Marcel Vaillant, doctor en Economía y especialista en comercio internacional
Al entender de Marcel Vaillant, Brasil ha condicionado las relaciones internacionales de Uruguay desde la recuperación democrática hasta el día de hoy. Así lo explicó en entrevista con CRÓNICAS, en la que además profundizó sobre este aspecto y dijo que la “traba” de Uruguay para ingresar al Transpacífico es el posicionamiento de Lula y la presión que ha ejercido a Japón, país que tiene fuerte poder de decisión dentro del acuerdo. Por otro lado, dijo que la Unión Europea tiene una gran oportunidad de crear un eje atlántico con toda América Latina si concreta el acuerdo con el Mercosur, pero no espera que se concrete a la brevedad.
Por Mateo Castells | @teocastells
Menú: El entrevistado degustó triangoli lombardi rellenos de gorgonzola y peras, a la manteca de limón y salvia con reducción de aceto, que acompañó de Coca-Cola light.
-¿Cómo ve a este gobierno en materia de inserción internacional y los primeros movimientos que ha dado en el tema?
-No ha habido gestos muy definidos, más que la continuidad en algunos asuntos que venían en carpeta, como el tema del acuerdo de la Unión Europea (UE) y Mercosur. No identifico hechos sustantivos como para pronunciarme en una dirección u otra. Quizá eso sea una señal. Seguramente haya movimientos no evidentes a nivel público que ocurren, como lo que esté haciendo Uruguay a nivel de la Organización Mundial de Comercio (OMC) o lo que hará a nivel de la región, tanto en el concepto de Mercosur y el contexto general de Latinoamérica. Después, hay que ver qué ocurre con el ingreso al Acuerdo Transpacífico, donde no hubo señales disruptivas, pero tampoco me queda claro qué se hará.
-¿Hace falta una agenda pública y definida sobre hacia dónde irá este gobierno en materia internacional? El anterior gobierno llegó con la intención de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China y una postura definida respecto del Mercosur, por ejemplo.
-Creo que los temas que Uruguay tenía en agenda están presentes y todavía amplificados en términos de relevancia. Esto se vincula directamente sobre que ha habido claros pronunciamientos del gobierno en materia de la prioridad del crecimiento y la inversión como palanca de la economía. Y eso, en una economía pequeña como la de Uruguay, está directamente vinculado con la inserción internacional. En esa línea veo anuncios claros y definidos, respecto de que eso será una prioridad. Lo mismo ocurre con la agenda de innovación y los cambios en la productividad. Hay un triángulo que es imposible de separar, que es el de inversión, crecimiento económico e inserción internacional. En cuanto al pilar de inserción internacional, creo que Uruguay tiene una agenda clara en Ginebra, en la sede de la OMC y una agenda en los mercados que compran lo que vende Uruguay, que son los asiáticos. Y además tiene una agenda regional con una perspectiva más amplia, que no es únicamente el Mercosur. En un mundo donde hay amenazas de romper la cooperación comercial y que lo que surge como alternativa es el comercio administrado, los países pequeños tienen una vulnerabilidad enorme, porque cada vez que enfrentan acuerdos bilaterales, pasan a ser obligatorios para el pequeño, pero flexibles para el más grande. Esas relaciones asimétricas pueden ser terribles para los países chicos.
-¿Los anuncios incluidos en el presupuesto sobre lo que refiere a la atracción de inversiones con la modificación del régimen de tax holiday y las medidas que apuntan a mejorar la competitividad y productividad de empresas uruguayas son suficientes?
-Toda la agenda de buenas prácticas regulatorias, de simplificación y de bajar costos, es un tema que se derrama sobre la inserción internacional y los costos del comercio, pero no se termina ahí. Ha habido algunas señales evidentes en este tema y es una tarea permanente, que se inició y esperemos que tenga un buen recorrido. Es una dirección muy adecuada y un proceso que no se va a agotar ahora.
