países afectados) podría conducir a un escenario de fragmentación a nivel global. Este riesgo muestra un incremento en la probabilidad de materialización, mientras que tendría un impacto medio sobre la actividad, lo que lo acerca a la zona “naranja”.
El otro riesgo que aumentó es el vinculado a un mayor endurecimiento de las condiciones financieras en EEUU, por una mayor probabilidad de materialización. Ello se debe a una potencial reacción de la Fed más agresiva de lo esperado.
Por último, los riesgos relacionados a China y a Europa se mantienen. En el primer caso, el riesgo se debe a las dificultades que enfrenta Pekín para resolver la crisis del sector inmobiliario y para alcanzar los objetivos oficiales de crecimiento, que podría generar efectos recesivos sobre la economía mundial y provocar una caída relevante de los precios de nuestros productos de exportación.
Por su parte, en el caso de Europa, el riesgo de estanflación mantiene su probabilidad de materialización medio baja, y además, de hacerlo, su impacto sería bajo, debido al escaso peso relativo de los países europeos sobre nuestras exportaciones.
Riesgos internos
En cuanto a los riesgos domésticos, el informe advierte sobre “dos riesgos relevantes: el desalineamiento de las expectativas de inflación respecto del rango meta y el vinculado a la incertidumbre que provoca la transición política”. Este último tuvo una lógica reducción respecto al trimestre anterior, debido a que el nuevo gobierno ya comenzó a brindar definiciones sobre la orientación de la política económica y monetaria.
Por otra parte, la probabilidad de ocurrencia del riesgo de desalineamiento de las expectativas de inflación tuvo un leve aumento. Por un lado, el descenso sostenido en las expectativas inflacionarias de los distintos agentes se detuvo, al tiempo que la apreciación del dólar podría tener un impacto al alza en estas proyecciones. “Por estos motivos, se sigue considerando el principal riesgo doméstico a monitorear”. Adicionalmente, este riesgo tiene un impacto “medio alto” sobre la inflación, porque “afectaría directamente la velocidad de desinflación prevista en el escenario base”.
Equipos técnicos del BCU analizan impactos del cambio climático
En cuanto a otras vulnerabilidades, el informe destaca que los equipos técnicos del BCU están explorando dos riesgos vinculados a los efectos del cambio climático: riesgos físicos y riesgos de transición.
Los riesgos físicos aluden al aumento de la frecuencia y gravedad de eventos meteorológicos extremos y los impactos de largo plazo de modificaciones en las características del clima, como puede ser la fuerte sequía que ocurrió a fines de 2022 e inicios de 2023, así como las intensas lluvias observadas a inicios de 2024.
Por su parte, los riesgos de transición hacen referencia a los costos (económicos, sociales, entre otros) que surgirían del cambio hacia una economía verde, con baja dependencia del carbono en el largo plazo.