“Uruguay tiene una economía con dos monedas, donde la política monetaria no tiene potencia” sobre la inflación

Javier de Haedo, economista, director del Observatorio de Coyuntura Económica de la Universidad Católica

Mano a mano con CRÓNICAS, el economista reflexionó sobre la urgencia que sufre la seguridad social y sus antecedentes legislativos.  “Hubo dos goles en contra que precipitaron los tiempos: la Ley de Flexibilización y  la de Cincuentones”, sintetizó. Además, repasó el limitado alcance del Banco Central (BCU) para controlar la inflación y en contraposición, la poca cooperación del Ministerio de Economía y Finanzas ante el asunto. “El tema inflacionario no es patrimonio del BCU, la coherencia y consistencia de todas las políticas económicas es lo que puede hacer bajar la inflación”, puntualizó. No obstante, explicó los beneficios que pueden tener los Estados con el fenómeno inflacionario.

Por Ariana Vezoli | @ArianaVezoli

-¿Cuál es su tarea como director del Observatorio de la Coyuntura Económica?

-Aparte de la actividad profesional que desempeño como consultor y como profesor, desde abril del año pasado, cuando me invitaron a incorporarme a la UCU, creamos el Observatorio de la Coyuntura Económica. El propósito es la divulgación y contribución a que la población en general esté más informada de temas macroeconómicos.

Empezamos a producir todas las semanas un monitor de coyuntura, donde se escoge un tema y se lo desarrolla en una carilla. Luego se divulga entre periodistas y redes sociales, para que la gente común y corriente, los no economistas, pueda entender el tema. Con el mismo propósito, hacemos indicadores de coyuntura, que se resume en una planilla de 25 indicadores que pretende cubrir lo más importante de la economía uruguaya, en sus distintas áreas.

Además, hacemos regularmente un podcast donde, más allá de la biografía del entrevistado o elementos anecdóticos, el tema de fondo tiene que ver con economía, pero no necesariamente con la macroeconomía. Por ejemplo, entrevisté a Martha Jara sobre energía, a Sergio Fogel sobre emprendedurismo, y a Julio María Sanguinetti con temas más bien globales. En adición, el ciclo llamado “Consenso” lo hacemos desde el año pasado. Buscamos referentes partidarios para tratar de encontrar consenso en temas relevantes. El año pasado desarrollamos primera infancia y educación.

-La realidad económica volvió a ser golpeada por el conflicto bélico en Europa. ¿Podríamos decir que la Fed y el BCE se durmieron en atacar la inflación? ¿Cómo afectan sus políticas a Uruguay?

-Precisamente, considero que ha sido tardía y lenta la respuesta del desarmado de la inundación monetaria que hubo antes, para promover la actividad económica en momentos difíciles. Lo dije y lo escribí en columnas y en twitter antes. Siempre creí que era más permanente que transitoria la inflación, y que debía empezar cuanto antes la normalización monetaria. Pero es evidente que, más allá del diagnóstico de transitorio o permanente, hay cosas que juegan en la decisión de la Fed. Por un lado, que esa normalización sea rápida e inesperada sería muy efectiva contra la inflación. Sin embargo, podría generar perjuicios al precio de los activos que estaban inflados de más en tiempos de tasa cero. De hecho, han caído en precio. Creo que actuaron con prudencia para evitar males mayores.

También he sostenido siempre que no le viene nada mal a los Estados tener inflación para licuar sus deudas, después de haber aumentado mucho su endeudamiento a causa de la pandemia, y eso no es un mandato de la Fed. Enfrentar una crisis sanitaria es tarea de los Estados, no de particulares. Eso insumió muchos recursos fiscales, las deudas públicas subieron mucho. Por tanto, con una inflación de 7%, una deuda que era 100 a fin de año, ahora es de 93; es una licuación importante. De algún modo, están imponiendo una transferencia desde los tenedores de esos bonos hacia los contribuyentes de impuestos.

El impacto sobre una economía como la nuestra, en etapa inicial es positivo. En la medida en que se demore la normalización monetaria, el dólar sigue relativamente barato a nivel global y las materias primas siguen apreciadas, ahí tenemos un saldo favorable.

Pero cuando la normalización monetaria se concrete, va a pasar lo contrario. El dólar se va a fortalecer, las tasas de interés van a subir y las materias primas van a bajar un poco de precio.

-Los números del déficit mejoraron en 2021, pero los salarios no han dejado de caer. Esto último se reclamó mucho. Ante esta realidad, ¿cómo evalúa al gobierno en lo que va de la administración?

