La pared que se yergue entre la expectativa y la realidad de quienes arriban a nuestro país en búsqueda de un mejor futuro es alta. Muchos de los extranjeros que desembarcan son profesionales que deben recurrir a trabajos de menor especialización a causa de las reválidas de su título, o de la imposibilidad de acceso a mejores puestos laborales. Varias organizaciones los ayudan en este camino, y desde las consultoras sostienen que la probabilidad de que terminen en un trabajo que no concuerda con su formación es hasta tres veces mayor que la de un uruguayo.
Por Anahí Acevedo | @PapovAnahi y Jessica Vázquez | @JessVazquezL
El primer día de empleo de Miguel Feo, en un call center, fue terrible. Se trataba de una figura de trabajo que en Venezuela no existe. Vender telefónicamente y brindar números de tarjeta de crédito a desconocidos, es imposible en el país caribeño a causa de la desconfianza, aseguró a Empresas & Negocios.
Los dos meses que estuvo allí parecieron ser, en realidad, seis. Luego comenzó a trabajar en Divino, en el área de ventas. ¿Su profesión? Licenciado en Educación con especialidad en Ciencias Sociales. Tiene nueve años de experiencia en la docencia, distribuidos entre colegios y universidades impartiendo clases de Investigación Educativa, Geografía e Historia. Aquí solo pudo conseguir tres horas por semana como docente en un colegio.
En agosto de 2016 su avión aterrizó en el Aeropuerto de Carrasco. Confesó que siempre estuvo enamorado de nuestro país dado que le parecía tranquilo y cálido y, además, integraba el Mercosur. Otro punto a favor era que todo indicaba que prometía oportunidades laborales. “Cuando pensé en salir de Venezuela nunca me fijé en otro país que no fuera Uruguay”, admitió.
Llegó junto a su esposa y “un chamito” de un año y medio. Lo recibió el largo trecho entre la teoría y la práctica. “Cuando leímos acerca de lo que era la llegada a Uruguay, el panorama apuntaba un poco difícil. Cuando llegamos, nos dimos cuenta que era el doble de complicado”, recordó.
El proceso de alquiler de una vivienda fue una de las principales dificultades a las que debieron enfrentarse. “Si no tienes el dinero para abonar seis meses de alquiler, tienes que esperar tres meses para poder hacerlo a través del Ministerio de Vivienda”, señaló. Feo no contaba con esa suma monetaria ni con el tiempo de espera, pero corrió con mejor suerte gracias a una persona conocida que les alquiló una habitación sin garantía.
“Me inquieta cuando no veo soluciones rápidas o precisas en el campo de la seguridad, entonces siento que Uruguay es el reflejo de lo que fue Venezuela hace algunos años, por lo que me preocupa que no se tomen cartas en el asunto”, reflexionó.
Desde hace tres meses, Ariagna Albuerne se encuentra viviendo en nuestro país con su pareja. Llegaron desde Cuba luego de haber pasado por Guyana y también por Rusia. La situación económica de su país la obligó a buscar otros horizontes que le permitieran desarrollarse profesionalmente. Es que Albuerne es ingeniera informática, pero en Cuba tuvo que instalar una empresa familiar de alfarería para poder generar una entrada económica que le permita sostenerse. “En Cuba el sistema esta invertido, los profesionales ganan muy poco y los que hacen negocios de reventa o cosas ilegales tienen más dinero”, sostuvo la entrevistada.
Se había dirigido a Guyana y a Rusia a probar suerte, pero por una cuestión legal entendió que Uruguay era el sitio indicado. “Estudié el país; personas que ya estaban viviendo me dijeron que el acceso al documento de identidad era rápido y que acá existen grandes posibilidades de crecimiento en el mundo de la ingeniería”, declaró.
A pesar de que actualmente se encentra trabajando en un call center, tiene intenciones de crecer en el campo laboral y llegar a emplearse en asuntos relacionados con su rubro, ya que, aseguró, hay gran demanda. Indicó que “el primer paso era conseguir cualquier trabajo en el que pueda estar en caja y así tener acceso a la legalización y a una garantía para alquilar. En las pensiones se vive como cucarachas, y no queremos eso”.
