Martinelli: “El FA priorizó una gestión de clientelismo político por encima de una gestión social”

Nicolás Martinelli, director general del Mides


Es una de las personas de mayor confianza del presidente Luis Lacalle Pou, quien le encomendó la tarea de reestructurar el Ministerio de Desarrollo Social (Mides). Su ingreso en la cartera le permitió conocer de primera mano las presuntas irregularidades que había denunciado el año pasado, cuando trabajó en un informe para solicitar una investigadora parlamentaria que no prosperó. Hoy asegura que el foco está puesto en fortalecer los controles, para así poder mejorar la atención a la población más vulnerable.

Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo

-En lo que va del gobierno, los cupos de las personas en situación de calle fueron ampliados un 45%. A través de Twitter, usted opinó que eso “no era tan difícil ni se necesitaba más dinero”. ¿Estaba mal enfocada la política de la pasada administración?

-Lo que tengo claro es que hubo un mal manejo administrativo y de los recursos que impactó negativamente en los más vulnerables. A la vista están todas las cuestiones que hemos encontrado, donaciones que estaban en algún contenedor y con un expediente archivado; alimentos y pañales vencidos; maquinaria que se había comprado que nunca se usó. Por supuesto que en alguna circunstancia, para tener más capacidad, necesitás más dinero, pero a veces no solo pasa por ahí, como en esos casos.

-Por su trabajo del año pasado junto al hoy presidente de la Cámara de Diputados, Martín Lema, en el informe para solicitar la investigadora sobre supuestas irregularidades del Mides, imagino que ya sabía con qué se podía encontrar. ¿Cuál fue la primera impresión al llegar?

-Yo tenía nombres de cooperativas, de ONG, de personas, pero no las conocía. Cuando llegué le empecé a poner rostro a cada una de esas cuestiones, lo que me permitió interiorizarme y ver la magnitud del problema. Estando acá tengo las herramientas suficientes como para poder auditar cada situación y determinar si es un tema de mala gestión, de irregularidad administrativa o de delito.

-¿En qué está el proceso de auditorías?

-Lo primero que hicimos fue darle vida a la Unidad de Auditoría Interna del Mides, que fue creada en 2013 pero nunca funcionó. Asignamos a cuatro personas para que trabajaran allí. Eso tiene dos grandes objetivos; por un lado, auditar determinadas cuestiones de la administración anterior para saber dónde estamos parados, pero, por otro lado, auditarnos permanentemente en el futuro, para poder corregir errores en aquellos lugares donde los procesos se hacían de forma equivocada.

-¿A qué atribuye esas irregularidades que mencionaba?

-Yo separo dos etapas. Una fue la gestión de Daniel Olesker, que tenía un ministerio más chiquito y más centrado en la evaluación. Pero en el período pasado, cuando vino Marina Arismendi, el ministerio creció demasiado, sin control, y no se potenció la Dirección de Evaluación y Monitoreo.

-¿Creció en qué sentido?

-Se generaron más direcciones nacionales, el ministerio creció para abajo en cuanto a departamentos, divisiones, áreas y demás, o sea, se creó un aparato inmenso y muy difícil de controlar. Eso produjo enormes problemas de gestión, de seguimiento, y los procesos que debe seguir cada uno de los trámites eran incorrectos.

Por ejemplo, un expediente que tenía que pasar por Jurídica o por Recursos Humanos, no pasaba, venía directamente para la firma del director general sin tener un informe adecuado, aunque se tratara de la transferencia de un funcionario de una dirección a otra, o de la compensación porque se le asignaban tareas de más responsabilidad. Desde hace dos meses estamos revisando cada uno de esos procesos, para que los expedientes vayan a donde tienen que ir.

-¿Les interesa pedir explicaciones a la administración anterior?

-Cuando yo anuncié que íbamos a iniciar el proceso de auditorías, que había sido un compromiso de campaña del presidente, Ana Olivera salió a contestar a través de unos tweets. La verdad es que pedirles explicaciones cuando las respuestas que dan no tienen nada que ver con lo que se está cuestionando, no tiene sentido.

Una auditoría está vinculada a una deuda generada en Uruguay Trabaja, donde no se pagaron aportes al BPS. Otra refiere a los inmuebles que están en poder del Programa Nacional de Discapacidad (Pronadis), que tiene más de 25, muchos de los cuales están ocupados, en mal estado, con contratos de arrendamiento vencidos. La tercera tiene que ver con casi 10 millones de pesos de alquileres que el ministerio les pagaba a determinadas ONG y cooperativas bajo contratos para refugios, pero que no eran volcados para ese pago.

