Gonzalo Valdés Requena: “Necesitamos un acuerdo sin importar si se llama TLC o no, pero que nos traiga una rebaja de aranceles”

EN PANINI’S

Presidente de la Asociación Rural del Uruguay (ARU)


Por año se van millones de dólares en aranceles y esa es una preocupación que crece en el sector agroexportador. El principal reclamo es la competitividad, y para ello es necesario que Uruguay mejore su apertura al mundo, así como las condiciones de acceso a los mercados, de acuerdo con el titular de la ARU. Por otra parte, elogió la decisión del gobierno de haber optado por no aumentar la carga impositiva y haber apostado a la dinamización de la economía. “Si hubiese ido por la imposición para transitar la pandemia, no tendríamos la recuperación que tenemos hoy”, aseguró.


El menú En la cava de Panini’s, el productor agropecuario degustó sorrentinos rellenos de queso cuartirolo, lomito ahumado y tomillo, con crema de champignones y nueces. Acompañó el plato con agua mineral.


Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo

-El sector agropecuario no tuvo la necesidad de parar durante la pandemia. ¿En qué medida eso ayudó a sostener la economía?

-Efectivamente, la actividad agropecuaria no tuvo que cerrar puertas y se pudo trabajar en una relativa normalidad. Sí hay elementos ajenos al sector que afectan, como la logística. El verano previo a la llegada de la pandemia, cuando China estuvo mayormente comprometida con el covid-19, fue un momento de cierre de sus puertos y tuvimos problemas para hacerles llegar nuestros productos, lo cual impactó en los precios porque la demanda cayó.

Durante estos dos años se generó una situación bastante particular donde el turismo se paró, comercio y servicios estuvo cerrado por algunos meses, el gobierno optó por mantener los motores prendidos en la medida de lo posible, y se pudo ver al agro trabajando casi solo. La dinamización que generó el agronegocio mantuvo a flote al resto de las actividades. Para graficarlo, la producción agropecuaria necesita del transporte, que a su vez les da empleo a los camioneros; si el camión pincha una goma, le da trabajo al gomero. Asimismo, el campo necesita consumo, mueve el comercio, y así opera con todas las actividades económicas.

-El agro viene de zafras con complicaciones como la sequía y los incendios. Sin embargo, ahora varios de sus rubros atraviesan un momento prometedor, con precios internacionales altos y récords de exportaciones. ¿Cuáles son los mayores desafíos en ese aspecto? ¿Los problemas se superaron?

-El negocio agropecuario tiene que ser analizado en el sentido de si a las empresas les va bien o mal en un plazo de 10 años. ¿Por qué? La foto de los precios internacionales y del clima del momento es circunstancial. Por ejemplo, la zafra de soja que se cosechó el año pasado, en ese entonces tenía un excelente valor, pero vino la sequía y el rendimiento de las chacras cayó considerablemente. El negocio de la soja se opera mucho a futuro. La foto del momento muestra una situación coyuntural y alienta o desalienta a los productores a crecer en intención de siembra.

Lo que nos está pasando ahora es que estamos cosechando la soja con un buen clima. Hubo una seca en noviembre-diciembre, en enero se acomodó, y la soja está teniendo un buen rendimiento. A su vez, los costos de los insumos son otros. La perspectiva de siembra próxima no va a bajar de los US$ 1.000 porque el fertilizante que valía US$ 400 la tonelada hoy vale US$ 1.200.

-¿Por el impacto de la guerra en Ucrania?

-Exactamente. También en el comercio los precios son altos por ese motivo, pero están determinando lo que va a ser la próxima zafra. ¿Qué pasa si el año que viene los precios no se mantienen o hay una seca y cosechamos mil y pico de kilos en vez de los 2.800 o 3.000 que estamos cosechando ahora? El mercado agrícola se mueve básicamente por los precios internacionales, que no los podemos manejar, y el clima; son dos factores externos. El productor aprovecha años como este para invertir, apostando con insumos caros a tener una mayor producción, corriendo riesgos.

