Incisiva novela de Maupassant en irregular y atractiva tercera versión para la pantalla

Mujeres > CUANDO LOS HOMBRES DOMINABAN

Por Álvaro Sanjurjo Toucon

Una mujer, una vida (Une vie). Francia 2016

Dir.: Stéphane Brizé. Guión: Stéphane Brizé y Florence Vignan sobre novela de Guy de Maupassant. Con:  Judith Chemla, Jean-Pierre Darroussin, Yolande Moreau, Nina Meurisse.

“Una vida” (1883), novela de Guy de Maupassant (1850-1893) que ya autores coetáneos ubicaran entre las grandes obras de la literatura francesa, recorre unos treinta años de la azarosa vida de Jeanne, mujer de la época, hija de terratenientes, casada con un joven y apuesto noble venido a menos, que la engañará y menospreciará de acuerdo a unas normas sociales enjuiciadas por Maupassant a través de la obra.

En cierto modo, esta Jeanne de Maupassant  cumple, en cuanto a símbolo femenino de una clase social y una época, rol similar al que en 1857, desempeñara la Madame Bovary de Gustave Flaubert, a su vez mentor de Maupassant.

Pugnando por desprenderse del bagaje literario que implica toda adaptación de una novela a la pantalla, el realizador Brizé y su coguionista Vignan, apelan a “flashbacks” que en contraposicióncon el  presente rescatan la interioridad anímica de un personaje, mientras la fotografía pretende otro tanto a través de la oscuridad de los ambientes, llegando a límites molestos. Ello ocurre especialmente en la primera mitad del film, cuyo drama se plantea con morosidad quizás excesiva.

En la segunda mitad, atenuando ese costado psicologista, la realización, más tradicional a la vez que con mayor ritmo y acopio de situaciones familiares (muertes, separaciones, ruina económica, etc.) se aproxima al melodrama  desbordado, no a causa del texto original, sino de su manera de airearlo y las interpretaciones con una sensiblería cuya dimensión y presencia determina el realizador del film.

Los hombres del film son perversos o  tontos o abusadores, o todo ello en forma conjunta o combinada, a lo que algunos añaden la condición de sacerdote católico.

Despareja en casi todos los rubros, esta “Una mujer, una vida”, no deja de ser realmente atrapante.

El bien documentado IMDb (Internet MovieDatabase) consigna 235 films y telefilms que adaptaran total o parcialmente la obra del francés Guy de Mauppasant (1850-1893) a la pantalla, correspondiendo tres de ellas a la novela “Una vida”. La primera de las cuales (puede verse en https://vimeo.com/192767322)  es la que en 1958 dirigiera Alexandre Astruc, con gran despliegue de producción y luminoso elenco: la lacrimógena Maria Schell, Pascale Petit, Christian Marquand, Antonella Lualdi, Ivan Desny, etc.; film apegado al “cine de calidad” según término despectivo de una “Nouvelle Vague” de la que Astruc sería figura de primera línea. No tomaba al original literario en su totalidad y contaba con fotografía del destacado Claude Renoir.  La segunda versiónes un telefilm de 2003, de Elizabeth Rappenau; y la tercera la que reseñamos líneas arriba.


El jugador (El jugador).  Argentina 2016

Dir. y producción:  Dan Gueller. Guión: Dan Gueller y Silvana Di Francesco. Con: Alejandro Awada, Pablo Rago, Guadalupe Docampo, Esteban Bigliardi, Florencia Viterbo.  Vista en Netflix.

En el Hotel Casino Provincial de Mar del Plata, dos hermanos, hombre y mujer, aguardan la llegada del hombre de confianza de su abuelo -un rústico empresario sumamente poderoso-, quien habrá de entregarles una abultada suma de dinero por ellos solicitada.

Se abre así un relato policial violento, en que por una parte corre la historia de los jóvenes hermanos, sus amigos y los narcotraficantes con los que tratan. Un relato que sin brillar en demasía se sitúa en la línea del policial de Tarantino, incluida la violencia desatada que se regodea en bordear el humor.

Mientras que el decadente “hombre de confianza”, un viejo tahúr retirado, sometido a las órdenes a de un patrón con el que mantiene un vínculo no ajeno a una respetuosa y limitada confianza, es un personaje fielmente escapado de un cine y novela negra norteamericanos de los años 40. Personaje delineado con preciso y firme trazo por el guión, al que ese excelente intérprete que es Alejandro Awada vierte con dureza impregnada de una ternura que nos remite a un pasado no visto y constantemente presente.

El autor del film revela su conocimiento de los grandes exponentes del mejor cine policial norteamericano, haciéndolos converger en esta airosa “opera prima”, no ajena a algunas larguezas y una carga anecdótica ligeramente excesiva.

Transcurrida casi totalmente en interiores, la mayoría de los cuales  se desarrollan en el Hotel Casino Provincial, la fotografía y el montaje hacen de la arquitectura del lugar un escenario dinámico, acorde al género.

Auspicioso comienzo. Cine para disfrutar.


Mamma Mia! Vamos otra vez (Mamma Mia Here We Go Again). Reino Unido / EE.UU. 2018

Dir.: Ol Parker. Con: Lily James, Amanda Seyfried, Dominic Cooper.

Diez años atrás el cine dio a conocer “Mamma Mia”, uno de los más brillantes, divertidos y creativos  musicales que el cine brindara en lo que entonces eran los últimos años. Donde las canciones del grupo sueco ABBA (1972-1982) fueran articuladas como parte indisoluble del relato. Atractivos acrecentados por la inquieta cámara de la realizadora Philida Lloyd, persiguiendo inquietamente a los personajes en sus bailes y canciones.

Ahora, esta precuela, como gusta llamarse a las segundas partes iniciadas en un tiempo anterior a la primera, poco o nada conserva de aquellos destellos.

Su estructura en torno a los clásicos films de “chica encuentra chico” dice presente y en forma sumamente desarticulada, una historieta trillada –con estudiantes desenfadados y profesores asombrados-  sirve de telón de fondo a manifestaciones canoras y coreográficas irrumpiendo con artificiosidad y estilo propios de un cine musical de setenta años atrás; lo que no está necesariamente mal.

Las canciones de ABBA siguen vigentes.