Sobre la primera, Olivera dijo que el Mides le transfería todos los años al BPS 100 millones de pesos, lo que no tenía nada que ver con el fondo de la cuestión. En el tema de Pronadis lo mismo… afirmó que nos habían dado un listado de los inmuebles, pero eso en ningún momento se puso en tela de juicio; lo que estábamos cuestionando era el estado de los mismos.

-¿Con qué objetivos se incorporó recientemente la Auditoría Interna de la Nación?

-Va a comenzar algunas auditorías. Una tiene que ver con la rendición de cuentas que tienen que hacer todas las ONG, cooperativas y fundaciones que tienen contrato con el ministerio. Una auditoría de 2015 del Programa Calle fue muy crítica con la forma de rendición de cuentas, incluso se habló de posibilidad de fraude y desviación de fondos.

Hay que seguir profundizando los sistemas de control. Queremos invertir en software, en tecnología, tener un sistema fuerte de control de stock, que salte una alerta cuando un producto está por vencer.

-¿Es necesaria la existencia de 500 ONG o fundaciones que funcionan bajo la órbita del Mides?

-Algunas son necesarias porque son un brazo más alargado del que tiene el ministerio y le permiten cumplir tareas que por sí solo no podría. En otros casos el Mides tiene que empezar a tomar el control y ejercer el trabajo en forma más directa. Es lo que está pasando con el Programa Cercanías, que no tiene una evaluación muy buena y que apunta a un público muy similar al de Uruguay Crece Contigo.

-¿Qué fue lo que más le llamó la atención del panorama que encontró?

-Yo venía con algún prejuicio con respecto a los funcionarios. Como era un ministerio creado por el Frente Amplio (FA) en 2005 y había cierto manto de dudas sobre cómo habían ingresado, pensé que me iba a encontrar con un comité de base del FA. Sin embargo, me encontré con gente muy profesional, que tiene la camiseta recontra puesta del Mides, y fue una sorpresa muy grata.

Muchos tienen ideas interesantes que no fueron recogidas en la gestión anterior. La creación de la auditoría interna fue una propuesta que me acercaron un par de funcionarios. Yo no tenía ni idea de que existía ese departamento y que no estaba funcionando. Ni bien me entregaron la iniciativa, acepté. ¿Qué más quiero yo, que me controlen para cometer la menor cantidad de errores posible?

Después de 15 años de gestión del FA, no fueron capaces de darles una carrera administrativa a los funcionarios y una estructura seria al ministerio. El Mides no tiene un organigrama; tiene una Dirección General de Secretaría que es lo único que está aprobado legalmente por decreto, pero las otras doce direcciones nacionales no tienen ninguna estructura legal. Fue todo creado haciendo camino al andar.

-O sea, ¿no tienen sustento legal?

-No, y eso ha sido un impedimento muy claro de crecimiento de los funcionarios y un reclamo histórico, y es una de las banderas que me comprometí a tomar.

-¿Cómo pudieron funcionar sin tener ese sustento?

-Creaban por resolución del ministerio tal dirección, que colgaba de tal otra, y ponían a una persona que no concursaba, le daban una encargatura y le pagaban un complemento de su sueldo por esa responsabilidad. Eran personas que ya trabajaban acá –sin importar si eran funcionarios públicos o no-, a las que les daban la encargatura de una dirección o creaban tal dirección para ellas.

-¿Usted sostiene que eso lo hacían para que ganaran más, por amiguismo?

-Puede ser.

-El Mides tiene un rol importante en la recomposición socioeconómica en este contexto complejo. ¿Ha sido suficiente el apoyo brindado a los más necesitados? A una familia que de repente quedó sin trabajo, ¿le alcanza?

-Todo el gobierno ha ido tomando medidas paulatinas en función de las necesidades que fueron surgiendo. Una de las primeras resoluciones que tomó el Mides fue duplicar la Tarjeta Uruguay Social, que abarca a unas 400.000 personas. También se duplicó la Asignación Familiar, que llega a otros 400.000 uruguayos, y se reforzó el envío de canastas de alimentos a las intendencias y a los comedores del Interior.

