Avanzar en una agenda de reformas estructurales

EDICIÓN ESPECIAL | 15 AÑOS DE EMPRESAS & NEGOCIOS

Julio Lestido, presidente de la Cámara de Comercio y Servicios del Uruguay

Uruguay enfrenta una transformación acelerada en el sector comercio y servicios, impulsada por la tecnología, pero con desafíos en formación laboral, competitividad empresarial y marco regulatorio. La clave para aprovechar estas oportunidades está en aspectos esenciales como, por ejemplo, mayor articulación público-privada, reformas estructurales que reduzcan costos y fomenten la innovación, inversión en educación y capacitación tecnológica, y apoyo a las micro y pequeñas empresas para evitar su exclusión digital, entre otros.   

¿Cuáles considera han sido las grandes transformaciones que se han dado en el sector de comercio y servicios de nuestro país en los últimos 15 años?

En estos últimos años no sólo el sector comercio y servicios, sino que los países y sus economías en general han atravesado grandes transformaciones. Seguramente, una de ellas está estrechamente vinculada con los avances tecnológicos, que no sólo cambiaron nuestras formas de interconectarnos, de trabajar, sino también nuestros hábitos de comportamiento y, en particular, nuestras formas de consumir, siendo determinante de este cambio la irrupción del comercio digital. Esto implica una gran transformación tanto desde el lado de las empresas como del consumidor, ya que presenta constantes desafíos de adaptación que se van renovando día a día.

Para las empresas, esto ha significado repensar sus modelos de negocio, estrategias de comercialización, medios de pago, atención al cliente, compatibilización entre la tienda física y la digital, así como también su logística. Como todo cambio, implica desafíos, pero también genera oportunidades.

Hoy vemos emprendedores que inician sus negocios ya en clave digital, con una mirada puesta en mercados internacionales, donde el competidor no es necesariamente el local de enfrente, sino el mundo.

Para que estos cambios se traduzcan en oportunidades reales, es clave avanzar hacia una mayor profesionalización de la gestión empresarial. Esto implica desarrollar nuevas formas de acercarse al cliente, integrando componentes tecnológicos y digitales, y estar preparados tanto desde el punto de vista técnico como en lo que refiere a un entorno de negocios que ofrezca un marco propicio para el desarrollo exitoso.

Estos cambios también han impactado en la propia cámara, obligándonos a rediseñar nuestras estrategias de apoyo y acompañamiento a las empresas. Hemos trabajado en impulsar la modernización empresarial, generar instancias de capacitación y actualización, e interactuar con organismos estatales para construir marcos regulatorios y herramientas de apoyo que acompañen estos procesos de transformación, innovación e inversión.

¿Qué reformas legales o fiscales urgentes necesita Uruguay para mejorar el clima de negocios?

Tal como hemos señalado en otras oportunidades, desde la cámara entendemos que Uruguay necesita avanzar en una agenda de reformas estructurales, dentro de las cuales podemos destacar la modernización de la normativa laboral, una estrategia de mayor apertura económica, y la revisión de la actual estructura tributaria que impacta sobre la formalidad, la contratación de personal y la inversión.

En paralelo, existe una extensa agenda de reformas microeconómicas pendientes, vinculadas a la mejora regulatoria, la reducción y simplificación de trámites, y la digitalización de procesos estatales. Estas trabas operativas generan sobrecostos para las empresas, limitando su crecimiento, la creación de empleo y la atracción de nuevas inversiones.

Desde la cámara, como voz del sector empresarial ante las autoridades, trabajamos para acercar estos obstáculos y promover soluciones concretas. Apostamos a una estrategia de diálogo público-privado que permita construir un entorno de negocios más eficiente, predecible y favorable a la actividad productiva.

¿Cómo evalúa la coordinación entre el gobierno, gremios y empresas para enfrentar los desafíos actuales?

Como ya mencionamos, la coordinación entre los diferentes gobiernos, la gremial de los trabajadores y las gremiales empresariales ha sido clave, y diría fundamental, no solo para enfrentar los desafíos del pasado reciente, sino también para pensar el futuro. Esta articulación es esencial en el diseño de estrategias y herramientas que nos preparen para los cambios que afectan tanto al mundo empresarial como laboral.

La pandemia fue un ejemplo claro del valor del trabajo coordinado, abierto al diálogo y con escucha activa entre las partes. Sin embargo, no deberíamos esperar situaciones críticas para reconocer la importancia del trabajo conjunto. Es una tarea diaria construir y fortalecer una institucionalidad sólida y sistemática del diálogo entre gobierno, empresas y trabajadores

También, como sector empresarial, tenemos el desafío de avanzar en una mayor coordinación y colaboración entre las diferentes gremiales, que muchas veces representan intereses diversos. Fortalecer esa articulación es clave para potenciar la voz del sector privado.