Detalló Ariagna que los problemas principales que tienen como inmigrantes es la demora que existe hoy para obtener la documentación. “Esto lleva a no conseguir empleo, ya que muchas empresas no te contratan solo con pasaporte. Y si no trabajamos, no podemos conseguir garantías para alquilar un lugar digno”, explicó Ariagna.
Ranier González es abogado con un posgrado en Derecho Administrativo y fue profesor universitario en Venezuela. En Uruguay trabaja en Prosegur, en el área de ventas de alarmas y, en sus horas libre, maneja un taxi. Tiene 39 años y, en total, trabaja 13 horas por día.
Cuando arribó a Montevideo, en febrero de 2017, recurrió a la Universidad de la República en busca de una reválida que le resultó difícil de obtener, dado que el título venezolano no es habilitante para otros países. Fue entonces que apeló al área de posgrado, pero lo que urgía era conseguir un empleo.
La principal razón que lo impulsó a salir de Venezuela fue la situación de inseguridad. “Al ser padre de familia, me preocupaba mucho el porvenir de mis hijos”, admitió a Empresas & Negocios.
Hasta noviembre de 2017 pasaron por Manos Veneguayas 1.747 personas y se entregaron más de 9.000 productos.
Al comparar Uruguay con otras opciones latinoamericanas, encontró más beneficios legales aquí, así como también oportunidades en salud, medicina y educación, comentó. En el área política, encontró estabilidad. En un primer momento llegó sólo, como lo hace la mayoría de los inmigrantes. Al poco tiempo, llamó a su esposa e hijo.
González descubrió en Uruguay a un pueblo solidario, de gente muy cálida, pero también un país costoso, donde salir a comer cuesta tanto dinero como en Europa. Su historia se repite entre sus amigos. Uno de ellos, contador público, cuando llegó a nuestro país, comenzó trabajando en un estacionamiento, moviendo y limpiando autos, aseguró, pero agregó que su suerte cambió y consiguió empleo en un estudio contable.
Estirlitz Gutiérrez es licenciado en deporte. Se recibió en su país: Cuba. La crisis económica por la que estaba atravesando lo condujo a que el 15 de diciembre de 2016 se instalara en Uruguay junto a su esposa. “Llegué porque es posible regularizarse migratoriamente de manera rápida y ser residente legal. En otros países esto es imposible”, afirmó.
Desde el punto de vista económico, Gutiérrez indicó que se encontró con una realidad mucho mejor que la de Cuba, y que a los días de estar en nuestro país, tanto él como su esposa consiguieron empleo. “Tuve la suerte de conseguir trabajo en Prosegur, en un banco, y mi esposa está como moza en un hotel. Al principio sí pasamos mal por buscar trabajo de nuestro rubro y no encontrar”, añadió.
El objetivo del entrevistado fue conseguir un empleo en cualquier rubro disponible, con la condición de que aportara al Banco de Previsión Social, y acceder, de esta manera, a una garantía de alquiler. “Al principio estuve en una pensión, muy cara y en malas condiciones. Durante un año estuve en un cuarto con solo una cama y baño compartido, mientras ahorraba para la garantía”, explicó.
Actualmente vive en el Centro de Montevideo, en un apartamento al que accedió gracias a asociarse con dos matrimonios cubanos que también lo habitan. Gutiérrez contó que alquilaron el apartamento a través de la Contaduría. “Pagamos 16.000 pesos mensuales y tenemos tres habitaciones, no está mal”.
El entrevistado espera trabajar cuatro años más en Uruguay, y obtener la ciudadanía para que se “abran más puertas a nivel laboral”, como el ingreso a concursos para una institución pública, sostuvo.
