Un Solo Uruguay: “A los sectores productivos deben darles las mismas condiciones que a las multinacionales”

EDICIÓN EMPRESAS & NEGOCIOS Nº 100

Un Solo Uruguay: Marcelo Nougué, Guillermo Franchi, Álvaro Rivas, Federico Holzmann


La actividad agropecuaria es el mayor aportante al PBI, pero el costo para producir es cada vez más alto y eso pone en peligro la posibilidad de reactivar el sector.

¿Cómo imaginan al sector agropecuario, en general, en el mediano y largo plazo, y cumpliendo qué rol?

La imaginación en este caso es un anhelo, pero debemos tener en cuenta que el motor económico del país fue, es y será la producción agropecuaria y la industrialización de dichos productos. Esta actividad es el mayor aportante al PBI (20%) y además es generadora de mano de obra e ingresos genuinos en toda la cadena comercial y social. Cada dólar que genera el sector primario se multiplica por seis en dicha cadena, incrementando y distribuyendo recursos en prácticamente todos los eslabones sociales.

Ya deberíamos tener claro el camino y bien trazado hacia dónde dirigir la inversión, reinversión y producción de acá a 10 años, ya que es un período de tiempo agronómico de corto a mediano plazo.

Nos imaginamos un sector que vuelva a la plena actividad, con los casi 40 mil puestos de trabajo reincorporados.

Es de los pocos rubros donde la inversión en tecnología e incremento productivo necesita más mano de obra, más servicios, más insumos, más fletes, entre otros. Cada empujón del agro se refleja inmediatamente en un notorio incremento de actividad de todos los pueblos y ciudades del Interior, manifestándose en sectores que a priori parecen no tener ninguna vinculación directa, por ejemplo en la construcción o la venta de muebles y electrodomésticos.

Nos imaginamos un sector que no tenga en jaque permanente al pequeño y mediano empresario. Son éstos los que intentan por todos los medios y contra todo el centralismo permanecer, vivir, criar a sus hijos en el medio rural, pudiendo brindarles las condiciones para que puedan desarrollarse como personas.

El avance tecnológico no se detiene, pero el costo para producir cada vez más alto hace que el instinto de supervivencia lleve a cada empresario a producir y arriesgar menos ante la incertidumbre y la ausencia de reglas claras que le permitan plantearse un proyecto de inversión a mediano plazo.

De no mediar los cambios necesarios para la reactivación del sector, en 10 años nos podemos enfrentar a un sector dominado por las grandes empresas, con menos familias radicadas en el medio rural, y con varios de los rubros actuales muy disminuidos o desaparecidos como pueden ser la lechería y el arroz. Es necesario para evitar estas pérdidas de la matriz productiva realizar cambios importantes en la capacidad competitiva del país y dar las mismas condiciones a todos los sectores productivos –agropecuarios o no- que las que se les dan actualmente a las multinacionales como UPM, Montes del Plata o Pepsico.

¿Qué tareas fundamentales debería encarar el próximo gobierno en forma prioritaria pensando en el desarrollo del sector agropecuario, considerando los vaivenes que tiene y la dependencia de los precios internacionales, del clima, de la demanda, entre otros?

Producimos lo que el mundo demanda, alimentos, y con énfasis netamente exportador ya que el mercado interno consume solo el 30-40% de dicha producción.

Las tareas que se deben encarar de forma urgente, independientemente de quien gobierne, son las que generen certezas al que arriesga y produce a cielo abierto, que puede sortear una crisis climática o de mercado.

Entendiendo esta lógica, es fundamental que se encaren problemas críticos que se arrastran desde hace décadas, costos de producción que atentan contra la subsistencia de los emprendimientos, y en ellos entran:

1) Las energías. Es imposible ser competitivos a nivel internacional teniendo los costos más altos de América de estos insumos básicos. Hay extensas zonas del país, sobre todo el cuadrante noreste, donde en los últimos cuatro años han desaparecido rubros –principalmente agrícolas- porque el costo del flete hasta los puertos hace inviables dichas producciones.

