Saccone: “El contexto nuevamente nos favorecerá”

Carlos Saccone - Head of Wealth de HSBC Uruguay

Mes a mes, en las páginas de Empresas & Negocios, Carlos Saccone analiza diversos temas que tienen que ver con estrategias de inversión, mercado de capitales y temáticas relacionadas con los mercados en general. En ocasiones, sus conclusiones han ido en contra de la tendencia, y con el tiempo la realidad de los hechos le han dado la razón. Diversas son las interrogantes que llegan de los lectores ante sus análisis. Por esa razón, la propuesta en esta ocasión fue realizar un mano a mano donde diversos temas de actualidad estuvieran sobre la mesa. Y el experto dejó conceptos y conclusiones que aclaran el panorama futuro.  

Saccone prevé, en el corto y mediano plazo, una mayor participación de los mercados emergentes en la economía global, en detrimento de los países desarrollados. A la vez, establece que Uruguay disfruta también del efecto derrame que hay sobre los principales países emergentes de la región. La importancia de un TLC con China, que viene en materia de tipo de cambio y los desafíos que tienen ante sí los países desarrollados también fueron temas de análisis por parte del ejecutivo de HSBC.

Por Oscar Cestau | @OCestau 

El mundo sufre una transformación económica, donde las inversiones ya no miran con tanto énfasis a las economías desarrolladas, sino que ponen los ojos en los países emergentes. ¿Cuáles son los motivos que desembocan en este nuevo escenario?

Los países desarrollados, en particular los de Europa Occidental -pero también en cierta medida Estados Unidos-, se encuentran enfrentando un proceso de «Japonización» de sus economías. Japón, en la década del 60, crecía al 12%, pero esa explosión pasó, y la última vez que creció dos años consecutivos más de 4% fue hace 25 años. Es decir, Japón alcanzó una etapa de híper desarrollo y productividad tal que es muy difícil que vuelva a repetir a esos niveles. Ese tema en Japón está empezando a pasar en algunas partes de Europa, un poco en Estados Unidos, y toda esa secuencia desemboca, entre otras cosas, en tasas de interés bajísimas (y hasta negativas) en monedas duras, de referencia internacional -llámese dólar, euro libra yen, franco suizo-, es decir las monedas de países desarrollados. En estos países se está empezando a dudar de la efectividad de la política monetaria y se  comienza a hablar de medidas fiscales (baja de impuestos) para reimpulsar el crecimiento. Un trabajo publicado por el Bureau Nacional de Investigación Económica de los Estados Unidos en febrero de este año aborda este tema y define la «Japonización» como la combinación » de diversas condiciones  económicas. Primero, la tasa de crecimiento es menor que la tasa potencial de crecimiento por un período prolongado. Segundo, la tasa natural de interés es negativa y además inferior a la tasa de interés real. Tercero, la tasa nominal de política monetaria es cero. Y cuarto,  deflación.  Desde 2009, varias economías desarrolladas han experimentado las condiciones primera y tercera, y por períodos breves también la cuarta.  Ahora, esto también se puede percibir intuitivamente. Y ahí surgen diversas interrogantes: ¿Cuánto más pueden crecer los países desarrollados? ¿Cuánto más pueden consumir?  ¿Cuánto más se pueden endeudar sus gobiernos?  ¿Cuánto más se pueden desarrollar en términos económicos?  Respondiendo a estas preguntas, se puede considerar que el crecimiento está limitado, a menos que exista una revolución de incremento de productividad, que tampoco se puede descartar.  Entonces,  las tasas de interés y ganancias de empresas -en general-, se encontrarán relativamente contenidas, lo que le saca atractivo a inversiones en estos países.  

Ese tema, que pasa a ser de coyuntural a estructural, hace que las inversiones se vayan de esas economías y se vuelquen a países donde hay un poco más de crecimiento, con retornos más atractivos tanto en la economía real como en títulos de los gobiernos locales. El caso más claro es el de las letras de Tesorería de Uruguay, que rinden un 10-12% y hasta 14% para plazos más largos.

En síntesis, si los mercados emergentes mantienen estas tasas de interés nominales altas volverán los dólares en busca de retornos atractivos, lo que presionará para que baje la cotización del dólar en el mercado local.   

Imprescindible será crear las condiciones de libertad económica para que esta segunda ola, mucho más suave y ordenada, pueda ser aprovechada para impulsar emprendimientos económicos locales privados, y así fuentes de trabajo genuinas y bienestar para la población.

¿Cómo se para Uruguay en este contexto?

Uruguay disfruta también del efecto derrame que hay sobre los principales países emergentes. Nuestro país está rodeado de dos economías muy grandes que este año van a tener una tasa de crecimiento negativa pero que todo indica que tendrán una recuperación para el año que viene. Entonces, si se espera una recuperación para Argentina y Brasil,  Uruguay, que es un país históricamente menos volátil que sus vecinos desde todo punto de vista, indefectiblemente va a recibir derrame de esas economías. Lo que perjudica a Uruguay son los temas de volumen, porque somos un país chico. De repente hay inversiones que no llegan porque no tenemos economía de escala, pero aun así llegan inversiones a la economía real. Hay interés también por inversiones en la economía financiera, en exponerse a tasas de interés en pesos, y eso es positivo para el país.

