Expertos debatieron sobre el desafío de educar para el mundo del trabajo

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En un día organizado por Deres, dedicado al intercambio y paneles de discusión con representantes de distintos centros educativos, los expertos compartieron sus posturas sobre cultura del trabajo y educación. La jornada comenzó con las palabras del ministro de Trabajo y Seguridad Social, Ernesto Murro, y luego se realizaron dos paneles, mediados por el periodista Gonzalo Sobral, quien realizó preguntas a los representantes de los centros educativos. Los principales temas de abordaje fueron el rol de las empresas en las instituciones educativas, estrategias para formar a sus alumnos para insertarse en el mercado laboral y el rol de las familias, entre otros asuntos.

Por Federica Chiarino | @FedeChiarino

El ministro Ernesto Murro realizó una actualización de la situación del mercado laboral y la inserción de los ciudadanos al sistema educativo y, a través de este, al laboral. Afirmó que hoy ya existen 15 departamentos que tienen su propio Comité Departamental de Empleo y Formación Profesional. «Tenemos que mejorar la ética, calidad y productividad del trabajo», dijo Murro, y reconoció los esfuerzos de todos los centros educativos que se presentaron aquel día.

Del primer panel de discusión participaron: Ernesto Egaña, en representación del liceo Espigas; Álvaro Cristiani, del liceo Jubilar; un representante del liceo Francisco de Paysandú; Juan Pablo Gil, del Centro Educativo Providencia; y Evelyn Einhorn, del liceo Impulso. Cada representante presentó su institución, objetivos, valores y luego respondieron a las preguntas del moderador Gonzalo Sobral acerca de su formación para la inserción laboral, su relación con las empresas y el vínculo con las familias, entre otras cosas.

Egaña aseguró que el liceo Espigas se propone inculcar y transmitir las habilidades que la Organización Mundial de la Salud define como «habilidades para la vida». En primer lugar, mencionó el conocimiento de sí mismo y la empatía. El manejo de tensiones y estrés, y la resolución de problemas y conflictos, son otras habilidades que mencionó el representante de Espigas. «Son habilidades esenciales y que tienen que ir de la mano con todo lo que son las habilidades tradicionales de los centros educativos», opinó.

«Nosotros tenemos que lograr que este centro educativo sea un medio contenedor, que levante la autoestima a los chiquilines, que se sientan protegidos, apoyados», dijo Egaña. Las realidades de los alumno del liceo Espigas son muy diversas y, en su mayoría, complejas. Por eso, Egaña considera fundamental «trabajar codo a codo con las familias para que entiendan la importancia de trabajar en equipo» y que se genere una coherencia, tanto a nivel institucional como personal.

El liceo Jubilar no es solo una institución que funciona en base a donaciones de empresas. Cristiani aseguró que su apoyo no consiste básicamente en un aporte económico, sino que se involucran de diversas formas. En el Jubilar, el voluntariado tiene una fuerza muy importante. Las empresas dedican parte de su tiempo a colaborar desde experiencias de voluntariado corporativo. El instituto ya tiene más de 60 universitarios no graduados -es decir, aún cursando sus estudios universitarios- que tienen dificultades para salir del barrio, abrirse e ir creando capital social.

Cristiani mencionó un ejemplo de una empresa en particular que tuvo la iniciativa de colaborar en el proceso inductivo de los estudiantes del liceo que estaban próximos a ingresar a una universidad. «Junto con el departamento de Responsabilidad Social Empresarial o de Recursos Humanos, colaborando con una psicóloga internamente, lo que hacen es ser referentes de alguien que va a estudiar». Le preguntan al alumno si se inscribió, qué materias pretende cursar, cómo va a ser su plan de estudios, entre otras cosas, y le brindan apoyo y orientación en ese sentido.

Además, el liceo Jubilar desarrolla Programas de Estudio y Trabajo Sostenible. La institución pretende, en conjunto con las empresas asociadas, velar por el valor de cada alumno y su desarrollo como persona. «Tratar de que no sea un recurso netamente en el cual yo lo exploto y le saco horas, sino tratar de que ese chiquilín estudie trabajos sostenibles», explicó Cristiani.

El programa de ciclo básico para adultos es otro punto fuerte del liceo Jubilar. La institución hoy cuenta con más de 600 egresados de este plan -100 por año- que tienen la opción de culminar su ciclo básico en un solo año. Esto, según Cristiani «genera autoestima» en los adultos que se animan a «dar un paso más».

Luego fue el turno del Liceo Francisco, un centro educativo que funciona hace menos de dos años en el departamento de Paysandú, y que está basado en el modelo del liceo Jubilar. Hoy el Francisco cuenta con 76 alumnos: 50 en segundo año y 26 en primero. «Nuestra propuesta es que los chicos que ingresen al liceo puedan culminar primero, segundo y tercero de liceo, es decir, ciclo básico de la educación formal», dijo el representante de la institución.