-La semana pasada la UE anunció que inició el proceso de ratificación del acuerdo con el Mercosur, en un contexto en el que Francia, que es uno de los principales opositores a la firma del mismo, vio caer a su gobierno. ¿Cómo influye esto en el tratamiento que se le dará a la discusión en el Parlamento Europeo?
-Los hechos muestran que la comisión demoró dos meses en enviar el texto de fin de la negociación de diciembre de 2024, que lo tendría que haber hecho a principios de julio y lo hizo ahora, en un contexto de debate aparentemente intenso entre los comisarios. Mi interpretación es que ahora entra en un plano político, para eventualmente conseguir la voluntad de los países que tenían una postura contraria como Francia. Para ello, la comisión planteó dos tipos de argumentos. Uno es para monitorear y evaluar en qué termina, que es una salvaguarda nueva y especial que no está en la negociación de 2024, que es un esquema de salvaguarda agrícola. Esto puede tener una casuística desconocida. Y, además, la creación de un fondo de reserva por unos miles de euros, para compensar a los sectores agrícolas. Todo esto, bajo las condiciones de que el acuerdo en materia agrícola no significa una gran apertura y un gran acceso al mercado europeo, porque tiene muchas restricciones. En el Mercosur se está muy a la expectativa de cómo se desarrolla la votación en el consejo y si las eventuales concesiones a Francia realmente hacen cambiar los votos y hacen que Francia se sume. En el medio de esta crisis política en Europa, lo que se puede esperar es que esto no se resuelva de manera inmediata y que se prolongue la incertidumbre en relación al acuerdo UE-Mercosur.
-¿Demostrarle a Francia y a su sector agropecuario, que es muy subsidiado y que cuenta con mucha capacidad de lobby, que un acuerdo con el Mercosur no va a afectar sus ingresos, es la clave para cerrar el acuerdo?
-Sin dudas. No es la única clave, pero es muy importante. Otro elemento adicional, que muestra el debilitamiento de la posición europea en relación al acuerdo, es cómo hicieron para hacer el control de daños en el reciente acuerdo de comercio administrado entre Estados Unidos y la UE, que es un acuerdo de espaldas y violatorio, por fuera de las reglas de la OMC. Para ese acuerdo, lo que ofreció Europa fue mejorar el acceso de productos agroalimentarios de Estados Unidos en la UE, lo que implica concesiones arancelarias y se diluyen las pequeñas preferencias al Mercosur. Si el Mercosur estuviera en condiciones de tener una posición un poco más fuerte, sería como para parar todo, pero no creo que esto ocurra.
-¿El desmarque que ha tenido Estados Unidos con respecto de occidente en el último tiempo podría ser decisivo en la concreción del acuerdo?
-Sí, sin dudas. En parte, eso fue lo que aceleró el fin de la negociación y es la palanca aceleradora. La UE tiene una gran oportunidad de crear un eje atlántico con toda América Latina si completara el acuerdo con Mercosur, además de una agenda de profundización. Este momento, en el que se genera la ruptura con Estados Unidos, es cuando se debe buscar este tipo de refugios.
-El canciller Lubetkin manifestó su optimismo de que el acuerdo se cristalice en diciembre. ¿Cree que eso es posible?
-Todos los diplomáticos cuando están en un proceso de negociación están obligados a ser optimistas. Se dio el fin de la negociación, no es la primera vez que ocurre, porque ya ocurrió en mayo de 2019. En este caso, la diferencia es que el plazo entre que se da el fin de la negociación que y la UE envía la documentación al consejo es más corto, pero no sé si los tiempos dan, dadas las circunstancias políticas en Europa, para que esto ocurra antes de diciembre. Entiendo la posición diplomática y política de mostrarse optimista.
-¿Uruguay está muy condicionado en su apertura internacional y relacionamientos bilaterales por Lula?
