“Muchísima gente sigue viendo al Estado como el salvador para solucionar todos los problemas, pero eso hay que pagarlo”

Michele Santo, economista y master of Arts en Economía de la Universidad de Chicago

El contexto internacional es clave para el crecimiento del país y el ejemplo claro de ello, para Santo, que así lo explicó en entrevista con CRÓNICAS, es que los años en que Uruguay creció a tasas elevadas fueron aquellos donde hubo coyunturas externas favorables, como el período 2004-2011. El economista también tiene claro que lo mejor que se puede esperar del contexto externo es que Argentina logre estabilizar la economía y, respecto del apartado fiscal, declaró que se puede encarar un ajuste por el lado del gasto público, dado que la presión impositiva “ya es demasiado alta”.

-¿Cómo evalúa el manejo de la macroeconomía de este gobierno?

-A nivel del manejo de la política macroeconómica, considerando todos los problemas que generó al inicio de este período la pandemia y todas las restricciones políticas que tiene el gobierno, creo que el manejo ha sido bastante ordenado. Sin embargo, considero que hubo, como ha habido en la mayoría de los gobiernos, una descoordinación entre el manejo de la política fiscal y de la política monetaria, que ha llevado a la generación del fenómeno del encarecimiento en dólares o atraso cambiario. En definitiva, hubiera preferido una política fiscal mucho más restrictiva y una política monetaria mucho más expansiva, como una combinación que creo que hubiera generado mejores y más consistentes resultados a mediano plazo. Más allá de ello, creo que en general el manejo ha sido bastante prolijo y sin hacer grandes olas para un sentido o el otro.

-Respecto de la política monetaria implementada por el Banco Central (BCU) surge una discusión donde hay quienes apuntan a que la disyuntiva es inflación-atraso cambiario y quienes dicen que la disyuntiva es inflación-costo país. ¿Usted qué postura tiene al respecto?

-Hay verdades en ambos lados. Hay una gran cantidad de evidencia que apunta a que temas estructurales generan un costo país muy elevado, que engloban temas como la escala del país, cuestiones asociadas a la falta de competencia en los mercados no transables, la relativa baja apertura de la economía o la existencia de monopolios o cuasimonopolios en muchos sectores. Esta es una parte de la verdad y creo que hay bastante consenso a nivel de la profesión, porque todos estos problemas juegan para que Uruguay sea un país caro en términos relativos. El propio tamaño del Estado, la poca eficiencia y eficacia con la que se ejecuta el gasto público, el hecho de que se pagan impuestos teóricamente para atender la salud pública, la seguridad y la educación, pero después quien pueda tenga que recurrir a seguridad, educación y salud privada, son factores que entran en juego. Pero creo que, además, el hecho de haber operado durante la mayor parte del período con una política fiscal no tan restrictiva y una política monetaria muy restrictiva, que generó un desfasaje importante en las tasas de interés domésticas en comparación con el resto del mundo, fue un incentivo para el ingreso de capitales y que el dólar quedara relativamente chato y se apreciara. Este es un factor adicional para generar el fenómeno del atraso cambiario. Por otro lado, las propias mediciones oficiales del BCU dan cuenta de este fenómeno y creo que el problema está fuera de discusión. Podremos discutir qué tanto depende el origen del problema de estos temas estructurales y qué tanto depende de la política monetaria, sobre todo en el año 2023, pero el problema está.

-Respecto del costo país, ¿dónde ve los factores más incidentes? ¿Cree que entran en juego los lobbies e intereses?

-Es un tema de larga data y que está en la historia de Uruguay, que todavía muchísima gente sigue viendo al Estado como el salvador y entra en juego el concepto del Estado presente para solucionar todos los problemas, sin tener en cuenta que el Estado presente hay que pagarlo. Tenemos un sistema de seguridad social que sin dudas es muy bueno en cuanto a la cobertura, pero que es totalmente infinanciable. Tenemos un monopolio de combustibles y una empresa que lo maneja, que al mismo tiempo tiene que estar subsidiando las pérdidas de actividades que nada tienen que ver, como la producción del portland o la caña de azúcar. Tenemos una empresa como UTE que, en la generación de electricidad, para generar el cambio en la matriz energética se metió en contratos de largo plazo y a precios de ópera para generar una transformación, que implicarán costos de electricidad altísimos por muchos años. Tenemos una empresa de telecomunicaciones que gastó US$ 100 millones en el Antel Arena que tiene poco y nada que ver con las telecomunicaciones, en lugar de invertir más para bajar los costos de los servicios de internet y de comunicaciones en general. Más que un tema de los lobbies, que pueden tener incidencia sobre determinadas cuestiones, que no lo niego, creo que lo más importante es esa creencia de que el Estado tiene que estar en todo, y que eso implique que a ese Estado presente lo tengamos que pagar de una u otra manera. Y cuando la productividad de la economía no es lo suficientemente importante como para poder absorber todos esos costos, a lo que se le deben agregar los temas propios de escala y el tamaño reducido del mercado, lo que se genera son los fenómenos del gran costo país y la pérdida de competitividad, en la medida en que esos altos costos internos, si no van acompañados de una productividad alta, no se pueden exportar.

-Según mediciones del BCU, la competitividad está entre 12% y 15% por debajo de lo que indicarían los fundamentos. ¿Qué se debe cambiar para mejorar la competitividad en Uruguay?

