José Carlos Mahía: “Me preocupa que el FA se convierta en la suma de proyectos individuales o de sectores”

EN PANINI’S

José Carlos Mahía, senador del Frente Amplio


El Frente Amplio (FA) se está “adaptando” a ser oposición, pero “no ha sido fácil”, debido al “golpe” que significó para la fuerza política la pérdida del gobierno, afirmó a CRÓNICAS el dirigente de Asamblea Uruguay. A su vez, dijo que la coalición de izquierda “más o menos” está en crisis y que le preocupa que hacia la próxima elección se terminen diseñando estrategias que deben ser colectivas, siguiendo impulsos individuales. Por otro lado, fue crítico con la administración actual y con el presidente Lacalle, quien ha “ninguneado” al FA.

Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo


 El menú  En la cava de Panini’s, el legislador degustó bocatta de prosciutto San Daniele, queso parmesano estacionado, corazón de gruyere, higos y aceitunas marinadas, y como segundo plato eligió spaghetti alla puttanesca, que acompañó con agua mineral. De postre, optó por tiramisú y café.


-Usted es diputado desde hace más de 25 años, y además ahora le toca estar en el Senado en suplencia de Danilo Astori. ¿Cómo ha sido este año y medio de gobierno de coalición, tras 15 años de administraciones frenteamplistas?

-Condicionado por la pandemia. No puedo ignorar que eso alteró los planes. Esta es una coalición para ganarle al FA, más que para gobernar. Ellos utilizaron el mecanismo de urgente consideración, el Presupuesto y la Rendición de Cuentas, para sacar la esencia de sus ideas centrales. Es una coalición mucho más endeble que la de la época de los blancos y los colorados, con más anuncios que concreciones y bajo el dominio de Lacalle Pou. Las coaliciones blanqui-coloradas eran más sólidas.

-¿Qué lectura hace de la gestión del equipo económico?

-Al gobierno lo domina una fracción de la coalición que es la herrero-cabildante, y sobre todo la primera parte de la misma cree en un Estado más chico, en la predominancia de lo privado sobre lo público, en el mercado como regulador de la sociedad. Por lo tanto, las acciones que se toman desde el punto de vista parlamentario y de gobierno, son subsidiarias a esa definición: las concepciones neoliberales y de recortes han sido las predominantes.

Después, a mí me preocupa el doble discurso, muy crítico hacia la política doméstica, pero reconocedora de cosas positivas de los gobiernos del FA con inversores en el exterior. Eso no le da solidez a la imagen de un gobierno; vos no podés decir hacia adentro que está todo mal y hacia afuera que está todo maravilloso.

-Por lo que dice, no cree que el Partido Colorado sea un actor de peso en la coalición.

-Yo lo veo con muy poca fuerza, con una incidencia menor, y muy dependiente del Poder Ejecutivo. Es una estrategia que no lo ayuda. Salvo excepciones, no lo veo incidir en la agenda de gobierno.

-¿Cómo ha sido el diálogo con el gobierno?

-El presidente de la República ha tenido una actitud de promover el aislamiento del FA y la grieta a nivel político, por especulaciones electorales, para poder aislar al FA y ningunearlo. Lo hizo desde marzo de 2020, cuando se le presentó un documento con soluciones alternativas que ni siquiera contestó. Lo hizo en reportajes al exterior, desconociendo al FA como fuerza política, e ignorando gran cantidad de las iniciativas que se presentaron en el Parlamento. También en su vínculo con el presidente del FA y con la fuerza política. Es un error. Lo que no se esperaba era que saliera el referéndum, no estaba en sus cálculos.

-Usted integra la Comisión de Asuntos Internacionales del Senado. ¿Qué opinión tiene sobre el pedido de flexibilización del Mercosur que ha hecho este gobierno? ¿Lo cree viable? ¿Cómo afectaría la relación con los países vecinos?

-Es bueno el rumbo de buscar la flexibilización, pero la forma está afectando al contenido, en el sentido de que la puesta en escena del problema y el enfrentarse a los socios, no es el camino para lograr el objetivo. No podemos prescindir de los vecinos, somos parte del Mercosur y desde ahí tenemos que proyectarnos.

-¿Por qué considera que sería positiva la flexibilización?

