Un cambio en las reglas de juego

Las nenas con las muñecas y los varones con los autitos. Las nenas de princesas y los varones de superhéroes. Los niños nacen y crecen rodeados de estos estereotipos, que los limitan en su libertad de jugar, aprender y elegir por sí solos. Pero, ¿qué tal si existiese un juguete para nenas y varones? Un juguete que no distinga géneros y que, además, se proponga integrar a todos los niños más allá de sus gustos, cultura o religión. Esto es lo que se propusieron Florencia y María Fernández –una, gestora cultural, y la otra, diseñadora industrial- al crear su línea de juguetes Bilú Toys.

Por Federica Chiarino | @FedeChiarino

En el año 2014, María creó el primer juguete para su proyecto de tesis. En marzo de 2015, Florencia regresó a Uruguay, luego de vivir un tiempo en Split, Croacia. Juntas, las hermanas comenzaron a vislumbrar la viabilidad del juguete y su posible impacto social, y así comenzaron a idear la marca Bilú Toys. En poco tiempo, las emprendedoras han logrado una gran cantidad de cosas… Varias ofertas de juguetes, presentaciones, repercusión en Uruguay y en el mundo, y una gran llegada a su público: los niños.

Un proyecto que nació de una tesis de la carrera de Diseño Industrial de María, hoy está presente en muchas jugueterías del país y ha llegado, incluso, a exposiciones del mundo. San Pablo, Brasil; y Nuremberg, Alemania, fueron algunos de los destinos en los que Bilú se presentó en este poco tiempo presente en el rubro. Pero su mayor logro es contribuir a generar un cambio a nivel social. «No es educar en función de una cultura ni una religión, por supuesto que no, lejos estamos de eso, pero sí poder ver qué tiene de positivo que toda esta diversidad exista», dijo Florencia Fernández, entrevistada por Empresas & Negocios.

Bilú Toys entiende «diversidad» en su sentido más amplio. Sus juguetes no solamente obvian toda distinción de género, sino también las diferencias motrices, lingüísticas, culturales. «Diversidad es poder mirar a la diferencia, a lo que es distinto a lo mío, a lo que culturalmente me parece es lo que me fue inculcado, y poderlo mirar desde un lugar menos prejuicioso o, por lo menos, atento a los prejuicios», explicó Florencia. El proyecto Bilú se basa en tres principios fundamentales: igualdad de género, diversidad y multiculturalidad.

«Nuestra base es generar más posibilidades para los niños. Que sientan la libertad de elegir el destino propio y tengan las herramientas para generar esa elección».

El Universalismo Constructivo de Joaquín Torres García y la proporción áurea inspiraron el diseño de los juguetes de Bilú Toys. Con elementos del siglo pasado, las emprendedoras se proponen realizar un cambio a futuro. Se trata de piezas abstractas de madera que se encastran mediante imanes, formando figuras humanas. El primer juguete de la marca, llamado «El Clan», permite armar distintos personajes a gusto de cada niño. Además, esta primera opción brinda a los más pequeños la posibilidad de pintar las maderas, ayudándolos a desarrollar su imaginación y creatividad.

La madera, materia prima de Bilú, corre con ventaja frente al plástico con el que se fabrican la gran mayoría de juguetes para niños. Un material más resistente, duradero y menos rompible, que permite que el hermano chico herede el juguete del más grande y, luego, cuando otro hermano nazca, los herede él, y así sucesivamente.

Hace pocos meses, Bilú incorporó a su familia de madera los animales de arrastre. Una línea más económica y que se lleva muy bien con los niños. A su vez, dentro de poco tiempo, Bilú pasará de la madera al espacio virtual. Además de ofrecer sus juguetes tradicionales, las Fernández lanzarán un juego para seguir trabajando sobre la diversidad cultural.

Generar empatía, apertura, diversas formas de pensar y de relacionarse con el entorno. Esas son las metas que Bilú Toys se propone, y aunque pueden parecer ambiciosas, las emprendedoras consideran que con cosas tan simples como un juguete o un juego orientado a los más pequeños, podría generarse el cambio más grande.