“Los organismos públicos no pueden ser usados para hacer política como ocurre y ha ocurrido”

EN LA CORTE

Consciente de que la interna de su partido hoy se encuentra polarizada entre dos opciones bien marcadas, Bergara explicó, en diálogo con CRÓNICAS, que la importancia de su precandidatura reside en que muchos de los frenteamplistas “se ven reflejados” en las propuestas de su sector. Más allá de ello, el actual senador se mostró convencido de que el Frente Amplio (FA) ganará las próximas elecciones. A su vez, a raíz de la controversia que generó su planteo en la interna del partido sobre generar un diálogo interpartidario sobre seguridad, declaró que “si hay algo que la izquierda no se puede amputar, es el debate de ideas respetuoso y fraterno”.


El menú: En la confortable cava de La Corte, el entrevistado degustó bondiola braseada al tannat acompañada de papas a la crema. De postre optó por ensalada de frutas con helado de crema y para beber eligió agua con gas. Para finalizar pidió un café.


Por Oscar Cestau|@OCestau y Mateo Castells| @teocastells

-Usted recientemente propuso la necesidad de generar un diálogo interpartidario para abordar la problemática de la inseguridad, a la que los distintos sectores del FA se negaron a estudiar, principalmente por el timing de la propuesta. ¿Qué lectura realiza de esto?

-La seguridad vuelve a ser un tema angustiante para la sociedad uruguaya, que en particular está asociado a la penetración del narcotráfico en los barrios, lo que es un flagelo que destruye tejido social, corta trayectorias educativas y altera la cultura y la convivencia ciudadana. Por lo tanto, creo que es un tema que con humildad debemos asumir que es algo que ha ido empeorando y que diversas políticas, ensayadas por todos los distintos partidos, no han tenido los resultados esperados. A la luz de lo que uno ve a nivel internacional y en los países latinoamericanos, atacar el problema del narcotráfico cuanto antes parece ser imperioso, porque ya vemos los costos que tiene en todos los terrenos. Para esto, lo primero es asumir que no ha habido recetas mágicas y que nadie tiene la solución perfecta para este problema. Nosotros nos inspiramos en el legado seregnista, de que hay temas que deben estar por encima de los intereses partidarios, que son los que le interesan al país y son de primer orden. Eso no quiere decir que haya que buscar acuerdos y consensos en todos los temas, pero hay ciertos asuntos que no deberían ser parte de un juego político menor, y sobre todo ahora, de cara a la campaña electoral. Creo que la seguridad es de los temas que no deberían ser usados como botines electorales, como lo fue en 2019. Yo soy contrario a la estrategia en materia de seguridad que ha llevado adelante este gobierno, que ha puesto el foco en aumentar penas y en endurecer la represión, además de que ha soslayado la prevención y ha ignorado la rehabilitación. Nadie puede pensar que el problema de la seguridad se va a resolver en un período de gobierno y gracias a la gestión de un partido, por lo tanto, lo que se necesita es una política de Estado, con opciones y estrategias que atraviesen las administraciones de los gobiernos. A los bandazos, como estamos ahora, claramente no se resuelve. El debate que se ha dado en el FA me parece saludable. Ahora parece que no podemos debatir ideas en la izquierda… Creo que sería renunciar a la propia esencia de ser de izquierda al considerar que no puede haber propuestas distintas y debatir ideas. Si hay algo que la izquierda no se puede amputar, es el debate de ideas respetuoso y fraterno. 

-A raíz de este asunto se ha cuestionado la pertinencia de su precandidatura en un partido que se muestra polarizado entre dos opciones bien marcadas. A su entender, ¿cuál es la esencia de su postulación? ¿Qué tiene para aportar al FA?

-Creo que la pertinencia de mi postulación apunta a que estén reflejados, en la paleta de precandidaturas que el FA ponga a consideración de la ciudadanía, todos los enfoques y espacios relevantes que tiene el partido en su seno. Nosotros vamos a seguir haciendo esta campaña, estamos convencidos de que muchos frenteamplistas se ven reflejados con nuestra perspectiva, incluso cuando se trata de discusiones como la que surge a raíz de la propuesta sobre seguridad que realicé. Cuando hablamos de que los precandidatos tienen que dar sus posturas, es una obligación que tenemos para con la ciudadanía. Creo que debe estar claro lo que piensa cada precandidato en cada uno de los temas relevantes.

-¿Qué autocrítica realiza de los anteriores períodos de gobierno del FA?