El contexto nuevamente nos favorecerá, de forma menos exuberante que la década pasada, pero lo hará. Yo lo llamo «el viento de cola estructural de largo plazo». Uruguay completará el período más largo de su historia sin recesión económica.  Es verdad que el crecimiento se ha moderado mucho, y hasta podemos estar de acuerdo en que Uruguay tiene hoy una economía «estancada», pero lo que hay que rescatar es que no estamos en contracción económica.  Puede parecer poco, pero no lo es si miramos los últimos 150 años de nuestra historia. El período actual se convertirá en el más extenso sin una recesión económica desde que se llevan estos datos (1870), dado que 2016 será el decimocuarto año consecutivo sin que baje el Producto.  Todo esto si Uruguay crece en 2017 -en general el consenso y la proyección de HSBC es que existirá crecimiento moderado pero mayor al de 2016-. El período más extenso fueron los 15 años entre 1943 y 1957.  Interesante también es preguntarse cuánto mérito tienen las políticas económicas del país. Especialistas como Ignacio Munyo afirman que lo que crece o no crece Uruguay está explicado en bastante más del 50% por lo que le sucede a los vecinos.  

Entonces la realidad indica que crecemos poco…

Crecemos poco. En términos económicos, somos el 2% del Mercosur, entonces lo externo importa muchísimo para Uruguay.  Y en este contexto particular se ha potenciado aún más. Lo que beneficia a los demás mercados emergentes también nos beneficia a nosotros. No hemos hecho mucho para poder alcanzar este período tan extenso sin recesión, pero la realidad que se produce en el mundo desarrollado nos beneficia de una forma manifiesta, y está provocando una segunda ronda de «apetito» inversor por nuestros mercados.  De todas formas, es clave resaltar que si la carga estatal fuera menor, si los estímulos a la inversión privada fueran mayores, y la apertura comercial fuera mayor, no hay dudas que estaríamos mejor, creciendo más y generando más riqueza.

¿Puede decirse que estamos entrando en una segunda etapa de los mercados emergentes?

Si, así es. Hace 10 años arrancó la primera de la era contemporánea y fue una explosión desordenada. Los commodities no dejaban de subir, China crecía por encima del 10% todos los años, entonces era como muy fácil. Ahora, después de la bajada, viene un período de estabilidad con crecimiento menor. Hay que ver que China está atravesando un proceso de transformación de su economía, pasando de una economía que solo demandaba cosas del exterior, en especial commodities, hacia la búsqueda de una dinamización de su economía de consumo interno. En ese escenario, Uruguay aún sigue bien posicionado. China tiene 1.500 millones de personas y siempre van a consumir lo que nosotros producimos.

A propósito, ¿ve con buenos ojos este acuerdo comercial que se busca con China?

Para mí es fundamental. Es un paso importantísimo mirando a las próximas décadas de desarrollo del país. China es un mercado impresionante. Hay que ver después el tema del vecindario, porque ya hay algunos ruidos al respecto.  

Volvamos al principio: ¿Qué tiene a favor Uruguay para atraer inversiones?

Comparándolo con la región, tiene estabilidad política. La foto esa que circula de los cinco presidentes de la era democrática en una mesa, juntos en una reunión, hablando civilizadamente, solo la he visto de presidentes de Estados Unidos. Eso es valiosísimo, y creo que el país debería destacarlo aún más. Que adversarios de los polos más opuestos de los principales partidos de los últimos 30 años se junten a conversar en torno a una mesa me parece excepcional.

Después hay temas más técnicos, como que Uruguay mantenga el grado inversor. Más allá del tema financiero, el grado inversor es de buena reputación para los mercados, a tal punto que hay inversores institucionales que dividen entre los que no lo tienen y los que lo tienen. Si tiene grado inversor enseguida se ponen a estudiar qué posibilidades hay; en cambio si no lo tienen, lo descartan enseguida. El grado inversor es una herramienta no perfecta pero útil a veces porque da criterios equiparables de análisis de países o economías.

En contrapartida, ¿qué debemos mejorar?

El costo que tiene el inversor o el empresario, es decir, la carga estatal, impositiva. Todo eso es un punto a mejorar.  

El país tiene posibilidades de hacer algo al respecto, pero mucho de ello termina en voluntades políticas de abrir la cabeza, por ejemplo con respecto a establecer TLC con otros países. Por ese lado hay posibilidades de desarrollo brillantes. Y lo bueno es que se insista. Si no funcionó con Estados Unidos, sí lo hizo con Chile y se encamina a hacerlo con China. Si miramos el mundo, hay cosas para hacer.

