«Mi sueño es que la gente asocie algo lindo y de lana con Don Báez»

Claudia Weiss, Directora de Don Báez y Montelan 


Lana fina, natural, sin teñir e hilada por manos uruguayas es la propuesta de Don Báez, una grifa que trabaja desde hace 20 años empoderada por Montelan, firma que se desempeña en el rubro desde 1959. Su directora, Claudia Weiss, analizó cómo es producir 100% en Uruguay y aseguró que su objetivo es que las uruguayas valoren la nobleza de la lana de calidad, una materia prima natural que las fibras artificiales no han podido igualar.

Por María Noel Durán | @MNoelDuran

¿Cómo nació Don Báez?

Es una historia muy graciosa. A mi padre, Federico Weiss, le decían siempre Don Báez, y a mi hermana y a mí nos gustaba mucho cómo los amigos, los proveedores y clientes le llamaban así; y como él fundó la empresa en 1959, nosotros quisimos ponerle su nombre a los productos.

 ¿Siempre estuvo dedicada a la indumentaria?

No. En 1959 la empresa comenzó como Montelan. En aquél entonces mi padre lo que hacía era exportar materia prima (lana sucia y lavada). Después yo me integré a la empresa tras haber estudiado en Inglaterra. Tenía 22 años y desde ese momento trabajé toda la vida con él. Don Báez, que realiza productos elaborados con lana fina, está desde hace 20 años.

¿Cuándo se empezó a interesar en la empresa?

Cuando volví de Europa aprendí con mi padre todo lo que era exportar lana. Luego se me ocurrió que con nuestra lana podíamos hacer más cosas; se lo comenté a mi padre y le pareció que era una buena idea. Teníamos una barraca con muchísima lana y ahí empezamos a elegir. A diferencia de los demás, a mi padre le gustaba mucho la lana negra, y con eso que era diferente de otras empresas uruguayas empezamos Don Báez.

“Hay cosas de la lana fina que la gente no sabe, por ejemplo, que te protege de la lluvia, que no pica, ni da alergias, ni produce sudoración”.

Con tantos años de historia a cuestas, ¿cuáles fueron los principales escollos que debieron sortear?

Que el uruguayo consuma lana. Hay lana hermosa en Uruguay. Antes había muchísima gente que apreciaba la lana, pero hoy en día hay menos personas que la buscan. Hoy se prefiere una manta de polar en vez de una de lana, y no se da cuente de que es maravillosa.

 En 2012, un importante incendió afectó a Don Báez y Montelan. ¿Cómo se vivió ese hecho en carne propia?

Fue muy trágico. Nos pasó un domingo, por suerte, ya que gracias a eso no le pasó nada a nadie del personal. Teníamos una barraca llena de lana, oficinas, prendas y todo lo que se puedan imaginar. Eran 8.000 metros cuadrados de una barraca llena hasta el tope porque justo era noviembre, un mes de zafra para el sector. Encima, íbamos a abrir un negocio en la Calle 20 de Punta del Este y teníamos la mercadería pronta para la apertura un 10 de diciembre. El incendio fue el 25 de noviembre. Me llamaron y me encontré con todo destruido. Además, allí estaban todas las cosas de mi padre que ya había fallecido. Me llevó por lo menos un año tener fuerzas de vuelta y decidir si quería o no seguir.

La gente nos decía que no dejáramos la marca y todo lo lindo que tenía, y volvimos a arrancar. Pero decidí comenzar con algo más pequeño. Ahora tenemos en la calle José Ellauri, Montelan y Don Báez en miniatura, pero tenemos todo en un mismo lugar, incluso la boutique; y lo puedo manejar mucho mejor.

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¿Cuáles son los principales diferenciales que ofrece Don Báez?

Lo nuestro es lana fina. Hacemos los procesos, la lavamos y tejemos. Nosotros mismos hacemos todos los pasos, por lo que logramos un control de calidad y una trazabilidad perfecta. Además no teñimos, entonces tenemos un producto súper sustentable, que no daña al medioambiente, y esas son cosas que nos hacen distintos.