2) La infraestructura. El deterioro de la red vial incrementa los costos de acarreo. La concentración de los puntos de acopio para exportación en el litoral y en el sur demanda de forma urgente un replanteo de qué vías priorizar para movilizar la producción. Las rutas que atraviesan el país de oeste a este hace décadas que están en estado calamitoso o inclusive quedaron en proyectos.

3) El acceso a créditos de largo plazo, que acompañen la lógica de los ciclos incluidos los efectos externos y climáticos.

4) La igualdad de oportunidades, desarrollar niveles satisfactorios de acceso a servicios como educación y salud, para quienes viven en el Interior y en el medio rural.

Para un país que por escala depende tan fuertemente de las exportaciones para generar riqueza auténtica, es necesario mantener una política cambiaria que consistentemente permita competir en el mundo. La constante búsqueda de generar atraso cambiario para fomentar el consumo con un fin netamente electoralista y populista, genera en cada ciclo la desaparición de muchos productores e industrias. Esto ya lo vivimos en los 70, en los 90 y en la actualidad, y salir de ese proceso hace que los que menos tienen pasen muy mal.

Al ser nuestra producción básicamente exportadora, realizar acuerdos comerciales que minimicen los pagos de aranceles es fundamental. En una economía chica y comprometida como la nuestra no nos podemos dar el lujo de regalar anualmente más de U$S 600 millones por este concepto.

Educar y generar conciencia de que somos un país agropecuario es de vital importancia. Casi el 70% de la población se concentra en Montevideo, Canelones y San José; la inmensa mayoría de la población citadina desconoce por completo los procesos y riesgos de la producción del agro.

¿Cuáles son los temas en que Uruguay, como país, tendría que poner énfasis, sin importar nivel ni sector de actividad, apuntando a un mayor desarrollo en la próxima década?

La lógica indica que ya deberíamos tener muy claro como país qué producir, cómo hacerlo y para quién, de aquí a 15 años.

Solo el enorme desconocimiento de los ciclos biológicos, productivos, climáticos y comerciales ha hecho que Uruguay no genere para su principal sector económico leyes de Estado de largo plazo, que protejan al generador de los vaivenes ocasionales.

Las tareas fundamentales deberían ser las de educar a la población y generar conciencia de que somos un país agropecuario, y por ende proteger a cada productor sin importar su escala, de factores externos que se repiten sistemáticamente en los años, ocasionando que muchos cierren sus empresas dejando miles de personas sin trabajo. Debería ser prioridad para cualquiera que gobierne terminar con la sangría y con la migración campo-ciudad, intentando así ponerle fin al inmenso problema social que esto conlleva.

La generación de igualdad de condiciones sin importar dónde se viva debe ser una de las prioridades.

En este marco, la descentralización real del país se hace imprescindible de encarar para los próximos años. El Uruguay macrocefálico y portuario con todo el desarrollo en Montevideo y su zona metropolitana, ha generado las mayores y más antiguas desigualdades y discriminaciones de este país. Mantener esta forma y estrategia de desarrollo se hace insostenible para cualquier país, pero más aún para uno que vive y crece vinculado al sector agroindustrial y sus exportaciones.

Los niveles de endeudamiento y de déficit fiscal han superado los guarismos lógicos, están hipotecando las posibilidades de futuro y empujando a una encrucijada a las próximas generaciones.

El desarrollo de toda sociedad comienza a partir de que ésta comprende y articula estrategias productivas, sociales y culturales.

Un Estado presente y fuerte no significa multitudinario, por el contrario, la eficiencia y la austeridad deben ser comprendidas por todos los sectores políticos y aplicadas por los gobernantes de turno.

La transparencia en la gestión debe ser el norte de cualquier gobernante o dependiente del Estado. La sociedad debe exigir que los limitados recursos públicos sean direccionados a promover el bienestar social, el desarrollo, la generación de empleo, la educación, la salud, entre otros.

En la próxima década Uruguay debe enfocarse en entender y trazar políticas de Estado que incluyan a todos los sectores y promuevan el desarrollo sustentable.