A su vez, surgió un nuevo público que no teníamos identificado, que eran las personas que estaban trabajando de manera informal pero que vivían el día a día, y que apenas llegó la pandemia se cayeron del sistema. Eso reveló que la situación de vulnerabilidad era mucho más grande de lo que el FA nos había dicho en campaña. Hubo que salir a innovar y así fue que creamos el sistema de “Tuapp”, que hoy lleva entregadas más de 300.000 canastas.

-Volviendo a la pregunta, ¿cree que eso es suficiente? ¿Cómo ha sido la respuesta de la gente? ¿Se pide otro tipo de ayuda?

-El presidente y la ministra de Economía han dicho que a ningún uruguayo le va a faltar alimento.

-¿Y cree que ha sido así?

-Hemos tratado de que no le falte alimento a nadie, por eso hemos vuelto a tomar la medida de duplicar por segunda vez la tarjeta y la Asignación Familiar. Además, inmediatamente después de decretada la emergencia sanitaria, surgieron las primeras ollas populares.

-¿Eso no interpela al ministerio?

-No, porque las ollas populares son históricas y siempre han sido una reacción de solidaridad espontánea de la sociedad uruguaya, y nosotros no nos opusimos a eso, todo lo contrario. Lo que sí dijimos fue que se debían tomar las medidas sanitarias adecuadas.

-Mirna Guadalupe, directora del Mides en Florida, dijo que “es horrible” que haya personas en situación de calle, “al menos que no molesten”. ¿Qué opinión le merece?

-Yo creo que ninguna persona tendría que estar en situación de calle; no hay nadie que quiera estar así en forma voluntaria.

-El colectivo de personas en situación de calle “Ni todo está perdido” denunció que algunos no tienen otra alternativa que quedarse a la intemperie porque se les negó el ingreso a refugios por falta de cupos. ¿Se está controlando esta situación?

-Naturalmente que hay falta de cupos. Si yo tomo en cuenta el censo que se hizo en 2019, había unas 2.030 personas en situación de calle y 1.000 cupos. Nosotros generamos 450 más, por tanto, sé que tengo 600 personas que están durmiendo en la calle. Además, a raíz de la pandemia, entendemos que podría haber más gente en esa situación. Hoy tenemos 1.450 camas y en los próximos días vamos a inaugurar cerca de 200 más.

-¿Cómo la policía va a desalojar a todos si no hay cupos suficientes?

-Por ahora, el ritmo al que vienen levantando es el habitual. Nosotros tenemos cupos para las personas que ingresan por Ley de Faltas, pero no las podemos obligar a que se queden en el refugio, entonces se van. Para ese tipo de público necesitamos saber por qué pasa eso y, en la medida que lo hagamos, podremos seguir creando dispositivos diferenciales. Por ejemplo, refugios pensados para parejas o para gente que tenga mascota.


“El FA se basó en estadísticas, gráficas y números, y dejó de lado lo humano”

-¿Con qué país se encontraron en materia de pobreza e indigencia? Hoy me decía que el FA había contado una realidad que no era tal.

-La pandemia desnudó un Uruguay desconocido, porque nos mostraban una realidad que no era así. A los poquitos días de que se decretara la emergencia sanitaria y cuando todavía los engranajes económicos seguían funcionando, miles y miles de uruguayos se cayeron de ese sistema y empezaron a pedir ayuda al ministerio, en muchos casos, por primera vez.

-¿Le sorprendió?

-No sé si me sorprendió, pero nos encontramos con una realidad que no era la que nos habían contado. Se basaron en estadísticas, gráficas y números, y dejaron de lado lo humano. En este ministerio priorizaron una gestión de clientelismo político por encima de una gestión social. El foco estaba puesto en todo ese aparato burocrático y de contrataciones, en lugar de en quienes eran los más necesitados.

Hay programas en los que la enorme mayoría del dinero se va en esa burocracia y a los beneficiarios les llega un porcentaje muy menor, cuando tendría que ser totalmente al revés.

-¿Por ejemplo?

-Uruguay Trabaja. El 70% del presupuesto se va en las contrataciones de ONG, capacitaciones, en el Sunca, y solamente el 30% llega a los 3.000 beneficiarios. Si yo cambio esa lógica, voy a poder llegar a muchos más.

“En el Mides pensé que me iba a encontrar con un comité de base del FA, pero me encontré con gente muy profesional”.