Uruguay redujo inflación y su volatilidad, pero objetivo debería ser “más bajo”

Diego Gianelli > Buenas prácticas de desinflación podrían revertirse

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Acompañando una tendencia de desinflación global, Uruguay logró bajar sus niveles inflación y así como su volatilidad, según destacó el gerente de asesoría económica del BCU, Gerardo Licandro, durante el panel «Nivel de inflación de largo plazo» realizado durante las Jornadas Anuales de Economía del BCU. En dicha instancia, de la que también participaron los expertos Diego Gianelli y Julio Garin, Licandro estimó que ese logro “no es suficiente” y el país debería tener un objetivo de inflación de largo plazo más bajo. “No tan bajo como los países desarrollados, no hay un número mágico, pero seguro más bajo, posiblemente cercano al 3%”, señaló.

Se trata de “un tema absolutamente central en el mundo, pero más central para nosotros en Uruguay y para este Banco Central. Así que bienvenida la discusión y los debates”, dijo a modo de presentación el presidente del BCU, Diego Labat, que ofició de moderador del evento.

Diego Gianelli, Magíster en Macroeconomía Aplicada y MBA de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y que actualmente se desempeña como gerente de Operaciones de Mercado de la División de Mercados Financieros del Banco Central de Chile, destacó el “proceso desinflacionario profundo” que se registró a nivel internacional, y fundamentalmente en las economías emergentes. 

El experto atribuyó este proceso de desinflación a varios factores, entre ellos mencionó los shocks de oferta y el aumento de la productividad del sector transable, la mayor apertura económica –principalmente en países emergentes-, la incorporación de China en la OMC que permitió el ingreso de “un jugador con una gran oferta de trabajo” a bajo costo, el descenso de los precios del transporte, el menor peso de los sindicatos en las economías avanzadas y la penetración del comercio electrónico.  “Eso se ha traducido en precios de bienes que han caído en términos relativos”, señaló.
Gianelli también señaló que hubo “otro factor” que incidió en la reducción internacional de la inflación fue “el mejor manejo macroeconómico general”, principalmente en los países emergentes, y la mayor autonomía de los bancos centrales. Esa situación permite a los bancos centrales tener una política de control inflacionario más eficiente. 

“Los niveles a los cuales han convergido las desinflaciones están guiados por las metas que los bancos han establecido”, sostuvo.

No obstante, advirtió que “todas estas buenas noticias de desinflación, hay que verlas en una perspectiva histórica un poco más larga” lo que obliga a “estar atentos”, ya que “algunos de estos desarrollos y buenas políticas, pueden revertirse”.

“No sabemos demasiado”

Julio Garin, doctor en Economía por la Universidad de Notre Dame, reconoció durante su disertación que “no sabemos demasiado” respecto a cuál debería ser el nivel de inflación de largo plazo. “La verdad que no lo sé. Voy a tratar de argumentar que no sabemos demasiado como para discutir valores”, sostuvo al comenzar su exposición. 

Si bien reconoció que “discutir un nivel de inflación de largo plazo es algo complicado”, subrayó que “una vez que se fija la meta lo importante es no cambiarla”, ya que deben funcionar como las Constituciones: “hay que cambiarlas muy poco y por muy buenas razones”. 

Explicó que se suele ubicar una “inflación óptima” en entre 2% y 3% en la mayoría de los casos, pero ello implica que “cualquier nivel por debajo o por encima no es bueno”, algo que en el caso de Uruguay es discutible. “No hay un valor incondicional, el valor que obtengamos va a ser en función de la política monetaria. No hay nada del 2% o 3% desde el punto de la literatura económica”, sostuvo. Además, criticó que al fijar esos niveles de inflación como determinantes “se le cierra la puerta a un debate importante”. 

Más allá de eso, comentó que sí es importante “reducir la volatilidad de la inflación”, que debería ser cero. 

“Necesitamos un modelo, no hay un valor incondicional de inflación y el rango es sustancial”.

Garin comentó que la institucionalidad “es clave”, y destacó el trabajo realizado por las actuales autoridades del BCU, ya que “ordenan el debate” y “marcan dónde está parada la autoridad monetaria”.

“Hay un número”

Por su parte, Gerardo Licandro, gerente de asesoría económica del BCU, comenzó su presentación con una nota al pie: “Opiniones personales. Nada de lo que dice aquí debe interpretarse como posición oficial de ninguna de las instituciones que integro”.

Licandro dijo en su disertación que iba a justificar por qué tenemos que pensar en un número. “La primera razón es que hay un número. Es imposible no pensar en un número de inflación de largo plazo. (…) El tema está en si este número es el correcto”. 

El funcionario del BCU subrayó que “obviamente estamos lejos de estar en el peor momento de la historia inflacionaria” que tuvo lugar entre la década del 60 y del 90. Posteriormente, hubo un breve pico en el año 2002, pero luego se pudo mantener “una inflación relativamente baja y mucho más estable”. Sin embargo, apuntó que ese descenso “no es suficiente”.

Argumentó que la inflación promedio de Uruguay entre 2015 y 2019 nos coloca dentro del 13% de las inflaciones más altas a nivel mundial, y que aún si se hubiera cumplido el objetivo anual de 4,5%, estaríamos dentro del 20% de las inflaciones más altas. 

Licandro fundamentó que existe “una relación negativa entre inflación y crecimiento”, ya que los altos niveles de inflación  y la dolarización de la economía amplían el ciclo económico y perjudican la política monetaria y la estabilidad financiera. 

No obstante, también defendió que la inflación puede jugar un papel positivo al suavizar el ciclo económico, explicando que cuando un ocurre un shock negativo, la inflación permite un ajuste de salarios reduciendo el impacto sobre el empleo, lo cual es importante para un país con elevados niveles de rigidez laboral y salarial, como Uruguay. Agregó también que en el caso de economías pequeñas y abiertas como la de Uruguay, se tienen objetivos de inflación más altos y rangos más amplios. “Algo de inflación me puede hacer falta para moderar el ciclo”, sostuvo.

Licandro también se refirió al “problema de indexación” que genera la inflación alta, que lleva a que “desaparezca el sistema financiero en pesos” y se indexe al dólar. “Ese problema genera ineficiencia a nivel de las firmas por lo que necesitamos desarrollar el sistema financiero en moneda nacional”, sostuvo Licandro, explicando que para ello se requiere abordar varios temas, entre ellos, tener “la inflación lo más baja posible en el largo plazo”. En ese sentido, opinó que Uruguay debería tener, y pensando en desarrollar un sistema financiero en moneda nacional, la inflación lo más baja posible a largo plazo.

“Tendría que tener un objetivo de inflación de largo plazo más bajo, no tan bajo como los países desarrollados, porque es cierto que tenemos shocks más grandes (…), debería ser algo más alto, no hay un número mágico, pero seguro más bajo, posiblemente cercano al 3%”, resumió.