“Respaldamos y apoyamos que el gobierno avance en todos los acuerdos comerciales que sean posibles”

EDICIÓN ESPECIAL 2022

Facundo Márquez, presidente de la Unión de Exportadores del Uruguay (UEU)

El impulso dado por el contexto internacional de la primera mitad de año termina con un año récord de exportaciones. Sin embargo, en los últimos tres meses ha tenido lugar una caída, que tiene como principal problema de fondo la competitividad. A esto se le suma el aumento internacional en las tasas de interés, que favorece un encarecimiento en el financiamiento de las empresas. 

El contexto ha estado enmarcado por la incertidumbre internacional, los temas geopolíticos, la desaceleración y los vaivenes económicos. En ese escenario, ¿qué balance hace del 2022?

El 2022 fue un año complejo. Iniciamos en pandemia y en febrero comenzó la guerra en Ucrania, con todo lo que significa en pérdidas humanas, de infraestructura e incertidumbre. Esta situación internacional llevó a un aumento de los precios de las materias primas, que fue favorable para algunos sectores exportadores, pero no para todos. Lo que sí tuvimos todos fueron los aumentos de costos medidos en dólares. Con ese impulso de la primera mitad del año, estamos finalizando el 2022 con un récord de exportación y esa es siempre una buena noticia.

Dicho esto, hay que tener en cuenta que la tendencia cambió. En los últimos cuatro meses registramos caídas y los problemas de fondo de la competitividad del país están lejos de estar resueltos. Además de un aumento internacional en las tasas que encarecerá el financiamiento de las empresas.

Por lo tanto, diría que fue un año desafiante, que culmina con buenos números globales, pero con sabor amargo por estar atravesando un momento complicado para la exportación, debido a la situación cambiaria, a mercados que no crecen y a muchas incertidumbres regionales y globales que aún quedan por despejar.

Mirando al 2023, ¿qué expectativas tiene para el sector exportador y cuáles son los principales desafíos?

El mundo es hoy un lugar incierto. Ese es un dato para Uruguay; estará mejor o peor, pero acá nos tenemos que centrar en procesar las mejoras que necesitamos para poder crecer exportando, que es la única forma genuina que tiene el país de ampliar el empleo y la calidad de vida de los uruguayos.

Uruguay debe posicionarse como un proveedor confiable de lo que el mundo necesita: alimentos, energía, sostenibilidad, calidad, seguridad, paz. Ser un hub tecnológico y  logístico.

Para afianzar esto, necesitamos seguir trabajando en aspectos de corto, mediano y largo plazo. En el corto plazo tenemos temas urgentes, como corregir el nivel del dólar, que está desalineado. Hoy estamos entre 15% y 20% más caros que países europeos, China o Estados Unidos, según la medición de tipo de cambio real. Creemos que gran parte del actual nivel del dólar responde a los aumentos de la tasa de interés llevados adelante por el BCU, que incentiva a cambios en los portafolios de los distintos agentes de mercado priorizando la colocación en instrumentos financieros en pesos y desincentivando la compra de dólares.

El foco puesto en el dólar no significa que consideremos que es la única variable relevante para la competitividad. Pero es de las pocas variables capaz de borrar de un plumazo cualquier mejora de productividad que se haga por otra vía y es transversal a empresas de todos los sectores y de todos los tamaños. El país productivo, que genera trabajo y actividad, se pone en gran tensión. Además, si no resolvemos esta coyuntura será difícil llegar al mediano y largo plazo para muchas empresas.

A la situación cambiaria hay que agregarle que contamos con muy pocos acuerdos comerciales. Destinamos anualmente cerca de US$ 500 millones en aranceles y estamos en franca desventaja en relación a nuestros competidores.

Otros temas que tenemos en la agenda de competitividad pasan por bajar costos tarifarios, logísticos y burocráticos. En ese sentido, venimos trabajando desde la UEU con los distintos ministerios y organismos. Necesitamos convertirnos en un país más digital e innovador. Para eso se requieren reformas importantes, como la de la educación, la de seguridad social o la del Estado.

