Tras renunciar a su cargo de subsecretaria del Ministerio de Relaciones Exteriores, luego de la polémica desatada tras el caso Marset, Carolina Ache lanzó su precandidatura de cara a las internas de junio en un “buen momento” para brindarle una “renovación” al partido, asentada en los cimientos históricos de la agrupación política. Así lo declaró en una entrevista que concedió a CRÓNICAS en La Corte, donde a su vez resaltó que el Partido Colorado no puede resignar su identidad por pertenecer a una coalición.
En la confortable cava de La Corte, la entrevistada degustó raviolones de calabaza y parmesano con manteca de salvia, que acompañó con agua mineral sin gas. Para finalizar optó por un café doble.
Por Oscar Cestau | @OCestau y Mateo Castells | @teocastells
-¿Cuál cree que es la pertinencia de su precandidatura dentro de un partido que posee ocho opciones para la interna? ¿En qué cree que usted se diferencia del resto de contendientes?
-El PC está pasando por un momento de recambio de liderazgos, que es complicado en cuanto a la intención de voto, lo que explica la cantidad de precandidaturas que tiene el partido en este momento. Todas tienen improntas y perfiles distintos, pero yo me diferencio en ser la primera mujer en el partido que dio el paso de lanzar una precandidatura, algo que no me parece menor en un partido que ha sido el abanderado en los derechos políticos de las mujeres en el país. Me parece que es un buen momento para brindarle una renovación al PC, asentada en lo que son los cimientos históricos del partido. Apuesto por una mirada al futuro, sin olvidarnos de quienes somos, pero en base a esos cimientos, construir el futuro del batllismo de los próximos años.
-Su precandidatura despertó opiniones negativas dentro del partido y puntualmente desde Ciudadanos se manifestó que su postulación se trataba de «un delirio». ¿Cómo cree que su figura impacta dentro de la orgánica partidaria?
-Siempre que hay algo nuevo, es normal que existan distintas opiniones al respecto. Yo las respeto y creo que dentro de la libertad de cada uno los comentarios van a existir siempre, pero no me voy a detener a responder ningún tipo de agravio. Yo estoy caminando hacia adelante, no me quiero desconcentrar de un camino que entiendo que aporta mucho al PC y al país.
-¿Y qué ofrece el PC que no ofrecen el Partido Nacional (PN) ni el Frente Amplio (FA)?
-El PC no es el FA ni el PN. El PC representa el centro, y lo ha hecho a lo largo de la historia. En Uruguay no se construye una grieta como ocurre en otros países porque al país lo construyó el batllismo, y eso es lo que amortigua el hecho de que no exista esa grieta. Esto se vio muy bien cuando transcurrió la pandemia.
-¿Qué lectura hace de que el PC muestre tantas precandidaturas?
-Es una consecuencia del momento actual del partido, que no tiene liderazgos claros pese a tener ocho precandidaturas. Los dos candidatos de renovación -Ernesto Talvi y Pedro Bordaberry- que sacudieron al partido hoy no están, y actualmente se está dando un quiebre, donde a partir de las próximas elecciones se construirán los liderazgos y énfasis del partido para el futuro. Repito, los liderazgos de Talvi y Bordaberry no están, y soy muy respetuosa con las decisiones personales, pero no desestimo las consecuencias políticas que tiene para el partido. También, no es menor resaltar que en todos los partidos hay renovación, lo que nos introduce en un momento bisagra en toda la política nacional.
-El PC fue el principal aliado del gobierno en este período, pero ahora todos los candidatos buscan diferenciarse en algunos temas de esta administración, entonces al ciudadano le queda la sensación de que solo hay un interés electoral y de reparto de cargos cuando se llega al poder, porque sobre esas diferencias nada se habló en toda esta etapa. ¿Cuál es su pensamiento al respecto?
-No podemos resignar nuestra identidad ni lo que somos para pertenecer a una coalición. A esta coalición le faltó una mesa de coordinación y eso lo reconocen todos los partidos que la integran, inclusive el PN. Es más, varios precandidatos se han comprometido a que, en caso de que la coalición vuelva a ganar, esa mesa de coordinación exista. Entiendo que el PC, en caso de integrar una coalición, debe ser garante de que lo que propone y controlar que esos temas estén sobre la mesa, para que no sea solamente un reparto de cargos, sino un proyecto colorado dentro de un gobierno.