-Esencialmente, los altos costos internos en dólares, la generación de atraso cambiario por la política del BCU para ubicar la inflación en el rango meta, generando un desarbitraje de tasas de interés, junto a la caída de precios internacionales que hubo en los últimos meses, son factores que se conjugan para generar un deterioro de la competitividad.

-¿Cómo ve el apartado fiscal? ¿Ve margen para reducir el gasto?

-Claramente en un año electoral es imposible. Hay que pensar en que este año el déficit va a aumentar por mayor ejecución de obra pública. Las últimas cifras mostraron un leve deterioro y yo creo que vamos a terminar el 2024, salvo algunas sorpresas mayúsculas, en el eje del 4% de déficit, con un nivel de presión impositiva muy alto. Una cosa es un déficit de cuatro puntos del producto cuando uno tiene un gasto público de 20 puntos del Producto Interno Bruto (PIB) y otra cosa es un déficit de cuatro puntos del producto cuando tenemos un gasto público que orilla el 34% del PIB. Está claro que no hay ningún margen para seguir aumentando la presión impositiva y habrá que ver con qué situación se encuentra el próximo gobierno y cómo la encara. 

-¿Ve la necesidad de un ajuste?

-La necesidad de hacer un ajuste fiscal va a depender mucho de cómo termine el 2024 y de cuáles sean las prioridades políticas del próximo gobierno. Creo que se puede encarar un ajuste fiscal por el lado del gasto público, dado que la presión impositiva ya es demasiado alta. Ni que hablar si el plebiscito de la reforma de la seguridad social triunfa y se termina derogando la reforma actual.

-¿Y cómo se atiende la pobreza infantil?

-Lo lógico sería reasignar recursos de otras áreas. Hace tiempo que estamos en un esquema de frazada corta, porque no hay mucho más margen para aumentar impuestos y aumentar ingresos. Entonces, si se quieren priorizar determinadas áreas, habría que reducir el gasto en otras. Yo no creo que sea viable el camino de aumentar el gasto público financiándolo con mayor endeudamiento ni con aumento de los impuestos.

-Otro de los problemas que tiene el país es el de las tasas de crecimiento. ¿Qué debe hacer el próximo gobierno para que la economía crezca más? 

-Es muy difícil porque está todo muy condicionado. No en vano, los años en los que Uruguay creció a tasas elevadas fueron los años en los que hubo coyunturas externas sumamente favorables. El último fue el período 2004-2011, cuando tuvimos el boom extraordinario en los precios de los commodities, sustentado en el aumento enorme de la demanda china. Cuando se acabó ese boom externo, la tasa de crecimiento se planchó, tanto en el segundo gobierno de Vázquez como en el gobierno de Lacalle Pou, con el efecto pandemia mediante. En términos de largo plazo, a Uruguay le ha costado mucho sostener tasas de crecimiento por encima del 2% en períodos de 15 o 20 años, y eso tiene que ver con temas estructurales, que hacen a la calidad del capital humano y a la calidad y profundidad de la inserción internacional del país. Si el viento de afuera no sopla a favor, es muy difícil para Uruguay crecer a tasas superiores al 2% anual durante un período de tiempo prolongado. Y como no se puede crecer a tasas mucho más altas que el 2% anual durante 10, 15 o 20 años, seguimos arrastrando los problemas estructurales que tenemos desde hace 50 años. 


“Lo mejor que podemos esperar es que el gobierno de Milei tenga éxito y logre estabilizar la economía”

-¿Cómo entran en juego las tensiones geopolíticas actuales?

-El contexto internacional a nivel del mundo desarrollado no se plantea demasiado favorable hacia adelante. Lo mejor que podemos esperar en términos de contexto externo para Uruguay, es que el gobierno de Milei tenga éxito y logre estabilizar la economía. El segundo semestre del 2024 será crucial para el destino de Argentina y también para apuntar a un mejor o peor panorama relativo para nuestro país, a partir del 2025. Con respecto al resto del mundo, la situación aparece bastante más complicada. China está con problemas significativos y que han ralentizado su ritmo de crecimiento, Estados Unidos está con desequilibrios fiscales enormes, el tema de las guerras que hay que financiar y las tensiones en Europa del este y Medio Oriente, no ayudan a generar un escenario positivo, además de que su tasa de inflación ha dejado de caer en el 2024, lo que ha alejado la perspectiva de que la Fed pueda bajar de manera sustancial las tasas de interés. Yo diría que, tomando el escenario externo en su conjunto, lo único positivo que podemos esperar es que Argentina salga del pozo. 


Plebiscito de seguridad social: “No es un tema ideológico o político, es un tema de matemática financiera”

-¿Es sintomático que se hayan juntado 430.000 firmas para plebiscitar la seguridad social?

-Creo que es parte de esa idiosincrasia uruguaya de pensar que todo se arregla con buenas intenciones, sin pensar en cómo se pagan las cosas. Sin dudas que a todos nos encantaría jubilarnos con 60 años y que en lugar de aportar 30 años aportar 15, pero el tema es que eso es imposible de financiar. No es un tema ideológico o político, es un tema de matemática financiera. Todos los sistemas de seguridad social basados en el reparto están quebrados en todo el mundo y eso es una realidad a la que más tarde o más temprano van a ir despertando todos los países. Los países que empiecen más temprano que tarde a tratar de torcer esa realidad inexorable, tendrán un mejor panorama a futuro que aquellos que se resistan a la inflexibilidad de las matemáticas financieras.