-Tuvimos inicialmente una caída fuerte del PIB, a lo que el gobierno, en materia salarial, definió implementar un «año puente» con el propósito de cuidar el empleo. Sabiendo que iba a significar una pérdida de salario real, se comprometió a recuperarlo dentro del período. Después, la economía creció desde el segundo trimestre del año pasado, y lo hizo más rápido de lo que todos esperábamos. Sin embargo, la prometida mejoría del salario real no se dio porque tuvimos una aceleración de la inflación. Ahora se implementarán los correctivos que propuso el gobierno, con vigencia a mitad de año, para buscar que este año no caiga el salario real; aunque todavía le queda el 2023 y 2024. El año que viene caen estos convenios y se negocian nuevos. El gobierno procurará cumplir con su compromiso de recuperación en esa etapa final.

Para la economía se espera -en principio- que crezca. Es muy difícil hacer proyecciones en un mundo donde hubo una peste inesperada y una guerra, imponderables con consecuencias económicas muy notorias. No sabemos qué va a venir ahora, esperemos que esta historia se termine. Ahora, si no hubiera novedades de esos calibres, la economía crecería en 2022, 2023 y 2024. Por lo tanto, estarían las condiciones de suba para la masa salarial, con una parte vía empleo y otra vía salario real.

-¿Qué opinión mantiene sobre las sucesivas subas de tasas del BCU y sobre la tan criticada política monetaria?

-Hay dos visiones sobre la fortaleza de la política monetaria en Uruguay. Algunos economistas de la actividad privada sostienen que, pase lo que pase con otras políticas, el BCU tiene que manejarse con independencia y llevar la tasa a donde la tenga que llevar con tal de convencernos de que la inflación va a bajar. Otros economistas, entre los que me incluyo, pensamos que Uruguay tiene una economía con dos monedas, donde la política monetaria no tiene la potencia que ellos dicen. Por tanto, es necesario que todas las políticas cinchen juntas (fiscal, salarial y monetaria). No sirve la política monetaria para compensar las carencias de las otras políticas, eso trae daños colaterales. Por ejemplo, afecta el tipo de cambio real y, en última instancia, la actividad económica y el empleo.

Esa falta de coherencia entre políticas lleva a que las expectativas no converjan donde el BCU quiere.

Salvo con el canal cambiario, como lo están haciendo. Bajaron el dólar de $44 a $40. Si estuviera a $44, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) estaría creciendo más, y si mañana baja a 38, va a crecer menos. Ese es un tema aritmético. Hay una parte de la canasta del IPC, que son bienes que se exportan y se importan, que están en dólares, y si baja el tipo de cambio se desaceleran, creando daños colaterales, porque no todos los empresarios para quienes el dólar es relevante son exportadores de soja. También hay industrias que agregan valor a materias primas y exportan. A ellos se les encarece agregar valor en Uruguay, versus lo que pasa en otros países.

Lo que hemos perdido por el tipo de cambio real con China en los primeros cinco meses del año es de locos. Y también, en general, en la definición que publica en sus series el BCU cayó un 10% el tipo de cambio real, por debajo de los promedios históricos con absolutamente todo el mundo, cosa que no tiene ningún sentido. Si bien no es un indicador de atraso cambiario, es una referencia histórica relevante para muchos economistas, entre los que me incluyo.

-El dólar está mostrando tendencia a la baja. ¿Qué puede esperarse en el corto plazo? ¿Existe un atraso cambiario?

-No sabemos qué esperar porque depende de hasta dónde quiera llegar el BCU. Y desde el momento en que yo no comparto su política, me resulta imprevisible lo que quieran hacer con los daños colaterales que están generando. Atraso cambiario es una expresión poco académica pero muy gráfica. Y sí, Uruguay ya estaba caro en dólares respecto a otros mercados, y estas situaciones se agravaron en los últimos meses.

-Ha criticado al BCU por la tasa de referencia, aludiendo que no es útil si no está acompañada de otras acciones. ¿Ha considerado que este accionar puede ligarse a su alcance y responsabilidad y, en todo caso, quien estaría en falta sería el Poder Ejecutivo (PE)?

-Vi en Búsqueda de hace dos semanas un recuadro que habla de que el MEF se muestra ajeno al tema inflacionario y dice que es responsabilidad del BCU. Discrepo. El tema inflacionario no es patrimonio del BCU. Como dije, la coherencia y consistencia de todas las políticas económicas es lo que puede hacer bajar la inflación. Cuando el jueves previo a Semana Santa sube la tasa de política monetaria para convencernos de que cambiemos nuestras expectativas, y el lunes posterior a esa semana el PE anuncia una flexibilización salarial, dan señales exactamente contrarias. Con ese panorama, los agentes económicos no creemos que vaya a bajar la inflación, porque es inconsistente. Por más que (el presidente del BCU, Diego) Labat diga que es consistente, no lo es. Para muchos de nosotros y para los empresarios tampoco. Porque, ¡qué casualidad que justo después de eso subieron sus expectativas luego de meses sin moverlas!