“Me imaginaba que Uruguay era un país más europeo y menos latino, pero veo que más latino y menos europeo”, reflexionó Rafael Rodríguez en conversación con Empresas & Negocios. Llegó desde Venezuela a Uruguay hace ya un año y medio junto a su hija y su esposa. A sus 59 años de edad, consideró nuestro país por el nivel de vida que prometía. De profesión Ingeniero Civil, auguró que aquí tendría más oportunidades laborales. Durante un año completo buscó trabajo en Uruguay, pero no encontró. Pasado este tiempo, se resignó a que tendría que trabajar como carpintero y pintor, actividad que mantiene hasta hoy.
“Busqué muchísimo hasta que llegó un momento en que me convencí que nadie iba a darme empleo por mi edad”, admitió. Dijo, además, que en su país natal también le era difícil trabajar, dado que se encuentra sobrecalificado. También fue docente y brindo varios cursos. Hasta 2014 tuvo mayores posibilidades, pero luego la situación comenzó a ser más complicada.
Rodríguez no es el único de su grupo de amigos que pasó por esta experiencia. Uno de sus conocidos, que también ha llegado a Uruguay, es ingeniero mecánico y actualmente trabaja como vigilante. “Por las reválidas y la Credencial Cívica le ha costado conseguir empleo. Ahora apuesta por el Interior del país, porque es mucho más fácil”, dijo. Igualmente, mencionó que otro de ellos “cobra menos que un obrero, trabajando en una empresa 10 horas por día”. Advierte que el venezolano que llega a Uruguay cambió su mentalidad. “Sabe que viene a trabajar entre 10 y 12 horas, incluso los fines de semana”.
Además de los índices de desempleo de nuestro país, señaló que hay quienes pasan necesidades y observó que, a pesar de que se subrayan las oportunidades educativas, “hay mucha deserción” lo que, declaró, lo ha decepcionado. Enfatizó que nuestro país debería ser más abierto para contratar docentes, dado que muchos venezolanos “tienen mucho potencial en este tema”.
La visión de las consultoras
Desde Manpower Group observan que, efectivamente, hay un número creciente de inmigrantes ingresando al mercado laboral uruguayo. Fernando Aldabalde, gerente Comercial de la institución, sostuvo a Empresas & Negocios que la elección de Uruguay como país para migrar está dada por diversos factores, entre ellos, la facilidad de conseguir papeles para una más rápida inserción laboral, las afinidades culturales y el idioma, así como también la estabilidad política, económica y social, y las buenas condiciones de vida en general.
Sin embargo, advierte que los perfiles extranjeros tienen distintos niveles de educación y preparación. “En general, los venezolanos cuentan con un alto nivel de formación y experiencia, así como el dominio de una segunda lengua, mayoritariamente inglés, que nos ayuda mucho a la hora de lograr una inserción más rápida en el mercado”, comentó.
No obstante, la inclusión de estos perfiles al mercado laboral no siempre es sencilla. Sin importar que sean ingenieros, programadores o médicos, los inmigrantes se ven obligados a comenzar desde abajo. “La probabilidad de que terminen en un trabajo que no concuerda con su formación es hasta tres veces mayor”, calificó. Agregó que esta problemática se acentúa más en perfiles especializados, donde la revalidación de los títulos y de las capacidades no es una tarea sencilla.
Para las empresas locales, sobre todo aquellas orientadas al sector de las Tecnologías de la Información y Comunicación –donde la escasez de talento es algo recurrente- los perfiles extranjeros calificados y con muy buen nivel de inglés pueden suponer una gran fuente de talento para cubrir vacantes.
Pero, por otro lado, en los inmigrantes que poseen menor nivel educativo, las industrias que se destacan a la hora de insertarse laboralmente son aquellas relacionadas a los comercios minoristas, los hoteles, restaurantes, servicios domésticos y de transporte.
“Se trata de perfiles que vienen con capacidad y con mucha actitud de servicio, ideales para posiciones como atención al cliente”, comentó Fernando Aldabalde, gerente comercial de Manpower Group Uruguay.
“Se trata de perfiles que vienen con capacidad y con mucha actitud de servicio, ideales para posiciones como atención al cliente, mozos, reponedores, vendedores, niñeras y conductores de Uber, por mencionar algunos ejemplos. La mayoría de estos perfiles, aprovechan el acceso a educación gratuita para capacitarse y profesionalizarse mientras trabajan”, explicó.
