Jorge Gandini: “Me sorprende que Cabildo vote con el FA, deberíamos mantener un bloque sin fisuras”

EN PANINI’S

Foto: Serrana Pin

Senador del Partido Nacional y líder de Por la Patria


No es la primera vez que Cabildo Abierto (CA) vota junto al Frente Amplio (FA) en el Parlamento y el episodio de la semana pasada, cuando en Diputados ambos partidos votaron contra los proyectos de inversión en Rocha y Río Negro, le “cayó mal” a Gandini. “No nos avisaron” y eso es falta de “códigos”, lamentó el entrevistado. Además, instó a que los socios de la coalición lauden internamente sus diferencias. Por otra parte, el dirigente nacionalista criticó duramente al presidente del FA, Fernando Pereira, y remarcó la importancia de que la alianza multicolor vuelva a ganar, para que la izquierda no “derogue” todos los cambios realizados.


El menú El legislador degustó risotto de camarones, zucchini y langostinos grillados, que acompañó con Coca-Cola light.


Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo

-¿Qué evaluación hace de esta primera mitad de la gestión del gobierno?

-Es positiva, en el contexto de lo que nos ha tocado en la región y el mundo. Hay que lamentar la postergación de algunas medidas que debían hacerse en el primer año de gobierno, pero hubo que abocarse a la emergencia. Igualmente, se pudieron abordar temas muy importantes en la Ley de Urgente Consideración (LUC). También el referéndum nos obligó a poner pausa y dedicarnos a defender esa ley.

La gestión de la economía tuvo buenos resultados, quizás no los que hubiéramos querido, pero hubo una pandemia y tomamos lo que recibimos, que era complicado: el doble del déficit fiscal, más desempleo e inflación que los previstos, entre otras cosas.

La economía se ha venido recuperando mucho más rápido en comparación con la región, las metas fiscales se cumplieron todas, se mantuvieron los motores de la economía prendidos y la salida fue más rápida.

-¿Qué medidas importantes debieron postergarse?

-La transformación educativa, la reforma de la seguridad social, la apertura de Uruguay al mundo a través de distintos acuerdos.

-La oposición ha denunciado recortes en distintas áreas prioritarias como educación, salud, primera infancia.

-Hay que poner todo en términos reales; la pandemia no fue inocua, dejó sus resultados. Hubo pérdida salarial, es verdad, pero pagamos los salarios y las jubilaciones en fecha y no hubo un solo empleado público que perdiera su trabajo, aunque no fuera a trabajar. Mantuvimos una enorme cantidad de empleos con el seguro de paro parcial, pero entró mucho menos dinero y hubo que reconvertir esfuerzos hacia otros lados.

Si se miran los números fríos y duros, puede ser que en algún lugar no hayamos puesto todo lo que había que poner, que lo estamos empezando a hacer ahora. Sin pandemia al FA le fue mucho peor, hizo recortes mucho mayores y ajustes fiscales mucho más grandes que los que hacemos nosotros pospandemia y en guerra, que también sumó aumentos de precios de energía, combustible y alimentos. Pese a todo, hay una dedicación de recursos importante en áreas prioritarias.

-¿Cuáles son las expectativas con respecto a la reforma educativa?

-La educación es el sector más resistente a los cambios, más reaccionario, que defiende un statu quo que es absolutamente cuestionable por todos, porque nadie está de acuerdo con los resultados que ha tenido. Pero al FA no lo dejaron cambiar nada.

-Una de las cosas que se reclama es mayor participación en la reforma.

-Van a participar los docentes, pero no los sindicatos. Poner la transformación educativa en estado de asamblea es la estrategia de la izquierda para que nada cambie, fue lo que les pasó a los gobiernos anteriores. No nos eligieron para cogobernar con el movimiento sindical, que mira a la educación desde la óptica de sus intereses.

-El politólogo Daniel Buquet dijo a CRÓNICAS que por más que el gobierno logre hacer esta reforma, si después vuelve el FA, dará marcha atrás.

-Si vuelve el FA, nos vamos a volver a endeudar, vamos a volver a un sistema insustentable en materia económica y al reparto como política social, clientelística y electoral, y seguramente muchas reformas van a retroceder.

-¿Ve posible que el FA dé el apoyo para la reforma de la seguridad social?