-¿Vamos a volver a dar espacio para cosas como dos equipos económicos? ¿Vamos a volver a dar espacios para la utilización de organismos públicos como plataformas políticas? ¿Vamos a volver a dar marcos de relacionamiento con las fuerzas armadas como se hizo de manera tan incompleta y difusa?

-Es una crítica fuerte a la interna.

-El tema de los dos equipos económicos se discutió cinco años y la utilización de entes públicos también. El vínculo con las fuerzas armadas en los anteriores períodos de gobierno del FA fue claramente insatisfactorio. No hicimos una buena Ley Orgánica. Creo que estas críticas no son nuevas, pero de cara a un nuevo gobierno del FA, porque estoy convencido de que nuestro partido va a ganar la elección, creo que son cosas que hay que clarificar y dejar saldadas. La conducción económica no puede tener dos cabezas. Los organismos públicos no pueden ser usados para hacer política como ocurre y ha ocurrido. 

-¿Cómo ve la ausencia de Danilo Astori en la orgánica partidaria? ¿Cree que hará falta el rol de péndulo y contrapeso que aportaba su figura?

-Creo que todos somos conscientes del rol crucial e importante que cumplió Astori en muchos aspectos, principalmente en la modernización programática y política de la izquierda uruguaya. Su figura es insoslayable y por eso nuestra responsabilidad es tomar su legado, al igual que tomamos el de Seregni y el de Tabaré Vázquez, para plantear orientaciones que difieren con otras. Es muy importante que si hay visiones distintas se expresen, se contrapesen, y que de alguna forma se diriman políticamente. Esto nos reafirma la necesidad de un espacio de Convocatoria Seregnista potente, que marque un perfil que todos sabemos que tiene diferencias con el resto de perfiles y que es una voz importante para que el FA llegue a la mejor síntesis en cada uno de los temas.

-Como expresidente del BCU y exintegrante del equipo económico de los anteriores períodos, ¿con qué situación económica cree que se encontrará quien asuma en marzo de 2025? ¿Considera importante la continuidad de ciertas políticas implementadas? 

-El próximo gobierno se encontrará con un panorama complicado, porque hace un año y medio que tenemos una economía estancada. Recuerdo a la ministra de Economía decir que si se debe evaluar la política económica del gobierno, que sea en cuestión del resultado fiscal, que hoy en día es malo. Esencialmente es el mismo del año 2019, que ellos mismos planteaban que era una catástrofe. Nosotros no lo veíamos catastrófico ni lo vemos catastrófico hoy, pero la realidad es que no resolvieron el asunto. Hoy el déficit está al mismo nivel con el que cerró en el último período de gobierno del FA, incluso con algunos gastos que no están siendo computados, como en el caso de inversiones en infraestructura que se están «pateando hacia adelante» en materia de registración. Una cosa es el financiamiento, otra es el registro. Si el resultado fiscal es malo y la ministra nos pidió que evaluáramos su gestión en función del resultado fiscal, la evaluación se hace sola. La mejora puntual del resultado fiscal de diciembre estaba prevista, porque salen del registro algunos gastos excepcionales que se habían dado en diciembre de 2022 y que en el cómputo se registran. Pero con la previsión de la recomposición de salarios y pasividades, las previsiones apuntan a que el déficit a fines de gobierno rondará en el 4%. Lo que más me preocupa de las políticas del gobierno actual es que careció, desde el primer día, de una agenda de crecimiento y desarrollo. Se habló en la campaña de la competitividad, de la productividad y de la innovación, pero en las políticas de gobierno han estado completamente ausentes. Se utilizó la ciencia en épocas de pandemia, pero después no hubo un apoyo a este sector. El quinquenio de este gobierno va a terminar con resultados muy modestos y casi decepcionantes en materia de crecimiento, sin haber resuelto los problemas fiscales e incluso con niveles de deuda mayores.

-¿Y cómo ve el control de la inflación? 

