Tensión social generada por la pandemia puede dificultar la recuperación económica

FMI > Países con fundamentos débiles previo al covid-19 serán los más afectados

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El incremento de las protestas y la tensión social como consecuencia de la pandemia puede afectar el ritmo de recuperación, según un análisis elaborado por el FMI. Se advierte que los costos económicos a corto y mediano plazo de la tensión social pueden ser, de hecho, bastante pronunciados, sobre todo en las economías de mercados emergentes y en desarrollo. Para evitar que ello ocurra, los gobiernos deben priorizar el impulso al empleo, frenar el impacto a largo plazo de la crisis y proteger a los sectores más golpeados.

Las secuelas económicas de la pandemia están provocando un aumento de las protestas, cuyas consecuencias económicas podrían ser duraderas, según analiza un artículo de los economistas del FMI, Metodij Hadzi-Vaskov, Samuel Pienknagura y Luca Ricci, publicado en el blog del organismo, Diálogo a Fondo.

De acuerdo al Índice de Paz Global, el número de disturbios, huelgas generales y manifestaciones antigubernamentales crecieron en el mundo un 244% en la última década. Los confinamientos y el miedo a los contagios provocaron una pausa, pero en prácticamente todas las regiones del mundo están reapareciendo los manifestantes. Las causas varían entre la frustración por la gestión de la crisis por parte de los gobiernos, el aumento de la desigualdad y la corrupción, factores que suelen incrementar las tensiones y disparidades existentes.

El personal técnico del FMI elaboró el Índice de Tensión Social Reportada (RSUI, por sus siglas en inglés), donde se observa que los costos económicos a corto y mediano plazo de la tensión social pueden ser de hecho bastante pronunciados, sobre todo en economías emergentes y en desarrollo. El informe no estudia impactos de largo plazo.

El estudio analiza el impacto macroeconómico de la tensión social entre 1990 y 2019. Para ello, identifica eventos de tensión social y los clasifica en tres categorías según la causa desencadenante: políticos, socioeconómicos y mixtos.

El artículo pone ejemplos, como las manifestaciones que siguieron a la elección del expresidente de México, Enrique Peña Nieto, en 2012, o en las elecciones presidenciales de Chile de 2013, que fueron shocks menos significativos, y que se estima pueden reducir el PIB en aproximadamente 0,2 puntos porcentuales seis meses después del shock. En comparación, las protestas de julio de 2019 en Hong Kong y las protestas de los chalecos amarillos de 2018 en Francia resultaron en un aumento de cuatro desviaciones estándar en el RSUI, provocando una reducción del PIB de aproximadamente un punto porcentual.

Los impactos sobre el PIB parecen estar impulsados por contracciones pronunciadas en las manufacturas y los servicios (dimensión sectorial), así como en el consumo (dimensión de la demanda). En ese sentido, los resultados sugieren que la tensión social afecta la actividad debido a la disminución de la confianza y al aumento de la incertidumbre.

El informe también advierte que los impactos suelen ser mayores en países con instituciones débiles y limitado margen de maniobra de la política económica. En ese sentido, países con fundamentos económicos débiles previo a la pandemia serán los que más sufran si el descontento social se convierte en tensión.

Los impactos más importantes los generan las manifestaciones desencadenadas por una combinación tanto de factores socioeconómicos como políticos, similar a lo que sucedió en Túnez y en Tailandia a principios de este año.

Los autores remarcan que las protestas pueden expresar la necesidad de un cambio de políticas, y por ello, “los gobiernos deben escuchar y responder, pero también, intentar anticipar las necesidades de la gente con políticas dirigidas a proporcionar una oportunidad justa de prosperidad para todos”. En ese sentido, “impulsar el empleo, frenar el impacto a largo plazo de la crisis y proteger a quienes se han quedado atrás deben seguir siendo prioridades”. Las reformas deben realizarse con un amplio diálogo social sobre el papel del Estado y sobre cómo financiar de forma sostenible la presión sobre el presupuesto. De otro modo, los costos económicos de la pandemia se verán agravados por los costos de la tensión resultante.