Haití tiene una extensa historia de inestabilidad política. Con más de 20 gobiernos en 35 años, múltiples golpes de Estado y conflictos civiles a lo largo de los años, las instituciones estatales se encuentran extremadamente debilitadas, escenario propicio para la consolidación de grupos criminales. CRÓNICAS se contactó con Edward Holfman, consultor senior en Seguridad y director de The Guardian Group, quien consideró que la situación en Haití puede tener un impacto significativo en América Latina en términos de migración, economía y estabilidad regional.
Sobran los factores contribuyentes a la crisis haitiana. Se trata de uno de los países más pobres del hemisferio occidental y el más pobre de América Latina, con un PIB per cápita de US$ 3.306 en 2022, frente a la media de US$ 19.269 en el continente, según el Banco Mundial. Es una sociedad con altos niveles de desigualdad y agudos problemas de desempleo, especialmente entre los jóvenes, donde gran parte de la población carece de acceso a servicios básicos como educación y atención médica. Para Edward Holfman, consultor senior en Seguridad, esta falta de oportunidades económicas y la escasez de recursos pueden empujar a las personas hacia actividades delictivas como forma de subsistencia.
El país caribeño fue el primero en lograr la independencia en Latinoamérica, en 1804. Pero la libertad no fue gratis; desprenderse de las fuerzas francesas dejó un país destruido. Para ganarse el reconocimiento internacional de país independiente, en 1825 Francia puso la condición de pagar una indemnización de 150 millones de francos. El dinero no alcanzó, por lo que Haití pidió numerosos préstamos y se vio sumido en un profundo endeudamiento, augurio de lo que sería la suerte de la nación hasta el día de hoy.
Haití se caracteriza por una aplicación de la ley “casi nula” y un “elevado grado de corrupción” a nivel político institucional, según describió Holfman. La falta de un sistema judicial eficaz y la presencia de funcionarios corruptos dificultan la aplicación de la ley y facilitan las actividades del crimen organizado. Esta situación terminó por erosionar la confianza de la población en las instituciones del Estado. En 2021 el país presenció el magnicidio de su presidente Jovenel Moïse. El primer ministro Ariel Henry asumió el poder momentáneamente, pero decidió renunciar el pasado 12 de marzo, por lo que el Estado de Haití se encuentra acéfalo.
La naturaleza también hizo sus estragos. Terremotos y huracanes devastaron la infraestructura y debilitaron aún más la capacidad del gobierno para proporcionar seguridad y servicios básicos a la población. El terremoto de 2010 dejó al país sumido en un estado irrecuperable, y permitió que muchos pandilleros escaparan de la cárcel. Como si fuera poco, la ubicación geográfica de Haití, por su frontera con República Dominicana, lo convierte en “un centro logístico en el Caribe para el tráfico ilegal”, explicó Holfman. La falta de control fronterizo, sumado a la corrupción y debilidad de las instituciones, permitieron que el crimen organizado opere con “relativa libertad” en el país, contrabandeando armas, droga y personas hacia Estados Unidos y Europa.
La violencia alcanzó nuevos niveles el mes pasado, luego de que hombres armados ingresaran a la principal cárcel del país y liberaran a más de 3.700 presos. La ONU estima que la violencia por pandillas cobró 5.000 vidas en el 2022. Cerca de 200 grupos armados operan en las distintas áreas del país, con tráfico de drogas, robo, extorsión y secuestro. Frente a este número de criminales, en Haití hay 1,3 policías por cada 1.000 habitantes – pueden ser aún menos – mientras que el estándar internacional es de 2,2, según datos de la BBC.
Están las “gangs urbanas”, que operan en áreas muy pobladas como Puerto Príncipe, y suelen estar afiliadas a las dos bandas más conocidas. “G9 y Familia”, liderada por el ex policía Jimmy Chérizier -conocido como «Barbecue»- cuenta con el control de los principales puntos de entrada y salida de la capital, y está vinculado al partido político Tèt Kale (PHTK). El pasado lunes protagonizó un sangriento tiroteo con la policía para atacar el Palacio Nacional. La banda “G-Pep”, por su parte, tiene su base en Cité Soleil, el barrio más pobre de la capital, y es apoyada por opositores del PHTK. Holfman explicó que en las áreas rurales hay milicias locales que pueden operar de manera semi independiente, en respuesta a la falta de seguridad o al vacío de poder en algunas zonas del territorio donde el Estado brilla por su ausencia. Por otra parte, hay grupos de crimen organizado transnacionales, debido a la ubicación geográfica de Haití en el Caribe.
Impacto en la región
Para abordar eficazmente esta crisis, “se requiere un enfoque integral que aborde tanto las causas subyacentes como las manifestaciones visibles del crimen organizado”, aseveró Holfman. A su entender, la situación de inseguridad en Haití puede afectar a los países vecinos y a Latinoamérica toda, de diferentes maneras.
La inestabilidad política, la pobreza, la falta de oportunidades económicas y la inseguridad, pueden llevar a un aumento en la migración de refugiados hacia otros países de América Latina. “Esto podría ejercer presión sobre los recursos y servicios en esos países”, razonó el experto. Los países latinoamericanos pueden verse “obligados” a cooperar con ayuda humanitaria, lo que requeriría recursos y compromisos diplomáticos que podrían tener implicaciones para otros países de la región.
Además, dicha inestabilidad “puede tener efectos contagiosos en la región”, especialmente en países vecinos a Haití, que podrían enfrentar presiones adicionales debido a la propagación de problemas como el narcotráfico y la violencia. La falta de control en las fronteras, podría llevar a un aumento en la delincuencia transfronteriza, con disputas territoriales debido a la influencia de diferentes facciones políticas haitianas en la región.
Finalmente, es posible que se den consecuencias económicas. Holfman analizó que Haití es un importante socio comercial para algunos países vecinos, y su situación puede generar afectaciones en Latinoamérica en términos de comercio y cooperación. La inseguridad puede vulnerar la economía de los vecinos que dependen de las relaciones comerciales con Haití.