Un país medicado y sin soluciones de fondo para la problemática del suicidio  

¿Qué pasa con la prevención del suicidio en Uruguay?

Con cifras que crecen año a año, el suicidio se ha transformado en un problema para Uruguay. Ante esto, el gobierno anunció, de cara a la última Rendición de Cuentas, un incremento de US$ 20 millones para la salud mental y adicciones, pero, según lo entienden el sociólogo Pablo Hein y el psicoanalista Ricardo Bernardi, con quienes dialogó CRÓNICAS, los tratamientos prolongados y con pastillas, la falta de datos y de organización, entre otros factores, hacen que el suicidio ocupe este lugar de importancia en la discusión política.

Por Mateo Castells |@teocastells

En el país donde Ruben Rada dice cantar con tortas fritas bajo la lluvia, tomar mate, bizcochear y chistarle al guarda –algo que se dejó de hacer desde hace décadas–, augurando de esta forma que Uruguay es un territorio casquivano y optimista, solo en 2022 se suicidaron 818 personas.

En el “paisito”, solo ASSE, que representa el 48% de la asistencia médica, proporciona 3 millones de recetas verdes por año, en un territorio que tiene 3,4 millones de habitantes.

Es probable que, en gran parte de los hogares del país, suenen más los “clics” de los blísteres de pastillas que las canciones de Rada y se consuman más antidepresivos y ansiolíticos que tortas fritas.

Para el sociólogo Pablo Hein, integrante del Grupo Interdisciplinario de Prevención del Suicidio de la Universidad de la República (Udelar), el tratamiento prolongado y con pastillas de patologías como la depresión y la ansiedad, es una “facilidad que a veces resulta y a veces no”. 

La serotonina, la dopamina, el Diazepam y la Ritalina en niños, son elementos que hacen al tema del suicidio un territorio que es “proclive” desde el punto de vista médico hacia los fármacos, lo que deriva en un país “altamente medicalizado”. Pero para ubicar el punto neurálgico de esta problemática se debe indagar en profundidad y develar los tejidos de la sociedad uruguaya.

La anatomía del suicidio en Uruguay

Hein explicó que existen tres procesos que tejen el mapa de donde se mueve el suicidio: el decaimiento de la cohesión social, motivado por la caída de las instituciones sociales como la familia, la iglesia o un sindicato, a partir de la década del 80; la percepción de lo individual, que está ligada a la idea de que “cada uno es responsable de sus logros, lo que viene de la mano de la medicalización y de la terapia” y, por último, un factor que el sociólogo define como “el imperativo moral de la remodelación del yo”, a través del esfuerzo personal, la autoayuda  y el tejido de las emociones, algo que motivó un “erotismo social o cultural importante”.

“Esta mayor autonomía del hombre insume a un doble problema. Por un lado perdimos los marcos de acción tradicionales, y por otro lado se va creando un sentimiento de incertidumbre y vulnerabilidad ontológica y social del sujeto”, remarcó el sociólogo, para aseverar, concretamente, que es “importante tener presente el territorio por donde se mueve el suicidio y la violencia”, porque el suicidio es una violencia contra uno mismo. “La gente no se suicida, se mata”, enfatizó.

La otra cara del problema: el abordaje 

Ricardo Bernardi, psicoanalista y exintegrante del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), entiende que la ausencia de datos es un problema que complejiza el abordaje y el tratamiento de esta problemática.

“Tenemos ausencia de datos, sobre todo de datos online. Los datos que hay terminan en cajones y el cajón de una oficina nunca se conecta con el de la oficina de al lado. No hay monitoreo online, no sabemos hasta dónde se están cumpliendo los protocolos y la población no tiene forma de saberlo”, especificó el psicoanalista.

Por lo que esta ausencia de datos hace que los investigadores del campo no accedan a la información necesaria para producir conocimiento y, por consiguiente, soluciones, dado que “el mejor monitoreo es la investigación científica”.

En este sentido, Bernardi cree que “no es un problema de plata, es un problema de organización. Van a gastar mucha plata en planes que no están evaluados y que no van a ser evaluados. O sea que va a haber más cargos pero no necesariamente más eficacia”.

Por su parte, Pablo Hein entiende que los planes implementados en 2011 y en 2021 están “encapsulados” bajo una mirada sanitaria y que “son las mismas 30 carillas de un plan muy escueto”, donde uno de los seis objetivos enmarcados es reducir el acceso a los medios letales, al igual que sucede en Japón, Los Ángeles o Indonesia, donde existen suicidios por pesticidas y una de las medidas de mayor repercusión fue poner los pesticidas en cajas para así complejizar su acceso.

“En Los Ángeles se tiran de los puentes y hay gente diciendo que si pones plásticos en los puentes, la gente se va a tirar menos”, dijo Hein. Este aspecto puede resultar en una disminución de este tipo de suicidios, pero no va a bajar la tasa.

Entonces, Uruguay focaliza la atención en la prevención a través de este tipo de medidas y se realizan esfuerzos en un objetivo que “no es suficiente”.  Si se tiene en cuenta que el 80% de las personas que se suicidan en el país lo hace a través de un ahorcamiento, ¿se van a prohibir las cuerdas o los cordones de los zapatos?

“Tenemos que hacer una autocrítica como sociedad, como sistema sanitario y social, de quienes trabajamos en este tema, y decirle a la sociedad que le estamos errando feo y que le hemos errado durante todo este tiempo, pedirle disculpas y accionar de otro modo, de manera más constante”, concluyó el sociólogo.


Hay manos que se están poniendo a la obra 

La doctora Lorena Quintana, responsable del programa Adolescencia y Juventud del Ministerio de Salud Pública (MSP), fue contactada por CRÓNICAS para dialogar acerca de lo que se está llevando a cabo en la materia.

“Hicimos un estudio de las historias clínicas de los adolescentes que se quitaron la vida en los últimos cuatro años, junto con los análisis de los certificados de defunción”, confesó la jerarca.

“A través de este análisis, obtuvimos resultados que serán presentados el 17 de julio, que tiran mucho la oreja a los servicios de salud, pero la idea es ver lo que está pasando para poder mejorar lo que se hace”, remarcó.

A su vez, declaró que desde el Ministerio construyeron una guía de abordaje frente al riesgo suicida en adolescentes, en conjunto con el Programa Adolescencia y organizaciones de la sociedad civil que participan y colaboran en esta temática.Por último, contó que también están trabajando en la implementación de inteligencia artificial para la gestión y agenda en salud mental para adolescentes, que se realiza a través de un chatbot, un proyecto que cuenta con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo que se implementará en tres prestadores de salud privada como plan piloto.