En definitiva, resulta indispensable consolidar una lógica de cooperación basada en la confianza mutua, donde cada parte asuma su rol con responsabilidad, enfocándose en generar condiciones que impulsen el desarrollo, la inversión y el empleo

¿Existe un desajuste entre la formación académica y las necesidades del mercado laboral?

Sí, existe un desajuste, que en parte puede entenderse como natural frente al ritmo acelerado de los cambios tecnológicos. No obstante, el objetivo debe ser reducir esa brecha entre lo que los chicos aprenden en las clases y lo que demanda el mundo del trabajo.

Quizás el foco debería estar en justamente ante un contexto marcado por el cambio tecnológico acelerado y la transformación de los modelos de negocio, priorizar la construcción de perfiles académicos más flexibles, con mayor capacidad de adaptación, pensamiento crítico y habilidades prácticas, las cuales muchas veces no están adecuadamente contempladas en los programas curriculares actuales.

Ya existen estrategias educativas en Uruguay que generan vínculos efectivos con el mundo productivo. Consideramos fundamental que estas experiencias se amplíen y se repliquen con mayor fuerza en más sectores y niveles educativos. De lo contrario, se continúa ampliando la brecha entre lo que los estudiantes aprenden y lo que las empresas necesitan, lo que se traduce en mayores dificultades de inserción laboral -particularmente entre los jóvenes, que hoy ya es un problema que como país enfrentamos-, menor productividad y pérdida de oportunidades tanto para las personas como para las propias empresas.

Desde la cámara promovemos una mayor articulación entre el sistema educativo y el mundo del trabajo, apoyando modelos de formación dual, aprendizaje basado en proyectos reales y la capacitación continua en el entorno laboral. En ese marco, también alentamos a que las empresas asuman un rol más activo en la formación de sus equipos, a través de programas propios o en alianza con centros de formación y organismos como Inefop.

¿Considera que el empresario y las empresas cuentan con la preparación adecuada para transitar este nuevo tiempo de innovación, revolución tecnológica, donde la inteligencia artificial juega un rol cada vez más importante, con nuevas formas de hacer negocios?

Si bien existen realidades diversas según el tamaño y rubro de las empresas, no cabe duda de que muchos empresarios han demostrado gran capacidad de adaptación a esta revolución tecnológica, impulsando procesos de digitalización, automatización e incorporación de nuevas tecnologías en diferentes fases de sus negocios.

Sin embargo, también es una realidad que no todas las empresas han podido sumarse a este cambio. En particular, las micro y pequeñas empresas enfrentan mayores dificultades, ya sea por falta de capacitación, recursos tecnológicos o acceso a financiamiento. Estos rezagos pueden traducirse en menor competitividad, reducción de la actividad e incluso riesgo de cierre.

Es importante tener claro que la preparación para este nuevo tiempo no pasa sólo por incorporar tecnología, sino también por desarrollar nuevas formas de liderazgo, organización del trabajo y vinculación con los clientes. En este proceso, los empresarios deben asumir un rol protagónico en la transformación, pero también contar con un entorno que les ofrezca herramientas de apoyo adecuadas.

En la cámara entendemos que hoy quizás allí es donde está el principal desafío: lograr que los programas de apoyo y capacitación en transformación digital lleguen efectivamente a todas las empresas, en especial a aquellas que presentan mayores rezagos, de modo que puedan sumarse a esta ola de cambio y asegurar su sostenibilidad en el tiempo.

¿Cómo está afectando la digitalización y la automatización al empleo en el sector de comercio y servicios?

La digitalización y la automatización ya vienen impactando al sector desde hace años, pero el ritmo de transformación se ha acelerado significativamente en el último tiempo.

Uno de los efectos más visibles es la sustitución de tareas rutinarias y de baja productividad, particularmente en funciones operativas o administrativas, por tecnologías que ofrecen mayor eficiencia a menor costo. Ejemplos cotidianos como la instalación de cajas de autoservicio en supermercados, la digitalización de gestiones comerciales o la incorporación de sistemas de portería remota en edificios, muestran cómo este cambio ya es una realidad.

Este fenómeno representa desafíos importantes para determinados perfiles laborales que pueden ser desplazados, pero también abre oportunidades para la reconversión, la capacitación en nuevas habilidades y la creación de empleos vinculados a la supervisión de tecnología, análisis de datos, atención personalizada, gestión de plataformas digitales, entre otros.

Por eso, resulta clave acompañar estos procesos con políticas activas de formación y reconversión laboral, así como promover una cultura empresarial que entienda la transformación digital no sólo como una herramienta para ganar eficiencia, sino también como una oportunidad para crear empleos de mayor valor agregado y productividad, que impacten positivamente en la empresa, pero también en la sociedad en su conjunto.