Venturas y desventuras del hombre que convirtió pequeño negocio en la mayor cadena de “Fast Food”

Ray Kroc > LA VIDA ENTRE DOS PANES

Por A. Sanjurjo Toucon

Hambre de poder (The Founder) .EE.UU. Dir.: John Lee Hancock. Con: Michael Keaton, Nick Offerman, John Carroll Lynch, Laura Dern.

Las multinacionales de lo que sea, y las no tan multinacionales y gigantescas empresas estadounidenses (desparramadas por el mundo), se supone que aspiran a una imagen pública positiva. No hace falta entrar en detalles, todo esto a la vista está. Esas empresas han sido a su vez blanco de aceradas críticas: a) el minucioso Mark Pendergast arremete contra el más popular refresco en el absorbente ensayo “Dios,  Patria y Coca Cola”;  b) Michael Moore ha sido un francotirador cinematográfico, con sus exitosas diatribas fílmicas, andanadas de grueso calibre. Su cine se sintetiza señalando su principal rasgo: “bombardear” a la sociedad  capitalista. Otro realizador, también norteamericano, Morgan Spurlock (1970), hizo de su documental “Super Size Me”, una embestida contra los  populares establecimientos de venta de hamburguesas McDonald´s, registrando y registrándose a sí mismo, a lo largo de un mes en que se alimentó exclusivamente en McDonald, lo cual le lleva a conclusiones lapidarias para la alimentación “macdonaldiana”.

Ahora llega al cine otra mirada a McDonald´s, a través del film “Hambre de  poder”, “docudrama” dirigido por  John Lee Hancock, con guión de Robert Siegel, acerca de los primeros pasos de expansión de la conocida empresa. Los hermanos Dick y Mac McDonald, propietarios originales, fueron quienes realizaron, de manera acotada, los intentos por hacer de sus hamburgueserías un símbolo más de los EE.UU. Conviviendo con logotipos de productos altamente conocidos y símbolos oficiales, no ajenos a los círculos del poder.

Ray Kroc, un charlatán dedicado a la venta de  inútiles aparatos domésticos, acosa a los hermanos McDonald con propuestas varias, hasta que finalmente estos le admiten como socio.  El rápido enriquecimiento de un ciudadano común como lo era Ray Kroc, hacen de “Hambre de poder” otro film enaltecedor del “self made man” norteamericano, forjándose gracias a sus iniciativas individualistas. Y aquí surge el film propagandístico de unos EE.UU. ofreciendo múltiples posibilidades a quienes se pliegan al “american way of life”, convirtiéndose en impolutos héroes comerciales. Los hermanos Dick  y Mac, presentados como dos hombres algo infantilizados, extremadamente hábiles en la organización, sienten y consienten el “laissez faire” de su astuto  socio. El film abandona la imagen idealizada de una nación y sus habitantes, volcándose sobre los entuertos contables de un Kroc que optó por el perfil bajo. El clásico “self made man”, héroe comercial, revierte su imagen; salen a luz sus contubernios para apoderarse de la empresa que ha crecido considerablemente. Kroc pasa de individuo algo estafador y hasta simpático en su tozudez, a nuevo socio del emprendimiento (en el que ha volcado, sus ahorros).

El optimismo del comienzo, deviene en la estafa: el vendedor paradigmático olvida principios morales, trasladándose al reducto de aquellos que, mediante el engaño amasan fortunas.

Kroc y sus adláteres, permanecieron en la empresa hasta que murieron. Los McDonald quedaron al margen y, una vez más, “ganan los malos”.

Día del atentado (Patriots Day). EE.UU. 2016. Dir.: Peter Berg. Con: Mark Wahlberg, Michelle Monaghan, J.K. Simmons.

La realización no es ficción: el atentado de una guerrilla musulmana en Boston, en 2011, contra el público asistente a una maratón, genera, seguramente, adhesiones y rechazos emocionales que el film se encarga de exponer y subrayar, de acuerdo a su procedencia.

Ya en sus primeros minutos, la realización contrapone a musulmanes en acciones terroristas dentro de EE.UU. contra un pueblo realmente temeroso de unos musulmanes decididos a corroer esa nación desde sus entrañas.

Este subyacente sentimiento de rechazo a una cultura y religión ajenas por parte del gobierno de USA y buena parte de sus habitantes, halla su expresión en  films de ese origen. En definitiva, voceros extraoficiales del Depto. de Estado que, cine mediante, propagandea y justifica sus acciones dentro y fuera de fronteras, ante públicos de diferentes áreas.

En su tercio inicial, “Día del atentado” incluye dantescas escenas con cuerpos mutilados y miembros sin cuerpo, así como  la tarea en quirófanos. El viejo esquema del western, surge, una vez más, dividiendo tajantemente a “buenos” y “malos”.

El film logra (o quizás no) hacer de esta aventura de acción y excelente “thriller”, una historia espléndidamente contada, ideologías al margen.

Las variantes en las relaciones de EE.UU. con el mundo musulmán (al cual este film le concede la posibilidad de alojar elementos pacifistas), determinará las guiones que hoy pueden decir una cosa y mañana la contraria.

Hollywood, durante la 2ª. Guerra Mundial, rodó films decididamente comunistas, loas a Stalin incluidas, luego elegantemente radiados (algunos circulan en DVD).

Tensión, suspenso, acción, relato dinámico, hacen de este “thriller” visiblemente embanderado, un pasatiempo pocas veces hallado.

El cine copia a la realidad, y la realidad copia al cine. Aquí la Doctrina Trump, se vio preanunciada.

Crímenes y virtudes (Anesthesia). EE.UU. 2015. Dir. y guión: Tim Blake Nelson. Con: Sam Waterston, Kristin Stewart, Corey Stoll.

Este es uno de esos films en los que se desea ser interlocutor, antes que espectador.

En tiempo presente, un profesor de filosofía de la Universidad de Columbia, es asaltado y herido en la calle. Conocerá a causa de ello a un hombre casado, con relación extraconyugal. A partir de ese instante, la realización se convierte en  denso discurso filosófico.

Un exceso de personajes dificulta las relaciones interpersonales, y el film se convierte en largo inventario de las interrogantes que surgen en cadena.

El buen elenco ayuda a sortear más de una falla del guión y su bastante desprolija realización.

Cine denso, conceptual, filosófico, destinado a paladares especiales.