-Veo imposible que el FA se niegue a apoyar ciertas cosas: a hacer el sistema más justo, a ir unificando las cajas, a reformar la Caja Militar, la Bancaria. No veo que el FA se pueda lavar las manos ni ponerse del lado de las propuestas que vienen del PIT-CNT, como derogar las AFAP, porque estuvo 15 años en el gobierno y no las tocó porque estaba de acuerdo. Hay que modificar algunas cosas, sí, pero no eliminarlas.

-El FA argumenta que Lacalle Pou dijo en campaña que no aumentaría la edad de jubilación y sin embargo es parte de los planteos del anteproyecto.

-Está bien. Tendrán que decirnos cómo se financia un sistema en un país donde la gente cada vez vive más años. Nosotros estamos planteando subir gradualmente, sin complicarles la vida a los que están jubilados o por jubilarse, a 65 años —dejando como excepción actividades de riesgo, de mucho desgaste—, cuando ahora el promedio voluntario es de 63.

Foto: Serrana Pin

-¿Cómo ha sido el trabajo de coordinación entre los cinco partidos hasta el momento?

-Muy bueno. No daban dos pesos por la coalición ni tres días de duración. Sacando el chisporroteo que a veces generan algunas cosas, en lo importante, que es el “Compromiso por el país”, funcionó. Salió la Ley de Presupuesto, la LUC, una cantidad de leyes, de transformaciones importantes; está en marcha la reforma educativa, el plan de regularización de asentamientos. La convivencia es muy complicada, pero funciona.

-¿Por qué es complicada?

-Porque tenemos que articular la visión de cinco partidos diferentes, con historias y visiones distintas, que además competimos entre nosotros y vamos a volver a competir en octubre del 2024.

-¿Cómo le cayó que CA votara con el FA en Diputados contra los proyectos de inversión en Rocha y Río Negro?

-Me cayó mal porque no nos avisaron. Yo estoy preparado para que CA o los demás partidos de la coalición marquen perfiles en cosas diferentes que no están dentro del programa, pero eso es un tema de códigos: no solo no nos avisaron, nos dijeron que iban a votar con la coalición y no fue así. El diputado Lust anunció que iba a votar y por lo tanto se puso a consideración el tema, si no, nos hubiéramos quedado quietos, porque al día siguiente vencía el plazo de ese recurso. Entonces, se citó la comisión y él voto, fundamentó técnicamente con mucha solvencia y firmó el informe en mayoría rechazando el recurso. Al día siguiente, cuatro horas antes de que se reuniera la Cámara, CA dijo que Lust no los representaba y el resto de los diputados votaron al revés; la posición de Manini cambió sus opiniones. Esas cosas no se hacen, no votar diferente, sino inducir a un error sin avisar realmente cuál es la posición.

Ahora, más sorprendido que yo tienen que estar los votantes de CA viendo por tercera o cuarta vez votar a CA con el FA. Eso es lo que sorprende, porque desalinearse de la coalición tiene como conclusión natural que votan con el FA, de donde se supone que están muy lejos. Tenemos la obligación de intentar acordar, pero no necesariamente sucede.

-¿Le sorprende que CA vote con el FA en algunos temas?

-Me sorprende, sí, deberíamos mantener un bloque sin fisuras y laudar internamente nuestras diferencias. Con CA tenemos una discrepancia fundamental en la ley que propone liberar a los presos a los 65 años (otorgándoles prisión domiciliaria). No hemos encontrado acuerdo, pero no está en el “Compromiso por el país”, entonces, debemos administrar esa diferencia, así como otras. Lo del otro día fue un mal manejo que dejó una herida porque nos sorprendió, y perjudicamos a dos intendentes de la coalición.

-¿Cómo evalúa el llamado del presidente del FA, Fernando Pereira, a los partidos políticos, para cuidar la democracia?

-No le creo, porque no es coherente con las actitudes que han tenido. Cuidar la democracia requiere un compromiso de todos los días. Fernando Pereira fue el que convocó al caceroleo 15 días después de que se declaró la emergencia sanitaria. Hoy es un dirigente sindical a préstamo en un partido político que ha cambiado su forma de ser: era mucho más abierto al diálogo cuando tenía responsabilidades en el PIT-CNT. Hoy es una persona con la que nos cuesta mucho dialogar, ha sufrido una metamorfosis y parece estar influenciado por los sectores más radicales de la izquierda. Los puentes de diálogo son importantes, pero no podemos estar dialogando mientras se incita al conflicto todo el tiempo.

Foto: Serrana Pin

-¿Por qué lo dice?