De eso se trata la tendencia Eco Chic que proponen…

Buscamos eso, no teñimos y vamos atrás de un diseño elegante y que sea para la mujer moderna pero que pueda usarse toda la vida. Eso es lo que pretendemos al diseñar: que no dañe al medioambiente y que sea chic.

La industria textil perdió mucha fuerza por los bajos precios de la mercadería a nivel internacional y por ser un mercado caro y con costos altos. ¿Cómo es ser de las pocas marcas que fabrican 100% en Uruguay?

Yo creo que hay que apostar a eso, a ser 100% hecho en Uruguay, aunque seamos más caros. El uruguayo que lo entienda va a agradecerlo. Cuando se enteran, están dispuestos a pagar un poquito más porque hoy pagás un poco menos pero mañana te quedas sin trabajo.

Si uno se pone a pensar en que es una cadena, va a entender que vale la pena, porque además una prenda de lana le va a durar 10 años, entonces ahorró porque no tuvo que comprarse una cada año. Yo tengo un manta hace 15 años y está igual; lo demás cambia todo el tiempo. Las cosas de lana de buena calidad duran toda la vida, es una inversión y si además es uruguayo, mejor todavía.

Lo mismo pasa con la comida… La gente está empezando a pensar de dónde vino lo que comió, si es orgánico o no, y debería ser así también con la ropa.

 ¿Cómo es fabricar en Uruguay?

Se logra. Nosotros llevamos años en esto y no lo hacemos a tan gran escala, por lo cual nos resulta fácil y además tenemos muy buenos colaboradores de toda la vida.

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¿Cómo definiría a la mujer uruguaya en lo que refiere a la moda?

Un poquito conservadora. Creo que los jóvenes están queriendo cada vez más cambiar eso. Nosotros tenemos muchas propuestas para jóvenes. Constantemente estamos oyendo a nuestros clientes y nuestros productos están pensados para ellos; gracias a sus comentarios está todo súper inspirado en los clientes.

¿Ve una tendencia al diseño de autor?

Sí, totalmente. Antes la gente se avergonzaba de diferenciarse, ahora uno se da cuenta de que puede tener algo que se adapte a su gusto.

En el mundo hay fuertes movimientos que promueven la conciencia en la crueldad hacia los animales, por ejemplo. ¿Eso se ve en Uruguay?

Sí, sin dudas. Nosotros somos pioneros porque desde siempre reciclamos, no teñimos. Lo hacemos desde hace 20 años y queremos seguir en este camino. Además, utilizamos únicamente lanas uruguayas y finas; creemos que las marcas deberían ser cada vez más locales, estamos en esa misma línea de las empresas B.

Entre las líneas que comercializan hay una línea de hogar, una de indumentaria y de regalos empresariales. ¿Alguna se destaca por sobre la otra?

Nos gustan mucho los regalos empresariales porque dan más opciones a la hora de hacer un regalo, para que no siempre se caiga en la típica botella de vino; la botella se termina, pero una bufanda o un chal dura toda la vida. Además, trabajamos de forma personalizada para las empresas con sus logos y tratamos de interpretar sus necesidades.

En lo que refiere a la indumentaria femenina, es el rubro en el que hoy por hoy tenemos más variedad; a su vez, empezamos con infantil y, en pequeña escala, con masculino. En hogar tenemos mantas y almohadones de todos los tamaños.

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En su sitio web ofrecen la posibilidad de comprar desde el exterior. ¿Espera desarrollar más esta área de negocios?

Incrementar las ventas en el exterior es nuestra meta para este año. Queremos crecer en eso que, quizás, hasta ahora ha sido nuestra pata floja.

¿Cuáles son sus perspectivas a futuro?

Mi sueño es que la gente asocie algo lindo y de lana con Don Báez.