El proteccionismo de la política comercial de Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump volvió a encender las alarmas en América Latina. El mandatario estableció un arancel mínimo del 10% a las importaciones provenientes de todos los países, además de gravámenes más elevados —de entre 20% y 40%— para unas 90 naciones y medidas específicas para sectores estratégicos como el acero, el aluminio, los automóviles, el cobre y, próximamente, los productos farmacéuticos y los semiconductores.
Por Lucía Arregui | @luuarregui
Donald Trump lanzó una nueva serie de aranceles contra numerosos socios comerciales de su país, intensificando de manera significativa las tensiones comerciales globales. Este movimiento representa uno de los cambios más importantes en la economía mundial. Después de varios meses de intentos fallidos para establecer aranceles “recíprocos” y de múltiples negociaciones bilaterales, algunas de las cuales lograron acuerdos para evitar tarifas más severas, esta nueva ronda de medidas marca un giro contundente en la política comercial estadounidense.
Estas medidas se inscriben en una tendencia global en la que las grandes economías buscan proteger sus industrias frente a la competencia internacional. En el caso estadounidense, la política de “America First” se ha traducido en barreras arancelarias y no arancelarias que impactan tanto en países rivales como en aliados históricos.
El economista uruguayo Arturo Porzecanski, radicado en Estados Unidos, analizó en diálogo con CRÓNICAS por qué Uruguay quedó al margen de los aranceles más altos aplicados por Donald Trump a decenas de países. Señaló que el bajo perfil comercial y político del país lo favoreció, pero advirtió sobre los riesgos de depender de un Brasil proteccionista y destacó la necesidad de avanzar en acuerdos como el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (Cptpp) para diversificar mercados.
Por qué Uruguay evitó castigos mayores
En ese contexto, Uruguay logró evitar los aranceles más altos, aunque no quedó exento del 10%. Según el entrevistado, la explicación está en el peso reducido del comercio bilateral y en factores políticos. “Se trata de un desequilibrio muy pequeño. Además, Uruguay no ha hecho nada para provocar la ira de la Casa Blanca”, mencionó.
Agregó que esto se explica porque el déficit comercial de EEUU con Uruguay es reducido y porque el gobierno de Yamandú Orsi no ha tomado acciones que despierten la irritación de Washington. “El país no es fuente de emigrantes ilegales o de fentanilo; no tiene inversiones estratégicas chinas; y el gobierno de Orsi no persigue a su oposición derechista ni ha salido a reconocer un Estado palestino”, enumeró.
Entre los principales productos que Uruguay vende al mercado estadounidense se encuentran carne bovina, madera y algunos bienes manufacturados de bajo volumen. Ninguno de estos rubros compite de forma directa con sectores estratégicos protegidos por EEUU, lo que contribuye a mantener un perfil bajo en la agenda comercial bilateral.
“Ojalá que sigamos haciendo todo lo posible para quedar fuera del radar de la Casa Blanca”, subrayó, en referencia a la necesidad de mantener una relación estable con el principal socio comercial del mundo.
El valor de los acuerdos comerciales
Consultado sobre la ausencia de un tratado de libre comercio (TLC) con EEUU, recordó que países como Canadá, Chile, Colombia, México y Perú han obtenido beneficios notables gracias a estos acuerdos. “Sus empresarios desarrollaron nuevas áreas de producción y exportación, y los consumidores estadounidenses accedimos a productos más baratos, desde salmón chileno hasta café colombiano”, afirmó.
Sin embargo, advirtió que el escenario cambió y que “tener uno de dichos tratados ya no garantiza el libre acceso. Trump está usando cláusulas de emergencia para imponerles aranceles mayores a Canadá y México, entre otros, por su déficit comercial y por temas como la inmigración ilegal o el transporte de drogas a EEUU”.
Mercosur y el dilema estratégico
Porzecanski criticó la actual política comercial del bloque regional. “Seguir atando nuestro futuro comercial al mástil de un Brasil proteccionista, en vez de aliarnos con una Argentina que juega a favor del libre comercio y tiene buena relación con la Casa Blanca, es desaprovechar la nueva realidad en nuestro hemisferio”, advirtió.
Para el economista, las afinidades políticas coyunturales no deben condicionar los intereses estratégicos de largo plazo. “Las amistades del momento no deberían primar por sobre los intereses económico-comerciales de largo plazo”, enfatizó.
Más allá de Estados Unidos
El especialista consultado por CRÓNICAS destacó que “los EEUU no son el único gran mercado del mundo” y recordó la oportunidad que representa el Cptpp, al que Uruguay ya solicitó formalmente su adhesión en 2022 y que nos “incluiría en un mercado de libre comercio con una docena de otras economías relevantes”.
“Habiendo presentado ya la carta de adhesión y siendo el próximo país en la lista para empezar el proceso, sería una gran lástima si el gobierno de Orsi desaprovechara lo sembrado y dejara de continuar trabajando sobre los países miembros para asegurar ese importante objetivo”, concluyó.