-Porque estamos a casi seis meses del referéndum y en todo este tiempo nunca nadie más habló del desalojo exprés, que te iban a sacar a patadas de tu casa por los alquileres; no hubo más denuncias de abuso policial, la ley iba a ser represiva, y nadie vio a la policía corriendo a los manifestantes con un palo; se iba a privatizar la educación pública y no iba a ser más obligatoria, se iba a caer Antel, íbamos a privatizar Ancap. Nada de eso pasó. Avanzaron contra un proyecto del gobierno con la mentira. ¿Quieren sentarse a hablar? Yo estoy dispuesto, pero vamos a hablar en serio, no para las cámaras.

Además, le ganamos al PIT-CNT el referéndum, pero no salimos a camisetear el triunfo. ¿La respuesta cuál fue? La convocatoria del 1º de mayo contra la reforma de la seguridad social, cuando ni siquiera la conocían: nos declararon la guerra.

-¿No hay actitudes dentro del Partido Nacional (PN) que contribuyen a esta crispación?

-Por supuesto, hay actitudes, pero no es ese el PN, que ha tenido una actitud bastante abierta al diálogo. Que dentro de los partidos hay diferentes estilos y formas de hacer las cosas, no hay dudas, pero no generalicemos.


“Si me toca a mí representar al sector alternativo del partido, lo haré con mucho gusto”

-¿Cuál es la importancia de que haya un ala wilsonista fuerte dentro del partido?

-Wilsonismo va a haber siempre. Es importante para el partido que haya expresiones electorales diversas para representar sectores que siempre han votado aparte de la línea oficial. No me parece que al partido le vaya bien con un sector hegemónico que ocupe todos los espacios y que tenga un solo candidato. Hay un ámbito alternativo al oficial donde los wilsonistas tenemos que estar, que tiene que llevar su candidato y competir.

En la elección pasada hubo un sector muy fuerte y del otro lado no pudimos agruparnos, y ese espacio lo ocuparon Larrañaga, Sartori y Antía. Eso dejó una interna claramente volcada hacia el sector de Lacalle Pou, pero, aun así, esos tres candidatos reunieron el 48% de los votos en las internas. Quiere decir que hay un espacio electoral que hay que ocupar. Si no lo hacemos, seguramente el partido perderá respaldo. Nuestra primera obligación es ganarle al FA una vez más, porque si no, todo lo que hemos hecho será derogado. La mejor manera de defender los cambios es volver a ganar.

-La Mesa Nacional de Por la Patria le solicitó que fuera candidato. ¿Va a aceptar?

-No es el tiempo de largar todavía. Si me toca a mí representar al sector alternativo del partido, lo haré con mucho gusto.


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“Mi posición es favorable a autorizar la eutanasia”

-El tema de la eutanasia genera gran controversia dentro de la coalición. ¿Cuál es su posición al respecto?

-A priori, favorable a autorizar la eutanasia, pero también negativa en relación al proyecto tal cual se está considerando. Creo que los partidos no pueden buscar la disciplina partidaria en estos temas, por lo tanto, no sería bueno que obligáramos a tener cierta postura. Tenemos que generar una respuesta que, sin violar derechos, nos permita darle curso legal a la realidad.

-¿A qué realidad se refiere concretamente?

-¿Quién no participó cercana o directamente de la etapa final de un ser querido al que en un momento se le dio la opción de recibir el “cóctel” o dejar de prestarle cierta asistencia artificial para que deje de sufrir y muera con dignidad? Y cuando nos enfrentamos a eso, ¿en qué camino estamos? Hay etapas en las que uno tiene que elegir porque no tiene retorno. Yo lo viví con mi padre con Alzheimer, que dejó de ser la persona que era y no le funcionaban los órganos vitales. Y llega un momento en el que uno se plantea: “¿Lo dejo que siga sufriendo o termino con la asistencia artificial que se le da?”. Un proyecto de eutanasia tiene que fijar las reglas claras de cómo se puede hacer eso.

Ese debate, dado así, está bien, pero no me parece que tengamos que abrirlo a que uno pueda decir: “Si yo no tengo una enfermedad de esa naturaleza, pero me quedé sin ganas de vivir, entonces en ese momento anímico de mi vida también tengo derecho a pedir que se me autorice la eutanasia”. Ahí no estoy de acuerdo. Es un debate lindo si se da con seriedad, ahora, si lo cargamos de religiosidad y amenazas, es malo.