Balconeras fueron vendidas al costo y la Iglesia Católica dice que perdió dinero

Daniel Kerber- Vicario pastoral de la arquidiócesis de Montevideo

Devolver a la Navidad su sentido original era el propósito de las halconeras que comercializó la Iglesia Católica uruguaya para estas festividades. El sacerdote, vicario pastoral de la Arquidiócesis de Montevideo y encargado del plan “Navidad con Jesús”, Daniel Kerber, asegura que el mensaje se transmitió con creces luego de haber superado las 28.000 balconeras vendidas. El sacerdote confirmó a CRÓNICAS que las banderas fueron vendidas “al costo” y que la Iglesia perdió dinero con esa iniciativa aunque cumplió con su misión de difundir su fe. Kerber arremetió contra “otras iglesias que son empresas encubiertas” y aseguró que ellas son incluso beneficiadas por fondos públicos mientras que la Iglesia Católica está sumida en la pobreza.

Por María Noel Durán | @MNoelDuran

 

 -¿Cuál fue el motivo inicial por el que la Iglesia decidió poner a la  venta las balconeras?

-Las balconeras formaron parte de un programa que quisimos llamar Navidad con Jesús, que no consta solamente de ellas, aunque quizás este punto haya sido el más visible fuera de la interna de la Iglesia. Dentro de la Iglesia hubo otros cuatro puntos que fueron: la novena del rosario de la Aurora hasta el 8 de diciembre, la bendición al Niño Jesús el fin de semana previo a Navidad, una oración para que hagan las familias y un acto de Misericordia.

El motivo que nos llevó a eso es ver que Navidad seguía siendo una de las fiestas referente para la gente que aunque no tuviera un sentimiento religioso igual la celebraba. Al ver que se celebraba la Navidad, pero vacía de su sentido original que es el nacimiento de Jesús, nos pareció lindo poder anunciar cuál es el sentido hondo y original de la Navidad y por eso le pusimos a este programa Navidad con Jesús.

-¿Cuántas balconeras encargaron en una primera instancia y cuántas se vendieron al día de hoy?

-Una propuesta como esta tiene sus costos y una Iglesia como la nuestra, que es una Iglesia pobre no puede afrontar los costos de hacer una propuesta así gratuitamente.

Era una inversión que no sabíamos qué retorno iba a tener, a pesar de que se cobró el costo, por lo que hicimos 5.000 y el mismo fin de semana que vendimos a través de las parroquias situadas en los distintos barrios,  literalmente nos las sacaban de las manos. Por lo tanto pedimos otras 5.000 y otras y terminamos con unas 28.500 balconeras vendidas.

Es importante resaltar que los vendimos a costo, el costo era de $194 y las vendimos a $200, eso significó además un gasto para la Iglesia porque costos administrativos y logísticos no se incluyeron en la venta. Más allá de que para la Iglesia es una inversión,  lo que se busca es difundir el mensaje.

-¿El costo de cada una es de $194?

-Sí, exactamente. Y nosotros las vendíamos a $200 por la complicación del cambio.

-¿No redundó, entonces, en un beneficio económico para la Iglesia?

-Desde el punto de vista económico, la Iglesia perdió porque esos costos de logística y administración no se traspasaron a las balconeras. Para nosotros el beneficio fue la visibilidad del mensaje que quisimos dar.

-Uruguay es el país menos creyente de América Latina. ¿Esto repercute en las finanzas de la institución en comparación con otras de la región?

-Por supuesto. Nuestra Iglesia es, por lejos, la Iglesia más pobre de América Latina.

-¿Cómo están las finanzas hoy en día?

-La economía de la Iglesia depende de la colaboración de los fieles. Hay una corresponsabilidad de la gente en la manutención de la Iglesia. Eso es importante porque la gente, por ignorancia, repite que la Iglesia recibe dinero del Vaticano pero no es así sino que se financia por lo que se recauda.

En este momento, la Iglesia está en un equilibrio financiero porque hicimos una campaña para concientizar a la gente de que todos somos responsables, porque estábamos en un déficit muy importante. Ahora se recompuso por una buena administración que fue transparente y dejó en claro siempre adónde iban los fondos que se recaudaban.

-¿Ha disminuido la creencia en la Iglesia por parte de los uruguayos?

-Uruguay destaca dentro del concierto de América Latina por una particular secularización impuesta. Eso, naturalmente, se nota en la cultura y en la gente, la dificultad de poner signos religiosos, específicamente para la Iglesia Católica porque hay otros espacios religiosos que no tienen ningún inconveniente e incluso reciben apoyos públicos. Eso se nota en una menor participación de la gente en la Iglesia.

El 42% de los uruguayos se dice católico, un 15% se dice cristiano pero no católico y está bajando el número de ateos; hace unos años eran 17% los ateos y ahora bajó a 10%. El tema es que se amplía el número de gente que se dice creyente en Dios pero que no se afilia a ninguna Iglesia, y eso forma parte de la dimensión de decadencia estructural en la que está inmersa la sociedad en la cual no hay confianza en las instituciones.

-¿Cómo vive la Iglesia Católica la aparición de las nuevas Iglesias que han tenido mucha visibilidad, reciben una importante afluencia de gente y han hecho grandes construcciones en el centro de la ciudad?

-Se dicen Iglesias pero son empresas encubiertas porque la finalidad última es la ganancia. De hecho, hay muchos bancos que no aceptan cuentas de esas Iglesias por riesgo de lavado de dinero. Tenemos que distinguir lo que son Iglesias de lo que son pseudo iglesias que son empresas bajo la fachada de Iglesia que están utilizando la excusa religiosa para recaudar fondos.

Desde el punto de vista religioso, también están tomando el alma de la gente que tiene una sed religiosa y la manipulan bajo la excusa de que Dios va a hacer un milagro si se confía en él y que parte de la confianza depende del bolsillo. Ese es un aspecto que hay que tener en cuenta.

Por lo general tienen mucha gente pero no es permanente sino que tienen un marketing muy activo por lo que muchos pasan pero no todos permanecen.

Eso nos cuestiona igualmente a nosotros por la manera de trabajar que tienen ellos porque normalmente cuando uno entra a esas Iglesias tiene una o dos personas que la acogen y ellos están respondiendo a la necesidad de ser escuchado.

-¿A qué apuesta la Iglesia para lograr que más gente se comprometa o se interese por relacionarse con la institución?

-Nosotros no hacemos proselitismo, no queremos conseguir gente para la Iglesia. Somos conscientes que tenemos un mensaje para mostrar que es que Dios nos quiere, nos ama como hijos y que Jesús vino a mostrarnos ese amor y que ese mensaje es transformador de la vida. Nosotros creemos que es algo fundamental para todas las personas y sabemos que si lo anunciamos bien ese mensaje atrae y los planes de la Iglesia no son de reclutación sino que son de anuncios; y la campaña Navidad con Jesús fue eso, el objetivo es anunciar no hacer que venga más gente a la Iglesia. Naturalmente nos preocupa que haya Iglesias vacías pero lo principal es poder transmitir el mensaje.