Desafío de la Democracia, integralidad de los Derechos para el Desarrollo

Por: Lic. Nelson Villarreal (*) | @NelVillarreal

En diciembre de 2017 desde la Secretaría de Derechos Humanos de la Presidencia de la República, se organizó el mes de los Derechos Humanos como lanzamiento del 70° aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que se desarrolla durante 2018. Estructurado en el lema «Democracia es Derechos Humanos, Derechos Humanos son Democracia» promovimos el abordaje integral de los derechos en el territorio con las Mesas para la Paz, situando el tema en distintos puntos del país como Minas, Durazno, Paysandú, Tres Ombúes-Montevideo y La Paz-Canelones.

La integralidad de los Derechos Humanos no puede desvincularse de cómo se construye Democracia y cómo se consolida Desarrollo, que se retroalimentan en la ampliación de las capacidades de sostenibilidad de la comunidad política y la autoridad social que la sustenta. Para ello generamos una mesa de diálogo con el Cr. Enrique Iglesias, referente que convoca a la ciudadanía uruguaya en todo el espectro.

Hoy parece deteriorarse a nivel global y regional el imaginario colectivo de la visión de la utopía democrática que moviliza la política en su más amplio espectro ideológico, que había recuperado la noción de progresividad del acceso de toda la población a la integralidad de derechos y reaparece el dilema entre ampliación a diversos niveles y lo restrictivo de actores que se resisten a la democratización.

Algunos dilemas de las democracias son si se está en recesión o se está enfrentando los límites del paradigma que no acepta la versión integral. Se reaviva la tentación autoritaria que impide la transición a formas democráticas más plenas, junto al cambio civilizatorio y el impacto de las nuevas tecnologías en el desarrollo de las sociedades actuales. La alta concentración de poder económico y mediático a nivel global y regional, junto al deterioro de la hegemonía de lo público como espacio de igualdad y libertad, genera un fenómeno en el que se desacredita el sistema político y los poderes legislativo y judicial de las democracias.

El sentido político y humanista de ampliación de las democracias como procesos de inclusión utópica para la satisfacción de derechos, ejercicio de libertades y consolidación de la convivencia igualitaria, equitativa y pacífica, aparece en disputa o contradictoria. La democracia como paradigma paradójicamente se generalizó pero está bajo sospecha en las formas en las que está deviniendo en varios puntos del planeta.

Los fenómenos reactivos o fundamentalistas, desafiliación social y política de las poblaciones de países que han tenido tradiciones socialistas, socialdemócratas, liberal-sociales o progresistas cuestionan cuáles son los fundamentos actuales para profundizar democracia en forma sostenida y sustentable, con participación de la gente a distintos niveles, tomando en cuenta no solo las formas tradicionales sino todo el espectro que se abre con los desarrollos tecnológicos.

Uruguay desde la historia y compromiso con la democracia, a pesar del quiebre del pasado reciente, en la construcción de igualdad social y acrecentamiento de la libertad de las personas en la sociedad, tiene un gran desafío para su sostenibilidad y cuidado de lo logrado. A la vez, requiere consolidar el consenso social que logra igualdad y no discriminación en la centralidad de la dignidad humana de todas las personas.

Dilemas que emergen en la profundización democrática e integralidad de los derechos en Uruguay

El debate de ideas que construye utopía democrática debe ser renovado constantemente por la cultura política con una perspectiva de consolidar lo común y plural de la sociedad. Ello debe estar basado en el ideal republicano en el siglo XXI, innovando creativamente en mecanismos e instrumentos que generen círculos virtuosos entre Estado y sociedad.

La sostenibilidad de los cambios democráticos están apoyados en la institucionalidad que efectiviza los derechos, en la permanencia que los incorpora al ser social y en las subjetividades de las personas. Todo esto se sustenta con la apropiación cotidiana y política de la sociedad, que defiende los derechos como valor más allá de los gobiernos y las administraciones.

Profundizar nuevas formas de lo que implica un diálogo abierto y transparente con la sociedad, debe considerar lo intergeneracional, las nuevas tecnologías y formas de participación socio-cultural. La democracia requiere abordar de manera innovadora las formas de crear riqueza y distribución, con el involucramiento activo de distintos actores, para consolidar el Desarrollo y la integralidad de Derechos en forma sustentable.

Hoy, asumir el dilema del cambio cultural como un valor, implica reconocer el amplio conflicto político de la democracia integral. Supone articulación y sinergias entre las agendas para el bienestar de distribución socio-económica con las agendas de la equidad y la diversidad cultural. Es profundizar en los procesos de democratización en el Estado y la sociedad, que muestran la tensión igualdad-diferencia-diversidad de no discriminación para el ejercicio pleno de la libertad real e integral de todas las personas en su condición de género, étnico-racial, diversidad sexual, etaria, discapacidad o lugar territorial.

Muchas veces a los derechos se los presupone ajenos al involucramiento de todas las personas, o a la responsabilidad que conlleva su reconocimiento. Sin embargo, la satisfacción de los derechos -que son el resultado de la lucha y conquista social e histórica y son asumidos y garantizados por el Estado-, reclama para su sostenibilidad la integralidad que debe desarrollarse en la profundización de la democracia y el compromiso de todas las personas.

El deber ser que da sustento a la visión integral de los derechos, supone un compromiso ético y político que debe reflejarse de distintas formas, sin disociar derechos y deberes, que tiende a depositar en el más vulnerable los problemas que deben resolver los más beneficiados y las autoridades que estructuran los distintos niveles de la organización social.

La co-responsabilidad es el resultado del enfoque de derechos en su doble condición de reconocimiento e involucramiento como compromiso político, social y cultural. Explicitar que los derechos suponen a la vez reconocimiento e involucramiento es fundamental para consolidar los avances y su legitimación pública en favor de toda la sociedad.

El fundamento de toda esta visión, que son los Derechos Humanos, se debe explicitar y efectivizar transversalmente en la construcción democrática de la sociedad y el desarrollo integral de la misma, tanto en cómo se desarrolla la autonomía de la sociedad y la institucionalidad del Estado. El 70° aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos es una gran oportunidad para darnos un espacio de reflexión constructiva en el país.

(*) Docente Universitario y Secretario de Derechos Humanos de Presidencia de la República.