Democracia, laicidad y redes sociales

Por Graciela Bianchi (*) | @gbianchi404

En estos últimos días, el Uruguay asistió a un “debate” motivado por el conocimiento a través de las redes de un texto para sexto año de Educación Primaria: “Uy-Siglo XX para comprender y reflexionar sobre el Uruguay en el que vivimos”, de la Prof. Silvana Pera. El texto consignado fue motivo de una citación a la Comisión de Educación y Cultura de la Cámara de Diputados, del Consejo de Educación Primaria, el que concurrió el día 21 de los corrientes.

El exsubsecretario del MEC, Soc. Filgueira, en su momento y por otro texto destinado a Bachillerato, manifestó la necesidad de estudiar una política de textos. Él renunció y las autoridades de ANEP permanecen en sus cargos.

El problema del libro que nos ocupa hoy es que está destinado a niños de once o doce años de edad. La laicidad, que no es neutralidad, sino generar en los alumnos el interés por la crítica y el análisis observando todas las opciones, es mucho más difícil de cuidar cuando de niños se trata, porque están desarrollando su capacidad de abstracción y desarrollo cognitivo.

Horasmann (1796-1859), fundador de la mejor tradición educativa estadounidense, afirmaba algo que hoy se repite de otra manera, como novedoso: “El maestro que intenta enseñar sin inspirar en el alumno el deseo de aprender, está tratando de forjar un hierro frío”. Benjamin Franklin (1706-1790), fundador de la democracia que inspiró a J. G. Artigas, afirma: “Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, e involúcrame y lo aprendo”. Es lo que los educadores tenemos claro, debemos lograr que de nuestras escuelas egresen alumnos que hayan “aprendido a aprender”.

El “recurso didáctico” de la historieta Los Pitufos para explicar el comunismo no es bueno por varias razones: lo muestra como un mundo idílico que la realidad demostró que no lo fue; juega con la fantasía de los niños sobre un proceso histórico que hoy ni siquiera los grandes pensadores, marxistas o no, se han siquiera puesto a estudiar qué fue lo que sucedió con una realidad que cayó como “un castillo de naipes”.

En segundo lugar, sabemos que la educación uruguaya está en crisis, pero subestimar a nuestros alumnos al grado que en sexto año se intente enseñar con historietas muy simples es inaceptable.

En tercer lugar, todo depende del contexto sociocultural al que pertenezca el alumno usuario de un texto y del apoyo de la familia, única que tiene el derecho de elegir la educación de sus hijos, de acuerdo a nuestra Constitución; por ello la libertad de cátedra, si bien está consagrada en la Ley de Educación General, no es de rango constitucional para los menores de edad.

Existe otro texto para sexto año de las Profs. Lucila Artagaveytia y Cristina Barbero que tratan el mismo período histórico (Revolución rusa y comunismo) como se debe hacer: relación estricta de los hechos, datos concretos con ejercicios que se refieren a fotos a comentar y mapas a analizar; ninguna valoración.

La perforación a la laicidad no nos llama la atención en estos gobiernos populistas que se iniciaron en el 2005, porque la primera víctima de estos regímenes es la educación, ya que el fin último es el control de la libertad de los individuos. Quien esto escribe tiene un pasado en la Juventud Comunista, lo que no me hace destinataria de presunciones por temor o preconceptos a esa ideología.

Lo esperable en la sociedad uruguaya democrática, pluralista, con una reserva cultural basada en la educación pública de calidad en el pasado, es que la noticia generara preocupación positiva y necesidad de información. Por el contrario, asistimos a un espectáculo vergonzoso y vergonzante que mezcló la política de bajo nivel, periodistas que en muchos casos hicieron el reduccionismo de centrarse en si Los Pitufos sí o los Pitufos no, y las redes sociales fieles al concepto de Umberto Eco: “Las redes sociales le dan espacio a los idiotas. (…) La televisión ha promovido al tonto del pueblo con respecto al cual el espectador se siente superior; el drama de internet es que ha promocionado al tonto del pueblo al nivel de portador de la verdad”.

Por supuesto que quienes nos preocupamos técnicamente del tema y a pesar de haber recurrido a los mecanismos parlamentarios y pretender escuchar a las autoridades, a las que le tenemos respeto como son las de Educación Primaria, por su trayectoria y por cómo están preocupados por los resultados en ese nivel educativo, hemos sido también víctimas de los ataques políticos del oficialismo, superficial de mucho periodismo que debe tender a la investigación en lugar de recurrir a lugares comunes y de las redes sociales agresiones descalificantes.

Recibidas las autoridades de Primaria fueron portadoras de una resolución de fecha 29 de los corrientes que somete a la consideración del texto en cuestión a un equipo técnico que hace cuestionamientos importantes al respecto; gracias a la iniciativa parlamentaria, tan denostada.

Nuestro objetivo siempre fue preservar los derechos y asegurar la libertad de enseñanza, de ninguna manera buscamos un Index de libros prohibidos sino, por el contrario, lograr una orientación técnica en la elaboración y uso de los textos para la educación pública y de gestión privada, que también es responsabilidad del Estado.

Zygmunt Bauman, sociólogo que hemos perdido hace poco, desarrolla un concepto que es sumamente interesante sobre la “modernidad líquida” para definir un modelo social que se manifiesta como “el fin de la era del compromiso mutuo”, con retroceso del espacio público y un avance peligroso del individualismo que lleva a “la corrosión y la lenta desintegración del concepto de ciudadanía” (Modernidad líquida, 1999).

En su obra “Ceguera Moral” se anima a afirmar: “nuestra sociedad ha hecho de la desafección una parte obligatoria de las ocupaciones vitales (…). Ser crítico está aceptado, y hasta bien visto, pero resulta inútil cuando la política no es el verdadero poder y el Estado-Nación ya no ofrece respuestas”. Por eso, para este sociólogo polaco, “las redes sociales son una trampa (…) es la voz del precariado”, “la gente no sabe el diablo que pone en su bolsillo bajo la forma de un teléfono móvil” (…) “el estar siempre conectados no alivia nuestra soledad”.

Bauman es polaco de origen judío, tuvo que huir del nacismo a la URSS y en 1968 tuvo que abandonar este país al ser expulsado de su puesto de profesor y del Partido Comunista en una purga de antisemitismo. Renunció a su nacionalidad y emigró a Tel Aviv, desarrollando su actividad intelectual en la Universidad de Leeds.

En conclusión: no dejemos perforar la laicidad porque perforaremos la Democracia, y cuidemos los instrumentos que el sistema imperante nos ha hecho creer que nos hace más libres.

(*) Diputada de Aire Fresco – Partido Nacional