A nivel ganadero pasa lo mismo, quizás con efectos más retardados, es decir, las decisiones que tomes hoy van a impactar positiva o negativamente nunca antes de los 18 meses siguientes. Ese es el motivo por el cual nos gusta decir que la foto del momento no muestra nada y que el análisis del negocio necesita de un plazo de 10 años.

-¿Cuáles son los grandes reclamos del agro y cómo han sido recibidos por el gobierno?

-Hay reclamos que son históricos, que durante los dos años de pandemia los tuvimos en stand by porque entendimos que había ciertas prioridades para el país y el mundo y que no podíamos hacer hincapié en elementos muy específicos del agro. Por el contrario, tratamos de colaborar con la situación en Uruguay. Tan es así que las gremiales acompañamos determinadas modificaciones legales para hacer un aporte muy importante en el Fondo Covid, de US$ 100 millones de recursos de productores y los distintos organismos. Dejamos de lado nuestros reclamos, le dimos prioridad a la parte sanitaria y humanitaria de la pandemia, para apoyar a los más vulnerables y al sistema de salud.

Por otro lado, el gobierno determinó adelantar los correctivos de sueldo que estaban previstos para el 2023 al 2022, para poder acompañar el proceso inflacionario, y la ARU aceptó la sugerencia del Ejecutivo de que se aplique al sector privado. No solo eso, sino que también propusimos un adelanto del aumento que estaba previsto para julio.

-Eso tuvo una reacción negativa por parte de otros sectores empresariales.

-No lo sentimos así. No pretendemos que todos actúen de la misma forma. Justamente, cada sector tuvo su realidad. Entendemos que un sector cerrado como el turismo no podía tomar una medida de ese tipo y que el agro sí lo podía hacer. Nosotros no recibimos críticas directas de ninguna otra cámara, sino por el contrario, señales de apoyo. Lo nuestro fue una sugerencia a los productores.

-Hoy, que la situación de la pandemia ya está más controlada, ¿cuáles son los reclamos?

-Como te decía, en estos dos años nos dedicamos a ver cómo podíamos ayudar para una buena recuperación de la economía, pero por supuesto que muchos reclamos siguen vigentes. Esta situación que está viviendo el mundo de proceso inflacionario, de aumento del petróleo, nos afecta como a cualquier sector. Además, el Uruguay se caracteriza por ser un país caro. El reclamo principal es la competitividad.

Tenemos países competidores como Australia, Nueva Zelanda, que tienen preferencias arancelarias en muchos destinos como China. Tenemos un atraso cambiario que se está agudizando fuertemente y es una señal de alerta. Eso a la hora de competir y fijar el precio de nuestros productos tiene un peso muy importante. Lo que necesita el agro es competitividad, que Uruguay tenga mercados con menos aranceles, apertura comercial, y por otro lado combustibles más baratos y un Estado eficiente en relación al gasto y al déficit fiscal.

-¿Cómo han sido recibidos estos reclamos?

-Estos temas de competitividad son históricos, trascienden a este gobierno, que optó por no aumentar la carga impositiva, apostó a la productividad más que al fin recaudatorio, a la dinamización de la economía y por esa vía dar empleo, y fue una decisión acertada. La otra opción hubiese sido ir por la imposición para transitar la pandemia. Seguramente, si hubiese ido por ese camino, no tendríamos la recuperación que tenemos hoy, las empresas no habrían producido lo que produjeron, por lo que no tendrían capacidad de invertir. En campaña uno ve que la gente está invirtiendo, se está trabajando en alambrados, en medidas que atiendan al medio ambiente, al cambio climático.

-Recién decía que se necesita una baja de combustibles. ¿Cómo han visto la implementación del nuevo sistema de fijación de los precios, apostando a la transparencia, pero que en los hechos ha implicado varias subas?

