Bonilla: “El proceso por el que tenemos el tipo de cambio actual se debe a razones positivas para nuestra economía”

Hernán Bonilla, presidente del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED)

Entrevistado por CRÓNICAS, el economista Hernán Bonilla consideró que el atraso cambiario se debe a razones “estructurales”, más que de coyuntura, y aseguró que los problemas de competitividad que tiene el país, que forman parte de un histórico reclamo del sector empresarial uruguayo, “van más allá del tipo de cambio”. De todas maneras, admitió que la situación genera preocupación y tiene “duras consecuencias” sobre toda la economía. También se refirió a la importancia de la baja de la inflación y elogió la política monetaria.

-¿Cómo evalúa su pasaje por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) al inicio de esta administración?

-Fue una experiencia muy positiva desde el punto de vista profesional. Ver cómo funciona el Estado desde adentro y ver cómo es el proceso real de las políticas públicas, creo que fue una experiencia muy valiosa e intensa, porque fue la etapa en la que se inició el gobierno, donde también estuvo la pandemia, con instancias sumamente interesantes y valiosas, como la elaboración del presupuesto, las rendiciones de cuentas, las presentaciones de proyectos de ley y el desarrollo de algunas políticas públicas que eran prioritarias para el gobierno. Con todo esto hago una evaluación muy positiva desde el punto de vista de lo que aprendí en esa etapa y en particular trabajando junto a Azucena Arbeleche, que, desde el punto de vista personal y profesional, realmente es una persona sumamente valiosa de la que aprendí mucho.

-¿Por qué decidió alejarse?

-En realidad mi plan original era seguir en el CED y no ocupar un cargo de gobierno, luego las circunstancias hicieron que finalmente fuera para el MEF, pero en el fondo hay un tema de vocación. Sospechaba, antes de entrar al gobierno, que lo mío era la actividad académica, por eso en buena medida creamos el CED ya hace más de siete años. Mi alejamiento del MEF no fue por ninguna circunstancia en particular, sino que yo creo que mi mejor aporte lo puedo hacer desde el CED más que desde el gobierno.

-La inflación viene dando buenas noticias, ubicándose en su nivel más bajo desde 2005, pero a costa de un dólar muy bajo. ¿El BCU no debería flexibilizar su política monetaria, aunque ello implique un poco más de inflación, para quitarle presión a la baja al dólar?

-No creo que haya existido una política deliberada sobre el tipo de cambio que haya provocado la baja de la inflación. En cuanto al atraso cambiario que efectivamente tenemos en la economía uruguaya, parte del problema es estructural. Uruguay es un país que se ha enriquecido y que en particular va a pasar, por primera vez en la historia, a ser más rico que Argentina. El proceso por el que tenemos hoy el tipo de cambio que tenemos, se debe en buena medida a razones que son esencialmente positivas para nuestra economía.

-¿Por ejemplo?

-Las exportaciones pegaron un salto de más del 40% respecto de la prepandemia, donde hubo exportaciones récord de servicios, algo que está asociado a una revolución silenciosa que está sucediendo en Uruguay y que pasa bastante desapercibida, pero el año pasado tuvimos US$ 3.500 millones en exportaciones de servicios y este año va a seguir creciendo, que se suma a los números récord que tuvimos en inversión extranjera directa. Entonces, buena parte del fenómeno que estamos teniendo con el dólar es por buenas razones, es porque la economía uruguaya capta inversiones y aumenta sus exportaciones, y frente a eso no es mucho lo que puede hacer el Banco Central del Uruguay (BCU). El BCU podría intervenir puntualmente para mover el tipo de cambio en alguna situación de que baje abruptamente, pero esos cambios serían puntuales y de corto plazo, que no van a cambiar los fundamentos y por lo tanto no van a cambiar el valor del dólar en el largo plazo.

-¿Cómo evalúa la política monetaria del BCU?

-La política monetaria del BCU ha sido esencialmente correcta, puede ser que en este momento se apueste a la baja de la tasa de interés, y considero que también es razonable que así sea con los datos de inflación que se están teniendo, pero de todas formas yo valoro mucho la lucha contra la inflación. Uruguay se había acostumbrado a tener una inflación alta, que rondaba en el entorno del 8% y parecía que estábamos cómodos con eso, pero una inflación del 8% hoy en el mundo es un número alto. De hecho, antes de que la invasión a Ucrania trastocara los precios y los números en todo el mundo, la inflación que tenía Uruguay era la tercera más alta de América Latina. Entonces, un esfuerzo decidido para tener una inflación como la que tenemos hoy por encima del 4%, creo que es un objetivo al que no debemos renunciar y al final los beneficios de esa baja de la inflación son claramente superiores a los costos que puede tener.

-¿Este atraso cambiario del que vienen advirtiendo desde diversos sectores de actividad genera preocupación?