Estamos seguros de que Uruguay debe hacer los mayores esfuerzos por mantener un valor fundamental que es la institucionalidad y buen relacionamiento de todos sus actores sociales más allá de las diferencias. Nada sustituye eso y hay que cuidarlo.

¿Considera correctos los pasos dados por el gobierno en materia de inserción internacional?

Respaldamos y apoyamos plenamente a que el gobierno avance en todos los acuerdos comerciales que sean posibles. Siempre partiendo de la base que serán bien negociados. Concretar un TLC con China permitiría afianzar la corriente comercial y no estar expuesto a la vulnerabilidad de perder clientes frente a competidores que tienen acuerdos, como ser Nueva Zelanda y Australia. A su vez, ingresar al CP-TPP sería entrar a las grandes ligas. Es un acuerdo que involucra 11 países, con 480 millones de personas y representa el 14% del PIB. Tiene una potencialidad enorme para Uruguay. También está pendiente el acuerdo Mercosur-Unión Europea. Y ni que hablar que seguir haciendo los mayores esfuerzos para que el Mercosur mejore en su funcionamiento. Ninguno es fácil y pueden llevar años, pero son esfuerzos que deben ser hechos porque gran parte del futuro del país depende de ellos.

¿Cuál cree es el futuro del Mercosur?

Uruguay representa el 3% del PBI del Mercosur ¡Solo el 3%! Pero no tenemos dudas que nuestro valor estratégico dentro del bloque es mucho más importante que eso. Debemos ser inteligentes para negociar. Esperar los momentos y avanzar. A veces aparecen “balas de plata” que hay que saber utilizar. No tenemos dudas de que al Mercosur hay que reformularlo. No ha funcionado como una plataforma de inserción internacional, como estaba previsto en sus inicios. Los integrantes del bloque regional deben entender que Uruguay necesita avanzar a otro ritmo porque no tiene el mercado interno que sí poseen Argentina o Brasil. En ese sentido, confiamos plenamente en nuestros diplomáticos para buscar la forma de concretar acuerdos comerciales sin que esto signifique una salida del Mercosur. Brasil ha sido algunos meses nuestro principal destino de exportación de bienes, tras meses de caídas de China; y Argentina sigue estando en los primeros cinco destinos de nuestros bienes. No podemos descuidar esos mercados, pero no podemos restringirnos las posibilidades de llegar a otros.

Además, Uruguay debe avanzar en otras estrategias, como negociar sin la necesidad de firmar TLCs. A modo de ejemplo: acordar aumentos de cuotas; lograr habilitaciones sanitarias de nuevos productos con países con los que ya comerciamos, como fue la lengua en Japón; negociar mejoras arancelarias puntuales; avanzar en acuerdos de doble tributación, como puede ser el de servicios con Estados Unidos. Medio Oriente y África tienen mucho para ofrecer y son regiones subexplotadas para Uruguay, demandantes de bienes y servicios que podemos ofrecer.

Para todo esto necesitamos de una Cancillería activa, un Uruguay XXI pujante y muchas misiones, como las realizadas a Japón o a Emiratos Árabes. Hay que salir a buscar mercados, el exportador sabe bien de eso, pero es importante el apoyo de todos los gobiernos, porque son procesos que en muchos casos llevan años.

Vienen trabajando también en sostenibilidad. ¿Ese es otro factor a tener en cuenta para llegar a los mercados?

Sí, venimos trabajando en que las empresas integren la gestión de la sostenibilidad, por un tema de responsabilidad empresarial, para aprovechar las ventajas competitivas que podemos tener en algunas áreas y porque cada vez será más exigido en los mercados internacionales.

Uruguay tiene todo lo necesario para liderar en esta materia. Debemos posicionarnos en sostenibilidad, nuestra escala nos debería permitir ir más rápido y obtener rédito por nuestros esfuerzos. Ya no será un tema de diferenciación, sino de vender o no vender.