-Porque Uruguay tiene mucho potencial para colocar su producción en el exterior y es fundamental, siendo un país pequeño, que capte muchas inversiones. Si el Mercosur no se desarrolla, a la larga va a cercenar lo que queremos proteger, que son fuentes laborales, oportunidades para el país y la región. Pretender hacer esto sin tener la adecuada valoración del peso político, demográfico y económico de Argentina y Brasil, es un error.

-¿Cómo se encuentra el FA parado en su rol de oposición?

-Nos estamos adaptando y no ha sido fácil, porque fue un golpe para nosotros haber perdido las elecciones y algunas intendencias, como la de Rocha, después de haber logrado gestiones tan buenas. También es un aprendizaje. El FA está en una etapa de renovación que en sus 50 años tiene la necesidad de hacer muy fuerte. Este año estuvo marcado por el referéndum y en el segundo semestre se va a dar un proceso de mirada hacia adentro, balance y autocrítica, y elecciones internas.

-¿El FA está bien encaminado hacia ese proceso de autocrítica?

-Primero, ese tema estuvo un poco influenciado por los hechos, porque teníamos que ir dando respuesta a las iniciativas de la derecha en la agenda parlamentaria, como la Rendición de Cuentas, el Presupuesto y la LUC, y al mismo tiempo encarar las elecciones desde la oposición. Segundo, hay un proceso de gradual sustitución de los liderazgos y de transición generacional que no es automático, tiene sus dolores. Y tercero, el FA tuvo una dificultad de funcionamiento.

-¿En qué sentido?

-Me refiero a que tendríamos que haber tenido mayor liderazgo en la conducción política de las campañas. A mí me preocupa que el FA se convierta en la suma de proyectos individuales o de sectores y deje de ser lo que ha sido durante 50 años, es decir, una fuerza política con una cohesión importante. Yo no quiero un FA que sea la sumatoria de estrategias individuales o sectoriales, creo en un FA que proyecte compañeros y compañeras hacia adelante y no que estos lo lleven a rastras.

-O sea, ¿el FA está en riesgo de convertirse en una suma de sectores?

-Sí, o de liderazgos. A mí me preocupa que se terminen diseñando estrategias que deben ser necesariamente colectivas, siguiendo impulsos individuales.

-¿El FA está en crisis?

-Más o menos. En realidad, el FA siguió siendo el primer partido individualmente considerado, tuvo un funcionamiento orgánico muy estable, ha tenido tres o cuatro plenarios, ha apoyado una campaña de referéndum en medio de una pandemia, tiene proyectado un congreso y elecciones internas, o sea, es un partido que se mantiene activo. Sí tiene la necesidad de hacer una actualización ideológica, programática y funcional.

-Lo mismo que planteó Astori en una reciente entrevista con CRÓNICAS.

-Exactamente, en eso coincidimos.

-¿Por qué le cuesta tanto la renovación generacional al FA?

-Porque los liderazgos fueron muy exitosos y con eso se corre el riesgo de enlentecer los procesos de renovación. Eso les ha pasado a distintos partidos políticos. Ojalá que a nosotros no nos suceda.

-¿Qué figuras cree que podrían, justamente, liderar la fuerza política?

-Una cosa es el liderazgo partidario –y eso se va a ver ahora en la candidatura a la presidencia del FA-, otra cosa son los liderazgos presidenciales. En este caso, no te voy a nombrar líderes, son los conocidos, pero lo que tienen que tener en cuenta ellos es el proceso de acumulación. El FA precisa una acumulación política con sectores sociales, con la sociedad en su conjunto –de la que se desconectó durante el tercer gobierno-, que haga posible que estos liderazgos lleguen a la meta, que es ganar las elecciones en 2024.

Dentro de ese diseño, varios estamos trabajando para que el seregnismo tenga la mayor consistencia política, que intente ser un solo espacio político hacia 2024, lo cual es un factor clave para que el FA gane las elecciones, porque precisa ese sector sólido y más unido. No lo tuvimos en esta última elección y eso nos costó caro en lo electoral, porque al ir divididos en varias listas, sacamos solamente siete diputados.

-¿Es posible un acuerdo con Bergara en ese sentido?

-Sí, claro. Estamos conversando y hay un ambiente favorable a que haya una expresión política más unificada entre quienes tenemos una mirada muy parecida o pensamos de la misma manera.

