El primer semestre del 2020 fue particular en término de conflictividad debido a diversos motivos, el principal es que el mundo se encuentra inmerso en una pandemia. En diálogo con CRÓNICAS, la profesora en Relaciones Laborales de la Universidad Católica, Eloísa González, manifestó que en los próximos meses pueden despertarse nuevos conflictos a causa de las negociaciones colectivas.
El primer semestre de este 2020 fue muy particular en términos de conflictividad. Inicialmente, sería por dos motivos: el primero es que históricamente los primeros dos meses del año son de baja conflictividad. Además, este año hubo cambio de gobierno, y generalmente los primeros meses de una administración entrante suelen ser los de menos conflictividad del quinquenio, según destaca el Informe de Conflictividad Laboral que realiza la Universidad Católica.
Posteriormente, llegó la pandemia del Covid-19 que hizo que las medidas que se tomaran vinculadas a las relaciones laborales fueran para disminuir sus impactos, dentro de un contexto nacional y global muy desfavorable. Ya hacia la mitad de año se comenzaron a discutir los lineamientos y en qué cancha se jugará el partido de la ronda de los Consejos de Salarios.
En diálogo con CRÓNICAS, Eloísa González, profesora en Relaciones Laborales de la Universidad Católica, señaló que durante el primer semestre los actores laborales fueron buscando maneras de hacer visibles sus demandas: primero con un caceroleo, luego con una caravana organizada para el 1° de mayo.
“El gran desafío de este primer semestre fue, entonces, hacerse visible sin poder reunirse ni generar espacios compartidos, que es lo que, de cierta manera, identifica a los movimientos sindicales. La originalidad de esta pandemia es que impedía esa condición: la convocatoria a compartir un espacio físico y materializar diversas formas de protesta”, puntualizó González.
Uno de los conflictos más destacados en este primer semestre del año fue el paro general que se realizó en rechazo de la ley de urgente consideración.
No se negoció
A causa de la pandemia del Covid-19 que azotó al mundo, las negociaciones colectivas no se pudieron efectuar.
La pandemia hizo que muchos trabajadores fueran enviados al seguro de paro o despedidos. A esto se le sumó que varios de los acuerdos colectivos que estaban vigentes vencieron durante estos meses.
Al presentar las pautas de negociación, el Poder Ejecutivo puso énfasis en el contexto desfavorable e inesperado en el que nos encontramos como país y que existe una gran incertidumbre macroeconómica.
“Se propone una ‘ronda puente’ atendiendo especialmente a la preservación del empleo que irá desde el 1° de julio de este año al 30 de junio de 2021. O sea, se trata de un año en que, dadas las circunstancias, se hará una ronda excepcional que es producto del diálogo de los actores y el convencimiento de la imposibilidad de negociar convenios a largo plazo”, agregó González.
A su vez, señaló que, si bien hubo diferencias, el objetivo es claro y los actores laborales coinciden en la importancia de mantener las fuentes de trabajo.
Acerca de cómo puede afectar en las relaciones laborales la crisis económica que se derivará de la pandemia, González indicó que “no necesariamente tendremos mayor conflictividad”. Dependerá de cómo está planteada la negociación, si la información se maneja de manera clara y transparente y la madurez de los actores para aceptar esos cambios transitoriamente.
“Los actores laborales han mostrado disposición. Dirigentes del PIT-CNT han declarado que están dispuestos a perder salario siempre y cuando se lo compensen más adelante cuando cambien las condiciones y sean más favorables”, indicó.
El problema podría radicar más adelante, porque no se sabe cuándo las condiciones serán favorables.
Perspectivas
De acuerdo al informe, en los próximos meses aumentará la conflictividad laboral debido a que se retomarán las actividades.
González indicó que hay un abanico nuevo en el que hay que profundizar, en el cual el contrato laboral típico que conocíamos prácticamente “desde siempre” se desvanece y da lugar a otros modelos.
Se debe apostar a la capacidad de los dirigentes sindicales de repensar una nueva forma de organización del trabajo y una preocupación por modificar el paradigma tradicional de relaciones laborales que habilita, sin duda, la posibilidad de firmar convenios diferentes, argumentó.
Por otro lado, mencionó que los empresarios deben integrar a su estrategia objetivos diferentes a los tradicionales, y eso implica ceder terreno que antes era exclusivamente de su autoría: comunicar, informar, permitir la circulación de conocimientos dentro de las organizaciones.