Opertti: “Queremos un país que no ajuste el techo de su PBI a las debilidades de formación de sus recursos humanos”

EDICIÓN EMPRESAS & NEGOCIOS Nº 100

Renato Opertti, representante de EDUY21


Lograr una educación de calidad y equitativa es el primer paso para llegar al desarrollo sostenible. Ese es el objetivo que Uruguay tiene por delante, y no será posible sin el sistema político.

¿Cómo imagina al sistema educativo uruguayo, en general, en el mediano y largo plazo, y cumpliendo qué rol?

Nos imaginamos y anhelamos fervorosamente que el sistema político en su conjunto tenga la determinación, el compromiso y la capacidad de forjar bases para que Uruguay disponga de un sistema educativo como tal. Hoy estamos lejos de tener un sistema con idoneidad e instrumentos para darle a cada alumno una oportunidad personalizada de educarse y de aprender con independencia de sus contextos y capacidades.

Esperamos que, en la próxima década, el sistema educativo asuma el rol de alentar diversidad de formas de administración, marcos, ambientes y ofertas educativas que, sin dogmatismos, sin imposición de barreras y aunadas en torno a un concepto de la educación como política cultural, social y económica, contribuya a hacer realidad el potencial de aprendizaje de cada alumno.

Si el sistema educativo hace realidad un Estado garante de oportunidades, procesos y resultados de calidad para todos los alumnos, estará en condiciones de aportar a cimentar las bases de un desarrollo sostenible que congenie inclusión, equidad y cohesión. El desarrollo sostenible es viable si logramos universalizar una educación de calidad entre las edades de 3 a 18 años.

Queremos un país que no ajuste el techo de su PBI a las debilidades de formación de sus recursos humanos, y que no tenga umbrales de crecimiento y de mejoras sustantivas en lograr mayor igualdad de oportunidades. Esta definición en torno a qué tipo de PBI aspiramos, refleja la vocación de alcanzar un imaginario de sociedad progresista.

¿Qué tareas fundamentales debería encarar el próximo gobierno en forma prioritaria pensando en el desarrollo de la educación? 

Entendemos que hay cuatro temas prioritarios para que el país tenga en la educación una ventana de oportunidades para abordar con coraje e ideas, los cambios disruptivos que, a escala planetaria, ponen en discusión las identidades de personas, ciudadanos, trabajadores, empresarios, comunidades y sociedades.

En primer lugar, no hablaríamos solo de gobierno sino de sistema político, integrado por los partidos políticos con representación parlamentaria, que lidere un proceso de cambios educativos profundos para una década, y que sea transversal a los diversos niveles, incluyendo todas las formaciones desde cero a siempre. Esto implica una nueva ley de educación que dé sentido a dicha área para ser un canal de transformación y de progreso social, así como recrear la gobernanza a todo nivel.

En segundo lugar, forjar una educación sólida, compacta y progresiva entre las edades de 3 a 18 años, que forme en los conocimientos y en las competencias que las personas requieren, para forjar el bienestar y el progreso individual y colectivo. Contrariamente a la fragmentación de saberes y contenidos atiborrados que abruman y desconciertan a alumnos y docentes, proponemos una educación que entienda y promueva cómo la movilización e integración de saberes provenientes de diferentes disciplinas son necesarios para actuar proactivamente, con ingenio y audacia, frente a órdenes de desafíos crecientemente complejos, cambiantes e impredecibles.

Ciertamente, uno de los mayores desafíos educativos contemporáneos y con mirada futurística, radica en repensar la sinergia entre los conceptos y los contenidos que integran diversos saberes para responder a situaciones de la vida. Por ejemplo, la integración de las formaciones en matemática, robótica y programación, así como en Steam (por sus siglas en inglés, Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemática), para responder a desafíos que no vienen empaquetados en disciplinas aisladas unas de otras.

En tercer lugar, tomar debida nota de la evidencia que surge a escala mundial de que los sistemas educativos que más capacidad tienen de progresar en el logro de resultados educativos de calidad son aquellos en que todos sus componentes y unidades están concebidos para apoyar al docente como orientador del alumno y sus aprendizajes.

En cuarto lugar, que el sistema educativo debe recoger múltiples evidencias, así como discutir y reportar a la sociedad sobre cómo los alumnos van logrando la adquisición de aprendizajes a lo largo de la educación de 3 a 18. La creación de un sistema de progresión y evaluación es clave para congeniar la evaluación como aprendizaje y sostén del desarrollo de cada alumno, con disponer de mediciones en etapas críticas de la educación de 3 a 18 que permitan identificar avances, así como desafíos y oportunidades para mejorar.

¿Cuáles son los temas en que Uruguay, como país, tendría que poner énfasis, sin importar nivel ni sector de actividad, apuntando a un mayor desarrollo de su sociedad y de su economía en la próxima década?

Nos parece que el país, en su conjunto, tiene que repensar su matriz de políticas públicas para recrear una sociedad de oportunidades, de convivencia y de desarrollo que hoy está severamente interpelada. Este repienso no puede devenir en una sumatoria de enfoques e iniciativas fragmentadas por sectores, sino en establecer las sinergias entre políticas y programas que requieren encares intergeneracionales, intersectoriales, interinstitucionales e interdisciplinares.

En particular, los avances registrados en la implementación de un sistema de cuidados intergeneracionales pueden contribuir a repensar dicha matriz. Entre muchos otros, anotamos dos temas para nutrir una agenda de una nueva generación de políticas públicas, bajo el entendido de que el sistema político debe hacer un esfuerzo por mejorar la calidad del debate y la construcción programática en torno a las políticas públicas.

Un primer tema se refiere al agotamiento del modelo actual global de políticas sociales, que tienen limitaciones severas en responder efectivamente a situaciones consolidadas y crónicas de pobreza y de marginalidad, la cual socava la convivencia y el aprender a vivir juntos respetando al otro.

Asimismo, la necesidad de repensar el modelo de desarrollo y protección social por grupos de edades, a la luz de cambios disruptivos que impactan en varios aspectos. Por ejemplo, en la prolongación de la vida, en la alternancia dinámica entre los ciclos de formación y de trabajo, en que las oportunidades de trabajo puedan ser escasas y concentradas en ocupaciones y tareas no rutinarias, y en las tecnologías que sirven de soporte para la prevención y la atención de situaciones de salud, así como en las relaciones entre los humanos y las máquinas de aprendizaje.

En segundo lugar, tomar conciencia de que nuestro sistema educativo debe desarrollar una nueva generación de políticas educativas, que enfrente con decisión y capacidad de propuestas las tres maldiciones que lo han jaqueado en las últimas tres décadas. Éstas son: calidad deficitaria en aquellos aprendizajes que son la base de la alfabetización contemporánea y del desempeño competente en la sociedad; inaceptables brechas sociales y culturales en oportunidades; y niveles de excelencia en aprendizajes que son marginales y no son alentados por el sistema educativo.

Se trata de generar procesos de cambios que, de manera integral, aborden aspectos programáticos, así como de gobernanza y de funcionamiento a diversos niveles, bajo una visión educativa compartida que recree las relaciones entre el para qué y el qué educar, y aprender el cómo, dónde y cuándo hacerlo.