Aldabalde sostuvo que cada vez son más las empresas que están abiertas a brindar una oportunidad de acceso a las ofertas laborales a perfiles del exterior, dado que comprendieron que la inclusión de estos talentos proporciona diversidad cultural y enriquece a los equipos de trabajo. “La llegada de inmigrantes a nuestra economía, con crecimiento demográfico casi nulo, contribuye a un mayor dinamismo económico, incrementa la productividad y crea nuevos mercados para productos que no estaban instaurados”, remarcó.
En tanto, Hernan Ponzio, director Zonal de Adecco Uruguay, dijo a Empresas & Negocios que los inmigrantes ven como un posible país para su desarrollo profesional a Uruguay dado que el mercado está creciendo. Añadió que desde la consultora se encuentran con diferentes tipos de perfiles a través de los currículos que estos acercan.
De todas formas, aseguró que esta tendencia no afectará a los uruguayos a la hora de acceder a puestos laborales, puesto que si el país crece, “habrá trabajo para todos”. En esta línea, comentó que la inmigración siempre sucedió y que si se remonta al pasado, la llegada de europeos debido a las guerras mundiales contribuyó al crecimiento de las sociedades económicas.
En lo que respecta a las cláusulas laborales, mencionó que en algunos casos sucede que algunos inmigrantes están dispuestos a trabajar por menos o más horas y aceptan otro tipo de propuestas que otros trabajadores uruguayos no aceptarían. “Ahí sí podría haber un abuso, pero con esas empresas las consultoras no trabajamos porque estamos en línea con la ley”, dijo.
Además, mencionó la demora del proceso de revalidación de título, que obliga a que la persona no puede ejercer su profesión en tiempo y forma, lo que los obliga a aceptar cualquier otro puesto laboral con el solo hecho de poder tener un trabajo.
“En ocasiones realizamos test a candidatos y descubrimos una sobrecualificación que los pausa en el proceso de selección, ya que no podemos dar un puesto de operario a un ingeniero, porque sabemos que una persona con ese nivel de estudio no tendrá mucha durabilidad y buscará ejercer su profesión”, expresó. En cuanto a esto, aseveró que del total de currículos de inmigrantes que reciben, entre un 25 y un 30 por ciento de ellos son profesionales.
“Como consultora, tratamos de asesorar a la persona en su búsqueda laboral, porque no vamos a hacer perder tiempo al candidato o a la empresa, ya que cuando ésta cuenta con un recurso, la intención es que no haya una gran rotación en el puesto”, manifestó.
Consultado respecto a si las nuevas integraciones de extranjeros en el mundo laboral obliga a que los uruguayos deban capacitarse aún más, Ponzio señaló que esta tendencia no es el único factor y que, por su parte, la capacitación continua es una ventaja a la hora de la búsqueda de puestos laborales. “En el momento en que una empresa toma la decisión de incorporar un recurso humano no se tiene en cuenta la nacionalidad de la persona, sino las cualidades del candidato”, enfatizó. Al tiempo, señaló: “Las compañías que trabajan con nosotros no nos han negado que los candidatos sean extranjeros. Por suerte, no hemos pasado por esa situación”.
El comienzo de la inserción: la primera ayuda
Alicia Pantoja tomó su maleta y su perro. No se despidió, solo dijo un simple “hasta luego”. Llegó a Uruguay en pleno invierno desde su Venezuela natal. Aquí se quedó. En su país era administradora de empresas y trabajaba también organizando eventos. Cambió tacones por botas. Pasó de Caracas a las afueras de Pando, en un barrio con calles de tierra y, donde asegura, “el frío y la depresión te pueden matar”. Los primeros 12 meses fueron muy duros. No consiguió trabajo, tenía 48 años. Luego, comenzó a tomar consciencia de que debía reinventarse. Fue el inicio de Manos Veneguayas, una institución que brinda ayuda a los inmigrantes venezolanos recién arribados, y de la cual Pantoja es una de las fundadoras.