-Nosotros apoyamos la libre importación de combustibles que era el plan original del gobierno, pero después fue modificado por la coalición. De todas formas, cuando se dio a conocer este nuevo sistema de fijación de precios, lo acompañamos; entendimos que era un buen mecanismo porque transparentaba. Con este sistema o sin él, los combustibles iban a subir igual. Estamos tranquilos de que ahora se sabe qué componentes forman el precio del combustible, cuánto es lo que se subsidia al transporte. Se derogó la obligatoriedad de la mezcla con biodiesel, que también era un sobrecosto. Además, el factor equis son los resultados de Ancap, lo que permite exigir una mejor gestión.

-Destacaba la importancia de mejorar la inserción internacional. En el Mercosur no se ha avanzado de manera esperada en estos 30 años y se ha planteado una flexibilización. Por otro lado, está sobre la mesa un posible Tratado de Libre Comercio (TLC) con China. ¿Dónde se debería poner el foco?

-El bloque obviamente no ha logrado los frutos que se pretendían cuando se creó, eso es un hecho, que se refuerza con el famoso tratado con la Unión Europea, que se sigue negociando y al día de hoy no se ha concretado nada. Cuando se anunció la búsqueda de una flexibilización del Mercosur la apoyamos y cuando se anunció que había un avance con China por un TLC, también. Que el Uruguay se abra al mundo es lo que necesitamos. Es muchísima la plata que se va en aranceles. Es un tema fundamental para el país, que no puede estar embretado dentro de un bloque que no ha dado resultados. Necesitamos un acuerdo sin importar si se llama TLC o no, pero que nos traiga una rebaja de aranceles, ya sea con China, Turquía, Reino Unido, Estados Unidos.


“El gobierno tiene una intención muy marcada de apertura, pero no ha alcanzado sus objetivos”

-¿Cómo ven a este gobierno en materia de apertura comercial?

-Con una intención muy marcada, pero sin haber alcanzado sus objetivos. Si no hubiese existido la pandemia estaríamos en un problema, pero el mundo se paró, entonces, no podemos pretender cambiar esos tiempos con lo que pasó. Entendemos que ahora sí estamos en un momento en el que hay que presionar sobre esos países para llegar a ese tipo de acuerdos.

-¿Cuáles son los mercados más importantes?

-China es fundamental, todo el sudeste asiático también. Turquía está dentro de los planes del gobierno y nos parece adecuado. El presidente estuvo presente en el Reino Unido, hay que conocer un poco cómo va a ser la nueva realidad posbrexit. Estados Unidos es otro destino. Los destinos son incalculables. Nuestra necesidad no es abrir mercados, sino gestionar mejor los que tenemos para que la ecuación con los aranceles sea más beneficiosa para el país.


“Hay mucho desconocimiento de actores sociales y políticos sobre la realidad del campo”

-¿Cuáles son sus planes para este segundo año como presidente de la ARU?

-Estamos empezando una nueva etapa después de la pandemia y esperamos que el mundo vuelva a funcionar con normalidad. La ARU cumplió 150 años el año pasado, y lo que buscamos siempre es conocer de primera mano las necesidades de los productores agropecuarios y trasladarlas al gobierno de turno para mejorar la calidad de vida de la gente del interior. Tenemos mucha preocupación por la educación, la forma de vida rural, que tiene sus particularidades por la lejanía de los centros poblados.

Todos esos aportes que hacemos muchas veces se ven desde la ciudad como quejas y reclamos, y no necesariamente son eso, sino aportes que tratamos de hacer para mejorar la vida de la población rural. Hay mucho desconocimiento de actores sociales y políticos sobre la realidad del campo, tienen un prejuzgamiento o no logran comprender lo que significa vivir en el medio rural, que no tiene las comodidades de Montevideo, o el trabajar a la intemperie en verano, en invierno, los horarios de trabajo. Cuando uno abre la heladera lo que tiene es producto del campo, pero no se valora.