Porto, quien sigue de cerca las problemáticas principales de la región, resaltó que esta “nueva ola” de inseguridad está relacionada con la pobreza porque hubo un cambio en la estructura de los mercados de la droga. Así lo explicó en una entrevista que dio a CRÓNICAS, en la que además afirmó que la región está “muy expuesta” al riesgo por la dependencia que tiene del sector externo y que es “ilusorio” que países tan diferentes se muevan en bloque para negociar.
-Los pilares de la OEA son el desarrollo, los derechos humanos, la democracia y la seguridad. En la actualidad y teniendo en cuenta el contexto de los últimos 10 años, ¿dónde están las principales amenazas a estos pilares?
-En los cuatro. Es muy difícil clasificarlos, porque son muy interdependientes. Es muy difícil hablar de democracia y desarrollo si no hay acceso a los derechos humanos. También es difícil hablar de seguridad si no se habla de desarrollo, sobre todo de las poblaciones que sufren la inseguridad. Como se trata de temas y problemas interdependientes, es muy difícil jerarquizarlos y hablar de uno como el más importante. El que más me preocupa en este momento, que tuvo una explosión en los últimos años, es el problema de la inseguridad. En todos los otros temas, el hemisferio tiene problemas estructurales que se arrastran de hace mucho tiempo, ha habido en algunos países crecimiento de regímenes autoritarios, pero donde hubo una explosión en todos los países, incluso en aquellos que se consideraban más seguros, es en el tema de la inseguridad.
-¿De qué manera el desarrollo y la pobreza influyen en la inseguridad, teniendo en cuenta principalmente el avance del narcotráfico?
-Esta nueva ola de inseguridad está relacionada con la pobreza, porque hubo un cambio en la estructura de los mercados de la droga. Hace algunos años, la mayor parte de las drogas tenían un origen natural y ese tipo de mercados funcionaban como cualquier otro mercado agrícola, con muchos productores. Eso significa que, cuando aumenta la producción, las tierras rinden menos y los costos aumentan, trasladándose al precio. Entonces, lo que ocurría era que la concentración se daba en la distribución mayorista y la minorista está muy determinada por el costo de la droga. Hace unos años, cuando se hablaba de la cocaína, se decía que se consumía en los países ricos, o los ricos de los países subdesarrollados eran quienes lo hacían. Entonces, la captación de quienes hacían el mercado minorista, estaba vinculado al segmento que consumía. Ahora lo que cambió es que la gran parte de las drogas son sintéticas y lo que importa son los precursores químicos y se ha concentrado mucho la producción, a diferencia de lo que ocurría con las drogas de origen natural. Y en este caso, cuanto más se produce, más barata es esa producción, lo que hace que se abarate la droga y se pueda llegar a nuevos mercados, particularmente los de menos ingresos. Esto hace que se tenga que captar, para mercados minoristas, intermediarios que estén en los barrios de menores ingresos, donde la competencia por estos mercados es lo que trae la inseguridad. Y como la droga es más barata, el que le compra al mayorista, que a su vez es quien le compra al productor, hace que cuanto más volumen compra, le sea más barato y eso lleva a que el minorista busque ampliar su territorio, para poder comprar más barato y aumentar el margen, porque no tendrá competencia en su precio. Es diferente la lucha que ocurre en los mercados lícitos, donde se compite por la calidad del producto, por la atención al cliente y por la innovación. Acá no ocurre eso, porque la competencia es con balas.
-¿Esa es una de las razones por las que el negocio del narcotráfico se ha desarrollado en las regiones más humildes?
-Sí. Porque el financiamiento de estos negocios está muy vinculado con el lavado y las dos cosas se relacionan. El mercado y la captación en las zonas humildes se amplía, la guerra en esas zonas se profundiza, y termina pasando lo que pasa en toda la región, que es esta nueva ola de inseguridad, que está siendo muy agresiva y que se vincula absolutamente con el lavado.
-¿Y en qué medida ocurre en Uruguay?
-De Uruguay no puedo opinar porque, dadas las características de mi cargo, debo evitar inmiscuirme en los asuntos internos de cada país.
-Ha mencionado que América Latina y el Caribe son las regiones más expuestas al riesgo en el mundo. ¿A qué se debe?