-Sí, genera preocupación. Afecta la competitividad de las empresas exportadoras, afecta a la competitividad de las empresas que compiten con productos importados y está teniendo duras consecuencias en toda la economía, pero en particular los efectos más graves repercuten en los comercios de frontera. Claramente los departamentos limítrofes con Argentina son los que hoy están teniendo más problemas, donde hay una situación cambiaria muy particular y que no va a ser de corto plazo, sobre todo porque en Argentina la cosa va a empeorar antes de mejorar. Entonces, si uno mira cómo se ha afectado la competitividad de las exportaciones y en particular al comercio de frontera, no se puede subestimar el problema. Si analizamos las causas que tiene el atraso cambiario y qué puede hacer el BCU para revertirlo, mi conclusión al respecto es que muchas de esas causas son más estructurales que coyunturales y lo que puede hacer el BCU para contrarrestar eso no es mucho. No puede poner el tipo de cambio en el valor que quiera, porque en una economía con el tipo de cambio libre, el dólar va a estar donde lo lleven los propios fundamentos de la misma.

-¿Hacia dónde debería apuntarse para mejorar la competitividad?

-Este es un tema importante, porque en la competitividad nos centramos en el tipo de cambio porque es lo más visible y es lo que más afecta a las empresas en el corto plazo, porque cuando hay desequilibrios como el actual hay una afectación importante. Pero claramente la competitividad pasa por varias cosas. Evidentemente, la economía uruguaya es cara en términos de costos en general y eso no es por un problema del tipo de cambio. Tenemos en general altos costos de tarifas públicas y en muchos bienes y servicios. Tenemos impuestos altos y la presión fiscal más alta de América Latina después de Cuba, entonces esto da cuenta de que tenemos altos costos a las exportaciones porque pagamos aranceles a muchos de los destinos de los que exportamos, entre ellos, el principal destino, que es China, donde nuestros competidores no pagan aranceles, y esto también le resta competitividad a nuestra economía. En conclusión, hay una batería de asuntos que afectan a la competitividad, que van más allá del tipo de cambio y sobre los que se podría actuar para mejorar la situación.

-El BCU mantiene una clara política contractiva, pero la política salarial y fiscal muestran un sesgo expansivo. ¿No es una contradicción como la que se les cuestionaba a los gobiernos del Frente Amplio?

-No recuerdo si esto se le criticó o no a anteriores gobiernos. En términos generales, la política económica ha sido, en estos años, esencialmente coherente. La creación de la nueva institucionalidad fiscal y en particular de la regla fiscal, que permitió la baja del déficit a pesar de la suba que hemos tenido en los últimos meses, es algo que hay que valorar. En cuanto al ancla de la política económica en Uruguay, que siempre termina siendo la política fiscal, el haber cumplido la regla fiscal incluso en la pandemia y posteriormente, con los tres pilares que tiene que son exigentes, fue bueno, pero en conclusión creo que a partir de esto se ha dado una estabilidad macroeconómica indispensable para el desarrollo del país, y que explica también la mejora en las expectativas empresariales que ha habido en estos años y la inversión directa extranjera récord, en un contexto de América Latina donde esto es más la excepción que la regla. Uruguay se está destacando por su estabilidad política, por su sistema de justicia y también porque en estos últimos años ha habido una consolidación fiscal, que es un activo importante, porque la trayectoria fiscal en la que veníamos antes no apuntaba a la estabilidad.


“Nos podemos plantear seriamente ser el primer país desarrollado de América Latina”

-¿Hubo algún cambio sustancial en el esquema productivo de Uruguay como para pensar que el crecimiento potencial del PIB subió de 2% a 2,7%?

-Creo que eso fue una muy buena noticia. Las razones que yo veo para que haya aumentado así, están en la regla fiscal como activo. En las crisis históricas de Uruguay siempre hay un problema fiscal importante y el controlar el activo fiscal creo que es de suma importancia en cuanto a esto. Probablemente también algunas políticas como las inversiones en infraestructura y la transformación educativa fueron otros aspectos que contribuyeron en esta tasa de crecimiento. Creo, de todas formas, que Uruguay aspira a ser el primer país desarrollado de América Latina, que es un objetivo muy ambicioso, pero que nos podemos plantear seriamente, por lo que debemos caminar en esa dirección, pero para esto se necesitarán reformas estructurales más de fondo porque necesitamos una tasa de crecimiento más alta que la que tenemos actualmente.


“La ministra y su equipo económico se han ganado la credibilidad de haber acertado en sus proyecciones”

-Respecto a la política fiscal, se ha cuestionado por parte de algunos expertos independientes que se basa en supuestos que son cumplibles, pero que requieren de una cuota de fortuna. ¿Se está siendo demasiado optimista? Para un correcto cuidado de los dineros públicos, ¿no debería tomarse un escenario más cauto?

-No, si uno compara las proyecciones económicas de este equipo económico y el grado de cumplimiento que ha tenido, no creo que haya en la historia reciente de Uruguay otro que haya tenido ese grado de acierto en las proyecciones macroeconómicas. Ni que hablar si lo comparamos con el gobierno anterior, donde la divergencia entre las proyecciones y la realidad fue enorme. Basta repasar los números que se presentaban en los presupuestos del gobierno anterior, donde se decía que el déficit fiscal iría bajando año a año y terminó aumentando. Si uno mira los cuadros de proyecciones del actual gobierno, el cumplimiento ha sido muy alto. De hecho, yo recuerdo que cuando se armó el presupuesto, se criticó por optimista también a aquellas proyecciones, pero resultaron acertadas e incluso en muchos casos terminaron siendo mejores que lo que se estimaban, con la enorme incertidumbre de armar un presupuesto en pandemia. La ministra y su equipo económico se han ganado la credibilidad de haber acertado en sus proyecciones anteriores y por eso no los llamaría optimistas.