Fernando Pereira: “El desafío de Uruguay es construir un país productivo con justicia social”

EDICIÓN EMPRESAS & NEGOCIOS Nº 100

Fernando Pereira, presidente del PIT-CNT


Con el objetivo de avanzar en la generación de derechos, el movimiento sindical debe ser capaz de comprender las transformaciones que afectan al mundo del trabajo.

¿Cómo imagina al movimiento sindical, o cómo le gustaría que fuera, en general, en el mediano y largo plazo, y cumpliendo qué rol dentro de la clase trabajadora?

En muchos aspectos lo imagino como la continuidad de parte de los mejores valores de la sociedad uruguaya. Un movimiento sindical que contribuya en la generación de derechos en los sectores sociales más débiles, que se comprometa con el conjunto de la comunidad, que tenga una posición de principios y un compromiso con la democracia y la libertad. En definitiva, que sea unido y solidario.

También me imagino un movimiento que tenga la capacidad de comprender y adaptarse a las transformaciones que vienen desarrollándose en la sociedad y, especialmente, en el mundo del trabajo. Una organización que tenga la capacidad de incorporar a trabajadores y trabajadoras que tienen otras necesidades e intereses, y a generaciones que ingresan al mundo del trabajo en nuevas condiciones.

En síntesis, una comunidad sindical que sea capaz de mantener lo mejor de su historia, pero con la capacidad de comprender y transformarse en base a la incorporación de la experiencia, las aspiraciones y los sueños de jóvenes, que tienen en un mundo dinámico, el enorme desafío de sostener y ampliar sus derechos.

¿Qué tareas fundamentales debería encarar el próximo gobierno en forma prioritaria pensando en el desarrollo del país y, sobre todo, de la clase trabajadora, en un mundo de constantes cambios a nivel del mercado laboral?

Nuestro programa tiene planteado hace ya unas cuantas décadas que el desafío fundamental que tiene por delante Uruguay es la construcción de un país productivo, con justicia social y profundización democrática. Esta consigna, por su carácter general, mantiene absoluta vigencia. El asunto es analizar en esta clave cuáles tienen que ser los contenidos, en este contexto, de dicho programa.

Allí se nos impone analizar con enorme precisión cuáles son las dinámicas actuales del funcionamiento de la sociedad. En particular, analizar cómo se implementa un modelo educativo que, al mismo tiempo que forma personas libres, nos permita mejorar nuestras aptitudes para el desarrollo productivo del país.

A su vez, atender las transformaciones que se dan en el mundo del trabajo, que no tienen que ver con los cambios tecnológicos exclusivamente, pero que deben tener en cuenta esta dimensión. Y también, apostar al desarrollo de empleos de calidad, que implique que estas transformaciones, especialmente las tecnológicas, sirvan para mejorar la calidad de vida de las personas, y que no signifiquen retrocesos en derechos.

Otro desafío importante planteado tiene que ver con una noción amplia de seguridad social, asociada a los aspectos del mundo laboral y las jubilaciones, pero también atendiendo a garantizar condiciones habitacionales dignas y el derecho a la salud de calidad. Es decir, un enfoque de desarrollo que apueste a una noción integral de la calidad de vida.

¿Cuáles son los temas en que Uruguay, como país, tendría que poner énfasis, sin importar nivel ni sector de actividad, apuntando a un mayor desarrollo en la próxima década?

A los temas que comenté anteriormente, es importante incorporarles una atención especial a dos grandes retrasos que tenemos como país. Uno es la necesidad de superar los aspectos estructurales que producen la desigualdad de género. El otro tiene que ver con el papel de los jóvenes en la sociedad. Mientras sigan existiendo obstáculos que impidan oportunidades para las mujeres, los niños y las personas jóvenes, el país tendrá cuentas pendientes que se contraponen con una noción integral de la justicia social.