-¿Cómo evalúa el trabajo de la comisión de expertos en seguridad social? ¿Cuál sería la salida a este gran problema que se ve difuso?

-Hace más de 25 años se hizo una reforma previsional buena, que duró todo este tiempo y que introdujo las AFAP y cambió algunos parámetros relevantes del sistema previsional. Pero no incluyó otras cajas, fue solo en el ámbito del BPS. Después, hubo dos goles en contra que precipitaron los tiempos. Uno fue en 2008, con la Ley de Flexibilización y otro con la Ley de Cincuentones. Siempre tengo muy presente las palabras de (Danilo) Astori, siendo ministro en el período anterior, reclamando una reforma previsional como ahora lo hace el presidente y su entorno.

Creo que a nivel técnico no hay dos opiniones al respecto. El problema es que es un tema político y se necesitan manos levantadas. Lo que sé de esta reforma que se está preparando es bueno; esta vez sí se encararían las cajas que no se incluyeron hace 25 años. Se planteará algo mucho más sincero que cambiar los coeficientes, que es ir a una mayor edad de retiro. La esperanza de vida subió. Cuando llegan a los 60 o 65 años hay muchos años por delante. Estamos más jóvenes al llegar a esa edad en comparación con nuestros padres y abuelos, por lo tanto, hay que ir corrigiendo estas cosas.

En ese sentido, veo bien rumbeada la comisión que preside Rodolfo Saldain, que también estuvo en la reforma anterior y es un experto de primer nivel.

Ojalá logren aprobar una buena reforma. Creo que el presidente debería mandar al Parlamento la mejor reforma posible, y así habrá cumplido con la historia. Si después en el Parlamento no están los votos no va a ser culpa de él, pero él debería mandarla.

-Por su costo político, ¿cree que puede llegar a ocurrir en este gobierno o se volverá a postergar?

-No sé cómo se miden los costos políticos, no hay un indicador, es una percepción. Pero también, hay que hacer una campaña de información. Hace más de 30 años, en el gobierno de (Luis Alberto) Lacalle Herrera el cual integré, el presidente estaba muy comprometido con el tema e intentó reiteradamente hacer la reforma, pero no consiguió los votos. Sin embargo, el tema fue madurando en la sociedad y, con el mismo equipo técnico, a poco de empezar el período siguiente, se aprobó la Ley de Reforma Previsional. Estos asuntos requieren maduración, liderazgo, consensos, no medir costos políticos y trabajar para la historia, no para la próxima elección.

Ojalá que salga en este período, lo cual es cada vez más difícil por el tiempo y por lo que he leído y escuchado de dirigentes políticos. Pero si no saliera, que madure la fruta lo suficiente para que salga en el próximo.


Pies en la tierra

El entrevistado ha declarado en otras ocasiones sobre la falta de pragmatismo de quienes, en campaña política, prometen cambios en el aparato estatal -como por ejemplo, para el caso de Ancap-, y se puede decir que las circunstancias le dieron la razón, ya que no se han materializado propuestas como las de importar combustible refinado u otras modificaciones regulatorias.

Consultado al respecto, definió que muchos asuntos llevan un tinte político más que económico, y reconoció que coincide con la “concepción de un mercado de combustibles óptimo”, que se maneja en el entorno del PE.

Sin embargo, el tema no es ajeno a la aceptación parlamentaria y “algunos aliados no comparten esa visión”.

Recordó que las transformaciones han sido pocas, pero no pierde de vista que se anunciaron cambios para la comercialización y distribución.

“El único cambio que hubo se dejó de lado al poco tiempo, que fue la regla del Precio de Paridad de Importación (PPI), porque justo tuvieron la mala suerte de que se inaugura cuando el petróleo vuela. Hubiera significado aumentos aún mayores a los que hemos tenido. Parece razonable y prudente que, si esos precios son transitorios, no lo pasen a precios internos el primer día sino en aproximaciones sucesivas, como de hecho lo están haciendo”, profundizó.


Jugar al límite

Sobre las manifiestas intenciones del Gobierno de crear acuerdos extra Mercosur, de Haedo trajo a colación una frase que esbozó Gabriel Oddone,en un panel que compartieron en la casa del Partido Colorado.  «Tenemos que jugar al límite del reglamento», sentenció Oddone en esa oportunidad.

“Tenemos que hacer todo lo que se pueda para tener nuestro propio camino y dar esa batalla. Brasil lo hizo y Argentina, entre el control del cambio y las detracciones, es un mamarracho. Todos hacen cualquier cosa, y cosas malas. ¿Por qué nosotros no podemos hacer algo bueno?”, cuestionó.