-La región está muy expuesta al riesgo por la dependencia que existe del sector externo. En el tema financiero, cualquier cosa que pase con la tasa de interés internacional, nuestra región es la primera en ser afectada por la dependencia que tiene al financiamiento externo, porque no hay mucho ahorro interno y porque necesita siempre financiarse de afuera. Lo mismo ocurre a nivel comercial, porque se producen básicamente commodities, que están muy expuestos a las fluctuaciones de los mercados internacionales y donde la región no fija los precios. También, desde el punto de vista productivo y tecnológico, no se crean nuevos procesos y tecnologías y somos muy dependientes de la inversión extranjera, que estando frente a la cuarta revolución industrial, con la aparición de la impresión 3D, la robótica, la automatización y la inteligencia artificial, es un panorama complejo. En definitiva, la dependencia de la región en temas financieros, productivos y comerciales, además de la vulnerabilidad ante escenarios asociados al cambio climático, hacen que sea la más expuesta a los shocks externos. Estamos en un mundo donde podemos tener shocks negativos en cualquier momento.
-Hablaba en su primera respuesta de los regímenes autoritarios. ¿De qué manera influye el autoritarismo en la exposición a los riesgos?
-Los shocks no afectan a todos por igual, afectan más a los países vulnerables y, dentro de los países, afectan principalmente a la población más humilde. Cuando la población humilde vive en democracia, existen contrapesos que evitan que todo el peso del shock externo caiga sobre ellos. Cuando el gobierno es autoritario, no hay ninguna garantía de que esa población esté protegida frente a ello. Cuanto más fuerte sea la democracia, mejor les irá a los más vulnerables, y viceversa.
-¿Preocupa el descreimiento en las instituciones y los políticos que se ha visto en algunos países de la región, considerando el surgimiento de outisders y líderes extremistas?
-Los factores con los que se correlaciona la insatisfacción con la democracia, son los que la Carta Democrática Interamericana define como elementos fundamentales de la democracia. Si hay corrupción, la gente está insatisfecha con el gobierno; si las elecciones no son libres y transparentes, la gente está insatisfecha; si no hay libertad de prensa y expresión y si no hay acceso a los derechos humanos, también. Cuando uno empieza a ver insatisfacción con los gobiernos y las democracias, es porque esos gobiernos no le dan respuestas a la población. Pero, en contrapartida con esto, según datos del Latinobarómetro, hay un porcentaje importante de la población a la que no le importa que el gobierno sea autoritario si le resuelve los problemas.
-¿Adhiere a esa postura de que la región debe moverse en bloque o cree que es beneficioso que los países negocien bilateralmente?
-Hay una expresión en inglés que es wishful thinking, que significa un pensamiento ilusorio, donde uno piensa lo que desea y no lo que es. Es un pensamiento ilusorio que países tan diferentes y con intereses contrapuestos, puedan moverse en bloque a nivel internacional, principalmente, porque cada uno, además de tener intereses contrapuestos, están relacionados con las grandes potencias de formas diferentes y es muy difícil que tengan un comportamiento en bloque. Está fallando el principio de realidad y hay que trabajar mucho para que eso sea posible.
-¿No es vulnerado el país subdesarrollado al negociar bilateralmente con una potencia?
-Siempre es mejor, en cualquier negociación, ir acompañado que ir solo. Pero, como los bloques muchas veces son difíciles, a veces hay que ir avanzando de a bloques más pequeños. De a uno es la peor de las soluciones, pero hacerlo de a dos, de a tres o de a cuatro, es lo ideal. En particular, para los países chicos siempre es muy difícil negociar solos, porque los países grandes buscan recursos o mercados, y si un país chico tiene recursos que son escasos a nivel internacional, ahí el interés es otro. Pero si tiene recursos que se pueden conseguir en otras partes, es muy difícil y, si no tiene un mercado grande, más. Yo adhiero a tratar de negociar junto con otros, pero como un bloque entero, creo yo que hay que aplicar el principio de realidad y elegir los socios sin pensamientos ilusorios, en función de cuáles son los intereses comunes y buscar alianzas para negociar juntos. Hay otro tema no menor, y es que en las negociaciones de hoy en día los aranceles son importantes, pero a la prueba está que pueden ser destruidos con política cambiaria. Hay países que no bajan sus aranceles, pero si su moneda se valoriza mucho respecto de la extranjera, es como si los bajaran. Son mucho más importantes hoy las barreras no arancelarias, por todos los cambios a nivel tecnológico y productivo, donde hay más oportunidades para que varios países se unan a negociar, pero también a nivel bilateral, principalmente en normas técnicas.
“La concentración de poder es una tendencia no natural pero que existe en todos lados, siempre que haya competencia”
-¿Es posible combatir la concentración de las élites internacionales o es también un wishful thinking?
-Siempre es posible, pero no es fácil. Hay algo fundamental y es tener claro que hay que desarrollar contrapesos. La concentración de poder es una tendencia no natural pero que existe en todos lados, siempre que haya competencia. En lo que respecta a cómo generar contrapesos para las élites, hay una cuestión fundamental que es el poder de las ideas. Si la gente no cree en la democracia, muy difícilmente crea en la necesidad de generar contrapesos democráticos.