-Todos estamos felices de que la inflación esté más baja, pero de todas maneras no es un factor que haya sido crucial. El asunto es cómo se llega a un resultado un par de puntos menor de inflación, y en parte fue por una cuestión de política que nosotros consideramos equivocada, que es la del atraso cambiario y que es el más grande de todo el siglo. Los modelos del Banco Central del Uruguay (BCU) indican desajustes en el orden del 15%, y el problema es el encaprichamiento de la política económica y cambiaria. Las gremiales han puesto el foco en la tasa de interés de la política monetaria, pero yo creo que el problema no pasa por ahí. El atraso cambiario no está determinado por la tasa de interés, sino por una política de no intervenir en el mercado cambiario cuando se debe intervenir. El gobierno hace más de dos años que no compra un dólar en el mercado. El BCU debería ser más activo en la intervención del mercado cambiario equilibradamente, lo que no tendría mayores afectaciones en materia inflacionaria. El propio presidente del BCU dice que la inflación bajó y no es porque el dólar esté bajo, pero no interviene el mercado cambiario para no afectar la inflación. No me cierra su razonamiento.

-Principalmente desde el oficialismo se ha adjudicado el término «Fapit», que alude a una mixtura y cierta complicidad entre el FA y el PIT-CNT, ¿usted qué opina al respecto?

-Me parece un juego político menor. Es verdad que hay sintonía conceptual entre las orientaciones de la central sindical y la izquierda, y es algo que a nadie puede sorprender. Pero después cada uno tiene su independencia. Que haya muchas líneas de coincidencia es razonable desde el punto de vista histórico y filosófico, pero más allá de esto, un hecho que derriba el concepto de «Fapit» es el plebiscito de seguridad social, que es impulsado por el PIT-CNT y que el FA no hizo suya su propuesta. Dio libertad de acción, pero sobre la base de que la línea de trabajo del partido es la del diálogo para llegar a un nuevo sistema.

¿Cree que es acorde que el partido se muestre de esta forma ante un tema tan neurálgico y que no se haya definido ni a favor ni en contra?

-En la medida que hay sectores dentro del partido con posturas distintas respecto del plebiscito, se consideró que se trataba de un tema sobre el que no podía imponerle una posición a ningún sector. No creo que el FA se haya lavado las manos, sino que tomó un camino del diálogo y el cambio legal, sin perjuicio de dar libertad de acción a los sectores que entendían que el camino del plebiscito es conveniente. Es imperioso y una obligación para con la ciudadanía que cada uruguayo sepa cuál es la postura de cada precandidato con respecto a un tema tan crucial como lo es la seguridad social. Es crucial por la propia temática y por cómo puede afectar el despliegue de otras políticas también imprescindibles para la política uruguaya.


“Lo que unió a la coalición en su momento la sigue uniendo, qué es evitar que el FA vuelva a ganar”

-¿Cómo ve el funcionamiento de la coalición? ¿Piensa que lo que se dio se puede volver a repetir?

-Lo que unió a la coalición en su momento la sigue uniendo, qué es evitar que el FA vuelva a ganar. Desde el punto de vista político y electoral va a seguir. Pero es una coalición que tiene sus roces porque no operó como coalición en el sentido tradicional, con diálogo permanente y con un ámbito de coordinación, sino que más bien fue un gobierno pautado por el Partido Nacional (PN), al cual el resto de los partidos acompañaron sistemáticamente, unos de manera más permanente que otros. Es necesario que, de cara a la campaña electoral, los distintos partidos marquen sus perfiles.


“Lacalle Pou ha logrado tomar distancia de un montón de procesos terribles que vivió la institucionalidad de este gobierno”

-¿Considera que el gobierno tiene una imagen y el presidente tiene otra dentro de la coalición?

-Es difícil de despegarlo. El presidente hoy tiene 20 puntos menos de aprobación que hace dos años. Ha habido un deterioro, pero no es bajo el nivel de aprobación que tiene. Lacalle Pou ha logrado tomar distancia de un montón de procesos terribles que vivió la institucionalidad de este gobierno. Por algo, en los casos del puerto, de Marset, de Astesiano, del Ministerio de Vivienda y del Ministerio de Turismo, entre otros temas que hubo, cayeron varios ministros y cayó el principal asesor del presidente. Es muy fuerte que hayan caído en un solo acto el canciller y el ministro del Interior. Evidentemente ha habido elementos que han erosionado al gobierno y que podrían haber bajado el nivel de aprobación del presidente, pero tal vez existan factores comunicacionales que son bien recibidos por la sociedad y que, de alguna manera, influyen, aunque queden muchas dudas. En el caso del pasaporte de Marset, de la destrucción de información que iba a la Justicia y en el acuerdo de mentir en el Parlamento, todavía no está claro cuál fue el efectivo involucramiento del presidente. Él dijo que pasó a saludar. Quedó simpático al decirlo así, pero desde el punto de vista político genera más dudas que certezas.