¿Piensa que estamos muy en lo inmediato y que hay que empezar a planificar un país más a largo plazo?

Algo de eso hay. Por ejemplo, respecto al desarrollo forestal que tiene el país, cabe recordar que su génesis fue hace 25 años, cuando se legisló; y los frutos se empiezan a ver ahora. Hay que pensar en las cuestiones estratégicas que van a darle al Uruguay posibilidades de desarrollo en el largo plazo.

¿Cuánto importa la educación en ese desarrollo futuro?

Es fundamental. Que haya gente capacitada, educada, también despierta apetitos por parte de los inversores. De hecho, en algún momento hubo algún inversor muy grande que quiso instalarse y no encontró la cantidad de ingenieros que necesitaba para desarrollarse. Los temas educativos terminan repercutiendo en la sociedad, más allá de lo económico. Este debe de ser uno de los temas más difíciles porque las soluciones son a largo plazo. En mi opinión, en este terreno, hay que armar un plan estratégico de 20 años de duración y seguirlo como política de Estado.   

En materia de tipo de cambio, se está dando lo que pronosticaba HSBC en sus diversas columnas de Empresas & Negocios, que bueno es recordar, iba contra la corriente de la mayoría de los especialistas…

Es verdad. El año pasado el banco era de los pocos que anunciaba algo de lo que efectivamente sucedió. Como decíamos al principio, básicamente es producto de tasas prácticamente en cero en estas monedas duras, y que se van a mantener así, muy bajas. Ante mercados estables, como el nuestro, sin grandes problemas ni profundizando recesión ni inestabilidades políticas sino todo lo contrario, y ante mejoras que los mercados perciben en Argentina, Brasil y Perú, hay más apetito por invertir en estos lados. Entonces, llegan monedas de afuera y eso presiona el tipo de cambio. El Banco Central ha tenido que intervenir bastante en los últimos días para que el dólar no perfore los 28 pesos. Eso hace un año no lo decía prácticamente nadie. Para nosotros eso es parte de la tendencia estructural de desbalanceo, de más importancia relativa de las economías emergentes y una caída de la importancia relativa de las economías desarrolladas en cuanto a participación del producto interno global.

¿Un cambio de la política monetaria de la Fed puede producir un cambio y modificar el actual escenario?

Creo que puede llegar a impactar generando una volatilidad en el corto plazo, ya sea por algunas semanas o un mes, pero no estructuralmente. Nosotros prevemos que las tasas muy bajas en dólares se van a mantener. El banco prevé una suba de tasas el año que viene. En dólares, el inversor financiero va a tener retornos muy bajos, entonces mira a países que tienen historias razonablemente estables, como Uruguay, y tasas locales altas, entonces fondos de inversión del exterior compran los títulos en pesos. Eso es algo que presiona a la baja el tipo de cambio.

¿Cuánto impacta que el país no tenga un mercado de capitales desarrollado?

Impacta y mucho. Hay investigaciones de fines de los 90 que describen y analizan estadísticamente que a cuanto más desarrollado el mercado de capitales de un país –principalmente el mercado de acciones-, más posibilidades de desarrollo económico tiene. Personalmente aplaudo esta iniciativa del gobierno de darle a las pymes la posibilidad de ir al mercado para ampliar su capital, porque es imprescindible tener un mercado de capitales bastante más profundo y con más alternativas. Porque al final, va a terminar brindándole alternativas de ahorro al habitante del Uruguay. Es un ganar-ganar por todos lados.   

Hay una iniciativa buena del Banco Central con ‘BCU Educa’, que ha estado por todo el país explicando a los niños sobre el tema. Es una estrategia muy buena para educar a los más pequeños sobre aspectos financieros como el ahorro, la planificación, etc.


Un nuevo escenario impone desafíos

¿Cuáles son los principales temas que tendrán que resolver los países desarrollados, y que hoy muestran escaso crecimiento?

Uno de los principales  desafíos es el tema previsional, que es producto de nuestra estructura demográfica -muchos viejos y pocos jóvenes debido a una relativamente elevada esperanza de vida, aunque infelizmente también a la emigración de jóvenes-. También tienen que ver con el desarrollo económico. La esperanza de vida es cada vez mayor y sin embargo la edad jubilatoria ha subido poco y nada. Entonces, es cada vez más grande el período que los Estados o los fondos previsionales tienen que financiar ese último tercio de la vida de su gente. Este es uno de los problemas que están surgiendo a partir de todos estos cambios que se están produciendo.

Otro tema clave está vinculado con la robótica y la tecnología, y cómo tenemos que prepararnos para este tipo de cosas. Este tipo de eventos, que aumenta la productividad pero que a la vez afecta el empleo, asignan enormes desafíos tanto para los Estados como para las personas.  A nivel de Estados, empresas como Uber o Airbnb ponen a prueba todo esto e imponen a los gobiernos enormes desafíos tributarios.