En el Francisco, los padres y las familias de los alumnos cumplen un rol activo. En primer lugar, en diversos talleres que la institución realiza de deporte, carpintería, computación, inglés y otras cosas. Segundo, los padres colaboran en las tareas cotidianas del liceo, como ser la limpieza, el orden y otras cosas propias de su funcionamiento. Según el vocero del Francisco, su objetivo es «conseguir que ellos mismos se hagan parte de ese liceo, que formen y que lo sientan como propio, que crean eso como una identidad».

Para finalizar el primer panel, Juan Pablo Gil habló sobre la experiencia del Centro Educativo Providencia. «Tenemos una idea de que la familia, en la educación, es un poco la voz olvidada, la voz que no está tan presente y que debería estar», opinó Gil. Además, agregó que se debe incentivar a la familia a que desarrolle su rol de educadora.

Al comenzar el centro educativo, en Providencia se firma un documento llamado «la Alianza Educativa», donde la institución y la familia asumen compromisos mutuos. «Nosotros, de recibirlos a los padres, de escucharlos siempre, ellos de participar activamente también», explicó Gil. «Entonces, ya queda planteada desde allí esa relación educativa», agregó. Además, el centro realiza comisiones de trabajo voluntario en las que invitan a participar a los padres, por ejemplo, una comisión se encarga de dar todos los días el desayuno a los alumnos.

Evelyn Einhorn, representante del liceo Impulso, se refirió al rol de la familia en la educación, y opinó que se debe relativizar. «Muchas veces tendemos a pensar que el entorno y la familia es lo que contamina, y en nuestro caso hemos tenido experiencias maravillosas que nos demuestran lo contrario», dijo. Luego mencionó experiencias en las que la familia y el entorno de los alumnos han hecho que ellos quieran seguir adelante y confíen en Impulso.

El segundo panel de discusión estuvo integrado por Fernando Panizza de la Fundación Forge; Marlene Mila, en representación de proCES-Codicen; Pablo Bartol, por el Centro Educativo Los Pinos; Ximena Sommer del Bachillerato Tecnológico Ánima; y Estela Alem, representante de Educación de Jóvenes y Adultos de Anep-Codicen.

En primer lugar, Panizza mencionó unos cuatro elementos que distinguen a la Fundación Forge del resto de los centros educativos: la formación de valores para el mundo del trabajo, la proactividad, el trabajo en equipo y la responsabilidad. Estos valores son tan importantes para Forge que, según Panizza, «ocupan un poquito más del 50% de la currícula».

Marlene Mila, por su parte, habló sobre el rol del proCES: un programa del Consejo de Educación Secundaria que está dirigido a trabajadores en actividad. «Nosotros desde la organización del programa, tenemos que generar y establecer vínculos con la contraparte», dijo Mila, en referencia a las empresas. El programa apunta a trabajadores que muchas veces fracasan en el sistema laboral, entonces se propone ofrecer una propuesta, dentro de la educación formal, que compatibilice sus posibilidades con las de ellos.

En esta misma línea, la Dirección Sectorial de Educación de Jóvenes y Adultos atiende la población más frágil y heterogénea del país. Se trata de jóvenes y adultos a partir de 14 años que, por algún motivo no han terminado, están en riesgo de desafiliación, o se han desafiliado de los sistemas educativos formales. «Tal heterogeneidad hace que debamos aplicar propuestas flexibles, contextualizadas, casi que a medida», explicó Alem.

El Centro Educativo Los Pinos consta de varias propuestas. Una de ellas, involucra a las empresas. Realiza programas de capacitación e inserción laboral, en convenio con Inefop. Su objetivo es concentrarse en lo que las empresas requieren, en las habilidades que necesitan. «En lo educativo, una de las principales maneras de traccionar al joven para que se quiera involucrar en algo es elevar sus aspiraciones educativas, es decir, que quiera algo más de lo que tiene ahora», opinó Bartol.

Finalmente, Ximena Sommer presentó la experiencia del Bachillerato Tecnológico Ánima, que cuenta con un «modelo dual». Este consiste en convocar a las empresas ser parte de la formación de los jóvenes. «Es esa dualidad entre el estudio y el trabajo dentro del centro educativo (bachillerato)», explicó Sommer. El bachillerato tiene el objetivo de generar una cultura y experiencias que permitan que la empresa visualice y sienta que tiene mucho para aportar. A estas empresas, Ánima les llama «empresas formadoras».

Todos los expertos consideraron en que el rol de las empresas en sus centros educativos es fundamental, y puede serlo aún más para generar en la sociedad y en los estudiantes una cultura y una educación orientada al trabajo. Transmitir y enseñar habilidades orientadas a una correcta inserción laboral.