-Es de esperar que su precandidatura busque desmarcarse de la coalición. ¿Cómo piensa comunicarlo al integrar un partido que se muestra más como aliado del PN que como un partido independiente?
-Es normal que si uno integra un gobierno de coalición, busque acuerdos. Teníamos el compromiso por el que todos los partidos integrantes firmamos, con los puntos clave que queríamos llevar adelante, y en eso sí hubo acuerdo. Con lo que quedaba por fuera de eso, el PC podría haber marcado un perfil más grande, pero son aprendizajes para otro eventual gobierno de coalición. Entiendo que los partidos que integran la coalición deben diferenciarse, no solo por motivos electorales, sino por motivos históricos y de principios. No somos el mismo partido y tenemos perfiles y énfasis diferentes, que debemos hacer valer para que la gente elija a uno antes que a otro. Creo que el PC no ha sabido capitalizar los cuadros que tuvo en el gobierno, que creo fueron fundamentales, tanto en economía como en educación. No hemos sabido vendernos mejor, que creo se debe a haber gobernado tantos años.
-¿Con qué no concuerda con el actual gobierno?
-La reforma del Estado es algo que se esperaba de este gobierno y no se dio. La población espera un Estado más eficiente. En este período es algo que faltó y es un debe para la siguiente administración. El Estado no puede estar para beneficiar a los políticos, sino que debe estar para favorecer a la ciudadanía. Como se les exige a los ciudadanos que paguen los impuestos, el Estado debe exigirse a sí mismo mucho más. Jorge Batlle había empezado ese camino, que lamentablemente después no siguió, y me parece que es algo que nos debemos como país. Tenemos un Estado muy grande al que, sin afectar derechos adquiridos, debemos hacer más eficiente. No puede haber justicia social si no hay eficiencia.
-Se ha afirmado que, con el paso del tiempo, su figura dentro del caso Marset -con la polémica desatada- será reivindicada. ¿Cómo impacta esto en la percepción del público al que usted apunta?
-Yo soy muy respetuosa de los distintos ámbitos y de la justicia uruguaya. Fui tan respetuosa que esperé un año para declarar sobre el tema Marset porque estaba en la órbita de Fiscalía. Yo sé que es difícil, porque hoy en día se judicializó la política y se politizó la justicia. Al respecto, prefiero no hacer comentarios. Pero en muchas ocasiones, lamentablemente en la política el relato armado pesa más que la realidad de los hechos.
-¿A qué se debe su silencio al respecto del tema?
-Me parece que ya he hablado suficiente. Hablé en Fiscalía y en la prensa. Me parece que no tengo más nada para agregar.
-¿Considera que estamos en una campaña electoral sucia?
-Entiendo que no es algo nuevo. Pensemos en la elección que pierde Jorge Batlle por infidencia, que hace poco a raíz de una investigación periodística se demostró que no existió tal cosa. Lamentablemente las campañas sucias existieron siempre, pero hoy en día y gracias a las nuevas tecnologías son más peligrosas debido a la masividad que alcanzan rápidamente.
-La seguridad nuevamente será el principal tema de campaña. ¿Qué soluciones plantea para resolver el problema?
-Para abordar el problema de la seguridad hay que plantear una solución que tenga el mismo espíritu que tuvo el acto del Obelisco de 1983. Tiene que estar todo el sistema político sentado en una mesa coordinando acciones y soluciones para abordar la seguridad del país. Uruguay tiene la suerte y el privilegio de tener los canales abiertos y una democracia que permite un intercambio entre sus diferentes actores, con un tejido social que admite lo que en otros países es imposible. Lo primero que haría sería convocar esta estancia, con una resolución presidencial, para dialogar junto a todos los actores y acordar un plan. También hay otros temas urgentes, como lo es la reforma carcelaria y los allanamientos nocturnos, pero son herramientas puntuales que no hacen a la solución del problema.