La organización surgió en base a la inquietud de un grupo de amigas que se habían encontrado muy solas en el primer año de inmigración. “En 2015 notamos la necesidad en aumento, y abrimos un grupo de Facebook. Así notamos que había venezolanos ávidos por tener información del país. Al mismo tiempo, yo tenía una necesidad increíble de recibir a esa gente porque sabía por lo que estaban pasando”, admitió.
En 2016 hicieron la primera campaña de abrigo. Su difusión fue boca a boca, a través de un auto, parando en plazas. Fueron 70 las personas a las que se lograron ayudar. A cambio, se debía dar un alimento no perecedero, que al mismo tiempo era distribuido entre los recién llegados.
Tres meses después consiguieron una sede ubicada en la calle Maldonado, gracias al Instituto de Estudios Cívicos. La prensa los ayudó y más gente se acercó. Pantoja aún no lo olvida: en la siguiente campaña de abrigo participaron 475 personas. “Fue algo maravilloso, no parábamos de llorar y reír; era un sueño”, describió. Hasta noviembre de 2017 pasaron por Manos Veneguayas 1.747 personas y se entregaron más de 9.000 productos.
La idea principal de Manos Veneguayas es que el inmigrante venezolano encuentre allí una familia. “Estamos para ayudarlo, orientarlo, insertarlo en el mercado laboral y que no sienta la ausencia”, subrayó. Igualmente, brindan charlas y tienen un banco de trabajo donde todos los días cargan ofertas laborales. Al momento de esta entrevista, se encontraban en plena campaña de recolección de artículos escolares.
Pantoja destaca que la principal problemática por la que pasan los inmigrantes es el acceso a la vivienda. “Hay muchísimas residencias, pero la gente se está aprovechando, te alquilan una cama por 6.500 pesos, es decir que una habitación con dos cuchetas recibe unos 26.000 pesos mensuales. Me parece que es un abuso”, opinó.
De igual forma, dijo que las residencias no están completamente óptimas para vivir y que ha conocido varias en donde los habitantes viven hacinados y compartiendo entre más de 20 habitaciones, cuatro hornallas.
Por otra parte, mencionó como positivo los requisitos que solicita Uruguay para poder obtener la residencia legalmente. “Ha hecho que el venezolano aprenda que hay que cumplir los parámetros regulares, porque en Venezuela si vas y no tienes licencia ni fecha, puedes pagar y siempre va a haber alguien que te lo va a aceptar”, aseguró.
En cuanto a las búsquedas laborales, reconoció que hay muchas personas que son profesionales y no están trabajando en su área, pero aseguró que hay varias empresas que contratan ingenieros, investigadores y médicos. “Sí, hay trabajo, sólo que hay que tener paciencia”, comentó.
Amigos de migrantes
Luego de la crisis económica de 2002, Rinche Roodenburg creó la ONG Idas y Vueltas (Asociación de Familiares y Amigos de Migrantes). Hoy es la presidenta de la misma, y contó a Empresas & Negocios que la organización nació con la idea de ayudar a los uruguayos que se estaban por ir del país. Después, sin haberlo planificado, comenzaron a trabajaran con los que volvían del exilio económico.
Actualmente, esta realidad ha cambiado. El organismo se encarga de brindar apoyo tanto a inmigrantes como refugiados de cualquier parte del mundo, y son los dominicanos, y principalmente los cubanos, quienes recurren -en mayor medida-, al lugar en busca de ayuda. Sin embargo, llega un número importante de personas desde Brasil, Argentina y África también.
“En la ONG queremos hacerles el camino más fácil a quienes llegan, o juntar gente que capaz está perdida y vincularla con otros de su mismo país”, sostuvo Roodenburg. Es que ella ha vivido desde cerca la realidad de tener que migrar. Es holandesa, pero en España conoció a un uruguayo que debido a la dictadura cívico-militar decidió irse a Europa, y volvió con él a Uruguay en 1985.
