Nuestro país tiene un alto nivel de reservas internacionales. Es seguramente uno de los pocos países en el mundo con un respaldo financiero del orden del 30% de su producto. Gracias a las políticas económicas serias y responsables llevadas a cabo a lo largo de estos años, nuestro país no corre los mismos riesgos que corría previo a la crisis de 2002, ya que no hay un volumen importante de depósitos de argentinos y Uruguay tiene un sistema financiero mucho más fuerte, solvente y controlado que en aquellos años.
Además, hemos aprendido acerca de los riesgos de las economías demasiado dolarizadas, por este motivo en los últimos años hemos logrado una importante desdolarización de la deuda pública. Hoy alrededor del 50% de las emisiones están en moneda nacional, tanto en mercados locales como en mercados internacionales. El riesgo asociado a la volatilidad del dólar es significativamente menor que en 2002, gracias a la política cambiaria adoptada que no compromete un valor del tipo de cambio, como hicieran los gobiernos de Argentina y Uruguay en el pasado. A diferencia de la política de aquellos años, el BCU ha ido acompasando la tendencia internacional del dólar de manera responsable, con intervenciones periódicas para suavizar su evolución, sin contradecirla.
Por supuesto, no estamos inmunes. Sabemos que tanto Argentina como Brasil tienen un impacto importante en la exportación de bienes y servicios, pero esta situación no nos toma desprevenidos, por el contrario, se ha llevado adelante una política consistente de largo aliento, con el fin de reducir al mínimo el riesgo de “importar” una crisis económico-financiera como la que padeciéramos hace ya 16 años.
Las áreas que pueden verse afectadas son el turismo y la industria manufacturera, pero en términos generales, la vinculación comercial con Argentina ha declinado. Hoy Argentina se encuentra en el quinto lugar de exportaciones de bienes uruguayos, representando solo un 5,4% de las exportaciones totales, por detrás de China, Brasil y Estados Unidos.
El gobierno ha tomado medidas rápidamente para enfrentar esta situación. Con respecto al turismo, por ejemplo, se dispuso la reinstauración del beneficio de la devolución del 22% de IVA a los turistas no residentes y se amplió la rebaja del 8% al 24% en el combustible de frontera con Argentina. Se seguirá trabajando para pensar y aplicar políticas que amortigüen los efectos negativos en estos rubros, buscando proteger el comercio local. Por otra parte, en nuestro país el dólar se apreció menos que en Argentina y Brasil, pero más que en otros mercados con los cuales hemos ganado competitividad medida por el tipo de cambio.
Es bueno recordar que desde la oposición se aplaudió con beneplácito la llegada de Macri al gobierno y como se pretendió trazar un paralelismo con Uruguay, advirtiendo que, así como venían vientos de cambio en Argentina, luego de nuestras próximas elecciones nacionales esos mismos vientos vendrían aquí. Nos preguntamos ¿Qué piensan ahora? ¿Cuál será su programa de gobierno?, ¿Cuál es el modelo de país que proponen? ¿Acaso piensan aplicar la misma receta que Macri en Argentina y algunos en nuestro país cuando fueron gobierno?
Quiero pensar que quienes tanto aplaudieron la llegada de Mauricio Macri y su ortodoxia, entienden la pérdida de soberanía económica que supone pedirle decenas de miles de millones de dólares al Fondo Monetario Internacional (FMI). O quizás no, ya que fueron ellos quienes nos ataron al FMI a partir de la Carta de Intención de 1960 y nos endeudaron con rigurosas condiciones con ese organismo, que perduraron hasta el año 2006, cuando en el primer gobierno de Frente Amplio cancelamos anticipadamente la deuda originada con la crisis de 2002, pero también a diferencia de nuestros vecinos quienes solo cancelaron la deuda, Uruguay canceló el programa acordado con el Organismo.
Hay que tener memoria, mirar a nuestro alrededor y reflexionar el modelo neoliberal y restaurador que propone la derecha, con promesas de cambio que terminan siendo todo lo contrario, con ajustes económicos y consecuencias sociales nefastas que afectan a la gran mayoría de la población, con pérdida de derechos laborales, de beneficios sociales, de capacidad de compra y devaluación de la moneda. Esos son algunos de los lamentables efectos que se traducen en inestabilidad económica y que inevitablemente traen consigo la triste situación que está viviendo el país vecino, con multitudinarias manifestaciones populares, violencia, saqueos, incertidumbre; en definitiva, con un gran caos social.
Conocemos esa receta, la sufrimos y no queremos volver a padecerla.(*) Diputado de Asamblea Uruguay – Frente Amplio.