Según ARU, cada vez se necesitan más hectáreas para cubrir la canasta familiar

Aumentó el crédito financiero en el agro > EN EL ÚLTIMO AÑO RONDÓ LOS US$ 2.400 MILLONES

Los márgenes de 2017 este año continúan generando preocupación para la Asociación Rural del Uruguay (ARU). Un informe elaborado por la institución señala que a pesar de que este año el clima fue un aliado, se redujo el número de remitentes y las áreas de siembra.

Días atrás la ARU presentó, de la mano de su Dirección de Estudios Agroeconómicos (DEA), un panorama de la situación productiva del agro. La exposición del informe contó con la participación del presidente de la organización, Pablo Zerbino, la economista Rocío Lapitz y el ingeniero agrónomo José María Elorza, directivo responsable de la unidad.

“Hay que aprender, y tal vez grabar en la Plaza Independencia, que en las buenas hay que ahorrar para aguantar en las malas”, declaró Zerbino. El presidente de la ARU hizo referencia a que el gobierno “distribuyó bonanza” a través de planes sociales y del aumento del empleo público, acciones que hoy “son difíciles de deshacer”, dijo.

En este sentido, comentó que el actual sistema de ajustes salariales con atraso cambiario, los costos altos, la pérdida de competitividad, la falta de rentabilidad y el endeudamiento, no son sustentables. “A la vista están los empleos que se están perdiendo y los productores que se están quedando por el camino. Eso es una cuestión fundamental que genera preocupación”, remarcó.

A su entender, desde el año 2000 al 2016 se produjo la mayor desaparición de productores de la historia en corto período donde 8.000 productores familiares, que ocupaban ocho millones de hectáreas, partieron del campo por no soportar los costos de producción y la baja rentabilidad. En contraparte, el 50% de ese territorio fue vendido a sociedades anónimas, en su mayoría extranjeros. “Hemos perdido experiencia y trabajo y eso debido sobre todo por la baja rentabilidad del sector”, sentenció.

Por otra parte, durante la presentación Lapitz detalló que el clima en la última zafra fue lo que permitió que el sector tuviese rendimientos superiores al promedio, tanto en la producción de soja, maíz y arroz, como en el área ganadera. Sin embargo, subrayó que estos márgenes continúan generando preocupación.

 “No queremos desindustrialización, pero está ocurriendo. No queremos que cierren más empresas, pero están cerrando. No queremos más pérdidas de puestos de trabajo, pero se están perdiendo. No queremos que nuestros hijos se vayan, pero se están yendo; hay 600 mil uruguayos que están viviendo fuera del país”, expresó Zerbino.

En cría, el resultado fue de 45 dólares por hectárea entre 2016 y 2017. En tanto, los resultados de la Federación Uruguaya de Grupos Crea (Fucrea) muestran que las empresas de ciclo completo presentaron un ingreso del capital 15% inferior al ejercicio anterior. El incremento del precio de la leche al productor fue lo que permitió una recuperación del margen.

Respecto a la siembra, se redujo el número de remitentes, y cada año se necesitan más hectáreas produciendo para cubrir la canasta familiar, producto del incremento del costo de vida como de la reducción de márgenes del sector, enfatizó.

En este sentido, las proyecciones para los próximos años son “muy difíciles”, dado que las áreas que se van a sembrar, junto con los números de rendimiento, “vienen en caída y el sector no puede crecer”.

A esta situación se le agrega el incremento del crédito del agro, que en el último año rondó en los US$ 2.400 millones a octubre de 2017, correspondientes solamente al sistema financiero. Por lo tanto, los que pueden llegar a quedar por el camino son los pequeños productores, según señalaron desde ARU.

En cuanto a las exportaciones de bienes, el 75% de ellas  corresponden a 10 productos agropecuarios. A pesar que Uruguay puede acceder a más de 130 mercados gracias a los acuerdos comerciales, se pagan US$ 246 millones en aranceles. La mayor parte de ellos corresponde a productos del sector agrícola ganadero.

En los últimos años, los resultados muestran que las transferencias al resto de la economía aumentaron, y que el sector ganadero continuó contribuyendo a la economía aún a costa de pérdidas del sector, tanto en la fase primaria como en la de industrialización.