La entrevistada aseguró que el mayor error que cometen quienes migran, muchas veces, es creer que sus problemas se solucionarán. “Es un error en el imaginario, sí se liberan de algunos conflictos, pero hay algunos que van a permanecer, e incluso otros nuevos que llegarán”.
Desde la organización se brinda información a los que arriban, se les da apoyo para que puedan adaptarse al país, “pero es muy difícil hablar de derechos cuando la gente pasa hambre o tiene frío. Obligatoriamente tenemos que darles comida y buscar ropa para que lo básico lo tengan resuelto, y después sí enfocarnos en el resto de las necesidades, como un trabajo o un lugar donde vivir”, explicó Roodenburg.
Estas necesidades la ONG las cubre a través de donaciones, en general de personas particulares y no de empresas u otros organismos. Todos los miércoles se abren las puertas de Piedras 629, en Ciudad Vieja, para que quienes deseen colaborar puedan acercarse a hacerlo.
El problema más relevante que están afrontando los inmigrantes se debe al pedido de visas. Uruguay se las solicita a quienes llegan de República Dominicana y Cuba, así como de Surinam y Haití. Esto hizo que desde el año 2013 descendiera el número de dominicanos que llegan al país. “Llega mucha gente de África, muy preparada y con carreras impresionantes, pero las personas u empresas piensan que no es así y les cuesta terriblemente encontrar un trabajo”, dijo la presidenta.
Por este motivo, desde Idas y Vueltas, con el apoyo de sociólogos, especialistas en recursos humanos y antropólogos, están realizando gestiones con el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Cancillería y la Dirección Nacional de Migraciones.
Guía laboral
La encargada de colaborar en la inserción laboral de los migrantes a través de la ONG Idas y Vueltas es María Eugenia Robaina, psicóloga y especialista en recursos humanos. Ella brinda la información necesaria a la hora de buscar un empleo, entre otras cosas. A través de una charla con grupos de 10 o 12 personas, cuentan las características de nuestro mercado, y cómo armar el currículum -ya que en Cuba, por ejemplo, no se usa-.
Además de estos temas, se indica cómo presentarse a una entrevista de trabajo, los ciclos de selección y el encare que debe darse a la búsqueda. Muchas veces “el que está desesperado y no conoce el mercado sale con 100 currículos y los deja en todos los locales de 18 de Julio; eso les genera frustración”, aclaró Robaina.
En la ONG arman el currículum con un formato predeterminado, se les hacen sugerencias del lenguaje, “se los ayuda según la situación de cada uno, y eso nos genera una base de datos que da la posibilidad de linkearlos según las ofertas laborales que se presenten”, aseguró la entrevistada.
Otro tema por el que necesitan colaboración es por el hecho de no tener referencias laborales, ya que no han tenido empleos dentro de Uruguay. Pero después de que se aclimatan y conocen el mercado, les es más fácil que buscar por su cuenta y conseguir algo más acorde a sus estudios, según explicó la especialista.
Ilegalidad y empleo
Un punto que complica el ingreso al campo laboral a los inmigrantes es no estar legalizados. Muchos, al llegar, realizan una solicitud de refugios porque saben que de esa manera los trámites se aceleran y acceden a la documentación en una semana.
Robaina explicó que frente a esta situación lo que pasa es que ellos son inmigrantes económicos, no refugiados políticos ni escapan de una guerra. “El tema es que hasta noviembre o diciembre el atajo era pedir el refugio porque a los días tenían la cédula, que es temporal, pero les permitía ingresar rápidamente al mundo del trabajo”, indicó.
A partir de enero, la Dirección Nacional de Identificación Civil está dando hora para hacer el trámite de la cédula dentro de cinco o seis meses para adelante. Para la psicóloga, esto genera que las empresas tengan temor de contratar a alguien sin documento y que sean ilegales.
“Pero en realidad ellos tienen un trámite en proceso, no son ilegales. Y además, si se dirigen al Banco de Previsión Social con el pasaporte y la constancia que indique que están en trámite para obtener el documento, es suficiente para poder trabajar”, aseguró Robaina.