Economía mundial “ensombrecida, fracturada y amenazada por las nubes de tormenta”, según Unctad

Las perspectivas de crecimiento son “desafortunadamente muy negativas”

La economía mundial está en una desaceleración tras el rebote generado luego de la pandemia, debido a diversos problemas que se han presentado, como la alta inflación y el impacto de la guerra en Ucrania. La recuperación del nivel de actividad “nos ha defraudado mucho más de lo que normalmente se esperaba”, comentó Alex Izurieta, economista de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), al analizar el último informe del organismo.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) realizó un briefing especial online para explicar el informe. Estuvo a cargo Alex Izurieta, economista de Unctad y colaborador del documento, quien comentó que la economía mundial se ve “ensombrecida, fracturada y amenazada por las nubes de tormenta”.  

Explicó que la actividad económica viene de recuperarse de la pandemia, que “ha sido una de las crisis más dramáticas de la economía moderna”. Tras caer un 3,4% en 2020, el PIB mundial se recuperó en 2021 al crecer un 5,8%, aunque ahora esperan una desaceleración por las recesiones “tan fuertes” de este año. En ese sentido, dijo que la recuperación de la economía “nos ha defraudado mucho más de lo que normalmente se esperaba”.

Unctad estima que el crecimiento mundial será de 2,5% este año y 2,2% el siguiente, pero que “los países en vías de desarrollo son los que más necesitan crecer, pero serán los más afectados por la combinación de la crisis del covid-19 y la recuperación moderada”.

América Latina 

Con este contexto mundial, Izurieta proyecta que América Latina y el Caribe pasarán de un crecimiento del 6,6% en 2021 a 2,6% este año, y luego bajará a un incremento del 1,1% en el 2023. En las grandes economías de la región, México este año tendría un aumento del PIB de 1,8%, bajando a 1,4% el próximo, mientras que Brasil crecerá 1,8% el año en curso, pero se desacelerará a 0,6% el siguiente.

En tanto, Argentina creció de una manera “bastante fuerte”, recuperándose de la recesión de casi 10% en 2020 a 10,2% en 2021, y para este año estiman una expansión de 4,1%. Sin embargo, advirtió que “la serie de conflictos económicos internos que tiene entre la inflación, las restricciones internas y las negociaciones —que esperamos que sigan adelante— para reestructurar la deuda, pueden llevar a que una combinación de estos factores, externos e internos, incluso puedan trasladarse a una recesión del 6,8% el próximo año”. 

Según Izurieta, esto se debe a una configuración macroeconómica interna “bastante aguda” con estructuras problemáticas externas. “La presión inflacionaria interna es muy fuerte en muchos países de América Latina, no solamente los que tienen inflaciones muy crónicas”, agregó. No obstante, “esta inflación desde el punto de vista externo se explica más por los lados de la oferta que por la demanda”, analizó.

En ese sentido, evaluó que “la política monetaria no está ayudando a resolver problemas concretos de la inflación, pero puede de alguna manera paliativa ayudar a incrementar los flujos externos de capital”.

Principales problemáticas 

En tanto, el especialista comentó algunos de los factores que afectan el crecimiento de Latinoamérica y de varios países en vías de desarrollo. Uno de los mayores obstáculos, señaló, es que “la crisis de oferta a raíz de la inflación, se debe a una falta de inversión”, que de hecho ha decrecido en los últimos 10 años en términos de PIB.

En esa línea, dijo que “América Latina, entre las regiones en desarrollo, es la que tiene las tasas de crecimiento más bajas y esto es alarmante porque si no hay inversión productiva tanto en el sector industrial como en el sector agrícola, hay una combinación de precios muy altos de productos manufacturados importados, que vienen a reemplazar a la falta de producción interna y de productos básicos del sector agrario, sobre todo en alimentación”.

Otro de los problemas en Latinoamérica es la desigualdad de los ingresos laborales. “Han venido decreciendo de una manera vertiginosa en el contexto de la globalización; junto a ello tenemos los problemas externos con las tendencias inflacionarias, que vienen desde afuera y que han impuesto ajustes desde las grandes potencias económicas mundiales como Estados Unidos, Europa o Japón, con lo cual existe mucha presión externa tanto en los tipos de interés como en la inflación desde afuera”, puntualizó.

Asimismo, dijo que la guerra de Ucrania influye sobre la volatilidad en los mercados internacionales, pero también el papel de las grandes financieras que están operando en los mercados especulativos de bienes primarios.

Las perspectivas son negativas

A causa de estas complicaciones en los sectores internos y externos, las perspectivas de crecimiento son “desafortunadamente muy negativas”.

A su vez, el estudio concluye desde el punto de vista técnico y económico que se debe “pensar en un futuro distinto y ponerlo en práctica”.

Aclaró que esto se estima en base a las organizaciones regionales en los países del sur, aunque también es importante la cooperación más activa de los países más desarrollados. 

Añadió que lo fundamental de esta simulación es que “exista una integración más efectiva en el plano internacional, con los mecanismos de financiamiento existentes, para refinanciar deudas externas impagables, y que sean procesos más solidarios con los países en vías de desarrollo”.

Izurieta señaló que “una de las restricciones más fuertes” a la que se enfrenta la economía mundial, es el denominado punto de no retorno de la crisis climática, para el que estiman que quedan pocos años, según el último reporte de Naciones Unidas.

Para evitarlo, se necesitan “esfuerzos descomunales” pero posibles. Se analizaron los casos concretos en la historia reciente de las últimas tres décadas de países que han mantenido durante un periodo largo de tiempo una disminución significativa del uso de energía de la atmósfera, pero también han incrementado su eficiencia energética. Entonces, “se asume que va haber más colaboración entre los distintos países para que estos esfuerzos sean más generalizados”, recalcó. 


Mercosur debe “seguir profundizando su integración comercial y financiera”

Respecto a Uruguay, el economista expresó que es “un país muy pequeño pero muy abierto entre las dos grandes potencias vecinas, que son Brasil y Argentina”. Además, evaluó que es muy dependiente del crecimiento y el comercio de los países vecinos. 

Sin embargo, “ha tenido relativamente alternativas a su alcance por el lado de tecnología, avanzando en software en desarrollos financieros y en políticas sociales”.

En este aspecto, aseveró que en la economía suele decirse que “los más pequeños necesitan desarrollarse a través de las exportaciones porque su demanda interna es insuficiente”.  

De todas formas, mencionó que “Uruguay ha tenido una demanda interna muy fuerte durante las últimas décadas porque tiene una estabilidad social y necesita el comercio para ir desarrollándose, sobre todo en la industria que requiere mucha economía de escala”. 

En otro orden, aconsejó a Uruguay y al Mercosur “tratar de seguir profundizando en la integración comercial y financiera entre esta pequeña región, para desde allí catapultarse hacia la región de América Latina en su conjunto, desde esta plataforma establecer relaciones más justas y sostenibles con países avanzados”.