-Los hechos revelan que sí. Desearía que ese fuera un frente de negociación de política internacional de Uruguay, que trabajara en la dirección de mostrar que la posición de Brasil con Uruguay no tiene un racional técnico. Si Uruguay entrara al Transpacífico, no deterioraría al Mercosur, al contrario, sino que daría la oportunidad de que el tema entre en agenda en el resto de países del bloque. Definitivamente debemos mirar hacia el continente asiático. Para el ingreso al Transpacífico, todos los países que lo solicitaron tienen dificultades para entrar, pero el que tiene menos trabas es Uruguay. La traba de Uruguay para ingresar al Transpacífico es el posicionamiento político de Brasil y cómo se ha expresado en presionar a Japón, que lidera ese tipo de decisiones en el Transpacífico. Si se resolviera ese triángulo de Uruguay, Brasil y Japón, usando como capital la cercanía del gobierno del Frente Amplio con el gobierno de Lula, sería una palanca muy relevante para el crecimiento del país. Y no sería en contra del Mercosur y la región, sería al revés.
-¿Hoy Lula maneja más las relaciones internacionales de Uruguay que Lubetkin y Orsi?
-Es una pregunta muy fuerte. Yo la prolongaría un poco más. Brasil ha condicionado las relaciones internacionales de Uruguay desde la recuperación democrática hasta hoy, en distintos gobiernos y de distintas maneras.
-¿Y cree que hay margen para desmarcarse de esa influencia?
-No digo que exista una tutoría directriz, digo que es una influencia que ha sido determinante en ciertos casos, más que con ningún otro país. Esas cosas son cambiantes. Brasil es una economía muy protegida y tenemos un acuerdo comercial con ellos. Nadie se quiere alejar de Brasil y nosotros estamos al lado. Lo que digo es que esto es algo a gestionar a favor de nuestro país, para fortalecer la autonomía en aquellas dimensiones que son críticas, como poder desarrollar acuerdos comerciales preferenciales con terceros mercados. Sí se puede tener un alineamiento con Brasil en materia multilateral, porque Brasil siempre ha sido un defensor del ámbito multilateral de comercio.
-¿Cómo cree que interpreta Estados Unidos los movimientos que ha dado Uruguay y su cercanía con Brasil?
-No creo que afecte en ninguna dirección, el problema de Brasil y Estados Unidos es de ellos. Para Uruguay, Estados Unidos es muy importante, al igual que China. Y creo que la salida para una economía chica como la nuestra, dada la geografía y el lugar, es mantenerlo de esta forma. Ahora, la tentación de China y Estados Unidos es que, si un país tiene una relación comercial estrecha con el otro, eso condicione en ámbitos no comerciales. Ese hilo siempre nos interesa cortarlo. Una cosa es el comercio y otra es lo no comercial, que forma parte de los fundamentos de las reglas del comercio y ahí nos tenemos que mantener.
-En definitiva, Orsi puede acercarse a los Brics sin que en Washington lo miren de costado.
-Las relaciones internacionales, por sustancia, tienen muchos colores y relacionarse con el conjunto de países, en general, es bueno. Es muy bueno para Uruguay que lo inviten a los Brics y al G 20, y estar con países que tiene afinidad ideológica. El tema es lo que cada uno va a buscar a cada ámbito.
“Mercosur debe adoptar una relación con terceros, parecida a la que tienen los países de la Asociación Europea de Libre Comercio”
-Dada la postura de Lula sobre el ingreso de Uruguay al Transpacífico, ¿ve que el gobierno haya dejado de lado la posibilidad de ingresar al acuerdo?
-No creo que haya pronunciamientos de no ir hacia esa dirección. Se han planteado con objetividad las dificultades que hay. Las condiciones para gestionar esos obstáculos están y hay que buscar superarlos. El hecho de tener un gobierno que tiene afinidad con Brasil puede ser una oportunidad para lograr, por lo menos, que Uruguay ingrese en la cola de negociación. Después se evaluará si entra o no. El Mercosur debe adoptar una relación con terceros parecida a la que tienen los países de la Asociación Europea de Libre Comercio.