-Recientemente firmó por el plebiscito contra la usura que promueve Cabildo Abierto, mientras que otros precandidatos del PC han optado por no hacerlo. ¿Porque apuesta a la pertinencia de esta propuesta?
-Cuando una propuesta es positiva, lo es independientemente de quién la impulsa y la promueve. Las soluciones perfectas no existen. Es un aspecto que no estaba siendo contemplado por el sistema político y que es una realidad muy preocupante y sensible para casi un millón de uruguayos. La Constitución de la República es clara en cuanto a la prohibición de la usura, pero en los hechos la usura existe y está legalmente admitida. Además, los últimos datos nos muestran que hay muchos jóvenes en esta situación y que les va a ser muy complicado salir. A otras reformas también se le ha criticado el tocar la Constitución y yo creo que cuando la solución no llega por otro lado, el único recurso que queda para visibilizar el problema es la vía constitucional. Entonces, me parece que esta reforma es un acierto porque visibiliza algo que afecta al sector más vulnerable y débil de la sociedad, al que nadie le estaba prestando la atención.
-Por otro lado, en este período de gobierno se impulsó una reforma educativa que modificó varios aspectos, pese a que fue muy discutida y cuestionada. ¿Qué ideas tiene al respecto?
-Hay que reconocer el coraje de haber empezado una reforma educativa, porque los gobiernos anteriores no la habían comenzado. Sin embargo, este gobierno la tomó como prioridad y la ejecutó. Las reformas en la educación deben ser continuas porque el mundo avanza muy rápido en la actualidad y nosotros siempre vamos corriendo de atrás. Creo que hay que seguir en el camino actual, porque la transformación educativa no debe frenarse.
-Usted estuvo en Cancillería y debe contar con un panorama claro al respecto de lo que representa la inserción internacional para Uruguay. ¿Qué opina de lo que se ha hecho y qué se debe seguir haciendo para vender la producción uruguaya en el exterior?
-Sin lugar a dudas se nos va la vida en la inserción internacional, y es algo en lo que todo el sistema político coincide, porque lo han marcado todos los partidos. Este gobierno lo puso como prioridad y creo que fue acertado. Cuando nació el Mercosur uno de los principales objetivos era ser una plataforma para la inserción internacional, pero, lamentablemente, en este apartado se fracasó. El Mercosur no tuvo buenos resultados como bloque y a su vez nos ha limitado como país, y Uruguay tiene la necesidad de abrirse al mundo. Hay que estudiar este problema con mucho detenimiento y tomar la decisión más beneficiosa para el país. Uruguay necesita desesperadamente abrirse más al mundo, y lo que habría que hacer es crear una institucionalidad del comercio, que como país no tenemos.
-¿A qué apunta con ello?
-Proponemos tener un Ministerio de Comercio y Servicios, que abarque el comercio, los servicios, el turismo y la industria, y que el Ministerio de Economía sea quien controle. Esto, por un tema de eficiencia, no se trata de crear un ministerio nuevo, sino de fusionar dos ya existentes y que este nuevo ente sea el encargado de crear una política comercial internacional y que venda el concepto de Uruguay XXI como promoción. Hoy está muy diseminada la política comercial y es necesario enfocarse por la importancia que tiene para el país.
“La reforma de la seguridad social era necesaria y urgente, como se reconoció desde todo el espectro político”
-¿Qué postura tiene al respecto del plebiscito para reformar la seguridad social que plantea el PIT-CNT?
-La reforma de la seguridad social era necesaria y urgente, como se reconoció desde todo el espectro político. En 15 años de gobierno, y con mayorías parlamentarias, el FA no la promovió. Posiblemente para evitarse el eventual costo político. La propuesta del PIT-CNT parece redoblar la apuesta. Sin duda suena atractivo el jubilarse a los 60 años e igualar las pasividades mínimas al salario mínimo nacional, pero se está desconociendo nuestra realidad demográfica y el aumento de la expectativa de vida, lo que llevaría al colapso del sistema. Sin duda es válido y compartible seguir trabajando para mejorar la seguridad social, pero entiendo que esta no es la forma. El plebiscito en cuestión implica además confiscar los ahorros individuales que gestionan las AFAP para que pasen a una bolsa común en el BPS, lo cual generaría una avalancha de reclamos.