-¿Qué provocó esa fragmentación de grupos seregnistas en la elección pasada?

-Creo que no administramos adecuadamente las aspiraciones sectoriales o personales, y no logramos anteponer las ideas comunes que nos identifican, por encima de los intereses personales o sectoriales. Casi un 40% de votantes del FA optaron por esta visión de izquierda, pero nosotros la diseminamos en distintas listas y estamos trabajando para no cometer ese error otra vez.

-¿Por qué Asamblea Uruguay fue el único sector que se desmarcó del resto del FA sobre la situación de Cuba?

-No logramos la síntesis en la Mesa Política, sí en Diputados y en el Senado. Para la izquierda, Cuba tiene alta significación desde el punto de vista de los afectos, pero se puede ser crítico con cuestiones que suceden en ese país vinculadas a derechos humanos o a libertades.

También hay que asumir que esa realidad se da en un contexto de bloqueos y de dobles discursos en la derecha con respecto al sistema de gobierno cubano, porque no miden con la misma vara a otros países en el mundo. Se puede ser crítico con cosas que suceden en Cuba, y de hecho lo somos, y a su vez valorar lo que ha sido su trayectoria en áreas estratégicas como la salud, el deporte o la educación.

-¿Cuba es una dictadura?

-Es un gobierno autoritario de sistema de partido único, que yo no lo quiero para el Uruguay ni lo promueve el FA, pero no voy a utilizar la doble moral de que ignoro lo que sucede en otros países y le cargo las tintas a Cuba. Si tiene un sistema tan cerrado es porque Estados Unidos hace mucho para que así sea y no facilita las condiciones para una apertura democrática, plural, como uno quisiera. Entonces, Cuba sí, democracia también.

-El diputado frenteamplista Gustavo Olmos criticó en Twitter una resolución del Foro de San Pablo diciendo que “los gobiernos de Nicaragua y Venezuela no son ni revolucionarios ni progresistas ni populares ni de izquierda. Son autoritarios y corruptos”. ¿Comparte esa postura?

-Sí, particularmente lo que está sucediendo en Nicaragua es muy triste, porque se está persiguiendo a exintegrantes del Frente Sandinista de Liberación Nacional y en eso no podemos tener un doble rasero.

-En el caso de Nicaragua se llegó a una resolución por unanimidad en el Senado. ¿Por qué en el FA cuesta más alcanzar un acuerdo sobre la situación de Venezuela?

-Porque hay sectores que tienen una historia de mayor vínculo con el chavismo y con el gobierno de Venezuela, esa es la razón. Algunos hemos sido bastante más críticos con el gobierno venezolano, sin dejar de entender que también se ha convivido con una presión internacional fuerte.

-Usted fue uno de los dirigentes que defendió a Andrade públicamente. ¿Por qué creyó oportuno hacerlo?

-Porque el caso se hizo público por ser quien es. Él tomó opciones equivocadas, seguramente no declaró bien una vez que se conoció masivamente el hecho, y lo que tiene que hacer es asumir sus responsabilidades desde el punto de vista tributario y cumplirlas como cualquier hijo de vecino. Hasta él mismo dice que tiene que pagar. Me parecía muy mala cosa el escarnio público al cual se lo sometió, que no se ve en otros casos, y eso genera esa reacción de solidaridad.


“Algunos hechos de corrupción lastimaron la credibilidad del FA”

-Hablaba de la desconexión del FA con la sociedad. ¿Cuáles fueron los factores que incidieron mayormente en que la fuerza política perdiera el gobierno?

-Son múltiples. Tuvimos un gobierno muy encerrado en sí mismo y sus cuadros políticos actuaron atrapados por la función, y eso los alejó del contacto ciudadano. Ciertos temas tuvieron una percepción negativa por parte de la sociedad, como la seguridad, el empleo, y algunos hechos de corrupción, como lo que pasó en torno a la sustitución del entonces vicepresidente Sendic, lastimaron la credibilidad del FA. También influyó que hubiera un vínculo dañado con los aliados históricos como los trabajadores o los estudiantes, incluso las cooperativas. Y hubo errores de campaña.

-¿Se refiere a la elección de la candidata a vicepresidenta, por ejemplo?

-La forma en la que se hizo afectó mucho, porque improvisamos bastante ese proceso.