El momento óptimo para avanzar en la agenda de reformas es ahora

EDICIÓN ESPECIAL 40 ANIVERSARIO

POR LUIS MOSCA, ECONOMISTA, EXMINISTRO DE ECONOMÍA Y FINANZAS E INTEGRANTE DEL CONSEJO EDITORIAL DE EMPRESAS & NEGOCIOS


Economista, exministro de Economía y Finanzas e integrante del consejo editorial de Empresas & Negocios. En 1981, cuando se editó el primer número de Crónicas Económicas, vivíamos tiempos  particularmente difíciles. ¿Qué circunstancias, a la distancia, podemos destacar hoy y que naturalmente estuvieron en el centro de la reflexión del semanario en aquella época? Hagamos un poquito de historia, un rápido paneo de CRÓNICAS que uno recuerda de ese tiempo, de hace 40 años.

En 1978 comenzó la revolución islámica en Irán, que culminó con el derrocamiento del Sha y con la instauración de un régimen teocrático que se mantiene hasta la fecha. Este fue un evento importante  para explicar cómo se desencadenó la segunda crisis del petróleo, que se dio entre 1978 y 1979.

En 1980 tuvo su inicio la guerra entre Irán e Irak y el precio del crudo aceleró su vertiginoso ritmo ascendente. A precios de hoy en día, equivaldría a más de US$ 150 el barril. Huelga agregar que esta circunstancia afectó severamente la economía mundial, favoreciendo además los cambios de partido político en los gobiernos de algunos países importantes.

En enero de 1981 dio comienzo la era Reagan en Estados Unidos. La denominada economía de la oferta pasó a ser el cerno de su política económica y ocupó un lugar destacado en el debate académico de la época. Para entonces, Paul Volcker era el presidente de la Reserva Federal. Asumió en 1979 y en ese año la tasa de variación promedio de los precios del consumo (CPI) fue superior al 11 % y un año más tarde fue aún mayor,  se ubicó en 13,5%.

Volcker finalmente decidió enfrentarla con una política de choque y se elevó la tasa básica de política monetaria, la Federal Fund Rate (FFR), que llegó a alcanzar un máximo de 19% a mediados de 1981, con su consiguiente efecto desplegando el abanico de tasas de interés que se abre a más plazo. En particular, el rendimiento de los títulos del Tesoro (Treasuries) a 10 años de plazo, alcanzó casi un 16% en setiembre del año 1981; fue del 13,9% para el promedio del año.

Por supuesto, los arbitrajes entre tasas y monedas llevaron a que esos niveles de rendimiento se esparcieran por el mundo como un reguero de pólvora, provocando una contracción de la economía mundial, un fortalecimiento del dólar y un colapso en el precio de las materias primas… un cocktail con cianuro para nuestros países.

Recordemos también -los que tenemos edad para hacerlo-  que la banca internacional se había visto inundada de petrodólares y dado que había bajado mucho la rentabilidad en los países desarrollados, se aumentó la posición crediticia a los países entonces considerados en vías de desarrollo.

Todo iba bien, hasta que llegó el mencionado cocktail a nuestra mesa. El año 1981 es recordado como uno de los peores para la economía latinoamericana en décadas. Brasil y Argentina en recesión y ambos con índices inflacionarios de tres dígitos. Inicialmente Uruguay pudo resistir y creció moderadamente un 1,9% ese año.

Pero en 1982 sobrevino otra pesadilla. En agosto, el gobierno mexicano anunció su incapacidad de pago de su deuda soberana en moneda extranjera. Ello desató el pánico en los mercados y se produjo una salida de capitales en estampida de la región; Uruguay también cayó en la redada.

Fue el fin de la “tablita” en noviembre de 1982 y se aceleró la caída del PBI, que fue de más del

15% en el trienio 1982-84; en particular, el descenso en la actividad fue del 9,4% en 1982.

En aquellos años, los bancos del exterior eran una fuente importante en el financiamiento del sector público. Cuando se produce la “seca” de fondos desde el exterior, y dado que siempre en nuestro país se pagaron puntualmente los intereses de la deuda en tiempo y en la moneda acordada, se pudieron colocar títulos en dólares en el mercado local, con un spread algo inferior a los 200 puntos básicos sobre la tasa Libor. Promedialmente, la Libor se ubicó en 16,9% en 1981.

Pero todo eso ya es historia…

Aquella tasa, la Federal Fund Rate que trepara hasta un 19%, hoy se ubica entre 0 y 0,25%.

La tasa de los títulos de Tesoro (Treasuries) a 10 años, que alcanzara casi un 16%, actualmente se ubica en 1,40%.

Pensemos por un instante que hace cuatro décadas los títulos soberanos en dólares emitidos por Uruguay se colocaban al 16,9% más la prima de riesgo correspondiente a nuestra situación. Insostenible, verdaderamente insostenible.

Afortunadamente, hoy en día CRÓNICAS nos da cuenta de otras circunstancias. Nos comenta que no se prevé un endurecimiento en la política monetaria de la FED en el corto plazo, también nos señala que persiste un abundante financiamiento internacional y destaca la sucesión de éxitos en nuestras emisiones de deuda soberana.

Así, hemos visto cómo fue posible la emisión del último bono global en dólares a 10 años de plazo, con una tasa del 2,47% anual y un spread de 80 puntos básicos sobre Treasuries. Esto es, la tasa de interés de nuestros títulos en dólares a 10 años es hoy casi ocho veces inferior a la que existía hace 40 años… ¡casi ocho veces inferior!

También se pudo emitir títulos a ese plazo en pesos nominales, hecho absolutamente inédito, y se suceden las colocaciones a plazo nominadas en UI, que tienen una gran demanda en nuestro medio. Es un momento óptimo para avanzar en la agenda de reformas.

Ojalá CRÓNICAS nos dé cuenta de ello en un futuro no muy distante…

Encastres

El año 1981 es recordado como uno de los peores para la economía latinoamericana en décadas. Brasil y Argentina en recesión y ambos con índices inflacionarios de tres dígitos. Inicialmente Uruguay pudo resistir, pero en 1982 sobrevino la pesadilla.

Pensemos por un instante que hace cuatro décadas los títulos soberanos en dólares emitidos por Uruguay se colocaban al 16,9% más la prima de riesgo correspondiente a nuestra situación. Insostenible, verdaderamente insostenible. Afortunadamente, hoy en día CRÓNICAS nos da cuenta de otras circunstancias.